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En las entrañas de la represión iraní: "Es peor de lo que piensas, incluso si has visto las noticias"
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En las entrañas de la represión iraní: "Es peor de lo que piensas, incluso si has visto las noticias"

El activista iraní Moeen Nehzati ha salido de Irán después de participar en las protestas que tambalean la estabilidad del país desde la muerte de la joven Mahsa Amini

Foto: Una protesta en Berlín para condenar la muerte de Mahsa Amini. (EFE/Filip Singer)
Una protesta en Berlín para condenar la muerte de Mahsa Amini. (EFE/Filip Singer)

Las mujeres iraníes empezaron cortándose el pelo en señal de protesta. Luego salieron a la calle sin velo por las ciudades de un país en el que hace pocos meses esta imagen hubiera parecido impensable. Se enfrentaron a los clérigos y miles de personas se unieron a ellas buscando un cambio político en Irán. Desde la muerte de Mahsa Amini bajo custodia policial el 16 de septiembre, las protestas en Irán han copado una parte de las noticias internacionales, así como la dura respuesta de las autoridades. Pero es posible que todo lo que ha visto sea solo una parte de una realidad mucho más amplia. "La represión es mucho peor de lo que piensas, incluso si has estado siguiendo las noticias", afirma Moeen Nehzati, un activista iraní que ha salido del país.

Moeen no su verdadero nombre de pila ni Nehzati su apellido. El economista e informático de profesión cambió su identidad en redes sociales para poder hablar de lo que está pasando. Es la única manera de hacerlo sin que su familia, que sigue en Teherán, corra peligro. Su caso se repite en muchas familias iraníes que "tienen miedo a hablar con la prensa extranjera". Estas declaraciones forman parte de sus publicaciones en Twitter, el medio a través del cual intenta dar un poco más de luz sobre la situación en el país que lleva más de 40 días en medio de intensas manifestaciones para exigir un cambio político y social.

Foto: Un hombre lee el periódico con la foto de Mahsa Amini en la portada. (Reuters)

Instituciones como Amnistía Internacional y medios internacionales intentan hacer una cobertura de las protestas, pero es muy difícil verificar la información. "Por un lado, casi ninguno de ellos tiene un reportero sobre el terreno en Irán y, por otro lado, la gente tiene miedo de hablar con la prensa extranjera", subraya el activista. Antes de salir del país, en el entorno de Moeen Nehzati al menos tres personas fueron asesinadas durante las protestas. Ningún miembro de las familias de las víctimas habló públicamente de las muertes y hay muchas dudas sobre si forman parte de los recuentos de las organizaciones de derechos humanos, que cifran el número de víctimas en, por lo menos, 250.

La cobertura limitada de las protestas afecta incluso a los iraníes. "Las personas dentro de Irán no tienen necesariamente un buen contexto del panorama general. Debido a la falta de buenos informes y artículos, las personas se limitan a lo que ellos y su red de contactos experimentan. Entonces, incluso un iraní que vive en Teherán no conoce los detalles sobre lo que está sucediendo en Kurdistán", apunta Nehzati a El Confidencial.

El activista formó parte de las manifestaciones desde que empezaron y pudo haber sido uno más en ese recuento. "He temido por mi vida", continúa. "Fui golpeado y estaba entre la multitud contra la que dispararon muchas veces. Hasta 10 veces". El iraní está ahora de camino a Estados Unidos, pero incluso fuera de su país tiene miedo de hablar con su verdadera identidad. "La República Islámica tiene un historial de acceso a la familia de la Oposición que está fuera de Irán", sostiene. Por el momento, este no es su caso y el activista logró salir del país porque no fue arrestado ni dejó un registro de su actividad en las protestas. "Cuando eres un manifestante para ellos (las autoridades), haces frente a complicaciones para poder salir", sostiene.

La batalla por el velo obligatorio

No es la primera vez que los iraníes salen a la calle a manifestarse, pero esta vez parece diferente. Para Moeen Nehzati también lo es, aunque reconoce que para que el cambio sea significativo tiene que pasar algo más de lo que hemos visto hasta ahora. "Necesitamos protestas masivas en sectores clave como el petróleo y los transportes. Hemos visto pequeñas manifestaciones, pero no se han propagado lo suficiente", lamenta. Sin embargo, hay señales que apuntan a que las protestas están sirviendo para algo. "Parece que la República Islámica tiene más miedo por primera vez. Siguen mencionando las conversaciones con los manifestantes, pero no parece que vayan a significar nada", apunta el activista.

