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"El mundillo ciclista es de hombres". Una tarde en la Itzulia o el auge del ciclismo femenino
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Crónica en primera persona

"El mundillo ciclista es de hombres". Una tarde en la Itzulia o el auge del ciclismo femenino

De poder verse solo en Juegos Olímpicos y demás citas internacionales, el ciclismo femenino vive su edad dorada en el ámbito de crecimiento mediático y estructural. Aunque con 'peros'

Foto: Veronica Ewers, del equipo EF Tibco SVB. (EFE/Iñaki Porto)
Veronica Ewers, del equipo EF Tibco SVB. (EFE/Iñaki Porto)

Por los altavoces suena Thundestruck.

Como en todas las putas carreras de bici. Como en todas las marchas, y la maratón, y reuniones de colegas, y hasta la boda de tu primo Juan José, que tiene marca de moreno en las patucas.

Foto: Van Vleuten celebra su victoria en L'Izoard. (Reuters)

Suena el Thunderstruck. Que, pienso, tiene Angus Young derechos de autor generados para 14 vidas solo con las cosas del deporte, con este Thunderstruck. No hay más canciones en el mundo, no, que Thunderstruck. Podía ser peor, podía ser Rosalía, pero aquí venimos por la sinceridad. Y, oigan...

Thunderstruck.

"Antes era casi imposible seguirlo, sí".

Hablo de ciclismo femenino con Saúl Miguel. Saúl es comentarista en Eurosport, escribe aquí y allá, y le podemos colgar alegremente (aunque a él seguro que no le gusta) un cartelito que ponga "voz de las carreras féminas". No es el único, afortunadamente, porque esto va creciendo bastante, pero sí que resulta persona ideal para explicarnos cómo ha ido cambiando todo este rollo...

placeholder Fariba Hashimi, durante una competición en Suiza. (EFE/Gabriel Monnet)
Fariba Hashimi, durante una competición en Suiza. (EFE/Gabriel Monnet)

"Yo intentaba estar al tanto, de forma distraída, desde siempre. Leía mis Meta2000 en el 95, por ejemplo, y ya tenían pequeñas secciones sobre ciclismo femenino, y yo hojeaba por curiosidad. Tampoco es que se me quedasen muchas cosas, pero con los nombres ya me iba familiarizando". ¿Y la primera carrera en tele que viste? "Pues la contrarreloj de los Juegos Olímpicos de Atlanta, en el 96". Vale, fogonazos. "Realmente seguirlo a nivel más serio... desde 2012. Era un seguimiento virtual, casi. Solo podías ver dos carreras femeninas en directo: Juegos Olímpicos y Mundial. Y eso porque cayó año olímpico. Así que mi afición fue por textos, por redes”.

Hurgo en la herida... Oye, Saúl, ¿y prensa escrita? "Pues nada... y cuando había algo era solo un titular. Hasta 2016 o 2017 la forma más fiable de seguir el ciclismo femenino era por redes sociales. Y eso porque algún friki (la expresión es suya, yo ni quito ni pongo) estaba en las carreras e iba informando. Pero frikis como yo, ojo. Igual había un tío en Bélgica viendo De Ronde y decía lo que iba ocurriendo cada vez que pasaban por Kwaremont. Con suerte te grababa un video con el móvil y podías ver veinte segundos”.

Mallabia es un pueblo vasco lo mires por donde lo mires. Hay pendientes, casitas que se asoman a las laderas con algo de vértigo, centro con adoquines, más bares que paisanos. Hay, también, un aire verdoso en derredor, bosques oscuros, praos. El típico sitio donde la niebla enseñorea y juguetea a dibujarte urtzis y basajaun.

Foto: Van Vleuten celebra su título en Madrid. (EFE/Rafa Gómez)

No será hoy, desgraciadamente, porque el sol cae como si le debiésemos pasta. Es un mayo agosteño, un mayo que disfraza hierbas de amarillos vangogh, un mayo que hace crecer tomates como si fueran problemas gordos. Me he venido a Mallabia para ver, desde dentro, una carrera ciclista. Femenina. Segunda etapa de la Itzulia féminas, bucle alrededor de estos parajes. Pero bucle de 120 kilómetros y seis puertos de montaña. Algunos suaves, otros intermedios. Karabieta, justo al final, agarrándose como un diablo. Bien duro sale el asunto.

