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El problema que tienen en común el ejército de Putin y los independentistas catalanes
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entrevista con Paul Morland

El problema que tienen en común el ejército de Putin y los independentistas catalanes

El demógrafo británico Paul Morland explica cómo las sociedades envejecidas son menos propensas a la revolución, menos violentas y mucho menos efectivas para librar una guerra

Foto: Paul Morland. (Cedida)
Paul Morland. (Cedida)

Una vez que te pones las gafas de la demografía, ya es imposible quitárselas. Casi todo lo que le ocurre a una sociedad tiene que ver con su pirámide poblacional: desde el desarrollo de una guerra hasta su deuda pública y el desempeño de sus empresas. Paul Morland, profesor de la Universidad de Oxford, ha convertido esta mirada en una colección de libros que ya han sido traducidos a una decena de idiomas, entre los cuales no se encuentra el español. En The Human Tide, vuelve la vista al pasado para revisar varios capítulos de la Historia. En Tomorrow's People, proyecta el problema hacia el futuro. Charlamos con él por videoconferencia durante hora y media.

PREGUNTA. En tus libros sostienes que las sociedades envejecidas son mucho menos propensas a la violencia en todas sus variantes. Menos propensas a la guerra, a la revolución, al crimen... El ejemplo que escoges para enfocar la idea es precisamente Cataluña.

RESPUESTA. Tengo una casa en la Cataluña francesa, no muy lejos de la frontera, por lo que paso mucho tiempo en la región. Mi mujer tiene la nacionalidad española y vamos mucho a Cataluña. Paseando por allí después del referéndum me sorprendió lo pacífico, lo tranquilo que estaba todo. Nada que ver, por ejemplo, con Irlanda del Norte en los años duros. En Cataluña hubo algunas escaramuzas en las calles, pero poco más. Si comparas la Barcelona de hoy con la Barcelona que describía Orwell, que era un caldero de completa anarquía... Por supuesto, la demografía no lo explica todo, hay factores políticos, sociales, de renta, históricos, pero es evidente que España en los años treinta era un país muy, muy joven, con una edad promedio bajísima. Una sociedad donde la edad media está en torno a los 25 es muy diferente a una sociedad donde la edad media supera los 45. Y creo que esto es una de las principales razones por las que en Cataluña no hubo un alzamiento más violento. Cuando paseas por algunos pueblos catalanes, por zonas rurales, te das cuenta de que la atmósfera es realmente anti-española. Hay banderas en todas las calles, pero el hecho de que (el procés) haya sido en su mayoría pacífico es un reflejo de la edad de la población.

Foto: La protesta de ayer en su momento más álgido (Efe)

P. ¿Es un patrón que has encontrado en más sitios?

R. Sin duda. Por ejemplo en Hong Kong. Y se sigue produciendo. Protestas como las de Irán serían muy diferentes si su estructura poblacional fuera la misma que había en los 70, cuando se produjo la revolución. La gente joven está desencantada, pero ya no son el abrumador centro de gravedad de la pirámide de población. Como dije en una entrevista con la BBC, son demasiado mayores para ser libres. No digo esto en relación a Cataluña. Ni abogo por el nacionalismo catalán, ni tampoco me opongo particularmente. Me refiero a que a manudo hablamos de los problemas de los países que se hacen viejos antes de hacerse ricos. Si te haces rico antes de hacerte viejo, como Reino Unido, como España, como Japón, al menos tienes un PIB per cápita bastante elevado, tienes un estado del bienestar y tienes la posibilidad de atraer inmigrantes. Pero cada vez hay más países que se hacen viejos antes de hacerse ricos, como el caso de Tailandia, la propia Irán y otros países emergentes, que han tenido una masiva expansión de la esperanza de vida y una caída de la natalidad, pero no han superado determinados niveles de renta. Son países con una demografía de país desarrollado, pero todavía son pobres. ¿Qué pasa con un país cuando es viejo y pobre?

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Foto: Cedida.

