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Sánchez pierde el control de la mayoría progresista con la fuga de los cinco votos vitales de Podemos
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Sánchez pierde el control de la mayoría progresista con la fuga de los cinco votos vitales de Podemos

En el PSOE culpan a Yolanda Díaz por no haber sabido gestionar la relación y garantizar su apoyo. Asumen que tendrán que negociar todo con ellos y ven con inquietud la ruptura ante las próximas citas electorales

Foto: La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, junto a Pedro Sánchez, tras la votación de su investidura. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, junto a Pedro Sánchez, tras la votación de su investidura. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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No hay suficientes problemas con la dependencia de los independentistas que el Gobierno de coalición ha querido buscarse más. Ni tres semanas se han cumplido desde la investidura de Pedro Sánchez, y el PSOE y Sumar han perdido el control de la mayoría progresista. Los 153 votos que tenían en el Congreso —122 de los socialistas y 31 de la plataforma de Yolanda Díaz— se han quedado en 148, con la fuga de los cinco diputados de Podemos al grupo mixto.

El Ejecutivo de izquierdas ve difuminarse así la mayoría parlamentaria que tenía en el Congreso (179), forjada tras los pactos con ERC, Junts, PNV, Bildu, el BNG y, eventualmente, Coalición Canaria, que no iba a ser un fijo en todas las votaciones. Ahora, aunque lo lógico es que los cinco votos de los morados sigan vinculados a este bloque, la realidad es que Podemos queda fuera de la influencia de las dos formaciones del Gobierno y será necesario pactar con ellos todas las iniciativas, incluidos los presupuestos. Por su propio empeño en diferenciarse de Sumar, ya se preveía que harían valer su peso, pero siempre sujetos a su disciplina parlamentaria.

Su marcha al mixto les concede ahora total libertad y más protagonismo en los debates en el pleno y en las comisiones. La ruptura total era una posibilidad que nadie descartaba por la envergadura de la guerra entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias y sus herederas políticas, Ione Belarra e Irene Montero. Concurrieron juntos el 23-J, a pesar de que en ese momento las relaciones ya estaban muy deterioradas, y alcanzaron una suerte de matrimonio de conveniencia.

Pero desde el día siguiente a las elecciones, retomaron la pugna aún con más fuerza. Podemos presionó para tener un ministerio o al menos presencia en el Gobierno. Díaz no lo aceptó, a sabiendas de que el equilibrio en el grupo parlamentario era muy precario. Tres meses y medio después de la constitución de la Cámara, los morados han volado los puentes.

Foto: Ione Belarra. (Alejandro Martínez Vélez / Europa Press)
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Fuentes conocedoras explican que con la confirmación de que les dejaban sin representación en el Ejecutivo, Podemos decidió su paso al mixto. Aunque lo mantuvieron en secreto hasta este martes. Lo comunicaron por sorpresa a la dirección del grupo parlamentario, momentos después de que trascendiera a través de la televisión de Iglesias, Canal Red. Entonces lo supo también Yolanda Díaz, según Sumar. Después, la número tres morada, Lilith Verstrynge, telefoneó a uno de sus asistentes parlamentarios, pero la noticia ya corría como la pólvora.

El PSOE cree que ha fallado Yolanda Díaz

El desconcierto ayer en Sumar y en el PSOE era absoluto. Distintas fuentes socialistas culpan a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo de poca cintura para conducir la interlocución con Podemos. Aunque no hay dudas de que Iglesias desde el principio la quiso tutelar, en el PSOE nunca entendieron sus resistencias a un pacto electoral y su empeño ahora en no proporcionarles ni un solo hueco en el Ejecutivo o en el grupo parlamentario. "No ha sabido gestionarlo y ha ido a dinamitarlos", señalan fuentes del partido.

Cuando, tras el 23-J, los problemas de convivencia entre Sumar y Podemos eran ya evidentes, la parte socialista del Gobierno se escudaba en que la solución a ese conflicto le correspondía exclusivamente a Díaz. Poco a poco, fueron asumiendo que los morados iban a funcionar como un partido aislado pero dentro del grupo de Sumar. Pero minimizaron siempre el riesgo de no contar con sus votos, con la seguridad de que nunca se atreverán a salirse de la órbita progresista y aliarse con el PP y Vox.

