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El jefe miope o la importancia de impulsar la cultura del compromiso en la empresa
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El jefe miope o la importancia de impulsar la cultura del compromiso en la empresa

La realidad constata que los altos cargos de las compañías deben poner el foco, si no lo han hecho ya, en que sus empleados sean suficientemente reconocidos. Hay, al menos, tres grandes beneficios al hacerlo

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La miopía del jefe. No me estoy refiriendo, evidentemente, al defecto de la visión en sentido médico. Aludo a la segunda acepción que recoge la Real Academia Española: "cortedad de alcances o de miras". Cuando esa circunstancia se acomoda en una persona que ostenta la responsabilidad directiva en una empresa, proyecto u organización, también augura "cortedad de recorrido". ¡Cuidado con las limitantes consecuencias de esta confluencia! Especialmente, si se hace crónica.

Son muchas las posibles repercusiones que acortan el crecimiento de lo que se pilota al no ser capaz de mirar más allá, con amplia perspectiva y apertura a la novedad. En el contexto actual, la relevancia de impulsar una cultura de compromiso en la empresa es sustancial.

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Para que esta se origine y se sustente es condición relevante el sentimiento de ser suficientemente reconocido por el trabajo realizado. La realidad constata que esa sensación incrementa el nivel de fidelización de talento, aumenta el rendimiento y disminuye la rotación. ¿Por qué? El ser humano quiere ser apreciado por lo que aporta, es una de las formas de confirmar que lo está haciendo bien. Genera confianza y potencia la motivación y el sentimiento de seguir queriendo formar parte del proyecto.

Aquí es donde "esa mira" en el ejercicio de la responsabilidad directiva ha de ser amplia para avivar el compromiso. Comprender que cada persona se siente estimada de acuerdo con sus expectativas.

¿Le he preguntado cómo quiere ser gratificado por su trabajo?

Los resultados negativos para los proyectos y empresas se multiplican cuando quien retribuye lo hace exclusivamente en función de su propio baremo. Abrazar la diversidad facilita la apertura a comprender que pueden coexistir tantas formas de querer ser gratificado como personas componen la empresa, y que acercarse a ese entendimiento ahorra disgustos y suma logros.

Asumiendo que la función directiva lleva también aparejada la gestión de expectativas, e incidiendo en que estas son piedra angular al recibir un reconocimiento, la respuesta a estas preguntas puede otorgar una ventaja: ¿Le he preguntado cómo quiere ser gratificado por su trabajo? ¿Hemos tenido alguna conversación dedicada a qué es significativo o sobre qué es importante que valore y resalte desde su punto de vista? ¿Le felicito alguna vez cuando lo hace bien?

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Al reconocer el trabajo es trascendental comprender dónde se ha de mirar; la relevancia reside en el otro. A esto sumar que para que el otro sea capaz de manifestar lo que espera conseguir, la confianza es fundamental. Si esta no se da, lo que se desea no se exterioriza. Esa seguridad, además, fortalece la cultura del compromiso.

Actualmente, todo parece indicar que la habilidad al descifrar los ingredientes que componen ese cóctel diseñado por cada individuo para sentirse apreciado es transcendental. Meditaba el emperador Marco Aurelio: "Acostúmbrate a no estar distraído a lo que dice el otro, e incluso, en la medida de tus posibilidades, adéntrate en el alma del que habla". El conocimiento de esta mezcla puede ser clave para inspirar motivación y compromiso.

Proceder de esa manera fortalecerá los cimientos que sustenta la construcción

Entre los elementos que en distinto orden de relevancia y monto se pueden considerar figuran: compensación económica, verbalización del reconocimiento, alabar la capacidad creativa, loar la profesionalidad, elogiar la capacidad técnica, dedicar tiempo en exclusiva al individuo, mostrar confianza, enseñar, prestar atención, ofrecer formación, conceder independencia, mostrar interés por su desarrollo personal y profesional, dar visibilidad.

Para edificar una cultura de compromiso en la empresa es, por lo tanto, beneficioso incorporar hábitos en el día a día de la responsabilidad directiva encaminados a conseguir ese sentirse apreciado. Proceder de esa manera fortalecerá los cimientos que sustenta la construcción e impulsará su desarrollo.

Cuando el compromiso nace, se extiende y se consolida, las deseables consecuencias de esa realidad comienzan a experimentarse y se multiplican.

Lordes Cascón Ansotegui
Consultora. Autora. Conferenciante.

La miopía del jefe. No me estoy refiriendo, evidentemente, al defecto de la visión en sentido médico. Aludo a la segunda acepción que recoge la Real Academia Española: "cortedad de alcances o de miras". Cuando esa circunstancia se acomoda en una persona que ostenta la responsabilidad directiva en una empresa, proyecto u organización, también augura "cortedad de recorrido". ¡Cuidado con las limitantes consecuencias de esta confluencia! Especialmente, si se hace crónica.

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