P. Estabas hablado de otro riesgo: de hacerse viejo antes de hacerse libre.

R. Si. A menudo, lo que impulsa a los pueblos a derribar regímenes autocráticos son los jóvenes que se echan a las calles. Hay tantos y tantos ejemplos en las últimas décadas que no tiene sentido ponerse a contarlos. Pero si alcanzas un punto en el que no tienes democracia y tu población está envejecida, a lo mejor nunca consigues que llegue la democracia. Las sociedades viejas son más pacíficas y tienen menos criminalidad, eso es algo excelente. Pero cuando se trata de derribar un régimen autoritario, puede que, simplemente, no consigas reunir suficientes jóvenes en las calles. Al revés, hay demasiada gente mayor con sus miedos y mucha gente de mediana edad preocupados por sus carreras.

Foto: Una protesta en Berlín para condenar la muerte de Mahsa Amini. (EFE/Filip Singer)

P. En tus libros citas estudios científicos para argumentar que una sociedad más envejecida es una sociedad con menos violencia y menos crimen.

R. En el análisis siempre ha sido difícil separar países pobres y países jóvenes, porque la mayoría de los países pobres son países jóvenes y la mayoría de los países ricos son países envejecidos. Pero ya tenemos buenos ejemplos de países que siguen siendo relativamente pobres, como Bangladés, embarcados en la transición demográfica. Bangladés tiene una tasa de fertilidad baja y está envejeciendo bastante rápido. Estas asociaciones son arriesgadas siempre, pero existe una base científica para afirmar que hay una correlación entre la juventud de un país y su tasa de criminalidad. No hace falta salir de Londres para entenderlo. En los barrios de Londres hay una correlación entre renta y criminalidad, pero esa correlación es mucho más sólida si se establece en términos de edad media.

Foto: EC
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P. Trasladando esta idea a las relaciones internacionales y la geopolítica, en tus libros hablas de la Pax Americana geriátrica.

R. Esa idea no es mía. Lleva circulando más de diez años. Estamos viviendo una etapa unipolar, con la hegemonía de Estados Unidos. Si uno mira a sus posibles rivales históricos, a China, a Rusia, a Japón, a Alemania… todos tienen situaciones demográficas pésimas. Todos han tenido largos periodos de baja fertilidad. China va a tener una edad promedio superior a la de EEUU muy pronto, si no la tiene ya. No solo por la política del hijo único, sino por la evolución de su sociedad, la urbanización, etcétera. Si nos fijamos en los chinos fuera de China, en lugares donde no ha habido ley del hijo único, vemos una progresión parecida. En Hong Kong, en Singapur, en Malasia… todas tienen una tasa de fertilidad muy baja. Así que no fue sorprendente que cuando China abandonó su política de hijo único, la decisión tuvo muy poco efecto. En fin, que China está envejeciendo muy rápidamente. Rusia no tiene una esperanza de vida impresionante, lo que hace que su edad media sea un poco más baja, pero su fertilidad es muy muy reducida. Putin lleva tiempo intentando revertir esto, pero no está teniendo mucho éxito. Alemania ya tiene más muertes que nacimientos cada año y depende completamente de la inmigración. Japón tiene más muertes que nacimientos y apenas inmigración. En fin… los potenciales rivales de EEUU son sociedades estancadas demográficamente y eso tiene un impacto sobre su dinamismo, etcétera.

Foto: Foto: iStock

P. Ahora que hablas de Japón, es un ejemplo muy bueno para explicar lo que tú defines como el trilema que enfrentan ya todos los países desarrollados.

R. Es algo que afectará a todos y cada uno lo tiene que resolver a su manera. Significa que ninguna nación va a poder tener dinamismo económico, familias pequeñas y continuidad étnica. Tienes que sacrificar al menos una de esas tres cosas. Japón ha decidido que quiere continuidad étnica y familias pequeñas. El resultado es que lleva treinta años de estancamiento económico. Y así van a continuar. Ahora coge el ejemplo de Reino Unido, que es también el de la mayoría de los países europeos. Aspira a tener una economía boyante y su población no quiere tasas de natalidad demasiado altas. No tenemos tampoco uno de los índices más bajos, pero llevamos por debajo de la tasa de reemplazo medio siglo. El resultado es un cambio étnico muy rápido provocado por la inmigración.

