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Los recortes en sanidad y educación serán progresistas
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Juan Soto Ivars

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Los recortes en sanidad y educación serán progresistas

Esto de oponer "muerte" a cualquier cosa que se le ocurra hacer a Pedro Sánchez es infalible y vale para todo. Es la llave maestra de la demagogia orgánica

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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"La disyuntiva era", dijo el poeta Benjamín Prado en una tertulia, "o Puigdemont o Vox". Luego dudó cómo rematar el soneto, "eeeh", supongo que contó sílabas y cerró la estrofa diciendo que "Puigdemont no ha matado a nadie" y que "las políticas que Vox propone" —que "impone", se corrigió— "sí matan a la gente". Está Castilla y León llena de muertos, de ahí la España vacía.

Primero de todo habría que decir que, en un país civilizado, si Vox y Puigdemont son tan indeseables según PSOE y PP respectivamente, lo suyo habría sido un pacto a la alemana. O repetir elecciones. O un gobierno de 2 años del PP con el permiso del PSOE y luego otro de 2 años del PSOE con el permiso del PP. Total, ¡será por ponerse poéticos! Pero no. Era Puigdemont o muerte. Puigdemont o Puigdemort.

Esto de oponer "muerte" a cualquier cosa que se le ocurra hacer a Pedro Sánchez es infalible y vale para todo. Es la llave maestra de la demagogia orgánica. Que Benjamín Prado sea poeta significa que ha logrado poner palabras allá donde el lenguaje parecía remiso a colocarlas. Ha definido de la forma más sintética y alejandrina el motor de la falacia que ejecuta el sistema operativo de la España de Sánchez.

Como todo poeta, Prado es esdrújulo para la política. Le pasó a Alberti o a Neruda por la izquierda, a Pemán o Panero por la derecha. Los poetas tienen que elegir entre glorificar políticos o ser destruidos por ellos. Colocan el oído en el ritmo, beben de la copa de las musas y acaban en la hipérbole. Lo que Latino de Híspalis llamaba "el delirio poético" es el resultado de analizar la realidad con metáforas.

No es tan grave que le pase a Prado como a los analistas plúmbeos incapaces de ayudar a Joaquín Sabina a escribir canciones, es decir: a los que pueblan las mismas tertulias y copan las mismas tribunas que el poeta Prado, colocando sus cerebros como escudos humanos para frenar las balas que la realidad dispara contra el interés de perpetuación en el poder de Pedro Sánchez.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), junto al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo (d). (EFE/Chema Moya)
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En su extravagancia, como decía, el falso dilema de Prado es el mecanismo interno de todo el pensamiento orgánico desde que Sánchez admitió la amnistía. Puedes poner "amnistía" y al otro lado "muerte", como "subida del IRPF" al otro lado de "calentamiento global" o "apio" o "salmonela". Son disyuntivas, trascendentes y musicales. Otros eligen "amnistía" colocando al otro lado su falta de coherencia.

En La Ser, donde el poeta suele regalar metáforas, no he oído por ejemplo noticias de la huelga de enfermeras que en Cataluña lleva una semana convocada. Las huelgas de enfermeras son buen material para el soneto siempre que gobierne Ayuso la autonomía, pero se convierten en cosa prosaica y poco estimulante si corren por una autonomía de progreso como es Cataluña.

Quiero ver los gestos, las expresiones de mansedumbre resignada. Deseo oír la disyuntiva "recortes en sanidad o muerte"

En fin, el caso: ante estos juegos florales, uno se pregunta qué dirán los poetas y prosistas cuando, en esta legislatura, Bruselas nos exija controlar el gasto, es decir, meter tijera y volver a pensar en el déficit. La verdad es que quiero leerlo en la prensa y oírlo en la radio. Quiero ver los gestos, las expresiones de mansedumbre resignada. Deseo oír la disyuntiva "recortes en sanidad o muerte", por ejemplo.

Si desde el antiguo sector 15-M se ha celebrado que políticos indulten a políticos y que se amnistíe a los líderes de un movimiento corrupto y autoritario; si han admitido en el Parnaso Progresista a un etnicista de derechas del partido que más recortó sanidad y educación; si se han olvidado misteriosamente del antaño utilizado pueblo saharaui, yo sé que defenderán cualquier cosa que toque defender cuando la ventana de Overton sanchista vuelva a pegarnos un viaje. Confío en ellos.

Y no os engañaré: la verdad es que tengo ganas de verlo. Si he de vivir peor, estoy dispuesto a pagar el precio. Quiero que la ministra de trabajo diga que los ERE son progresistas. Quiero que la ministra de infancia diga que tantas becas comedor no era progresista. Quiero que el ministro de transportes diga que menos es más cuando hablamos de trenes. Quiero que nos vaya mal para que nos digan que nos va bien.

En fin, quiero oír al coro de exégetas de la necesidad vendida como virtud cantar, como un coro de ángeles, que es una suerte que no gobierne la derecha cuando Pedro Sánchez, el antiguo consejero de CajaMadrid, haga esas cosas que hasta que las hace Pedro Sánchez son consideradas de derechas.

Mucha gente se pregunta hoy qué nos queda por ver con este gobierno levantado sobre la destrucción de la coherencia. No lo sé, pero os digo lo que me gustará ver.

"La disyuntiva era", dijo el poeta Benjamín Prado en una tertulia, "o Puigdemont o Vox". Luego dudó cómo rematar el soneto, "eeeh", supongo que contó sílabas y cerró la estrofa diciendo que "Puigdemont no ha matado a nadie" y que "las políticas que Vox propone" —que "impone", se corrigió— "sí matan a la gente". Está Castilla y León llena de muertos, de ahí la España vacía.

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