La de 2022 fue edición primera en esta Itzulia Women (en fin, hay que venderse en redes, supongo). Lo hacemos casi obligados, dijo el poco brillante organizador, porque los organizadores siempre encuentran micros para soltar sus rebuznos. El buen señor, de cuyo nombre no quiero acordarme (ciclistas saldrán algunas, sí, pero de su nombre no quiero acordarme) se expresó con torpeza (en el mejor de los casos) o con demasiada sinceridad (en el peor y más bochornoso), así que tampoco vamos a extendernos con el asunto, porque no solemos tratar aquí torpezas y bochornos (no, al menos, fuera de competición). Así que... tupido velo.

Fuera como fuese... segunda etapa de la primera edición. Que dure muchas más.

"Esto ha cambiado radicalmente", dice Saúl. Hablamos del seguimiento al ciclismo de chicas. Hablamos, también, sobre las posibilidades que tienes de cara a ese seguimiento.

Foto: Vingegaard fue el ganador de la última edición del Tour. (EFE/Guillaume Horcajuelo)

"Ha sido gradual, pero a la vez meteórico. Desde 2018, llama la atención. Ya en 2020 o 2021 puedes decir que se emite prácticamente todo lo que hay. Hasta carreras menores tienen tele. Hemos pasado de ver un uno por ciento a ver un noventa y cinco por ciento de todo lo que se corre, al menos en países tradicionales de la bici”.

Antes de la salida vagabundeo en plan curioso, que es algo fenomenal para hacer reportajes (y te deja un tipín extraordinario). Hay ambiente en el pueblo, hay un montón de paisanos sentados por terrazas (terrazas a la sombra) bebiendo esto y aquello, que no voy yo a acusar con el dedo a nadie. También comiendo tortillas, porque en el País Vasco tienes que probar las tortillas. Suena muy alta la música, pero como en el norte somos de natural vozarrón, pues es posible entenderse... Yo, por pura mímesis, hago lo propio, trinco silluca bien buena (publicidad de kaslimón casi borrada), observo. Pronto empiezan a pasar competidores calentando, riendo, soltando a comentarios intrascendentes los nervios del antes. Hay un montón de maillots que no conozco, así que me entretengo en el observar. La verdad es que son bonitos, muy bonitos. Nota media superior a la del pelotón masculino, que tiende a lo monocromático con menos imaginación que Azorín...

Así que maillots... un diez.

También me fijo en ellas, claro. Tiene la gracia de cuando ibas antes a ver carreras, cuando no conocías a todos los ciclistas, cuando no manejabas cualquier ranking y progresión. Vamos, que intentas adivinar con tu ojo entrenao (para después darte cuenta que... en fin, ni entrenao, ni na). Lo primero... las piernas. Delgaditas, musculosas, negras de entrenar a diario. Muchas traen recuerdos de caídas (caídas recientes con tono anaranjado, caídas de antes con sus costras a medio despegar), otras van desvelando dibujos con tinta negra. Tribales, bicis, cosas que vete tú a saber significación.

Un ojo también, claro, a los periodistas. Y aquí, en fin... cómo decírselo... que soy el raro. El putísimo raro. Saco al resto, de media, 10 kilos y 10 añucos. O más. Todos parecen coger la bici a cualquier rato muerto, todos tienen aire de no haber visto correr a Lejarreta. Acostúmbrate, Marcos, me digo (porque yo hablo mucho solo, lo que me hace aún más raro), acostúmbrate. Ya no hay marcha atrás...

Foto: Faustina, en imagen de archivo. (Ayuntamiento de Madrid/José Díaz Casariego)

Ya no hay marcha atrás...

El año 2022 marcó, creo, el definitivo salto para el ciclismo de chicas. Tuvimos versión femenina de las Tres Grandes Vueltas, tuvimos cuatro Monumentos (faltó Lombardía), tuvimos carreras legendarias como Gante, Amstel, Flecha Valona, Strade o Lorient. También, claro, vueltas nacientes o ya clásicas en estos asuntos. La Itzulia de la que hablamos, Romandía, Burgos, el Simac Ladies Tour, la RideLondon. Cantidad y calidad, que siempre acaban por ir de la mano.