P. En esta teoría de la Pax Americana geriátrica falta por analizar EEUU.

R. Su tasa de fertilidad ha sido algo más alta durante un tiempo. Cuando Alemania estaba en 1,5, Japón en 1,3, Reino Unido en 1,8 y EEUU en 1,9. Pero gran parte de esa diferencia era obra de los latinos. Y eso se acabó, ya no tienen una fertilidad mucho más alta que el resto. Otra diferencia para EEUU es que es extremadamente atractivo para los inmigrantes y puede abrir el grifo siempre que lo deseen. Ese es un debate que los estadounidenses tienen que tener y que empiezan a tener. Decidan lo que decidan, abran más o menos sus fronteras, lo van a tener mucho más fácil que Rusia, China o Japón para atraer inmigrantes.

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Foto: Cedida.

P. Vamos a hablar ahora de la guerra de Ucrania, cuyo análisis también se ha abordado desde una perspectiva demográfica. De esto no se que piensas porque ninguno de tus libros está escrito después de la invasión.

R. En mi último libro, en Tomorrow´s People, argumento que las sociedades envejecidas tienen menos posibilidades de ir a la guerra que las sociedades más jóvenes. El ensayo se publicó el mismo mes que Rusia, un país envejecido, invadió Ucrania, otro país envejecido. Así que es evidente que hay excepciones, pero también es evidente que existe una correlación entre edad media y disponibilidad para ir a la guerra. En los últimos veinte años ha habido muchas más guerras, revueltas violentas y revoluciones en países jóvenes, como Siria, como la República Democrática del Congo o como Yemen. Es un hecho que las poblaciones más envejecidas tienen menos probabilidades de ir a la guerra y, cuando lo hacen, tienen más dificultades para luchar. Y cuando eres una potencia invasora esas dificultades pueden ser todavía mayores. Si tienes cinco, seis o siete hijos, probablemente resulte más fácil admitir que uno o dos acaben luchando en una guerra. Si solo tienes un hijo, la idea de que te abandone y se vaya a pelear en una campaña inútil a Ucrania se hace más cuesta arriba. Sé que suena insensible. Y se que por tener siete hijos no significa que los quieras menos, pero esto a lo largo de la historia ha sido así.

Si Rusia tuviera la demografía que tenía en 1941, la guerra habría acabado ya

P. Esta claro que en países con familias muy grandes y tasas de mortalidad infantil elevadas, se le da una dimensión diferente a la muerte y el sacrificio.

R. Exacto. No es solo que Putin tenga menos reclutas, sino que además provienen de familias muy pequeñas y hay más resistencia para marchar al frente. No se puede decir que la demografía sea el único determinante en esta guerra. Sería absurdo. Pero es un factor importante. De eso tampoco tengo dudas. Creo que si Rusia y Ucrania tuvieran la demografía de 1940, si una de cada cuatro personas fuese veinteañera, la campaña habría sido muy distinta. Ambos ejércitos están tratando de reducir al mínimo sus bajas. Compáralo con la manera en la que lucharon los rusos las dos guerras mundiales, en las que básicamente inundaron las trincheras de carne de cañón. Francamente, creo que si Rusia tuviera la estructura demográfica que tenía en 1941, la guerra habría acabado ya.

P. En The Human Tide dedicas un capítulo apasionante a explicar el ascenso y caída de la URSS a través de su demografía.

R. La sociedad rusa era muy joven cuando estalló la Primera Guerra Mundial, en 1914, y también cuando estalló la Revolución, en 1917. Una sociedad dinámica, enérgica, caótica y anárquica, características propias de países con esas pirámides poblacionales. La transición demográfica tardó más en llegar a Rusia que a Alemania y eso fue un factor determinante para entender el camino que tomó cada país. También tuvo un impacto determinante durante la Segunda Guerra Mundial. Los rusos disponían de mano de obra casi infinita. Podían cometer errores terribles en los primeros compases de la guerra y aún así tenían fuerzas para seguir adelante. Normalmente no se tiene en cuenta la distinta composición demográfica de los bandos a la hora de analizar las contiendas. Y el empuje de la URSS en su primera etapa tampoco se explica sin la fuerza de su población joven. No hubo un incremento importante de la productividad, pero la fuerza de trabajo disponible era inagotable.

Foto: Montaje: iStock/EC.

