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Bloqueo total antes de las últimas 48 horas: el PSOE no hará contraoferta final a Podemos
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EL REY ARRANCA LA RONDA ESTE LUNES

Bloqueo total antes de las últimas 48 horas: el PSOE no hará contraoferta final a Podemos

El fin de semana no ha acercado posturas entre las dos formaciones, así que el escenario de elecciones es aún el más probable. Ferraz no pretende poner otro plan sobre la mesa para Iglesias

Foto: El presidente en funciones, Pedro Sánchez, en el pleno del Congreso del pasado 11 de septiembre. (Reuters)
El presidente en funciones, Pedro Sánchez, en el pleno del Congreso del pasado 11 de septiembre. (Reuters)

La política tiene a veces rincones impredecibles, movimientos que se salen del guion y que sorprenden, jugadas que voltean el tablero. Pero en otras ocasiones se transparenta más lo que está en el 'backstage' y se deja llevar por la inercia de los acontecimientos. Ahora, cuando quedan menos de 48 horas para conocer la suerte final —investidura o elecciones—, todos los elementos invitan a pensar que el segundo escenario describe mejor qué está ocurriendo en España. PSOE y Unidas Podemos se encuentran en un callejón sin salida, ninguno de sus líderes, ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias cede, y el camino hacia unos nuevos comicios el 10 de noviembre parece ya irreversible. Nada, absolutamente nada se ha avanzado durante el fin de semana porque no ha habido negociación. El jefe de los morados no renuncia a su demanda de coalición y el presidente en funciones mantiene que esa alternativa es inviable y nunca llegará. Pero ni siquiera el líder socialista tiene previsto lanzar una contrapropuesta de réplica a la última oferta de UP. En Ferraz se insiste en que su posición, inamovible, quedó fijada hace dos semanas, y no habrá cambios en ella. Y eso que el temor en barones y cuadros medios del PSOE a una repetición electoral existe, aunque no se traduzca en maniobras ni protestas contra su jefe. Sánchez tiene un poder total sobre su partido y su liderazgo no es cuestionado.

Este lunes arranca a las 10 de la mañana la ronda del Rey con los representantes de los partidos con representación parlamentaria. Audiencias que se prolongarán hasta las seis de la tarde del martes 17, cuando reciba al jefe del Ejecutivo. Tras despachar con los 15 dirigentes políticos —solo tres de ellos mujeres, por cierto—, la Corona emitirá un comunicado con el que sentenciará la legislatura. Si ningún candidato tiene los apoyos suficientes para ser elegido, lo previsible es que Felipe VI no postule a nadie para una nueva sesión de investidura, como sucedió en abril de 2016. Si se constatara lo contrario, entonces sí le encargaría formar gobierno. El primer escenario conduce directamente a elecciones el 10-N, que se convocarían oficialmente una semana más tarde, el 24 de septiembre. Pero ya, con todas las cartas sobre la mesa —ahora sí—, los partidos podrían arrancar la precampaña a toda máquina, sin disimulo, para dirigirse a toda velocidad hacia una repetición electoral marcada tal vez por el hartazgo y la apatía de los votantes.

El fin de semana no ha servido para acercar posturas entre el PSOE y Unidas Podemos. Sí ha habido contactos informales "con suma discreción", para explorar "opciones", según indica una fuente del grupo confederal al tanto de esas conversaciones, que añade que "si Pedro y Pablo no quieren, no hay nada que hacer". "Y eso parece ahora. En todo caso, contactos de los equipos negociadores no ha habido", añade este dirigente. Así, ha ocurrido lo esperado: la perpetuación del bloqueo, la parálisis. El último movimiento real se produjo el pasado jueves, cuando Iglesias llamó a Sánchez. Una conversación corta, de apenas diez minutos, donde el jefe de los morados volvió a la carga con su demanda de Gobierno de coalición. Introducía un cambio: podía armarse, decía, un Ejecutivo compartido que funcionara durante un año, al cabo del cual se examinaría su funcionamiento. Si no fuera satisfactorio, le razonó, el Gabinete se rompería y los miembros de Unidas Podemos se marcharían, aunque con el compromiso de mantener el apoyo parlamentario toda la legislatura. Sánchez rechazó de inmediato esa propuesta. No podía aceptar un Gobierno "de prueba", porque no garantizaría lo que a su juicio España necesita, "estabilidad". La portavoz del Ejecutivo en funciones llegó a calificar la oferta de Iglesias de "absurda" y "vacía de contenido".

