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El 'factor Kinburn': cómo una pequeña 'península cuántica' puede dar forma a la guerra
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un estrecho, muchas posibilidades

El 'factor Kinburn': cómo una pequeña 'península cuántica' puede dar forma a la guerra

Lo fascinante del papel de este accidente geográfico es que podría cumplir varias potenciales funciones estratégicas superpuestas sin que sepamos —desde nuestro punto de vista— cuál se va a materializar finalmente

Foto: Artillería prorrusa en Donetsk. (EFE/Alessandro Guerra)
Artillería prorrusa en Donetsk. (EFE/Alessandro Guerra)
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El Ejército de Ucrania ha reconocido esta semana estar realizando avances militares no especificados en la península de Kinburn, una pequeña lengua de tierra en el extremo meridional de la desembocadura del Dniéper, a orillas del Mar Negro. Desde la liberación de Jersón, esta área ha sido escenario de varias operaciones especiales ucranianas, supuestamente rechazadas por las tropas rusas, e incluso fue objetivo —no confirmado— de varios misiles disparados por el último buque anfibio que le queda la Marina ucraniana contra las posiciones del invasor. ¿Cuál es la relevancia de este cabo que en los últimos días acapara el interés de analistas militares y estrategas?

Lo fascinante de este accidente geográfico en el actual contexto de la invasión es que podría cumplir varias funciones estratégicas superpuestas sin que sepamos, desde nuestro actual punto de observación, cuál se va a materializar finalmente. Los conflictos son mucho más complejos, imprevisibles y dinámicos de lo que un mapa con rayas y sombras puede aspirar capturar. Pero para comprender cómo el factor Kinburn podría acabar dando forma a la próxima fase de la guerra en Ucrania, nos conviene situarnos en uno.

Foto: Disparos de mortero en la línea del frente de Donetsk. (Reuters)

La cartografía actual de la contienda se puede resumir así. La otrora poderosa ofensiva terrestre del invasor está prácticamente reducida ahora a dos focos principales de ataque; el área de Bakhmut —donde opera el Grupo Wagner— y la de Vuhledar —en manos de regulares—, con el objetivo de terminar de controlar toda la provincia de Donetsk. Además, el Kremlin mantiene pequeños focos ofensivos en varios puntos de la línea de contacto del Donbás con escasos avances y, esporádicamente, escaramuzas en los flecos del óblast de Járkov, que los ucranianos buscan reconquistar en su totalidad.

Mientras tanto, el Ejército ucraniano sigue concentrado en intentar romper las líneas rusas en Lugansk, a la altura del eje Svatove-Kreminna, como una continuación de la contraofensiva nororiental. En el sur, con Jersón y la ribera occidental de Dniéper bajo control de Kiev, ambos bandos libran ahora una guerra de artillería separados por el río. Esta fabulosa defensa natural ha neutralizado el avance ucraniano en este frente, mientras que ha permitido a Moscú redistribuir efectivos para reforzar otros puntos de la línea de contacto. Por último, el frente de Zaporiyia, perpendicular a Melitópol y donde potencialmente los ucranianos podrían lograr recuperar más terreno. La actividad ha aumentado en los últimos días, pero faltaría mucho para llegar a una posición ventajosa para amenazar Mariúpol y la península de Crimea —anexada unilateralmente por Rusia en 2014—. Y aquí entra en escena nuestra modesta península.

Fijar y alargar la línea de contacto

Las informaciones sobre posibles operaciones ucranianas en la península se remontan a finales de verano, pero comenzaron a sonar con más fuerza en noviembre, especialmente después de la caída de Jersón. En esos días, las Fuerzas Armadas ucranianas publicaron un vídeo de tropas ucranianas cruzando el Dniéper en lanchas y muchos especularon si se trataría de Kinburn, una zona desafiante por su naturaleza y geografía. El ancho del río va desde los tres kilómetros a los 12 en el estuario. La península es una franja de más de 30 kilómetros de largo y unos seis kilómetros en su punto más ancho, bordeada por playas arenosas y cuajada de campos de cultivo y bosques pantanosos. Su control permite a Rusia controlar las desembocaduras del Dniéper y el Bug Meridional, vigilar las rutas marítimas hacia los puertos fluviales de Nicolayev y Jersón, y proyectar fuerza en el Mar Negro.