P. Y ese empuje se va perdiendo también por razones demográficas

R. Ese incremento de la fuerza laboral provocado por la demografía se estanca. Y esto en una economía donde la empresa y la innovación apenas existían. La única forma que tenía la URSS para hacer crecer su economía era poniendo más gente a producir. Y eso se frena. También tiene un factor demográfico el fracaso en Afganistán. Si miras el tamaño relativo de las poblaciones rusa y afgana, comparando por ejemplo 1917 con 1979 o 1984 , te das cuenta de que Afganistán estaba pasando durante la invasión por este extraordinario crecimiento demográfico de la primera transición. En aquellos años, mientras tanto, Rusia ya comenzaba a declinar. Cuantos menos hijos tienes, más preciosos son y más difícil es llevar a la gente a una guerra por cualquier motivo.

P ¿Y eso explica el desenlace de la Guerra Fría?

R. Alrededor de 1970, la proporción de rusos entre la población soviética comenzó a disminuir. Al principio, de manera muy lenta. Todo ese dinamismo y toda esa juventud empezó a concentrarse en las repúblicas de Asia Central y el Cáucaso. Algunas de estas naciones son musulmanas y culturalmente muy distintas, lo que provocaba que el Ejército fuera mucho más difícil de dirigir. Esto degradó la capacidad militar soviética. Se estaba empezando a agotar el grupo étnico ruso, que había sido una entidad en constante expansión desde finales del siglo XVI.

Foto: Un vendedor de camisetas con la cara de Putin en San Petersburgo el 31 de agosto de 2014, después de que estallara la guerra en el este de Ucrania. (Reuters)

P. Y eso complica las cosas para Moscú...

R. Las periferias, grupos étnicos más pequeños y económicamente más atrasados, empiezan a ser menos manejables. Las cosas empiezan a ir en sentido inverso porque, por ejemplo, en el Cáucaso y en Asia Central se produce la explosión demográfica propia de la primera transición. Empieza a haber más y más jóvenes , muchos de ellos musulmanes. No estoy diciendo que esto explique por si solo la implosión de la URSS, pero sin duda es un factor. El liderazgo del pueblo ruso empezó a envejecer, el cuerpo étnico central del Imperio empezó a envejecer. Se empezó a producir esa especie de sensación de marchitamiento demográfico y creo que eso socavó la economía y socavó la moral. El resto es historia.

P. ¿Crees que habría aguantado la URSS si la tasa de fertilidad rusa no hubiese caído tanto?

R. No le quiero dar a la demografía un protagonismo absoluto, no quiero caer en una de esas teorías reduccionistas que explican todo a través de un solo factor. Pero creo que si el pueblo ruso tuviese una demografía vigorosa y montones de jóvenes dispuestos a enrolarse en el Ejército, las cosas serían distintas. Una sociedad con millones de jóvenes ingresando en la fuerza laboral… esa sensación de energía y ese dinamismo de los primeros días de la URSS, que después se fue disolviendo... De haberse mantenido, probablemente habría durado más.

Lo que es realmente dramático es el escasísimo número de personas que cumplen 18 años

P. La descripción de la decadencia de Rusia puede resultar familiar para un europeo.

R. Estoy de acuerdo. Y no es solo Europa, sino también el Este de Asia. Hay múltiples factores que hacen que nuestras economías no sean tan dinámicas, y este es uno de ellos. Cuando yo entré a trabajar, en los años 80, había dos veinteañeros accediendo a su primer trabajo por cada persona que se retiraba. Ahora en Reino Unido la proporción es un nuevo trabajador por cada nuevo pensionista. Aquí tenemos un crecimiento lento, gracias a una inmigración masiva de medio millón de migrantes netos por año, y aún así sufrimos una escasez terrible de mano de obra. La razón es, sencillamente, que no hay suficiente gente joven para trabajar. Una economía no puede crecer mucho tiempo en estas condiciones. Haría falta un incremento meteórico de la productividad para lograrlo. Y no parece que eso esté ocurriendo. Tenemos un problema bien serio. El sistema sanitario se gasta diez veces más en una persona de ochenta años que en una de veinte años.