Esa convicción empezó a quebrarse ayer, tras la sacudida de la fuga de los cinco parlamentarios —uno de ellos, la propia Belarra— al grupo mixto, donde convivirán con el BNG, CC y UPN. El portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, reconoció que "nunca es una buena noticia la división de la izquierda": cuando eso sucede, añadió, "gana la derecha". "Estoy convencido de que nadie de la izquierda va a ralentizar ni paralizar la actuación de un Gobierno progresista", afirmó sobre la pérdida de los votos de Podemos.

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, junto a los exministros Alberto Garzón y Ione Belarra, en la toma de posesión de la nueva ministra de Infancia y Juventud, Sira Rego. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Sumar también colocó ese riesgo en el centro del debate. Su portavoz en la Cámara baja, Marta Lois, aseguró que no contempla que alguien "quiera remar en contra o poner en riesgo el Ejecutivo de coalición progresista", en medio de lo que calificó de "hostigamiento" del "bloque reaccionario de derechas". Fuera de cámara, los suyos los tildaban de "tránsfugas", y afeaban que fueran capaces de consultar a sus militantes sobre la compra de la vivienda de Iglesias y Montero, pero no sobre la decisión de "romper el acuerdo" electoral.

El apoyo de Podemos es absolutamente fundamental para imponerse a la suma de PP, Vox y UPN, lo que convierte sus cinco escaños en vitales. Tan importantes como los siete de Junts y los siete de ERC, que han valido una ley de amnistía, dos mesas de diálogo con verificadores, el traspaso de Rodalies y 15.000 millones de deuda. Pero la tentación del PSOE ha sido minimizar su impacto. Entre los diputados de a pie e incluso entre algunos miembros del Gobierno, corría la teoría de que solo es una dificultad más entre tantas a las que se han enfrentado. Como si fueran capaces de resolverlo todo, solo por el hecho de haber solucionado otros conflictos antes o armado un nuevo Gobierno, que casi todos daban por perdido.

"Curtidos" en la negociación

No todos los planteamientos fueron tan lineales. Fuentes socialistas de peso sostenían que "estamos curtidos ya en hablar con muchos grupos para sacar leyes", dando por válido que se verán forzados a negociar todo con ellos. El PSOE, al menos, se asegura que la interlocución, como otro partido más del bloque, la llevarán ellos y no Sumar. Pero, como publicó este diario, lo que más les preocupa es la ruptura de los progresistas de cara a las siguientes elecciones, gallegas, vascas y europeas. "Una izquierda dividida otra vez en tres convocatorias electorales, eso no es bueno", reconocen.

Por su parte, en Sumar se mostraron sorprendidos, enfadados y decepcionados. Era un secreto a voces que la situación era inasumible, y la propia Díaz lo dejó ver en una entrevista en TVE, el lunes. Nadie esperaba que, en mitad de una crisis interna de grandes dimensiones, los morados lanzarían una maniobra tan arriesgada. Es una jugada propia del manual Iglesias-Montero, según un exdirigente. Y que les coge en plena negociación de las listas en Galicia y Euskadi, a falta de que se concrete el adelanto electoral en ambas regiones.

Podemos se justificaba esgrimiendo que se habían visto invisibilizados, que Díaz les hacía "imposible" hacer política. Y Sumar contraatacaba expulsándolos de las comisiones parlamentarias, a las que accedieron dentro de la cuota de su grupo. Ya ninguna de las partes disimula que no se soportan, pero Podemos no ha forzado la máquina para que sus diputados se vieran sancionados o expulsados del grupo. Ha decidido dar un salto que les deja las manos atadas, y que rompe con el equilibrio de fuerzas con el que, hasta ahora, creían contar Sánchez y Díaz.

No hay suficientes problemas con la dependencia de los independentistas que el Gobierno de coalición ha querido buscarse más. Ni tres semanas se han cumplido desde la investidura de Pedro Sánchez, y el PSOE y Sumar han perdido el control de la mayoría progresista. Los 153 votos que tenían en el Congreso —122 de los socialistas y 31 de la plataforma de Yolanda Díaz— se han quedado en 148, con la fuga de los cinco diputados de Podemos al grupo mixto.

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