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Objetivo, cruzar el Dniéper: ¿suicidio ucraniano o antesala de un nuevo desastre ruso?
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una complicada maniobra de ingeniería

Objetivo, cruzar el Dniéper: ¿suicidio ucraniano o antesala de un nuevo desastre ruso?

Tras el último repliegue ruso, la opción de que Ucrania pueda intentar un cruce del río Dniéper no es tan descabellada. Sería una arriesgada operación de ingeniería, pero viable

Foto: La complejidad para trasladar material pesado, como estos carros T-80 rusos, es enorme. (EPA)
La complejidad para trasladar material pesado, como estos carros T-80 rusos, es enorme. (EPA)
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El episodio del misil caído en Polonia ha hecho que Jersón desaparezca de muchos titulares, pero ni Ucrania ni Rusia lo han olvidado. Lo que allí ocurre —e incluso lo que no— es un tanto extraño. Es el caso del río Dniéper —al sur de la ciudad—, una importante barrera que los ucranianos están cruzando a diario con una aparente impunidad. Además, se supone que las posiciones defensivas rusas deberían ser suficientes para frenar cualquier intento enemigo, pero parecen carecer de la suficiente solidez. La pregunta del millón es qué está pasando en este lugar, clave para el desarrollo de la contienda.

Hace una semana, Rusia abandonaba la ciudad, después de que esa posición se hubiera vuelto insostenible. Con el río a sus espaldas y las vías de abastecimiento amenazadas —además de castigadas continuamente por la artillería de precisión—, el general Serguéi Surovikin, comandante de las fuerzas rusas en Ucrania, tenía poco margen de maniobra. Así, ordenó una retirada a la otra orilla, donde ya se habían ido preparando posiciones defensivas, al menos varias líneas de trincheras y algunos puntos fuertes.

Foto: Lanzadores de cohetes HIMARS. (US Army)

La retirada tenía la ventaja de acortar el frente y, se supone, utilizar la barrera natural del Dniéper para frenar cualquier intento ucraniano de amenazar Crimea. Hasta aquí, todo normal. A la hora de defender una orilla, se pueden tomar posiciones en el mismo margen del río, con lo que se impide que el enemigo haga lo propio. No tiene mucho sentido que ambos ocupen unas orillas separadas por menos de 1.000 metros. Supondría una pérdida continua de efectivos sin ganancia alguna por ambas partes.

Uno de los bandos debe ceder la orilla al otro y, en este caso, fueron los rusos los que se retiraron, estableciéndose —se supone— en las posiciones defensivas preparadas con antelación a unos 20 kilómetros del río. Primer aspecto importante. Que fueran los rusos los que cedieron la orilla ya es una muestra de debilidad y del mortífero trabajo que puede hacer y hace la artillería ucraniana. Una superioridad artillera que puede suponer un golpe moral muy duro para un ejército que basa su doctrina en el empleo masivo de artillería y que ha visto cómo, tras los primeros meses de combates, no solo no han sido capaces de anular a la artillería enemiga, sino que esta se ha impuesto.

Duelo artillero

Segundo aspecto importante. Por la eficacia artillera ucraniana, no solo han retrasado sus líneas defensivas esos 20 km, sino que han desplazado su artillería otros 25-30 km hacia el interior. El objetivo es el mismo, poner sus cañones fuera del alcance de los proyectiles de los M777. Pero el resultado es que ahora tan solo pueden responder con sus lanzacohetes de largo alcance, sus baterías de Smerch, aunque con gran riesgo, porque todo queda bajo el largo y preciso brazo de los Himars enemigos.

placeholder Carros de combate rusos T-80, cruzando sobre una sección de puente flotante. (Reuters)
Carros de combate rusos T-80, cruzando sobre una sección de puente flotante. (Reuters)

Cada vez que los rusos quieran responder con fuego de contrabatería utilizando sus lanzacohetes, saben que, a su vez, les puede caer encima un cohete GMLRS con una precisión milimétrica, lanzado desde una posición que desconocen y sobre la cual no podrán reaccionar.