P. El problema no solo es cuánta gente tiene un país, sino como está distribuida la pirámide.

R. Lo que es realmente dramático es el escasísimo número de personas que cumplen 18 años. Y es algo que sucede ya en casi todo el mundo. Piensa en un país como Tailandia, donde la sociedad está envejeciendo muy rápido y el desarrollo económico aún no está consolidado. Cuando los tailandeses se vayan jubilando necesitarán atención médica, necesitarán atención social… ¿Quién se la va a dar? Los países envejecidos recaudan menos impuestos y se endeudan fuertemente, como ocurre ya en Japón y en tantos otros países europeos, como Italia o la propia España. En Occidente estamos muy acostumbrados a la inmigración masiva. En Reino Unido, por ejemplo, hemos utilizado mucha mano de obra de Europa del Este. Pero esos países también están pasando por su propia transición demográfica y el fontanero polaco ya no viene a trabajar a Reino Unido. Durante un periodo todavía vamos a encontrar mano de obra de países en desarrollo, pero empieza a haber una reacción negativa al respecto. Ha ocurrido en Suecia, está ocurriendo en Italia… El Brexit fue, en parte, una reacción contraria a la inmigración masiva. Aunque, paradójicamente, la gente estaba más preocupada por la inmigración no europea que por la europea. Y ahora que estamos fuera de la UE, va a llegar más gente de fuera de Europa.

P. Antes o después, todos tendremos que afrontar abiertamente el trilema que comentabas antes.

R. En lo que respecta a la inmigración, creo que vamos a vivir un cambio de tendencia. Yo puedo tener la visión moral de que un pueblo no puede depender de otros países para que tengan hijos por nosotros. Pero cuando una sociedad pierde la fe en su futuro, cuando pierde la voluntad de criar a sus propios hijos, inevitablemente se mete en un tobogán del que ya no se puede salir. Ese camino nos puede llevar a vivir en países muy envejecidos, donde cada vez hay menos personas, y economías estancadas como Japón. O se puede tratar de compensar mediante la inmigración masiva, asumiendo que eso provoca un cambio étnico y que, eventualmente, seremos un pueblo diferente, seremos personas diferentes. Por desgracia, en algunos países del mundo la gente se siente muy incómoda hablando de estas cosas abiertamente.

P. Lo ignoramos aunque es un asunto cada vez más evidente.

R. Es un debate que deberíamos tener. Si lo metemos debajo de la alfombra, entonces abrimos la puerta a la extrema derecha. Creo que es perfectamente razonable que los japoneses digan que no quieren sufrir un cambio étnico masivo. Y sería igualmente legítimo que los europeos llegasen a la misma conclusión. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo, pero tiene que ser parte del debate político. Creo que lo más importante es que la gente entienda claramente las consecuencias. Explicárselas. Si no vas a tener familias mucho más grandes y no aceptas la inmigración, entonces vas a tener un estancamiento económico y un envejecimiento difícil de gestionar. ¿Qué prefieres? Si no se abordan abiertamente las consecuencias, la gente acaba creyendo cualquier teoría de la conspiración absurda, se acaba pensando en George Soros y otras tonterías que pueden ser muy peligrosas.

P. Antes has tocado el problema demográfico de China, que se suele tener fuera del radar al hablar del país asiático.

R. Mira, la economía de Japón dejó de crecer justo cuando la población en edad laboral dejó de crecer. En China estamos empezando a ver ya una disminución de la población en edad de trabajar. El grueso del crecimiento chino se ha basado en mover a la población desde un sector agrícola muy improductivo hacia una industria altamente productiva. Pero no está claro que haya mucho más margen por ese camino. En general, su fuerza laboral no se está volviendo más productiva y es muy difícil para un país del tamaño de China ascender en la cadena de productividad. Tampoco es imposible, ojo.

En los sistemas autoritarios, una vez que se derrumba ese pacto, es difícil prever las consecuencias

P. Ellos desde luego lo quieren intentar.

R. Podrían seguir los pasos de Alemania haciendo fabricación de mayor valor, pero yo creo que no hay tanto margen como se piensa. Así que no está claro por donde puede continuar el crecimiento económico chino. Su problema es que sigue siendo un país de rango medio, incluso medio-bajo, en cuanto a ingreso per cápita. Allí existe un pacto social con el poder. Habrá paz mientras las cosas materiales vayan a mejor. En los sistemas autoritarios, una vez que se derrumba ese pacto, es difícil prever las consecuencias. De todos modos yo no soy un experto en China. Pero he estudiado mucho su estructura demográfica y no creo que su gobierno sepa como hacer frente al problema que tiene por delante. Es imposible que eso no tenga consecuencias económicas.