Sí ha habido contactos informales para explorar "opciones", pero "si Pedro y Pablo no quieren, no hay nada que hacer". "Y eso parece", dice una fuente


Al día siguiente, viernes, el jefe de los morados acudía a 'Al rojo vivo' (La Sexta), y desde la tele volvía a emplazar al presidente a que estudiase de nuevo su propuesta. Pero sus 42 diputados, advirtió, se abstendrían en caso de no haber acuerdo. Es decir, no propiciaría una investidura gratis, uno de los escenarios que más ha sobrevolado la arena política en las últimas semanas, que Sánchez no quería pero que no rechazaría si recibiera el encargo del Rey. Fuentes de Unidas Podemos señalaban en las últimas horas que las cosas no han cambiado, y por tanto Iglesias anunciará al Rey que Sánchez no puede contar con el voto afirmativo de su grupo.

Foto: Pablo Iglesias y Pedro Sánchez antes del inicio del segundo debate electoral a cuatro de la pasada campaña. (EFE)

Conversación de 10 minutos

No obstante, el contenido de esa conversación del líder de Unidas Podemos con el monarca es prácticamente la única incógnita que queda por delante en estas 48 horas. Cabría un movimiento de última hora, aunque en su partido lo niegan. Igual que en el PSOE rechazan con rotundidad que el presidente vaya a mudar de posición. No habrá, dicen en su círculo más próximo, golpes de efecto ni nada por el estilo, porque la suya es una organización "predecible", con 140 años de historia. De modo que, al finalizar este domingo, no se prevé ninguna contrapropuesta. Nada. "No hay cambios por nuestra parte", abundan. Es decir, que Sánchez mantiene en la mesa la oferta que presentó el pasado 3 de septiembre: acuerdo en base a un programa, "triple garantía" de cumplimiento del pacto y posibilidad de que cargos de UP ocupen cargos en instituciones y organismos públicos. Ni rastro de una coalición que el PSOE enterró tras la investidura fallida, tal y como había advertido el líder socialista. Que los morados tumbaran a Sánchez en el Congreso el pasado 25 de julio acabó por dinamitar los puentes entre las dos formaciones, y profundizar la sima de desconfianza entre ambas. El jefe del Ejecutivo no estaba dispuesto a retornar sobre sus pasos, rehusaba negociar una coalición en la que no creyó. Y aquellos que en su entorno sí habían sido más proclives a ella sintieron que esa vía quedaba obturada.

"No hay nada de nada. O Podemos entra en razón de aquí al martes o elecciones. No hay más", señalan fuentes gubernamentales con toda contundencia

Los morados rechazaron en julio una vicepresidencia social para Irene Montero y tres ministerios (Sanidad, Igualdad y Vivienda), porque a su juicio las competencias eran cortas y no satisfacían sus expectativas ni se correspondían con los 3,7 millones de votos recibidos en las generales del 28 de abril. Dijeron que no porque esperaban que la oferta socialista sería más suculenta en septiembre, porque Sánchez se jugaba mucho en una repetición electoral. A su vez, la cúpula del PSOE confiaba en que con la cercanía de unos nuevos comicios a Iglesias le temblarían las piernas y cedería, también empujado por IU y las confluencias, más predispuestas a aceptar un acuerdo programático, sin ministerios. Pero ninguno supo tomar la medida al otro. Ninguno se movió. El líder de UP no soltó su exigencia de coalición; el presidente, tampoco se apeó de su total negativa a un Ejecutivo bicolor. Ambas posiciones hicieron saltar por los aires el último intento de negociación, el que se abrió el pasado 5 de septiembre durante casi cinco horas y que se prolongó hasta una segunda sesión, el martes 10, de otras casi cuatro horas. El PSOE lanzó una advertencia clara a Unidas Podemos: si no renunciaba a la coalición, no habría más reuniones.

Nueva ronda de consultas desembocará en investidura o elecciones

El pleno del pasado miércoles no hizo sino visibilizar la enorme distancia que separaba ambos líderes. Iglesias anunció una llamada al presidente, que se materializó al día siguiente. Pero no sirvió de nada. Esa propuesta, la coalición revisable, seguía conteniendo la presencia de dirigentes morados en el Consejo de Ministros. Algo inviable para el PSOE.

"No hay nada de nada. O Podemos entra en razón de aquí al martes o elecciones. No hay más", señalaban con firmeza fuentes gubernamentales este domingo. Ese es, por tanto, el único movimiento posible a estas horas: que los morados cedan.

Foto: Isabel Celaá y el ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, este 13 de septiembre en la Moncloa. (EFE)

No se prevé otro pleno

La hipótesis de que Sánchez acudiera a la sesión de investidura aun sin los apoyos suficientes fue descartada de nuevo el jueves pasado por la jefa del equipo negociador socialista, Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno en funciones. El escenario que se sigue barajando en la cúpula del partido y del Ejecutivo sigue siendo ese mismo: ir a una investidura fallida "sería poner de forma muy frustrante a la opinión pública", explican desde las alturas del Gobierno.

