Pedro Sánchez ha venido a hablar de su libro que no ha escrito él

Primera cosa inédita: en la historia de la democracia española no se ha dado el caso de que un presidente en ejercicio publique sus memorias. Rajoy, Zapatero, González y Aznar publicaron libros antes de ganar elecciones y después. Sánchez, sin salir de la Moncloa, ya lleva dos. Manual de resistencia y su secuela, Tierra firme, que termina el día de las elecciones de julio.

Ayer se presentó en Madrid. Es un libro de Pedro Sánchez que firma Pedro Sánchez y ha escrito Irene Lozano. El evento fue en el Círculo de Bellas Artes, con lo que ya tenemos la famosa cuadratura, porque el Círculo era una cuadra. Allí, estabulados, pacían un montón de ministros del PSOE y Sumar, periodistas y otra gente mansa hasta llenar la sala. Estaba Alan Barroso sentado junto a Anuj Bost, por ejemplo. Algún casting tuvieron que hacer, porque allí se respiraba estabilidad.

En el libro, Sánchez habla bien de sí mismo, mal de otros y omite aquellos personajes como Puigdemont de los que el presidente no puede hablar debido a la censura. En cuanto a los títulos, se ve a las claras que hay una línea de continuidad: firmeza, resistencia, tierra… Todo muy telúrico, mineral, kárstico. Y por si hubiera dudas, en las dos portadas, el rostro de Sánchez: roca pura.

El hito cultural más importante del día fue, sin embargo, la presencia del ministro de Cultura: primera y tal vez última presentación libresca a la que asiste o asistirá Urtasun, salvo que a Yolanda Díaz le dé también por publicar sus memorias antes del fin de la legislatura. En fin: sala llena, ya digo, y público cautivo. El sueño de cualquier presidente del Gobierno y cualquier poeta de provincias.

Opinión

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Los presentadores, obligados por la cortesía elemental con la editorial Península al infame peloteo, eran Ángeles Caballero y Jorge Javier Vázquez: dos perfiles de periodista que han cultivado con diferente intensidad lo frívolo y lo festivo, adecuados ambos para una tarde simpática de charleta, y no les culpo: si te lían para presentar un libro, tienes que fingir que te ha gustado. Yo también he presentado y loado truños.

Para quien no lo sepa, toda presentación de libro es un rito de pose donde el autor finge que ha escrito un gran libro, los presentadores fingen que lo han leído con atención y el público finge que se lo va a leer. Al final se venden ejemplares, el autor pintarrajea dedicatorias y nadie vuelve a pensar jamás en todo esto.

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Tres mercados potenciales para este nuevo libro de Pedro Sánchez. El primero, mujeres de mediana edad y plaza de funcionaria en cualquiera de las ramas de la Administración burocrática con el pelo teñido de colores caoba o lila, a poder ser (5.000 unidades); el segundo, hijos que se lo regalan por Navidad a padres que han sido de Comisiones Obreras o UGT toda la vida (2.000 unidades); tercero, adquisición en bloque por parte del PSOE para obsequio navideño a las casas del pueblo (3.000 unidades).

Total: 10.000 ejemplares. Con eso se paga el anticipo al autor, Irene Lozano, quien calculo que habrá cobrado unos 16.000 euros por el trabajo. No tengo pruebas, solo experiencia en el sector editorial.

Bienvenidos al Círculo o Redil

La presentación fue divertida y odiosa. Jorge Javier Vázquez no dejó hablar ni a Pedro Sánchez ni a Ángeles Caballero. Estaba en plan “cita romántica largamente demorada”. Tanto se explayó JorgeJavi en la introducción que, en el minuto 14:15 de la grabación de El País, puede oírse claramente una voz en off que dice “CALLA, HOMBRE”. Alguien tuvo que darle esa orden por el pinganillo y la voz quedó registrada.

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Momentos entrañables hubo algunos más. Son esos en los que queda claro que nadie sabe de lo que está hablando, por ejemplo, cuando Sánchez evocó su entrevista en el pódcast La pija y la quinqui y, de la misma forma que Rajoy había perorado sobre “los chuches”, se puso a hablar de “las memes”. O cuando Jorge Javier se refirió a Ursula von der Loyen y Ángeles Caballero mordía el boli. O cuando se pusieron a cachondearse todos de la actitud que tiene en Twitter Óscar Puente y el ministro de Transportes y Bloqueos enseñó sus dientes de color amarillo desde el público.

En general, Sánchez dijo lo que dice siempre. Se hizo la víctima como quitándole hierro a la cosa, pero recordando que la democracia pende de sus huevos, se burló de quienes no entienden que la amnistía es el no va más, unió al PP y Vox en un lodo violento y se quejó de la oposición y los medios, que no preguntan con tanta dulzura como sus presentadores, y, por tanto, siembran el odio.

Respecto a la cizaña, Sánchez llegó a decir literalmente que nunca ha habido en la democracia española tanta inquina como hay contra él, olvidando que la inquina que en otros momentos de la democracia hubo, por parte de sus actuales socios contra otros miembros de su partido y del PP, terminó con tiros en la nuca. Pero, bueno, es verdad que los etarras no troleaban en Twitter.

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Comentaron con risa la encuesta de El Mundo que dice que el PSOE ya se ha dejado dos millones de votos desde las elecciones, hasta que Ángeles Caballero recuperó el tema demostrando por qué no la dejaban hablar más. Seleccionando las palabras como quien juega al buscaminas, preguntó si reírse de quien está preocupado por la amnistía es sano, a lo que Sánchez respondió en seis o siete minutos que el temita de la amnistía lo tienen monopolizado PP y Vox, y que a la gente no le importa.

También le preguntó Caballero por otra persona que no aparece en el libro: Irene Montero, y Sánchez consiguió responder sin mencionar el nombre. El mensaje venía a ser todo el rato que hay que pasar página (para eso se escriben libros) y mirar al futuro de progreso. Una buena estrategia para no recordar las palabras incumplidas de Sánchez. Pero, como el público de la sala estaba conforme, para qué vamos a discutir.

En fin. Ya pensando en el futuro remoto de 2027, Jorge Javier preguntó si piensa presentarse a otro mandato. Cuando Sánchez dijo que sí, Jorge Javier exclamó que “en estos momentos están derramándose lágrimas de facha”. Sánchez, cara de tierra firme, se reía con la expresión exacta de la portada del libro.