P. ¿Y consecuencias políticas?

R. Sin duda, sin duda. Tendrá consecuencias reales. Gran parte de la población china está envejeciendo sin haber creado un estado del bienestar que sirva como red. Muchos de ellos no tienen hijos, o solo tienen un hijo. Hay millones de nietos de los que dependen cuatro abuelos. Las personas mayores necesitan atención y si no la ofrece el estado y tampoco la ofrece la familia… Ahora aparece el problema añadido, que también se ve en Occidente, de que tener que cuidar ancianos reduce aún más la tasa de fertilidad. Si tienes que cuidar de los padres en solitario, no puedes ocuparte de los hijos. Así que en China no creo que vaya a aumentar la tasa de fertilidad por ahora. Incluso aunque empezase a hacerlo ahora, se tardan 20 años en transmitir ese empuje al mercado laboral. En el mejor de los casos, China tiene unos años bien difíciles por delante. Ya han empezado a aparecer cinturones oxidados en el norte, su propio Ruhr, su propio Detroit. Zonas en declive, zonas que pierden población. Así que las perspectivas no son muy halagüeñas.

Foto: EC.

P: En Tomorrow's People (La gente del mañana) hay un capítulo dedicado a África, la última bomba demográfica. ¿Crees que la región mantendrá esta tendencia alcista o le sucederá como a otras áreas emergentes?

R: Hablamos de África como una especie de globo homogéneo, pero ciertamente no lo es. Los países del norte de África han reducido sus tasas de fertilidad, unos más que otros. Hay modelos bastante interesantes de países que lo reducen a 2 o 3 hijos por mujer y luego lo mantienen, como en Marruecos [y el Magreb]. No es una tasa tan baja y todavía tienen crecimiento demográfico. Algunos de ellos, como Egipto, son muy grandes, pero la fertilidad no es alta. Luego está Sudáfrica y los países vecinos donde la tasa de fertilidad se ha reducido significativamente durante bastante tiempo. Entre el Sahara y el [río] Zambeze hay una alta fertilidad, pero de nuevo, hay variaciones. Países como Etiopía y Kenia están bajando, aunque aún les quedan años de impulso demográfico. Y luego tienes países en los que, simplemente, no estás viendo una caída importante en las tasas de fertilidad aún. Todos estamos a la espera de ver si eso va a suceder.

P. ¿Qué papel le espera a África si eso ocurre?

R. Hay algunos países muy grandes que van a crecer cada vez más en términos de población, como Nigeria, Etiopía y Kenia. ¿Van a ser capaces de ser tener éxito económico, etcétera? En general, el momento de apogeo de un país llega cuando logras altas tasas de fertilidad y hay mucha gente entre los veinte y los treinta que se dedican a trabajar y no tienen familias muy numerosas. Nigeria, donde la tasa de fecundidad [actualmente en 5,23] podría bajar hasta 3 o 2, digamos, dentro de 10 o 20 años, se encontraría en el escenario perfecto para un crecimiento económico acelerado. Luego tienes países como Indonesia, que han pasado ese punto y otros, como Siria, que no lo han cruzado. Así que no es inevitable que ocurra.

Vamos a necesitar que África tome el relevo en términos científicos y económicos

P. ¿Crees que este potencial demográfico podría alterar la correlación de fuerzas del orden mundial?

R. Si algunos de los grandes países africanos comienzan a reducir sus tasas de fertilidad, algo que empieza a suceder en lugares como Kenia y Etiopía, y logran consolidar sus sistemas políticos, entonces, el cielo es su límite. Podrían ser actores económicos, culturales y políticos muy importantes. Es difícil y aún no lo sabemos. A pesar de escribir un libro llamado La gente del mañana, no soy un profeta. Pero creo que África tiene un potencial fantástico y cada vez más gente del mundo va a vivir allí. Y vamos a necesitar que África tome el relevo en términos de avances científicos, desarrollo de empresas, crecimiento económico mundial; porque no vendrá del este, de Asia, dadas las tasas de fertilidad tan bajas y la disminución de la población. Y no va a venir de Europa tampoco. África tiene el potencial. La pregunta es si podrá aprovechar eso política, institucional y económicamente.

P. Cada vez más demógrafos auguran que la población comenzará a decrecer en unos 30 años y que, a partir de ese momento, avanzaremos hacia un mundo cada vez más vacío.