Los obuses M777 de origen norteamericano pueden lanzar los proyectiles guiados Excalibur. Ya vimos que tienen un alcance muy grande y que, además, son muy precisos. Sin embargo, al ser piezas remolcadas y no autopropulsadas, los ucranianos las habrán dejado más retrasadas, ya que son más lentas en un cambio de posición y, por tanto, más susceptibles de ser localizadas y alcanzadas por fuego de contrabatería o drones suicidas. Esto mismo ocurre con la mayoría del material de origen ruso —que es casi lo mismo que decir de origen soviético—, pues al carecer de sistemas de autoposicionamiento, debe actuar agrupado y es más lento para entrar en posición, es decir, estar listo para abrir fuego.

Foto: ¿HIMARS de verdad o falso?

Los Himars, M270 o PzH 2000 pueden actuar en solitario gracias a sus modernas direcciones de tiro, a la vez que son muy rápidos para entrar en posición y moverse de inmediato. Por tanto, son muy difíciles de contrarrestar y por ello los ucranianos los moverán más a vanguardia, siendo la artillería que marca la diferencia. Por eso los rusos se han replegado, dejando esos más de 50 km de margen entre su artillería y las posiciones enemigas.

¿Cruzar el Dniéper es factible?

Si Zelenski pide a sus tropas que continúen empujando hacia Crimea, hay que cruzar el Dniéper, empresa nada sencilla. Los rusos no necesitan estar pegados a la orilla del río para suponer una amenaza; esa defensa se puede ejercer desde cierta distancia sin problemas, por lo que, en principio, ese repliegue ruso estaría dentro de lo normal. Es así porque los ucranianos, pese al apoyo artillero que tendrían, necesitarían pasar el río con unidades mecanizadas y acorazadas, es decir, blindados y carros de combate, y esto son palabras mayores.

Para cruzar un río de la anchura del Dniéper, se necesita una infraestructura de ingenieros y zapadores muy seria. No se trata de un puente improvisado, sino de un puente de pontones demasiado largo y complejo de mantener o bien recurrir a unidades de transbordadores que, de forma continuada, vayan haciendo viajes de una orilla a la otra llevando material, tropas y vehículos.

placeholder Las inmediaciones de Jersón. (Reuters)
Las inmediaciones de Jersón. (Reuters)

Esto es mucho más difícil y arriesgado de lo que parece. De entrada, la anchura del río es grande. Entre 500 y 900 metros en los alrededores de Jersón, por lo que lanzar un puente flotante es más fácil de decir que de hacer. El Ejército ucraniano, en este aspecto de operaciones con ingenieros, utiliza material ruso y lo disponible en la actualidad es el puente de pontones PP-91 y su versión actualizada PP-91M o PP-2005, aunque Rusia ya está trabajando en una nueva variante mejorada, la PP-2005M. Los medios ucranianos están basados en el PP-91.

Para hacernos una idea de lo que supone un tendido de estas características, baste decir que cada puente PP-91 utiliza 32 tramos flotantes, ocho unidades motoras M-235, que son tramos que incorporan capacidad de propulsión independiente y pueden actuar como trasbordadores. También dispone de cuatro lanchas remolcadoras, más lanchas de enlace, tramos de unión y mucho material diverso. Todo ello necesita ser transportado en 54 camiones, los típicos Ural que se ven en muchas imágenes, y para su montaje interviene un batallón al completo de ingenieros, unos 230 efectivos. Como ven, cualquier cosa menos sencillo.

Foto: Artilleros ucranianos, disparando una pieza M777 de 155 mm en el área de Járkov. (Reuters)

La longitud normal de uno de estos puentes es de casi 270 metros, pero pueden unirse dos PP-91 para completar, con unos tramos especiales de unión, 570 metros de largo. Si se necesitase cubrir un ancho mayor, se recurriría a los tramos flotantes propulsados, que actuarían como ferris. Con este puente, es posible pasar carros de combate y material pesado y, por ejemplo, los ucranianos en las maniobras Rubizh 2016 tendieron un puente de pontones de 560 metros en el área de Jersón.