“La situación logística es difícil en esta área y solo hay una carretera. Podría ser un punto apropiado para lanzar operaciones de fuerzas especiales y también podría ser utilizado como una distracción”, explicó Def Mon, analista de Inteligencia militar abierta (Osint), a El Confidencial. “Así que veo poco probable que Ucrania intente lanzar un ataque mecanizado en Kinburn. Es más posible que su intención [con estas operaciones] sea negar la posibilidad a Rusia de bombardear Nicolayev, para así restaurar la calefacción, el gas y el suministro de agua. No estoy ni siquiera seguro de que mantengan una presencia estable en la península”, agrega el experto.

En esta primera versión del factor Kinburn, quizá la más factible, el primer objetivo de los ucranianos sería fijar la mayor cantidad posible de efectivos rusos en este punto para forzarlos a extender su frente lo más posible y diluir el efecto de las unidades de refuerzo rusas. También, evitar el fuego de artillería contra Nicolayev y Odesa, ambas a unos 65 kilómetros de la península. Y pueden, además, hostigar esporádicamente las defensas del invasor en la zona, desgastarlas e incluso tratar de lanzar emboscadas o misiones especiales. Los rusos han construido fortificaciones y trincheras en el cuello de la península, pero el avance de los ucranianos hasta la margen occidental del río ha puesto el área dentro del rango de acción de su artillería regular.

La portavoz del comando militar del sur de las Fuerzas Armadas ucranianas, Natalia Humenyuk, confirmó que existen operaciones en marcha, pero pidió que se respete el silencio operativo. Por su parte, los blogueros militares rusos han asegurado estos días que las tropas de Rusia han repelido con facilidad estos recientes ataques ucranianos. Esto hace que algunos expertos apunten a que estas misiones podrían actuar como un señuelo para ocultar otros movimientos más importantes cientos de kilómetros al norte.

Cómo abrir una trampilla en el frente ruso

Un vistazo rápido al mapa permite intuir que si los ucranianos lograran asaltar Kinburn, esto plantearía un difícil dilema para Rusia, que tomó el control del área en junio, en una de sus últimas ofensivas en el sur antes de entrar en modo defensivo. La orografía y la cobertura del terreno son complicadas, pero podrían hostigar desde el sur a la artillería rusa que se ha instalado en la ribera oriental del Dniéper, actualmente volcada en bombardear Jersón y mantener a raya a los ucranianos al otro lado del río. La amenaza debe ser tan severa como para que Moscú sienta la necesidad de mover unidades desde otros puntos de la defensa del río o incluso desde las líneas de Zaporiyia. Mientras tanto, los ucranianos aprovecharían para buscar puntos débiles donde poder intentar romper las líneas enemigas.

Foto: Zelenski visita Jersón. (EFE)

En este estado, Kinburn actuaría como una vía para desatascar los frentes, abriendo posibles huecos tácticos en las defensas del adversario. A menor escala, Kiev ya utilizó esta treta cuando, a finales de agosto, anunció a bombo y platillo una inminente ofensiva sobre Jersón que obligó a los rusos a movilizar tropas desde Járkov, para luego aprovechar para asaltar las posiciones del invasor en el propio Járkov, que se desmoronaron estrepitosamente ante el empuje ucraniano.

No es sencillo. Pokrovs'ke, el enclave en el extremo más occidental de la península, está a unos 100 kilómetros por carretera de la ciudad de Olesjky y el lado sur del puente Antonovsky, punto de retirada de las tropas rusas en la orilla oriental. Allí, el presidente Vladímir Putin tiene algunas de sus tropas más veteranas, con cientos de vehículos blindados de la 8ª y la 49ª del Ejército Combinado. El puente está dañado, pero si los ucranianos lograra asegurar ambas cabezas, esta sería la ubicación más apropiada para establecer una logística de asalto, incluyendo transporte ferroviario para movilizar equipo y tropas para una ofensiva. Algo que requeriría de un despliegue anfibio de gran magnitud del que no ha habido todavía indicios. Además, los rusos todavía tienen más y mejores aviones y helicópteros para dar apoyo al área. Así que puede que Kiev ni siquiera lo intente.

Kinburn es básicamente un cebo. Los rusos tienen que prestarle atención (recursos, tropas, etc.). Pero esta distracción hace más fácil a los ucranianos hacer esto [bajar hacia el sur desde Zaporiyia]”, dijo Mike Martin, profesor del Departamento de Estudios de la Guerra del King’s College de Londres, en un hilo de Twitter. “Así que, si tuviera que adivinar, [creo] que los ucranianos están luchando una guerra de desgaste en el este (Donbás), azuzando a los rusos en el sur (Kinburn) y golpearán en algún punto de Zaporiyia. Si tienen éxito, esto les da la oportunidad de cortar las tropas rusas en dos”, agregó en otro más reciente.