R. Hay diferentes visiones. Están cayendo las tasas falsas de fertilidad en África, aunque sabemos que los datos disponibles no tienen mucha calidad, y sabemos que están cayendo rápidamente en otros lugares. Una de las razones para pensar que podría no caer tan rápido es que cuando en África le preguntas a la gente cuántos hijos quiere, siguen prefiriendo tener familias muy grandes. En África Occidental, todavía quieren cinco, seis, siete hijos. Y el otro factor es que cuando urbanizas, generalmente bajas tu tasa de fertilidad. Y eso sucede en todo tipo de lugares, pero no parece estar sucediendo en toda África. En Addis Abeba, la tasa de fertilidad es muy baja. Pero en Lagos no es así. Lo que suceda con las tasas de fertilidad en África es realmente interesante e importante y determinará si la población mundial comienza a caer o no. De todas maneras, no hay que obsesionarse con esto porque para un británico o un español no va a ser tan importante. Si España quisiera una inmigración masiva y africana, podría tenerla independientemente de dónde vaya la tasa de fertilidad [global] en los próximos 20 años. Si España lo quiere, España lo va a tener. Por eso, me interesa más saber qué va a pasar con esas áreas de España que se están quedando vacías, independientemente de lo que suceda con la tasa de fertilidad en Burundi. O con la falta de nuevos empleados en Japón, que está desacelerando la economía japonesa sin que tenga demasiado que ver lo que está sucediendo en Lagos.

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P. ¿Qué quieres decir?

R. La historia global es realmente interesante, pero el hecho de que tengamos poblaciones en declive en más y más países —me refiero al creciente infértil que va desde Singapur hasta Portugal, en la que puedes caminar de país en país sin encontrar ninguno que tenga una tasa de fertilidad de reemplazo [2,1]—. Los seres humanos no son financiables. Quiero decir, no puedes decir "Querida Corea del Sur, no te preocupes, toma unos pocos millones de Burundi y Ruanda cada año". No funciona así. La gente no necesariamente quiere mudarse. La gente no quiere necesariamente un cambio cultural masivo. Las personas son biológicamente muy similares, pero culturalmente diferentes. Y no creo que se pueda ignorar el hecho de que algunas culturas están prosperando demográficamente y otras no, y que las personas no necesariamente se mudarán o serán deseadas allá donde la población está disminuyendo.

P. En tus libros dices que el futuro será "más verde, más gris y menos blanco".

R. Verde, ya sabes, porque la vegetación ganará terreno. Cuando conduzco por el norte de Aragón veo pueblos despoblados y parcelas agrícolas abandonadas. Vuelven los jabalíes. En Bosnia me contaron que ya no puedes ir a algunos bosques porque hay demasiados. Simplemente, ya no hay suficientes personas para cazarlos. La naturaleza regresará allí donde la gente se retira. El mundo será más gris por el envejecimiento de la población. La edad promedio ya pinta canas. Y será menos blanco por el declive de los europeos y, en última instancia, del Sudeste asiático. Las poblaciones africanas pasarán de ser un 7% de la población mundial en 1950 a un 37% en 2100, aproximadamente. A algunas personas les resulta incómodo pensar en esto. Pero vamos hacia un mundo diferente y creo que deberíamos entenderlo.

P. También explicas que estamos presenciando un "desacople entre población y economía". ¿Qué implica esto?

R. Volvamos al ejemplo de Tailandia. Con la tecnología y el conocimiento actual, ahora puedes tener un país bastante pobre donde la tasa de mortalidad infantil es relativamente baja. Otro ejemplo es Perú. Su tasa de mortalidad infantil está donde estaba Gran Bretaña a finales de los ochenta, pero muy lejos en términos de ingresos per cápita. La tecnología y la prioridad de mantener vivos a los bebés y a las personas mayores ha hecho que la esperanza de vida aumente rápidamente. Al mismo tiempo, hay países donde sigue habiendo familias pobres y sin acceso a educación que logran reducir la tasa de fertilidad. No hay duda de que la educación de las mujeres conduce a una menor fertilidad, pero también se puede llegar a un punto similar proporcionando anticonceptivos.

