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Sánchez Dragó: "Luché contra Franco porque quería ser Hemingway"
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Vida y muerte de un escritor

Sánchez Dragó: "Luché contra Franco porque quería ser Hemingway"

Una tarde de marzo en casa del autor intelectual de la moción de censura tamamesista contra Pedro Sánchez. Política, hippies y derechismo. Sánchez Dragó ha muerto este lunes

Foto: Fernando Sánchez Dragó, en su domicilio de Madrid. (A. M. V.)
Fernando Sánchez Dragó, en su domicilio de Madrid. (A. M. V.)
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Cuando uno entra en casa de Fernando Sánchez Dragó, 86 años, lo primero que ve es un cuadro de Fernando Sánchez Dragó colgado en la pared.

Lo segundo: a Fernando Sánchez Dragó en un sofá acariciando un gatito: “Lo traje de Japón hace unos años”.

Lo tercero: a un niño con rasgos japoneses (muy mono y de unos 10 años) que llama “papá” a Dragó, y del que su padre dice: “Está escribiendo su primera novela. Lleva 40 páginas”.

Foto: El economista y exdiputado Ramón Tamames. (EFE/Mariscal) Opinión

Sánchez Dragó, en definitiva, está en buena forma. Sánchez Dragó es exactamente como uno se lo imaginaba. Igual que los que conocían a Ramón Tamames sabían que su elección como candidato de Vox a la moción de censura tenía máximo riesgo. Si a estas alturas del siglo XXI uno cree posible que los octogenarios Dragó y Tamames se porten bien y hagan lo que se les ordena, se ha fumado un porro de más. O al contrario: no se ha tomado los suficientes tripis para emitir en su misma frecuencia.

Es una ley de hierro: todas las cosas tremendas que pasan en España ocurren siempre en los restaurantes. Lo de Tamames, en concreto, pasó en la marisquería Rafa, en Narváez 68, en enero, cuando Dragó quedó a comer con Santiago Abascal y Kiko Méndez Monasterio, el líder y el fontanero de Vox.

Hablamos con Fernando Sánchez Dragó sobre todos los acontecimientos humanos ocurridos entre el Libro del Apocalipsis y Tamames.

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Foto: A. M. V.

PREGUNTA. ¿Qué pasó en la marisquería?

RESPUESTA. Yo como cada tres meses con Santi y Kiko. Son comidas por amistad, sin intencionalidad política, pero, como sabes, en las comidas entre amigos se habla de todo. Salió lo de la moción de censura. No acababan de presentarla porque no encontraban candidato a la investidura. Pusimos varios nombres encima de la mesa [Felipe González, Alfonso Guerra y Joaquín Leguina, entre otros], que se fueron descartando. Hasta que a mí se me ocurrió el nombre de Tamames.

Fue una ocurrencia típica entre amigos y al calor de una copa de vino.

P. Pero caló…

R. Las ideas de Tamames no son las mismas que las de Vox, pero sí son complementarias, por la evolución política de Tamames, que es la misma que experimenté yo. Esto no es una moción de Vox, sino de censura contra Sánchez, por lo que es interesante que Tamames venga de la izquierda. Tiene una trayectoria irreprochable y es un economista que sabe cómo gestionar el lío de una Administración, algo de lo que yo no tengo ni idea. Tamames es, por tanto, un candidato idóneo.

"Cuando Tamames se lanzó en tromba a conceder entrevistas, generó perplejidad a algunos en Vox"

Yo estuve en la cárcel con Tamames en 1956, nos une una antiquísima amistad. Nosotros estábamos (que no éramos) en el Partido Comunista, porque era la única plataforma (la creamos nosotros, enredados por Jorge Semprúm) para luchar contra el régimen en la universidad. Sacamos a miles de estudiantes a la calle y cayeron ministros. Tamames y yo, en la cárcel, pensábamos que el franquismo no llegaba a Nochebuena. Imagínate el idealismo que gastábamos.

Foto: Ilustración: Emma Esser.

P. ¿A Abascal y a Monasterio les sorprendió su propuesta?

R. Al principio, un poco, porque no habían pensado en él. Argumenté que era un candidato idóneo, les medio convencí y preguntaron: "¿Tú crees que querrá?”. Les dije que, conociendo a Tamames —un hombre coherente, echado pa’lante, que siempre había soñado con ser presidente del Gobierno—, daría un paso al frente.

P. ¿Se lo propuso usted directamente a Tamames?

R. Sí. Sentado en esta misma butaca y desde este viejo Nokia [agarra un móvil vintage].

placeholder Libros en el domicilio de Sánchez Dragó. (A. M. V.)
Libros en el domicilio de Sánchez Dragó. (A. M. V.)