También a nivel mediático, con un seguimiento televisivo abundante, con publicaciones especializadas, con cada vez más hueco en sitios donde antaño ni soñar podías con ver algo así. Hay dos elementos que ayudan a todo esto, claro (el dominio de van Vleuten, que regala artículos casi cada quince días; y el hecho de que Movistar, transatlántico del terruño, sea uno de los equipos con aspiraciones en casi cualquier carrera), pero reducir el impacto a factores es hacerse trampas al solitario.

No es casualidad, sino causalidad.

Foto: Evenepoel celebra en Bélgica su campeonato del mundo. (EFE/Lauri Dieffmbacq)

Voy a ver la carrera empotrado en un coche de equipo. Es el término técnico, pero no es el que usaría yo. "Empotrado en un coche", anda, no jodas...

Me ha invitado mi amigo Xavier Palacios, que es un tío bien salao. Xavi es alto, tiene gafas y sabe más de bicis (antiguas y modernas) que todos ustedes juntos (aproximadamente, no querría yo ofender a nadie). También cuenta historias buenísimas sobre el ciclismo de antes (lo de Anquetil en Andorra, cuando llegó la Vuelta allí por primera vez, el Tour) y tiene la risa de tan fácil brotar que da gusto hablar con él. Ah, también monta, claro, a veces con hierros bien viejos que él transforma en corceles lentos pero seguros. Sube a su ritmo, pero nunca se para. Puedo jurar que nunca se para...

placeholder Navarra Women's Elite Classic 2022. (EFE/Jesús Diges)
Navarra Women's Elite Classic 2022. (EFE/Jesús Diges)

Le gusta tanto esto de las dos ruedas que pasa ratos libres, fines de semana y feriaos haciendo de mecánico para un equipo de féminas, el Massi Tactic, que tiene su sede en Gerona y se formó hace un lustro. Cada año un poco más grande, cada año un poco mejor. Oye, ¿y por qué no te vienes a esta carrera, aprovechando que te cae cercuca? Pues mira, suena cojonudo, para allá que vamos.

Le pregunto a Xavi. Sobre el ciclismo de chicas, sobre cómo ha cambiado. Me dice que ha subido mucho el nivel. "No te imaginas". Que ahora hay muchas más mujeres que podemos considerar "entre las buenas", pero, sobre todo, casi no hay relleno, prácticamente ninguna se queda de salida. El nivel medio, que es lo que importa. Pasa una de las ciclistas del Massi Tactic, se detiene junto a nosotros, hace señas a Xavi. Esto y esto. Él va hasta una furgoneta, abre cierto cofre lleno de arcanos (llaves, tuercas, dos pares de cada pieza que tenga una bici), rebusca con dedos de quien ha hecho eso mil veces, saca, sonriendo, la herramienta en cuestión. Un minuto, Marcos. La chica bebe, porque el sol pica. Tres o cuatro ajustes. Ya está. Otra sonrisa. Vamos, ya hay que ir tomando posiciones.

Al coche.

Foto: Jonas Vingegaard es el nuevo campeón del Tour de Francia. (Reuters)

Pregunto también a Saúl. A nivel de estructura... ¿ha crecido tanto el ciclismo de chicas? Él reflexiona, responde. "Sí, mucho, aunque creo que no tanto como el salto de emisiones que te comentaba antes. Yo recuerdo una frase de van Vleuten en 2019 o 2020... decía que en aquel momento, en equipos grandes, la brecha de rendimiento entre hombres y mujeres ya no se debía a los diferentes medios, sino que era fisiológica. Dentro del alto nivel llevamos dos o tres años en que las estructuras, a nivel preparación o material, estaban al tope de lo que podían estar. ¿Qué ocurre ahora? Que cada vez se van sumando más a ese nivel".

Manuel Gonzalo me tiende la mano mientras observa mis pintas... el pelo largo, el abdomen abultado, pintas de no coger la bici más que para fotos promocionales. Le capturo una mirada de reojo con Xavi... pero qué me traes aquí, colega, qué me has traído. Saco la libreta, que es como una llave mágica para acreditar ínfulas reporteriles. Falsa alarma, es un encanto.

Manuel Gonzalo es el director del Massi Tactics. Antiguo ciclista profesional. Clas Cajastur, años 1991 y 1992. Rominger, Etxabe, Unzaga, Gastón. Joder, ahí es nada, menudo currículo. Estuvo al volante, también, del Catalunya-Ángel Mir Continental, donde pasó a profesionales Xavi Tondo.