¿De península a península?

El problema para los ucranianos es que, para explotar estratégicamente la península, no solo deben primero deben llegar, sino luego abastecerla a través del río. Ucrania controla Ochakiv, la orilla oriental donde se forma el estrecho de Kinburn, a apenas unos 5 kilómetros del territorio controlado por los rusos —su último bastión en el óblast de Nicolayev—. Pero si los invasores no pudieran defender la posición o si fueran sorprendidos por los ucranianos, esta pequeña península podría cambiar el relato de la guerra. La ciudad de Amiasnsk, puerta de entrada occidental a la península de Crimea, está a menos de 200 kilómetros en carretera desde Ivanivka, en el cuello de la península. Esto reabriría el flanco terrestre en el sur y forzaría una reestructuración apresurada de las defensas rusas. ¿Es factible?

Foto: Fuego de mortero ucraniano cerca de Bakhmut. (Reuters)

“Depende de varios factores. Si las fuerzas rusas en la región son guarniciones de segunda o tercera categoría, con poca movilidad táctica y operativa, una ofensiva rápida ucraniana podría ganar impulso suficientes para barrerlos”, escribió Corporal Frisk, un analista finlandés de defensa y seguridad nacional, en un reciente artículo. Pero, ¿podrían las tropas de Kiev ir a la ofensiva sin vehículos blindados o mecanizados? Ante un enemigo que ha tenido poco tiempo y recursos para atrincherarse, la infantería ligera podría ser una opción para un avance rápido y con un suministro limitado. “La infantería es ciertamente capaz de conducir operaciones ofensivas, especialmente si las distancias son manejables y hay un generoso apoyo de fuego indirecto”, agregó Frisk.

De hecho, la artillería ucraniana no necesita cruzar el río para dar este soporte a toda la línea, ya que pueden cumplir esa función desde sus actuales posiciones en el margen occidental. La semana pasada, el Comando Operacional del Sur reportó haber bombardeado una concentración de fuerzas rusas en la zona, matando a siete efectivos rusos y destruyendo dos vehículos armados.

Foto: Soldados ucranianos en el frente de Jersón. (EFE/Stanislav Kozliuk)

"Las fuerzas rusas utilizaron posiciones en el estrecho de Kinburn —en el punto más occidental de la península— para llevar a cabo ataques rutinarios con misiles y artillería contra posiciones ucranianas. El estrecho está fuera del rango de 25 kilómetros de la artillería de 152mm que las fuerzas rusas han acumulado en la orilla izquierda (este) del Dniéper. Controlar Kinburn permitiría a las fuerzas ucranianas atenuar esos ataques rusos contra áreas bajo control ucraniano en la costa del Mar Negro, incrementar la actividad naval en el área y conducir potenciales operaciones para cruzar al otro lado del río bajo menos fuego de artillería ruso comparado con cruzar el Dniéper (más al norte)", explicó un reciente informe del Institute for the Study of War.

En abril de este año, agentes de la inteligencia británica recomendaron a su Gobierno apoyar a las fuerzas ucranianas a preparar cualquier intento de conducir reconocimientos en la península para "identificar buenas ubicaciones para desembarcar una fuerza de asalto en caso de una futura contraofensiva", según un informe filtrado al medio The Gray Zone. Es un campo de batalla difícil, pero relativamente abierto. Si el empuje de Ucrania fuera completamente exitoso, se podrían plantear establecer un nodo de suministro en la parte más occidental de la península. Desde allí, los cañones ucranianos tendrían a tiro las líneas de suministro del norte de Crimea y sentar las bases para un asalto a la península, el gran objetivo de Kiev. Aunque estos ya son muchos condicionales consecutivos.

El Ejército de Ucrania ha reconocido esta semana estar realizando avances militares no especificados en la península de Kinburn, una pequeña lengua de tierra en el extremo meridional de la desembocadura del Dniéper, a orillas del Mar Negro. Desde la liberación de Jersón, esta área ha sido escenario de varias operaciones especiales ucranianas, supuestamente rechazadas por las tropas rusas, e incluso fue objetivo —no confirmado— de varios misiles disparados por el último buque anfibio que le queda la Marina ucraniana contra las posiciones del invasor. ¿Cuál es la relevancia de este cabo que en los últimos días acapara el interés de analistas militares y estrategas?

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