Los tres errores más frecuentes que cometes y no te dejan perder peso

Engordar es relativamente sencillo. Nunca se produce un aumento de peso sin razón, ya que siempre hay elementos que provocan ganar esos kilos de más. Los excesos a la hora de comer hacen que uno se deje llevar con cierta facilidad y termine tomando más cantidad de alimentos de la que debería, conteniendo muchos de ellos grasas y azúcares.

Asimismo, la falta de ejercicio tampoco contribuye a tener el cuerpo deseado, a no ser que se tenga una genética envidiable o un ajetreado ritmo de vida que supla el tener que ir al gimnasio. Pero, seamos realistas, esto no le ocurre a todo el mundo. Por eso, siempre es bueno dedicarle, al menos, tres horas a la semana con actividades como es correr, montar en bicicleta, practicar natación o caminar en modo de marcha activa.

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Sin embargo, hay gente que aún llevando una alimentación controlada y haciendo deporte no consigue bajar de peso ¿Porqué ocurre esto? ¿Qué se está haciendo mal? Para poner algo más de luz a estas preguntas, hoy hablaremos de los errores más comunes que comente casi todo el mundo a la hora de adelgazar y que impiden alcanzar los objetivos marcados.

No hay una fórmula mágica

Antes que nada, hay que recordar que para bajar de peso es necesario gastar más calorías de las que ingerimos al cabo del día a través de la comida y la bebida, es decir, que la persona que quiere adelgazar debe tener un balance calórico negativo. Además, se debe hacer un reparto de macronutrientes adecuado y una elección de alimentos inteligentes para que nuestra alimentación sea sana y equilibrada y logremos llevar un estilo de vida lo más saludable posible.

Adelgazar es una cuestión que depende en gran parte del metabolismo y la fisiología de cada uno

Lo que hay que tener claro es que no existe una fórmula mágica que sirva a todo el mundo para bajar de peso. Adelgazar y mantener la línea es una cuestión que depende en gran parte del metabolismo y las características fisiológicas de cada uno. Por eso hay que buscar la forma que mejor nos funcione y seguirla a rajatabla.

Sin embargo, conseguir bajar esos kilos de más, sean muchos o pocos, se ven afectados por fallos de lo más cotidianos. El primero de ellos es querer bajar de peso de manera inmediata. Lograrlo es, en realidad, bastante sencillo, pero es solo la primera parte del proceso. La segunda, y mucho más costosa de conseguir, es mantenerlo y crear unos hábitos saludables.

Las prisas no son buenas y el camino para bajar de peso es de largo recorrido. Si caemos en la tentación de completar la fase de pérdida de peso rápidamente, puede aparecer el tan temido y habitual efecto rebote, que suele hacer acto de presencia cuando se producen grandes bajadas de peso debidas a dietas muy restrictivas.

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Ante la escasez de calorías y nutrientes, el organismo comienza a quemar grasa rápidamente, dando lugar a un adelgazamiento acelerado. Pero, en cuanto se recupera la rutina habitual, el cuerpo comienza a hacer acopio de nuevo en previsión de nuevas carencias, tirando por tierra todo lo logrado. Además, seguir dietas milagrosas o exprés es una práctica que los nutricionistas no recomiendan, ya que pueden ocasionar graves problemas de salud. Ante la duda, mejor consultar con un profesional.

¿Cuidas lo que comes?

El segundo de estos errores es no saber cuidar lo que comemos. Por ejemplo, se suele desayunar poco y cenar mucho, cuando debe ser al revés. En este sentido, otro error muy común es eliminar de nuestra dieta un macronutriente, ya sean las proteínas, los carbohidratos o las grasas. Debemos comer de todo, pero de forma controlada y moderada.

Más errores respecto a la alimentación. El hacer las comidas aburridas, cuando se pueden enriquecer con especias, vegetales y probar sabores nuevos e incluso internacionales o el no hacer las cinco comidas diarias (desayunar, almorzar, comer, merendar y cenar). Respetando las cantidades y cuidando lo que se come, no hay necesidad de pasar hambre mientras se pierde peso.

Eliminar de la dieta un macronutriente es un error. Come de todo, pero de forma controlada

El tercer y último de los fallos más habituales es el de pesarse cada día. Si no se ven resultados muy pronto o los obtenidos no convencen demasiado, se corre el riesgo de que lo que se está haciendo no sirve para nada. Esto, obviamente, genera más estrés y ansiedad y, por tanto, más ganas de comer a menudo. Además, el peso fluctúa mucho de un día para otro debido a muchos factores como la capacidad de retención o eliminación de líquidos, la hora de ir al baño o a la que se realiza el pesaje. Lo mejor para obtener unos resultados fiables es pesarse un día a la semana por la mañana, recién levantado, en ayunas, sin ropa y antes de ducharte. Así podrás ir comparando los datos semana a semana.