El presidente se desplaza este lunes a las zonas de Andalucía y Castilla-La Mancha afectadas por la DANA y recibe a la Selección de baloncesto

Es cierto que otro pleno serviría al PSOE para retratar a los morados, le permitiría reiterar gráficamente que Iglesias impide por tercera vez la elección de un presidente socialista. Pero esa imagen tendría un riesgo: la de un Sánchez que, casi cinco meses después de los comicios del 28-A, solo ha amarrado el voto de un diputado más, el del Partido Regionalista de Cantabria (PRC), pues sería más improbable que Compromís (1) o el PNV (6) viren al apoyo sin una perspectiva de investidura viable. En suma, la estampa de un presidente derrotado por la Cámara antes de una precampaña no es tal vez la mejor para un PSOE que aspira a afianzarse y crecer en las urnas, si estas llegan. Porque el mensaje que entonces trasladará su líder es que él representa la "estabilidad" y necesita por tanto de "amplias mayorías".

Es cierto que el vértigo dentro del PSOE es palpable. Muchos cuadros medios y varios barones expresan su temor o inquietud a unas nuevas urnas, que podrían resolverse con una bofetada para el partido si hay una participación más baja. Algunos creen que se daría una segunda oportunidad a la derecha, o que el relato de los socialistas no será tan limpio como en abril, porque los ciudadanos, a la hora de repartir culpas del bloqueo, pueden culpar a PSOE y Unidas Podemos a partes iguales.

placeholder Pablo Iglesias pasa por delante de Pedro Sánchez, el pasado 11 de septiembre en el pleno del Congreso. (EFE)
Pablo Iglesias pasa por delante de Pedro Sánchez, el pasado 11 de septiembre en el pleno del Congreso. (EFE)

"No me dan miedo las elecciones, pero me parece muy irresponsable. España lleva más de cinco años parada y no podemos estar un año más para tomar decisiones. La gente no se lo merece. Yo creo que hasta el último momento todo es posible. Tienen que pactar de la forma que ambos puedan sentirse cómodos y rehacer esta situación", indica una presidenta autonómica socialista. En los territorios se ve al partido con menos fuerza, más desmovilizado. Pero todos los dirigentes tienen claro que si hay urnas, todos remarán y arroparán a su líder, como afirmó la semana pasada el manchego Emiliano García-Page. En la Moncloa y en Ferraz, sin embargo, la seguridad en torno a una victoria contundente del PSOE es mayor. Los barones que en su día se alinearon con Susana Díaz, y que maniataron a Sánchez respecto a la política de alianzas tras las generales del 20-D de 2015, entienden que no tienen razones para cargar contra él, porque está haciendo aquello que ellos querían: no gobernar a cualquier precio con UP, rechazar un referéndum de autodeterminación y tierra de por medio con los soberanistas.

Todo puede cambiar en 48 horas. Es cierto. Todo. Pero suena cada hora más lejana esa opción. Sánchez mantiene este lunes una agenda completa: visita a las zonas afectadas por la DANA en Andalucía (Cabo de Gata-Níjar, Almería) y Castilla-La Mancha (Caudete-Almansa, Albacete) —ya estuvo en la Comunidad Valenciana y Murcia el sábado— y luego, de vuelta a Madrid, bienvenida a la triunfadora Selección española de baloncesto tras su victoria en el Mundial de China. Sin noticias de contactos formales, ni de desbloqueo. Nada. Las elecciones ya parecen casi un hecho. A falta de que el Rey sancione el desacuerdo total y la imposibilidad de una investidura.

La política tiene a veces rincones impredecibles, movimientos que se salen del guion y que sorprenden, jugadas que voltean el tablero. Pero en otras ocasiones se transparenta más lo que está en el 'backstage' y se deja llevar por la inercia de los acontecimientos. Ahora, cuando quedan menos de 48 horas para conocer la suerte final —investidura o elecciones—, todos los elementos invitan a pensar que el segundo escenario describe mejor qué está ocurriendo en España. PSOE y Unidas Podemos se encuentran en un callejón sin salida, ninguno de sus líderes, ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias cede, y el camino hacia unos nuevos comicios el 10 de noviembre parece ya irreversible. Nada, absolutamente nada se ha avanzado durante el fin de semana porque no ha habido negociación. El jefe de los morados no renuncia a su demanda de coalición y el presidente en funciones mantiene que esa alternativa es inviable y nunca llegará. Pero ni siquiera el líder socialista tiene previsto lanzar una contrapropuesta de réplica a la última oferta de UP. En Ferraz se insiste en que su posición, inamovible, quedó fijada hace dos semanas, y no habrá cambios en ella. Y eso que el temor en barones y cuadros medios del PSOE a una repetición electoral existe, aunque no se traduzca en maniobras ni protestas contra su jefe. Sánchez tiene un poder total sobre su partido y su liderazgo no es cuestionado.

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