P. ¿Qué le dijo Tamames en caliente?

R. Que todo se podía negociar.

P. Tras llegar a un acuerdo con Vox, Tamames ha ido un poco por libre, ¿no?

R. Tamames se lanzó en tromba a conceder entrevistas, lo que generó perplejidad a algunas personas en Vox.

Foto: El candidato a presidente del Gobierno en la moción de censura registrada en el Congreso, Ramón Tamames. (EFE/Kiko Huesca)

P. ¿Medió para decirle: Ramón, por favor, baja un poco el perfil mediático?

R. Eso se lo he dicho yo y se lo han dicho ellos. Por elemental sentido común: si estás metido en algo así, no te expongas tanto a los cuernos del toro, que ya sabemos lo que es la prensa en este país. Calladito estás más guapo, pero, claro, uno es hijo de su carácter.

P. Hablando del carácter como destino. Federico Jiménez Losantos, muy crítico con la moción, ha dicho que los dos egos mayores de España los tienen Dragó y Tamames, sobre todo Tamames. ¿Miente?

R. No sé si Federico Jiménez Losantos es la persona más indicada para acusarnos de tener mucho ego. Vale que Tamames tiene ego. Vale que yo tengo ego. ¡Pero anda que el ego de Federico! ¡Tampoco es manco!

"Si tienes carácter, te acusan de egocéntrico. ¡Viva el ego! Tamames no hubiera llegado aquí sin ego y yo no habría escrito 53 libros"

De todos modos, hay una gran confusión con esto del ego. ¿Qué significa tener ego? Que tienes carácter. Si eres fiel a ti mismo y tienes carácter, te acusan de egocéntrico. Pues sí, soy culpable, ¡viva el ego! Tamames no hubiera llegado hasta aquí sin ego y yo no hubiera escrito 53 libros.

No tiene la menor importancia, son cosas de Federico que, la verdad, a mí me hacen gracia.

La filtración

La entrevista a Dragó se hizo el miércoles por la tarde, poco antes de que se filtrara el discurso de Tamames para la moción. Al día siguiente, le preguntamos a Dragó por la filtración, respondió por mail: "España es una corrala y los españoles son unos cotillas, cuya motivación siempre es la envidia: el gran pecado nacional. En nuestro país todas las noticias, no solo las concernientes a la política, se filtran antes de tiempo. Ha sido una ducha fría y una ingenuidad por parte de Tamames. No se informa al adversario antes de que el púgil salte al ring. El único espectáculo emocionante que ofrece el Parlamento es la moción de censura. La filtración nos ha chafado ese espectáculo. Pero qué le vamos a hacer".

Seguimos con la entrevista cara a cara:

P. Las críticas a la elección de Tamames, también desde la derecha, ¿cómo las lleva?

R. Mira, desde que era niño, nunca me ha importado la opinión ajena. Los improperios me divierten y me estimulan. Los elogios me incomodan. Lo que pasa es que si me llaman 40 periodistas al día, van devorando mi tiempo, y a mí me gusta pasar inadvertido.

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Foto: A. M. V.

P. ¿Seguro?

R. En serio, yo me paso el día encerrado en esta habitación. Tengo pendientes todos esos libros [señala una mesa en la que hay, entre otros, uno sobre el filósofo chino Lao-Tse]. Y son solo las lecturas inminentes. Yo no hago vida social. Mi vida es un gran fracaso, porque a mí lo que me gusta es pasar inadvertido. Me desespera que la gente me reconozca, de verdad, ya sé que no te lo creerás, porque dicen que Dragó tiene mucho ego, que a Dragó le encanta que se hable de él, pero no.

Desde niño, haga lo que haga, se habla de mí. Mi madre siempre me decía: “Nano, siempre que apareces, llega el escándalo”. Es verdad, tengo una capacidad delirante para meterme en líos. ¡Qué le vamos a hacer!

P. Dice que comparte evolución política con Tamames. ¿Qué le llevó a saltar de la contracultura a la derecha?

R. Uno evoluciona inevitablemente con el paso del tiempo. Es un clásico ser revolucionario a los 20 años y conservador a los 40. Casi todos los que participamos en la algarada de 1956 acabamos en posiciones mucho más conservadoras. Mira, yo llegué a Katmandú antes que los hippies, en 1967, fui el primer hippie en Katmandú. Hay un momento en la vida de todo escritor en que se encuentra con su destino, como Semprún cuando volvió al campo de concentración nazi. A mí me pasó cuando viajé a Oriente, que evoqué en El camino del corazón, mi novela de más éxito.

Foto: Ramón Tamames. (EFE/Kiko Huesca) Opinión
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Cuando llegué a Vietnam, descubrí que todo lo que nos estaban contando sobre la guerra romántica era mentira. Yo —al contrario que los muchos periodistas que informaban desde los burdeles y fumaderos de opio de Laos— sí estuve en Saigón. Lo que vi allí fue que la gente odiaba por igual a los americanos y al Vietcong, porque los dos bandos negaban sus costumbres y su budismo. Para mí, fue una caída del caballo, abandoné la izquierda y fui pasando por todas las posturas políticas posibles: socialdemócrata, liberal, anarquista siempre, hasta acabar en el escepticismo absoluto. Prueba y error. Ahora vivo en el estado feliz de la ancianidad, en el que ya no crees en nada. El escepticismo al que llegaron Montaigne y Séneca. No se puede esperar gran cosa de los humanos depredadores.