Hay una luz al final del túnel, aunque sea tenue. El analista político especializado en Oriente Medio e Irán, Daniel Bashandeh, hace referencia en una conversación con El Confidencial a las "medidas silenciosas", que se explican por un cambio de comportamiento por parte de las autoridades en lo que respecta al uso del velo. "Muchas mujeres ya no llevan el velo, sobre todo en las universidades, es una pauta que se va incrementando y eso es algo que no se había visto antes", apunta. "A pesar de que el velo es obligatorio y está estipulado en el código penal islámico, la policía no está actuando contra esas mujeres, o al menos no se está conociendo", aclara. Eso puede dar pie a pensar que van a pasar por alto muchas de estas situaciones para intentar rebajar la tensión social. "A día de hoy, la batalla por el velo obligatorio la empieza a perder el régimen, aunque hay chicas que lo siguen llevando por miedo", destaca Bashandeh.

Foto: Protestas en Berlín tras la muerte de Mahsa Amini. (Reuters/EFE/EPA(Clemens Bilan)

Muchas mujeres han perdido el miedo a reivindicarse, aunque las autoridades iraníes no dejan de recordar la mano dura con la que gobierna el Ejecutivo israelí con Ibrahim Raisi al frente y con el ayatolá Alí Jamenei como líder supremo. El día en el que Moeen Nehzati contestó a las preguntas de El Confidencial se cumplían 40 días de la muerte de Mahsa Amini, el detonante de las protestas masivas en el país.

Ese 26 de octubre, miles de personas volvieron a salir a las calles para conmemorar el aniversario, un acto que fue respondido por las fuerzas de seguridad con gases lacrimógenos. "Abrieron fuego contra la gente en la plaza Zindan, ciudad de Saqqez (la ciudad natal de Amini)", informó Hengaw, un grupo con sede en Noruega que monitorea las violaciones de derechos en las regiones kurdas de Irán. El día 40 después de una muerte marca tradicionalmente el final del luto y los manifestantes hicieron llamamientos para que la gente saliera a las calles. Las autoridades lo calificaron de disturbios y tras la dura represión bloquearon el acceso a internet en la región.

Un día más, las mujeres se quitaron y quemaron sus velos. Todos los manifestantes enfrentaron a las fuerzas de seguridad en las calles de la ciudad natal de Amini, pero también en la capital, Teherán, y otros lugares como Isfahan y Mashhad. No hay una cifra oficial sobre el número de muertos o heridos, aunque los activistas están convencidos de que la jornada del miércoles acabó con víctimas mortales. Un día después, los manifestantes volvieron a salir a las calles el jueves para rendir homenaje a Nika Shakarami, una chica de 16 años que murió en una protesta en Teherán. "Todos somos Nika, luchamos y lucharemos", gritaban las mujeres en la calle mientras arrojaban piedras a las fuerzas de seguridad que les disparaban, según los vídeos publicados en redes sociales.

Foto: Una mujer mira el móvil en Teherán, Irán, en junio de 2022. (Abedin Taherkenareh/EFE)

Las manifestaciones de esta semana pueden ser, según Daniel Bashandeh, un síntoma de que está a punto de empezar una nueva fase dentro del movimiento social. "Lo que ha pasado apunta a que los manifestantes están elevando el tono. Los vídeos son ahora mucho más violentos y lo que empezó como protesta está evolucionando. Es peligroso y denota que la frustración va en aumento", explica.

Moeen Nehzati es uno de los iraníes que está luchando por sus derechos. A partir de este mes, lo hará desde Estados Unidos, donde continuará con sus estudios de posgrado. En una situación normal, esta estancia sería temporal y se plantearía volver a su país. En su caso, no sabe si eso será posible. "No sé si podré volver algún día, pero definitivamente no será pronto, sobre todo si hablo públicamente sobre lo que está pasando en Irán", afirma. De estar casi a diario en las protestas, pasará a vivirlas a través de lo que le cuenten sus amigos y en redes sociales. A pesar de lamentar no poder seguir formando parte del movimiento que puede cambiar el país, sus experiencias como manifestante le han pasado factura. "Honestamente, todo esto ha tenido un grave coste mental para mí, así que estoy luchando por problemas de salud mental", admite.

Las mujeres iraníes empezaron cortándose el pelo en señal de protesta. Luego salieron a la calle sin velo por las ciudades de un país en el que hace pocos meses esta imagen hubiera parecido impensable. Se enfrentaron a los clérigos y miles de personas se unieron a ellas buscando un cambio político en Irán. Desde la muerte de Mahsa Amini bajo custodia policial el 16 de septiembre, las protestas en Irán han copado una parte de las noticias internacionales, así como la dura respuesta de las autoridades. Pero es posible que todo lo que ha visto sea solo una parte de una realidad mucho más amplia. "La represión es mucho peor de lo que piensas, incluso si has estado siguiendo las noticias", afirma Moeen Nehzati, un activista iraní que ha salido del país.

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