Así, con intervenciones muy pequeñas, se puede conseguir que la esperanza de vida sea más larga y la fertilidad más baja. Una manera de entenderlo es comparando Colombia y Canadá. Colombia está alcanzando a Canadá en términos de tasa de mortalidad infantil y esperanza de vida, pero no de desarrollo económico. Y esto sucede en muchos países emergentes, que están acelerando su transición demográfica. Si en 1970 me dabas el PIB per cápita de un país, podría decirte, en términos generales, su tasa de mortalidad infantil y su esperanza de vida. Pero ya no es el caso. Ahora todos nos estamos "mudando" a Dinamarca, independientemente de dónde nos encontremos económicamente.

P. Hablas de la edad como un cambio fundamental en nuestra era hasta el punto de que, en términos de identidad, dices que la edad es más importante que la clase.

R. No sé qué tan generalizado está esto. Pero en Gran Bretaña puedes verlo. Tenemos dos partidos principales debido a la forma en que funciona nuestro sistema [laboristas/conservadores]. Los laboristas siempre fueron el partido de la clase trabajadora. Había trabajadores conservadores y clases medias y altas progresistas. Pero con los datos existentes hasta los 90, la clase era el principal determinante del voto. En las últimas elecciones, el voto laborista o conservador se ha vuelto en gran medida una cuestión de edad. Si solo los menores de 40 años hubieran votado en las últimas elecciones, los laboristas habrían ganado casi todos los escaños del país. Y si en todas partes sólo hubieran votado los mayores de 60 años, los conservadores habrían ganado todos. En la década de 1970, ese no habría sido el caso. Es un fenómeno británico interesante. También sucede en Estados Unidos, donde la edad y el voto republicano o demócrata también están correlacionados. Pero creo varía según el país. No es un fenómeno global.

Foto: Una niña pasea un perro en un carrito de bebé en Benalmádena (Málaga). (Reuters/Jon Nazca)

P. Recientemente, propusiste en una columna varias vías para reducir el declive de fertilidad en Reino Unido. Una de ellas, penalizar fiscalmente a los que no tengan niños, generó un gran debate público y mediático. ¿Qué opinas de que un tema así suscite este tipo de controversia?

R. Escribí básicamente que deberíamos dar exenciones fiscales [a las familias con hijos] como lo han hecho en muchos países, como España, Francia, Alemania y Luxemburgo. Mucho países. The Sunday Times optó por titular: "¿Deberíamos cobrar impuestos a los que no tienen hijos?". No me importó. Quiero decir, tengo la esperanza de que la tormenta de comentarios abra un debate. No lo estoy sugiriendo como un castigo o un desincentivo, sólo estoy diciendo que necesitamos financiar mejor a los niños. Algunas personas dijeron, ¿cómo puedes hacer eso? ¿Qué pasa con las personas que quieren tener hijos? Y mi respuesta a eso es, bueno, no recibes beneficios para la infancia si no tienes niños y nadie realmente dice quiero tener hijos para ganar una prestación social. Hay un debate aquí y tengo mi opinión.

Habiendo dicho todo esto, no creo que el Estado sea el punto crítico. Tengo una visión más sociológica que política en este asunto. Creo que países como Rusia y Hungría gastan mucho dinero en esto sin muchos resultados. Hay muchas cosas que se pueden hacer [con dinero]. Pero creo que lo principal aquí es la cultura y si podemos encontrar una cultura pro-natalidad que no sea retrógrada. Las medidas políticas podrían marcar la diferencia entre una tasa de natalidad de 1,4 o 1,7. Pero no te llevará al 2,5 que necesitamos. La única forma de llegar a esa cifra es un cambio individual de actitud, de prioridades. Estoy más interesado en mostrarle a la gente cuáles son las consecuencias si no tienen más hijos. Y si esa es su elección, será su elección. Pero, por favor, no culpen entonces a George Soros si no hay nadie que conduzca el autobús y tienen que contratar un extranjero.

Una vez que te pones las gafas de la demografía, ya es imposible quitárselas. Casi todo lo que le ocurre a una sociedad tiene que ver con su pirámide poblacional: desde el desarrollo de una guerra hasta su deuda pública y el desempeño de sus empresas. Paul Morland, profesor de la Universidad de Oxford, ha convertido esta mirada en una colección de libros que ya han sido traducidos a una decena de idiomas, entre los cuales no se encuentra el español. En The Human Tide, vuelve la vista al pasado para revisar varios capítulos de la Historia. En Tomorrow's People, proyecta el problema hacia el futuro. Charlamos con él por videoconferencia durante hora y media.

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