P. Ese estado de calma, ¿se ha visto perturbado por la hiperactividad mediática de Tamames? Se le recuerda por el aplomo zen con el que gestionó en la tele a un desaforado Arrabal. Gestionar a Tamames parece un paseo militar en comparación, pero ¿se ha sentido responsable, como autor intelectual de la moción, de que Tamames sacara los pies del tiesto?

R. Para nada. Yo solo he puesto en marcha el coche, pero no lo conduzco. Para mí, todo esto es anecdótico, no categórico, no me siento implicado. Hombre, iré a la moción, claro, tengo curiosidad, porque nunca he ido al Congreso.

Pero, mira, a mí la política no me interesa ni poco, ni mucho, ni nada. Si yo pudiera eliminar la política de la faz de la Tierra con un botoncito, no me temblaría el pulso. La política son unos señores llamados políticos inventándose problemas y convenciendo a los votantes/súbditos de que son ellos los que deben resolver esos problemas imaginarios. Pero esos problemas no existen, los problemas se resuelven por sí mismos, yo soy taoista, los problemas hay que dejarlos fluir, fluir y fluir, no hay que verbalizarlos. Cuando los políticos, de derechas o de izquierdas, descubren que hay un vacío, quieren llenarlo con una ley, y otra y otra, hasta que no puedes mover un dedo porque está todo legislado y prohibido. Los vacíos legales permiten que una sociedad respire.

placeholder El gatito de Sánchez Dragó. (A. M. V.)
El gatito de Sánchez Dragó. (A. M. V.)

P. Pero usted sí se ha metido en política…

R. Sí, pero porque me gusta la épica, luché contra Franco porque quería ser Hemingway. Yo era un niño bien —del colegio El Pilar y el barrio de Salamanca— que quería vivir aventuras. Como no podía irme al Kilimanjaro, me opuse a Franco. A mí no me gusta la política, a mí me gusta el lío, yo ahora mismo me iría a Ucrania, igual que me fui a Vietnam. Me gusta la épica, me gusta el peligro, cuando alguien grita "¡fuego!", corro hacia el fuego.

Respecto a Arrabal

P. Siga…

R. Si tuviera el copyright de ese programa, sería millonario.

P. ¿Qué pasó cuando acabó todo?

"Estamos en pleno milenarismo"

R. Que Arrabal se desmayó. Arrabal va a pasar a la historia como borrachín empedernido, pobrecito mío, pero no bebía nunca, solo ese día. Aunque no lo parezca, Arrabal era tímido, y antes de empezar el programa, se atizó dos lingotazos de chinchón. Le subieron mucho porque era muy bajito y se cruzaron con unos medicamentos que estaba tomando. Total, que pasó lo que pasó, y cuando acabó el programa, se desplomó, se le salían los ojos de las órbitas. Una enfermera le reanimó. Me fui a dormir a casa. A las ocho de la mañana me llamó un directivo de TVE para echarme la bronca porque, decía, mi programa se estaba convirtiendo en un circo. Luego, me pidieron despedir a Arrabal, a lo que me opuse. ¿Por qué iba a echarle? ¿Por emborracharse y decir cosas bastante graciosas?

Es cierto que tengo algunos remordimientos de conciencia injustificados por ese programa, porque Arrabal dejó de ser un escritor en España para convertirse en un showman.

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Foto: A. M. V.

P. Ha dado tantas vueltas el mundo desde entonces que ya me he perdido. ¿El milenarismo llegó al final o no llegó?

R. ¡Ha llegado ahora! Estamos en pleno milenarismo.

Según vamos saliendo de casa de Sánchez Dragó, todavía ocurren un par de cosas.

1) El escritor nos informa de que está preparando un remake del Libro del Apocalipsis porque le "gusta meterse en líos”. “Visité la gruta de la isla griega donde surgió el Libro del Apocalipsis, Patmos, y sufrí mi propio colapso y revelación”, cuenta.

2) Le preguntamos una última vez por Tamames y Dragó dice sonriendo: “La verdad es que Tamames está encantado, pletórico, se ve en la Moncloa, siempre quiso ser presidente. Ahora sí que soy su mejor amigo”.

En resumen: la humanidad ha saltado del Apocalipsis a Tamames. Un gran salto para la humanidad, pero solo un pequeño brinco para Fernando Arrabal. Piensen ustedes en ello.

Cuando uno entra en casa de Fernando Sánchez Dragó, 86 años, lo primero que ve es un cuadro de Fernando Sánchez Dragó colgado en la pared.

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