Subimos al coche. Un coche de equipo es como una nave espacial. Bueno, igual me he venido algo arriba, pero es que mola mogollón. Tiene emisoras, tiene mil papelillos sueltos en cien sitios diferentes, tiene un aparataje interno que resulta difícil de descifrar para los de fuera. Embriaga como todos los misterios...

Nosotros somos el decimosegundo en la fila y salimos despacito, despacito. Esto es curioso, porque tú ves una carrera (vas a verla en bici, vas a verla andando, te apoyas en el quitamiedos para disfrutar de unos segundos engarzando piñones y respiración) y parece que aquello va a toda hostia, y apenas distingues manchitas de color. Pero en coche, detrás de ellas, pues parece otro rollo. Y eso que circulamos siempre por encima de los cuarenta kilómetros a la hora. Que ya es apretarse, cuarenta kilómetros a la hora, pueden creerme...

Foto: Las gestas de Valverde se quedarán en nuestras retinas. (EFE/Javier Lizón)

El Massi Tactic es un equipo con 13 ciclistas. Nivel medio, por así decirlo, solo que aquí todo es nivel medio por debajo de Movistar, que es nivel alto-altísimo, y compite en ligas diferentes. Los otros... pues a sus cosas. Premios menores, parciales, la montaña, dejarse ver. Vamos mejor, claro, pero tampoco es una locura, no vayas a pensar...

Como tengo pocas luces lanzo la pregunta incómoda nada más salir. Oye, y de pasta... Gonzalo ríe, Xavi, que va en el asiento trasero, ríe. Fuera del World Tour, la categoría más alta, nadie tiene contrato. Allí sí, allí se han hecho las cosas bien. Pero si no estás en el World Tour... en fin, pues no hay seguridad social, por ejemplo. Se cobran dietas, se reparten premios, hay incentivos. Esas cosas. Pero nada más.

Quedó pensando en eso mientras seguimos hacia delante. Pronto pasamos una ciclista que ha quedado rezagada casi al principio. No es normal, no puede ser por fuerzas. Quizá está enferma, o ayer tuvo una caída, o vete tú a saber razones. Lleva dolor tallado en el rostro. Intento no mirar fijamente, por respeto, pero resulta hipnótico. Es una de las paradojas de este bendito deporte, creo...

Foto: Ángel Arroyo, José Miguel Echavarri y Perico Delgado. (EFE/Juanjo Martín)

Y el tema de la profesionalización... ¿cómo se lleva? Saúl vuelve a responder. "A nivel de la máxima categoría... bastante grande. Desde 2020 las estructuras World Team tienen un salario mínimo establecido para todas las corredoras. El plan es que a 2024 o 2025 el suelo sea idéntico al de los chicos. Así que las chicas encuadradas en estos equipos tienen salario para, como poco, vivir de esto sin necesidad de trabajar en otros asuntos. Que es lo que pasaba hasta hace nada, quitando quince o veinte ciclistas. Y que es, ahora, lo que sigue pasando a corredoras que no están en la máxima categoría".

Las organizaciones también arrastran lo suyo. "Normalmente las carreras que tienen contraparte masculina gozan de una estructura grande, pero siempre ves algún recorte de presupuesto si lo comparas con la de hombres. Y eso se nota, tanto en las retransmisiones como en infraestructura de llegadas y cosas así. O tener dos motos en carrera en lugar de tres...".

Primera subida. Areitio, cortito pero con dos primeros kilómetros que escuecen cuál picadura de abeja. Todos los coches tienen que frenar al principio, porque quienes van en bici notan el cambio de planicie a pendientes. Plato grande, plato chico. Hay mucha gente apoyada en el quitamiedos. Cicloturistas, sobre todo, lo que convierte la subida en una sucesión de flashes a colorín (maillots de club) y metal (las bicis).

placeholder EFE/Jesús Diges.
EFE/Jesús Diges.

Pasamos al primer grupo que no puede. Seis chicas. Puedo escuchar los bufidos (ya no llevan respiraciones, sino bufidos). Mira, esto es algo que no ves por la tele. Son profundos, graves. Parecen el sonido de un jabalí al que asaetearon grupa. Otra vez la lucha entre pudor y morbo. Otra vez.