No terminan aquí las dificultades. Estos puentes no solo están limitados por la anchura del río, también por las zonas de entrada y salida, pues el terreno debe ser favorable, despejado y con poca inclinación. Además, se deben preparar áreas de concentración a la entrada del puente, donde los vehículos aguardan su turno para cruzar, pues todo debe ser bien planificado y riguroso. También debe haber zonas preparadas para la salida, impidiendo que los vehículos que acaban de cruzar colapsen la zona.

placeholder Pieza de artillería pesada 2S-19 Msta-S sobre el nuevo puente ruso PP-2005M. (Mil.ru)
Pieza de artillería pesada 2S-19 Msta-S sobre el nuevo puente ruso PP-2005M. (Mil.ru)

Todo esto, el enemigo lo sabe. Si su Inteligencia y reconocimiento han hecho sus deberes, todos esos puntos estarán localizados y serán objeto de ataque. Un puente de pontones es un objetivo relativamente fácil para ser batido con artillería, misiles guiados o ataques de aviación. Los transbordadores también son fáciles de localizar y, en ambos casos, las zonas de entrada y salida suponen una concentración de vehículos demasiado tentadora.

Más aún: en el supuesto de que lograran pasar suficiente material a la otra orilla, los ucranianos se encontrarían justo en la misma situación que los rusos no fueron capaces de mantener: de espaldas al río, amenazados por tropas enemigas y con sus líneas de abastecimiento en precario. Por eso, un intento de cruzar el río, con oposición de las fuerzas rusas, sería un verdadero suicidio a poco que los rusos hicieran su trabajo.

¿Qué pasa con los rusos?

Rusia lo puede poner muy difícil si las tropas enemigas intentan cruzar el río, pero lo cierto es que, por el momento, su actitud está siendo sospechosamente pasiva en este sector del frente. Los equipos de operaciones especiales ucranianos están cruzando el río con bastante impunidad, tal como se ve en multitud de vídeos que están circulando por los canales habituales. Es obvio que estas tropas no ocupan el terreno, pero son muy peligrosas. Su misión es reconocer, localizar y marcar objetivos, tales como puntos fuertes, carreteras de paso, puestos de mando, etc. Una vez marcados, serán objeto de las atenciones de los Himars o de los proyectiles Excalibur.

Foto: Reunión de Putin con el Consejo de Coordinación del Gobierno sobre las necesidades de las Fuerzas Armadas de Rusia ayer, 2 de noviembre de 2022. (Kremlin)

Pese a que son equipos reducidos, sorprende que se puedan mover con tanta libertad y que puedan cruzar el río en lanchas, a plena luz del día y sin ser ni siquiera molestados; da que pensar si algo raro está pasando en el lado ruso. A esta incertidumbre contribuyen algunas informaciones —no confirmadas— de tropas rusas abandonando sus posiciones, en teoría recién ocupadas, ante la mera presencia de estas tropas ucranianas.

Esta extraña situación está dando pie a especular con la posibilidad —de momento, solo posibilidad— de que quizás estemos ante un nuevo derrumbe del frente ruso. Tendría sentido si vieran factible un avance ucraniano por Melitópol o Volnovaja (amenazando Mariúpol), en cuyo caso el riesgo de perder una enorme cantidad de tropas y material de la orilla este del Dniéper sería grande. En ese caso, los rusos podrían estar pensando en renunciar a todo el territorio del oeste y centrarse en defender la frontera de Crimea. Veremos qué nos deparan los acontecimientos, pero no pinta muy bien para Putin.

El episodio del misil caído en Polonia ha hecho que Jersón desaparezca de muchos titulares, pero ni Ucrania ni Rusia lo han olvidado. Lo que allí ocurre —e incluso lo que no— es un tanto extraño. Es el caso del río Dniéper —al sur de la ciudad—, una importante barrera que los ucranianos están cruzando a diario con una aparente impunidad. Además, se supone que las posiciones defensivas rusas deberían ser suficientes para frenar cualquier intento enemigo, pero parecen carecer de la suficiente solidez. La pregunta del millón es qué está pasando en este lugar, clave para el desarrollo de la contienda.

Conflicto de Ucrania
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