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Lo correcto, lo incorrecto y lo PSOE: ¿a qué país he traído a mi hija?
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Juan Soto Ivars

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Lo correcto, lo incorrecto y lo PSOE: ¿a qué país he traído a mi hija?

Agarré la baja por paternidad en un país y me reincorporo en otro, que en nada se parece al que irá descubriendo Alicia cuando se pregunte el porqué de las cosas

Foto: Foto de familia del primer Consejo de Ministros de esta legislatura. (Europa Press/Eduardo Parra)
Foto de familia del primer Consejo de Ministros de esta legislatura. (Europa Press/Eduardo Parra)
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Yo tiré para el hospital con Andrea, que estaba de parto, como corresponde a esas situaciones. Mientras Alicia se debatía para salir por los conductos del cuerpo de su madre previstos por la biología, yo dejaba colgado fuera del paritorio con la chaqueta un país donde denostar la amnistía para un delincuente prófugo ensoberbecido de su nación era del todo aceptable, es decir, socialista.

Esta vez no había votado al PSOE, aunque sabía que lo aceptable es lo PSOE. Tomé la decisión de volverme inaceptable porque he aprendido que lo PSOE cambia de súbito y se invierte, según conviene a Sánchez, y que toda la gente aceptable de este país logra la contorsión perfecta para ponerse en línea. A mí, la verdad, abrirme de piernas en spagat o grand écart en público me avergüenza. Pero para gustos...

Total, que me dieron la baja de paternidad allí mismo, en el hospital, y la cría está muy bien, como la madre. Mirando por la ventana me preguntaba a qué demonio de país la he traído. Y debió ser esta magia —una vida nueva lo cambia todo— o el hecho de que atravesamos a ciegas el útero laberíntico de la historia lo que terminó de trastocar las cosas. Vuelvo a trabajar ahora en un país donde el repudio a la amnistía es del todo inaceptable, es decir, anti-PSOE.

La cría tiene seis semanas. Su vida es previsible y rutinaria: llorar, mamar, reír, cagar, recibir cariño para aprender a darlo. Como a su hermano Alejandro, que ha hecho tres años, le espera una sucesión de etapas e hitos previstos por la pediatría y la neurología. Se dará la vuelta con tremendos esfuerzos, agarrará cosas y se las llevará a la boca, se incorporará y en nada estará correteando hasta alcanzar el lenguaje.

Una y otra vez, lo inaceptable se volvía aceptable, y lo aceptable pasaba, por tanto, a inaceptable

De rato en rato, ya digo, leía el periódico. Me daba cuenta de que lo PSOE seguía también sus etapas previsibles. Sánchez había dicho una cosa y lo PSOE se preparaba para saltar, pasadas las semanas, en la dirección contraria. Pasó con la relación con Podemos, con ERC, con Bildu, con los indultos, la sedición y la malversación; pasó con los nombramientos nepotistas donde más le duele al Estado de derecho, del Constitucional a la Fiscalía pasando por la agencia EFE.

Una y otra vez, lo inaceptable se volvía aceptable, y lo aceptable pasaba, por tanto, a inaceptable y hasta fascista. Lo PSOE se volvía PP o Vox, lo inconstitucional pasaba a PSOE, y Puigdemont dejaba lo Le Pen para integrarse en lo PSOE sin pasar por peluquería. Alfonso Guerra, hombre nada PSOE, se lamenta en las entrevistas mientras Javier Cercas se pregunta qué sentido tiene votar.

Si la corrección política os parecía dura es porque no habíais probado la corrección PSOE

Algún escéptico (es decir, ingenuo) sacaba la hemeroteca o discutía a pecho descubierto, pero lo PSOE se blindaba y se volvía "superado", indiscutible. Si la corrección política os parecía dura es porque no habíais probado la corrección PSOE. Con la naturalidad con que Pedro Sánchez miente en la cara de Àngels Barceló, la mímica de los tertulianos aceptables era el Cirque du Soleil.

Lo progresista es mirar adelante, a ese futuro que se dibuja a diario en el vacío y donde los deseos de mantener el poder de Sánchez se acomodan a su nuevo suelo, y lo retrógrado es mirar atrás para recordar.

Tampoco ha sido una sorpresa encontrarme que Sumar significaba Restar, pues los partidos a la izquierda del PSOE (ultraaceptables) tienen esa predilección por el nombre irónico. Izquierda Unida era un nido de discordias y Podemos no pudo, pero se rebautizó como Unidas Podemos a medida que ejecutaba sus purgas y cortaba cabezas.

Foto: Pedro Sánchez, en el mitin de cierre de campaña del 23-J en Getafe. (EFE/Kiko Huesca)

Ahora, los cinco diputados, que ayer eran la parte sí es sí atornillada del Gobierno, son oposición, y Sánchez terminará pagando el precio que le exijan para que lo aceptable, lo PSOE, vuelva a acomodarse a la necesidad. Si tenemos que colocar en Rtve al equipo en pleno de Canal Red, lo colocamos. Si tenemos que declararle la guerra a Israel, se la declaramos. Si hay que decir todes, se dice.

En fin, Alicia, ya ves, un país divertido. Al otro lado tenemos un gallego azul pálido y un mejunje de furias, en los extremos de las protestas legítimas contra la amnistía, que sucede con el nombre de Noviembre Nacional al Octubre Indepe y copia a los indepes en todo: en cagarse en el Rey por cumplir con su función, en comparar España con una dictadura policial, en agitar banderas, en creerse el pueblo ungido del que mana la única legitimidad, en dar cobijo a los más frikis del barrio y celebrar que la prensa internacional se haga eco de los palos de la pasma. Si la sede del PSOE estuviera en Barcelona (y no descarto que acabe ahí) estos tíos te cortaban la Meridiana.

En realidad no pasa nada, porque el informe PISA dice que seguimos camino de lo abisal en cuanto a comprensión lectora y matemáticas, lo cual es tremendamente PSOE, pues necesitamos, para el futuro de armonía y paz social, que las futuras generaciones sean del todo impermeables a la realidad. Total, que agarré la baja por paternidad en un país y me reincorporo en otro, que en nada se parece al que irá descubriendo Alicia cuando se pregunte el porqué de las cosas, si es que para entonces todavía es aceptable o PSOE preguntar “por qué”.

Lo de equiparar las bajas de paternidad y maternidad aumentando las primeras sí que ha estado muy bien, que hay que decirlo todo. Me quedan 20 semanas a media jornada, así que nos iremos viendo por aquí. Espero que prolongar el año de lactancia para las mujeres quede en algún momento dentro de lo PSOE.

Yo tiré para el hospital con Andrea, que estaba de parto, como corresponde a esas situaciones. Mientras Alicia se debatía para salir por los conductos del cuerpo de su madre previstos por la biología, yo dejaba colgado fuera del paritorio con la chaqueta un país donde denostar la amnistía para un delincuente prófugo ensoberbecido de su nación era del todo aceptable, es decir, socialista.

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