Casi no me doy cuenta y ya estamos arriba. Joder, cuando voy yo dando pedales estas cosas duran mucho más (otra ficción... lo que son repechos en nuestras crónicas tornan agonías cuando te pones a ello personalmente). Entonces... descanso. Solo que no. Ojito, ojito. Vértigo, miedo. Pero cómo se puede bajar así, tú, pero qué locuras son estas. Temo por una caída, me agarro fuerte a todos los asideros de los coches en un "por si acaso". Pregunto a Manuel si le echan narices desde el principio, desde el día en que debutan como director. El tío conduce con una mano, maneja radiotransmisor con la otra, mira a derecha e izquierda, habla conmigo, habla con Xavi, podría ir leyendo un periódico y pelando tres naranjas. Todo a más de ochenta por una carreterita que, vale, tiene asfalto cuco, pero también gasta curvas como para no llevar café en las manos. Vuelve a reír. Te obligan a hacer un cursillo, dice. Yo, además, a veces voy de conductor para invitados en algunos equipos World Tour masculinos. Así que sí, controlo bastante.

Controla bastante. Libero un poco la presa sobre el apoyamanos. Pero solo un poco.

Foto: Van Vleuten celebra su título en Madrid. (EFE/Rafa Gómez)

Vale, llevamos veintidós kilómetros de carrera y el grupo grande tiene cincuenta tías. Vamos, que ha sido cañero. Pero cañero de verdad. Y ahora otra vez cuesta arriba. Dos puertos empalmaos, dos terceras que hacen un segunda. Desde el coche se escuchan triscar piñones, se oyen cadenas completamente cruzadas de quienes quieren aguantar el plato hasta donde puedan. Ahora vamos despacio, muy despacio, y aprovecho para hacer pronóstico. Oíd... ¿Quién es favorita para hoy? Xavi y Gonzalo contestan casi a la vez... Pues Vollering, seguramente, que ya ganó la primera etapa. Aquí es que las buenas ganan, no hay diferencias entre parciales y general. Al ser una vuelta tan corta, de solo tres días, pues...

(Acertaron, por supuesto, que para eso saben un montón. Demi Vollering, neerlandesa, ganó las tres etapas de la Itzulia femenina. También, claro, se llevó el maillot amarillo a casuca. Segunda fue Liane Lippert y tercera Marta Cavalli, germana y transalpina respectivamente. Yurani Blanco fue la primera española, en trigésimo séptima posición, pero es que aquí no estaban las punteras. Mireia Benito fue la mejor en Massi).

Y qué techo puede tener el ciclismo femenino. Pregunto a Saúl, él vuelve a reflexionar. "Es que no es algo fácil, porque lo puedes interpretar desde varios puntos de vista. El mediático, el calendario, el estructural... hay mil historias. Yo quiero pensar que no hay un techo, que esto debe seguir creciendo. Pero hay otra cosa que debes tener en cuenta... es importante llegar al techo, claro, pero también que no colapse todo en su ascensión hasta allí. En los últimos años se ha puesto énfasis en lo que está más arriba... que crezca el calendario a base de grandes carreras (muchas veces hermanas de las masculinas), en atraer grandes estructuras (otra vez con equipos masculinos que ponen sección féminas), pero también deberíamos cuidar la base, la formación, que no desaparecieran carreras pequeñas... A mí me da pena ver cómo pruebas clásicas, organizadas por auténticos apasionados que contaban solo con su amor, que perdían a veces pasta, se ven desplazadas por estas nuevas supercarreras de superorganizadores ya muy establecidos en el mundillo ciclista, sí, pero en el mundillo ciclista de hombres. Este tipo de cosas son las que me dan un poco de miedo. Queremos llegar muy alto, pero sin cimientos sólidos puede colapsar".

Foto: La ciclista alemana, Annemiek Van Vleuten. (EFE/Juan-Christophe Bott)

A mitad de carrera hay un bajón de intensidad. Tramo más suave, avituallamiento, fuga ya hecha. Es cuando los coches de equipo se ponen en paralelo, bajan ventanillas y empiezan a hablar cosas. A veces sin palabras, que palabras sobran. Oye, nosotros queremos esta clasificación, ayer no tiramos a por una de las vuestras, creo que deberíamos colaborar. Etcétera, tampoco es plan de contarles todo el asunto.

