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Artillería pesada a las orillas del Dniéper: por qué vuelve a ser crucial tras la toma de Jersón
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La nueva 'guerra fluvial'

Artillería pesada a las orillas del Dniéper: por qué vuelve a ser crucial tras la toma de Jersón

La retirada rusa de Jersón es un golpe más para Putin aunque, esta vez, no tenía alternativa. Ucrania retoma así un enclave estratégico y, sobre todo, una ubicación clave para su artillería pesada

Foto: Lanzadores de cohetes HIMARS. (US Army)
Lanzadores de cohetes HIMARS. (US Army)

La toma de Jersón es, probablemente, la noticia más relevante de los últimos meses en la guerra de Ucrania. Lo que comenzó como un rumor acabó confirmado en una estudiada puesta en escena por el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú y por el general Serguéi Surovikin, comandante de las fuerzas rusas en Ucrania. La toma de Jersón es relevante por su ubicación estratégica, pero, sobre todo, por el armamento que Ucrania podrá desplazar hasta las orillas del río Dniéper.

Con Jersón en manos rusas, Putin conseguía dos cosas muy importantes. Por un lado, asegurar el suministro de agua de Crimea, lo que hasta la invasión era casi la única arma de presión de Ucrania tras la anexión de Crimea. Por otro lado, Jersón era la puerta de entrada a Odesa y al ansiado aislamiento de Ucrania del mar Negro, lo que hubiera significado la asfixia económica de los ucranianos. Abandonar Jersón supone poner en precario el primer punto y renunciar al segundo. Esta retirada, por mucho que se quiera vestir de otra cosa, es un nuevo fracaso de la maquinaria militar rusa.

Foto: Lanzador de misiles MIM-23 Hawk del ejército rumano (Reuters)

Las palabras de Serguéi Surovikin fueron elocuentes. Dirigiéndose al ministro, sugería "adoptar una posición defensiva a lo largo del margen izquierdo del Dniéper". Es probable que haya sido de las pocas verdades que responsables rusos hayan dicho en público, pues es reconocer lo que hace tiempo veníamos diciendo: la posición rusa al oeste del río era insostenible. Una cabeza de puente se establece para ser ampliada, abriendo el camino de avance de las tropas. Quedarse atrapado, de espaldas al río y dependiendo de dos puentes, fue una mala idea.

Sin embargo, esta retirada sigue planteando alguna duda, aunque cada vez de menor calado. Una es la que les surge a los propios ucranianos, que piensan que podría tratarse de una trampa. La inteligencia de sus aliados no piensa lo mismo y, de hecho, todo apunta a que estamos ante un repliegue real. También podría ser, como apuntan algunas fuentes prorrusas, un gesto de buena voluntad. Tampoco resulta muy creíble, salvo que formara parte de algún tipo de negociación que se esté produciendo o que se vaya a producir.

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Pieza autopropulsada ucraniana 2S7 Pion haciendo fuego. (Reuters)

La realidad, por tanto, es que estamos ante un nuevo golpe al prestigio militar ruso. Sus tropas se han visto incapaces de defender todo el frente del territorio ocupado al inicio de la guerra y, ante el implacable empuje ucraniano, no les ha quedado más remedio que ceder y replegarse. Por ello, esta maniobra de repliegue tiene un importante significado, pues implica —al menos por una vez— que la lógica militar se impone a la cerrazón política.

¿Por qué es importante para Ucrania?

Retomar Jersón no solo significa una nueva inyección de moral y prestigio para las tropas ucranianas, supone también ocupar unas posiciones estratégicas. Dominar la orilla oeste del Dniéper permite posicionar en la zona la artillería pesada y de largo alcance. Esto es muy importante debido al alcance de los cohetes GMLRS que utilizan los sistemas HIMARS, al de la munición guiada Excalibur y también a los proyectiles alemanes M2005.

Los cohetes GMLRS se utilizan con el M142 HIMARS, el M270 y el MARS II, todos ellos facilitados a Ucrania. El primero es el famoso lanzador sobre plataforma de camión, mientras que el M270 es similar, pero con plataforma oruga y doble de capacidad de cohetes. Ambos comparten los módulos de seis cohetes, dos en el M270 y uno en el M142. El MARS II es la variante europea del M270, cuya mayor diferencia práctica es que no permite utilizar cohetes con ojivas de racimo, prohibidas en los países europeos.

placeholder Piezas de artillería alemanas Panzerhaubitze 2000. (Bundeswehr)
Piezas de artillería alemanas Panzerhaubitze 2000. (Bundeswehr)

Los GMLRS tienen un alcance oficial de 85 km, pero ya se da por hecho que es muy superior y que podría llegar a rebasar los 100 km. Los proyectiles guiados o los convencionales asistidos —que disponen de un cohete impulsor adicional— alcanzan ya distancias de más de 70 km. Con este radio de acción de la artillería ucraniana y con toda la orilla del Dniéper en su poder, solo la carretera que circula por la costa del mar de Azov permitiría una comunicación segura entre Donbás y las fronteras rusas y Crimea. Peor aún, todas las líneas de comunicación entre Crimea y Zaporiya, estarían al alcance de la artillería de Kiev.

Es fácil imaginar lo que supone todo esto para la ya castigada logística rusa, que no se repone de un golpe cuando recibe otro nuevo. Si la opción rusa es defenderse en la margen izquierda del río y establecer posiciones defensivas, como parece que está haciendo, mantener estas tropas abastecidas de todo lo necesario puede ser un verdadero infierno si hasta el nudo de comunicaciones de Melitópol, verdadero punto neurálgico, queda ya al alcance de los proyectiles enemigos.

