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¿Hasta qué punto puedes ser sincero con tu jefe? Un manual de supervivencia
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¿Hasta qué punto puedes ser sincero con tu jefe? Un manual de supervivencia

Cómo afrontar la petición más peliaguda que puedes oír de un jefe: me encantaría recibir tus comentarios

Foto: Foto: Unsplash/Gabrielle Henderson.
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Marchiano Loen se quedó mirando la pantalla durante dos horas. Redactó una respuesta, luego otra. Pidió ayuda a alguien de recursos humanos. Sin embargo, la pregunta le atormentaba. ¿En qué puede mejorar tu jefe?

"Dios mío, tengo que responder a esto", pensó el trabajador del sector tecnológico mientras reflexionaba sobre la encuesta a los empleados. "¿Qué voy a escribir?" Los jefes dicen que quieren opiniones sinceras. Decir la verdad puede provocar cambios, mejorar tu vida laboral y demostrar tu propia asertividad. O te pueden despedir. (Al menos eso parece). Te guste o no, el silencio no es una opción. Pero hay que tener mucho cuidado con la franqueza con el jefe.

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Loen cuenta que, en una ocasión, su jefe le excluyó progresivamente tras sugerirle que mejorara su estilo de comunicación durante las presentaciones. Las charlas cordiales y las bromas se evaporaron, y los grandes proyectos de Loen fueron redistribuidos.

Ahora utiliza lo que él llama "el enfoque del jacuzzi". Se zambulle en el agua con los jefes para tantear el terreno, viendo cómo reaccionan a un comentario bastante neutro antes de decir nada sustancial. Puede preguntar si la reunión sería mejor el martes que el lunes. "Es un mecanismo de supervivencia", explica.

Las mentiras que contamos

De media, mentimos tres veces en los primeros 10 minutos tras conocer a alguien, según una investigación de Robert Feldman, profesor de ciencias psicológicas y del cerebro en la Universidad de Massachusetts Amherst. Según Feldman, estas mentiras superficiales lubrican muchas de nuestras interacciones sociales, nos ayudan a encajar y a caer bien a la gente.

Esta ensalada está deliciosa, insistimos. O a mí también me encantó la película de Barbie. Con el jefe, la foto de su hijo es de repente extraordinariamente mona, su chaqueta perfecta para la presentación de hoy.

Foto: Si quieres descubrir a un mentiroso, fíjate en su lenguaje verbal, no en el corporal (master1305 para Freepik)

"Al fin y al cabo, queremos oír cosas buenas", dice Feldman. "Tu jefe es como todo el mundo". ¿Y qué pasa cuando los jefes también quieren que les cuentes lo que realmente está pasando? Al fin y al cabo, eres tú quien está conectado a las charlas y cotilleos de los compañeros, que pueden dar a los jefes una idea de cómo pueden hacer mejor su trabajo y salir adelante. Dar la información adecuada a tu jefe también puede ayudarte a ti. Solo tienes que compartirla de la forma adecuada.

"Quiero que la gente sienta que pueden ser ellos mismos", afirma Karin Storm Wood, que dirige un equipo de profesionales de la comunicación en un colegio privado. Pero "no lo quiero todo".

No des por sentado que tienes todos los datos, dice. Reconoce que solo compartes la perspectiva de una persona. Y mantén un lenguaje sensato. Por ejemplo, describe un comportamiento en lugar de lanzar un adjetivo negativo contra tu jefe. Wood dice que no le importa oír que a veces salta de una idea a otra en las sesiones de brainstorming. No quiere que la llames "dispersa". "Es cierto que el comentario puede doler", reconoce. "Tiene ese elemento de estar siendo juzgado".

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¡Comentarios, por favor!

Todo el mundo parece querer nuestra opinión hoy en día. Nos someten a revisiones trimestrales desde todos los ángulos, encuestas semanales y nos piden nuestra opinión junto a la máquina de café. Forma parte de un largo cambio de estilos de liderazgo de mando y control a formas más colaborativas de dirigir empresas, según explica Doug Stone, profesor de gestión de conflictos en la Facultad de Derecho de Harvard y coautor del libro Thanks for the Feedback. En gran parte se debe a que los empleados han exigido más voz... aunque no fuera otra app lo que tenían en mente. Ten cuidado con lo que deseas.

"Hay que decir algo", afirma Matt Abrahams, profesor de la Stanford Graduate School of Business y autor de un libro sobre la comunicación espontánea que saldrá a la venta esta semana. Un buen comienzo es hacer algunas preguntas al jefe, señala Abrahams. ¿Qué tipo de orientación les suele resultar útil? Si no le cuesta divulgar una ocasión en la que metió la pata o hizo un cambio, recomienda ser más sincero.

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Hacer hincapié en lo positivo puede corregir inconscientemente lo negativo. Por ejemplo, elogiar a la jefa por estar tan concentrada al principio de su discurso puede implicar que al final haya perdido completamente el hilo, sin que tengas que explicarlo. Pero no hay que ser demasiado blando, advierte Abrahams, y caer en el lenguaje codificado y los eufemismos.

"Estás siendo esquivo. Tienes algo que decir, pero no lo dices. Eso puede perjudicarte mucho", advierte. Al fin y al cabo, a todos nos contrataron para ser expertos en nuestro trabajo.

El riesgo de decir siempre que sí

Al principio de su carrera, Irvan Krantzler solía decir que sí a todo, ansioso por encajar. ¿Esa idea de proyecto? Sonaba muy bien. ¿Un plazo la semana que viene? Seguro que podía hacerlo. El resultado, dice, eran a menudo "malas noticias, va tarde". El problema del que no hablaba —un plazo poco realista, la falta de personal en el equipo— se agravaba y acababa desbaratando el proyecto.

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Explica que aprendió que "no puedo ponerme en una situación en la que no pueda ser sincero con la gente". Empezó a expresar más sus preocupaciones y dejó una empresa en la que se esperaba que todo el mundo estuviera siempre de acuerdo.

Cuando la jefa de Leslie Venetz le preguntó qué opinaba de un nuevo equipo de vendedores, supuso que ambos estaban intercambiando opiniones en confianza. Unos meses más tarde, sus comentarios fueron comunicados a Recursos Humanos y despidieron a una persona que ella había considerado un eslabón débil. Se sintió culpable y traicionada, y pronto dejó la empresa.

Ahora, cuando los clientes de su empresa de formación y consultoría de ventas le piden su opinión, se pregunta cómo van a utilizarla. ¿Van a decidir el destino de una división esta semana? ¿O solo están considerando una posibilidad y recabando docenas de opiniones mientras tanto? La respuesta, dice, determina su franqueza. "Todo el mundo dice que quiere opiniones", afirma. "Tomarse un momento tiene sus ventajas".

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal.

Marchiano Loen se quedó mirando la pantalla durante dos horas. Redactó una respuesta, luego otra. Pidió ayuda a alguien de recursos humanos. Sin embargo, la pregunta le atormentaba. ¿En qué puede mejorar tu jefe?

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