Tamames va a acabar antes con Santiago Abascal que con Pedro Sánchez
La filtración del discurso de la moción de censura pone la guinda surrealista a la inestable relación entre el partido que lo quiere todo atado y bien atado (Vox) y el prohombre que va por libre
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Lo increíble es que, cinco décadas después, y al borde de los 90 años, Tamames sea aún capaz de todo eso y mucho más: liderar una moción contra Pedro Sánchez, dar el mayor número de entrevistas hechas nunca por un ser humano y volver tarumba al partido (Vox) que lo eligió para censurar al presidente del Gobierno.
Se ha hablado mucho de que Tamames dijo sí a Vox por prurito personal, algo que él no ha negado en ningún momento, porque se puede ser Hombre de Estado y no tener abuela.
Pedirle a Tamames que no dé entrevistas es como pedirle a Chiquito de la Calzada que no cuente chistes; un imposible metafísico
Se han destacado también las diferencias ideológicas entre Vox y Tamames, que quizá no sean tantas, y en todo caso, no parecerían tantas si Tamames no se dedicara a subrayarlas cada vez que le ponen un micrófono delante.
En efecto, en un momento en el que Vox trata de convencer a los españoles de que el presidente del Gobierno es peor que el tifus, Tamames ha dicho que tampoco hay que exagerar y que le tiene aprecio al joven Pedro Sánchez.
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A poco que Sánchez haga la rosca a Tamames en la moción de censura, quizá Tamames pueda acabar dirigiendo el Ministerio del Tamamesismo en un Gobierno socialista.
Como cuando la bola de nieve empieza a bajar ya no hay manera de frenarla, cada día ocurre un acontecimiento tamamesista más surrealista que el anterior: elDiario se ha hecho con una copia del discurso de Tamames varios días antes de la moción. El Mundo habla de “filtración” y algunos dedos señalan a Tamames, aunque lo sucedido quizá sea tan absurdo que ningún estudio de Hollywood aprobaría el guion por inverosímil.
La comedia
Si la comedia clásica se basa en el choque de contrarios, la relación entre Tamames y Vox tiende al astracán, pero no por diferencias ideológicas, sino por antagonismo costumbrista.
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Si Vox controla los mensajes a la prensa con mano de hierro (vetos a periodistas incluidos), Tamames ama a la prensa con la fuerza de los mares. Vox le ha pedido a Tamames que baje el perfil mediático por activa y por pasiva. ¿La respuesta de Tamames? ¡El Mundo entrevistó el otro día a Tamames porque Tamames llamó a El Mundo para que le entrevistaran!
Pedirle a Tamames que no dé entrevistas es como pedirle a Chiquito de la Calzada que no cuente chistes o a las manzanas que no caigan de los árboles; un imposible metafísico.
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Si los argumentarios en Vox van a misa, el único argumentario que maneja Tamames es el que tiene ahí colgado (con perdón).
Soltar a Tamames en Vox, en definitiva, ha sido como soltar al Neng de Castefa en una comunidad de monjes de clausura. Si llevas años escuchando el silencio, la aparición de un fulano tocando una bocina y pinchando bakalao, pues oye, puede llegar a desestabilizarte.
A día de hoy, hay más posibilidades de que Tamames acabe con Santiago Abascal (de un disgusto o de un infarto) que con Pedro Sánchez.
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