ATACMS: el siguiente paso

Ucrania podría dar un paso, tal vez decisivo, si consiguiera la autorización norteamericana para recibir los misiles ATACMS. El Army Tactical Missile System, o sistema de misiles tácticos del ejército, es un arma de largo alcance y muy alta precisión. Se trata de un misil de 4 metros de largo y más de 1.600 kg de peso. Dispone de un sofisticado sistema de guiado inercial y por GPS que le garantizan una elevada precisión. Cada ATACMS ocupa un módulo completo —donde caben 6 GMLRS—, que es compatible con los lanzadores entregados a los ucranianos, M142 y M270.

Estos misiles vuelan a velocidades superiores a Mach 3 (más de 3.700 km/h) y, lo principal, su alcance es de 300 km. Este es el motivo por el que, hasta el momento, la administración Biden ha sido reacia y se ha negado a proporcionarlos. Con ese alcance y con la orilla del Dniéper ocupada, toda la península de Crimea, incluido el puente que la une con el territorio ruso, quedaría dentro de su radio de acción. Más aún, toda la carretera de la costa del mar de Azov y que une Rostov con Crimea, pasando por Mariúpol y Melitópol, quedaría expuesta, lo que sería gravísimo.

placeholder Soldado ucraniano haciendo fuego de ametralladora. (Reuters)
Soldado ucraniano haciendo fuego de ametralladora. (Reuters)

Decíamos que por el momento no se entregaban —pese a que corrieron ciertos rumores difundidos por fuentes prorrusas— porque a medida que la guerra ha ido avanzando, el material que se ha proporcionado a los ucranianos ha sido cada vez más sofisticado y en mayor cantidad. A este respecto podrían incluso cambiar las cosas, pues hay voces dentro del Congreso norteamericano que abogan por ceder a la petición de Zelenski y facilitarles los ansiados misiles. Entre esas voces, por ejemplo, la del congresista Michael McCall, que instaba al presidente a enviar los ATACMS.

Próximos movimientos

Ya hemos visto lo que puede significar para los rusos el abandono de las zonas ocupadas al oeste de Jersón, pero también tiene una parte positiva para Rusia. Este repliegue permite al debilitado ejército invasor acortar el frente y ocupar una línea defensiva más sólida. El Dniéper es una barrera difícil de franquear. Es un río muy ancho y establecer una cabeza de puente no es nada sencillo. Los rusos ya han probado lo que significa fracasar en una de esas maniobras. Fue en el intento de cruce del río Donets a primeros de mayo.

Cruzar el Dniéper con una fuerza enemiga enfrente puede ser una tarea demasiado complicada para Ucrania —y para cualquiera—, salvo que se produjera un desmoronamiento total de las tropas rusas. Para hacernos una idea de la dificultad que entrañaría, baste pensar que el río Donets, que precisó lanzar un puente de pontones, tenía una anchura de unos 60 metros. El Dniéper, en la zona de Jersón, tiene una anchura de entre 600 y 900 metros. Más arriba, entre la ciudad y la presa de Nueva Kajovka, la anchura es de alrededor de los 800 metros y más arriba de la presa, en el embalse, de cerca de tres kilómetros. Nada sencillo.

placeholder El puente Antonovsky sobre el Dniéper visto desde el norte. A la derecha, Jersón. (Wikimedia)
El puente Antonovsky sobre el Dniéper visto desde el norte. A la derecha, Jersón. (Wikimedia)

Por eso los rusos están construyendo trincheras y podrán ejercer una defensa sólida si son abastecidos y cuentan con las tropas liberadas de Jersón. Que los rusos piensan utilizar el río como defensa natural es evidente y por ello ya han volado el puente de ferrocarril y puede que incluso el de Antonovski. Está claro que, de momento, se van a plantar ahí.

Para Ucrania la situación tampoco es mala. Con un mínimo de tropas y una pequeña presión constante pueden fijar un gran número de tropas rusas, mientras que ellos pueden trasladar muchos de sus fogueados combatientes a otras áreas. Lo que ahora cabe esperar es que Zelenski presione en otro punto. Como hicieron con Járkov.

Su estrategia es destruir la red eléctrica ucraniana y esperar a que el frío en los hogares europeos enfríe las ganas de apoyar a Ucrania

Aquí se abren dos posibilidades. El punto óptimo de ruptura para los ucranianos sería la zona del mar de Azov, con un ataque contundente dirigido hacia Melitópol. Si cae esa ciudad y su nudo de comunicaciones, todo el frente del oeste estará perdido para Rusia, cuya única alternativa sería defenderse en Crimea. Por eso mismo, es más probable que el ataque sea más al este, hacia el eje Vuhledar–Volnovaja. Se cortaría así la autopista que enlaza Donets con Mariúpol, dejando esta última y simbólica ciudad al alcance de la mano.

Como todo esto los rusos también lo saben, es posible que la acción se vuelva a trasladar al frente noreste, entre Járkov y la frontera rusa, una zona donde las tropas de Putin han contraatacado y recuperado algo de terreno. Para ello, necesitarán más soldados en batalla, así como todo el material y blindados que puedan conseguir. Pero será a costa de multiplicar la cifra, ya alarmante, de bajas. La estrategia rusa ahora será aguantar el invierno. Destruir la red eléctrica ucraniana - van camino de ello - y esperar que el frío en los hogares europeos enfríe a su vez las ganas de apoyar a Ucrania.

La toma de Jersón es, probablemente, la noticia más relevante de los últimos meses en la guerra de Ucrania. Lo que comenzó como un rumor acabó confirmado en una estudiada puesta en escena por el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú y por el general Serguéi Surovikin, comandante de las fuerzas rusas en Ucrania. La toma de Jersón es relevante por su ubicación estratégica, pero, sobre todo, por el armamento que Ucrania podrá desplazar hasta las orillas del río Dniéper.

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