Parece como si todo (el paisaje, el entorno, el mismo público) se hubiera imbuido con ese sopor. Pasamos junto a un cicloturista meando en la cuneta (no habrá tiempo para hacer estos asuntos que aprovechas el paso de la Itzulia), me fijo en una torre defensiva cercana (antes también hubo banderizas, aunque no eran sobre bicis), hay una niña de primera comunión, blanca y radiante, saludando el paso de las corredoras, moviendo mucho la manita, la sonrisa más grande que usted imaginar pueda. Este tipo de detalles casi se han perdido entre los pros, de tan medido que está el asunto, y son los que hacen al ciclismo un ente que respira y es...

Foto: Ciclistas en Viana, España. (Getty Images/Gonzalo Arroyo Moreno)

En el coche hablamos de esto y de lo de más allá. De si tiene retorno publicitario el ciclismo femenino, por ejemplo. Y me dicen que sí, que empieza ahora pero ya es palpable, porque ellos (la marca que patrocina su equipo) venden bicis en el mercado internacional, y allí el escaparate son estas chicas compitiendo en De Ronde, en Itzulia. Entonces hay un crepitar fortísimo que viene desde la radio, y yo pienso que igual el coche se nos desmonta y pasamos a ser mártires del reporterismo ciclista, pero ellos me tranquilizan. Eso es una de las corredoras, que se ha dejado el pinganillo abierto y, con la velocidad, recibe golpes del maillot. Miro preocupado esa emisora que no para de escupir improperios en wookie. Vale, me fiaré.

Fuera... pues eso, Euskadi. Los prados, los pinos, las vacas (vi unas con pelo así medio largo, color canela, que eran preciosísimas, y quería llevarme una, pero luego recordé que vivo en un piso, y quedó el asunto en veremos), un montón de manzanos (en nada, sidra), un montón de nogales, algunas parras. Caseríos, también fábricas y almacenes grotescos (parecen puestos allí por un urbanista enfadao) según nos acercamos a poblaciones grandes.

Ah, y el sereno, vimos al sereno. Un señor así, con boina negra, camisa de manga corta a cuadros, una vara de avellano bien gorda, perro más grande que Marianne Vos. Apoyado en un pino (el hombre, no el mastín), una pierna flexionada, suela sobre corteza. Digo que era el sereno porque a partir de verlo... la locura. Es como si diera otra salida.

Foto: Ocaña, Merckx y Thevenet. (Imagen de archivo)

Joder, ahora sí que se pone el asunto seriote...

"Mira, a mí antes, durante las retransmisiones, me llegaban sobre todo preguntas. Preguntas. Quién es esta, qué carreras hay. Redes sociales y eso. Ahora entran comentarios, opiniones. A veces críticas, a veces estoy de acuerdo con ellas. Pero eso ya marca un cambio, supongo. Es que la gente se va aficionando, va entrando, cada vez la base de aficionados y el conocimiento es mayor".

Y concluye.

"Significa algo, creo".

Karabieta engaña. Tú miras números y, oye... siete al seis. Vale, su tema, pero tampoco estremece. Pasa que luego vas por allí y... mira, qué cuco, que los últimos tres kilómetros son (casi) llanos. Y que los tres primeros, por consiguiente, calzan rampitas de mordisquear patas. Casi el diez de media, alguna más a traición. Aquí se decide todo, aquí vamos a ver sufrir de verdad.

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Aclaración... si tú vas en un coche de equipo viendo una carrera ciclista pues... no ves una carrera ciclista. Vamos, que te enteras del asunto por radio e internet, porque la cabeza te queda lejísimos, y las buenas son puntitos de color tres curvas más adelante. Así que si buscan crónica al uso... meh, fallo.

Lo que sí aprecias es todo lo demás. El otro ciclismo, por usar clichés sobeteaos. Quienes se descuelgan. Nos ponemos al lado de dos mozucas del equipo. Me advirtieron antes de salir... no sé qué habrás visto en otros lugares, pero aquí nadie se remolca, y no damos botellines de esos pegajosos que arrastran a la ciclista durante doscientos metros. Así que... solo ánimos. Hay una de ellas, una especialmente, que va con cara por qué no me prepararía yo unas opos de Auxiliar Administrativo. Muecas, los ojos casi lloran. La animamos, ella cierra los párpados, frunce labios, sonríe casi imperceptiblemente, pero con sonrisas hasta el dolor mejora. Vas más rápida, más feliz... bueno, solo más feliz. También una corredora nos pide agua por la radio, y entonces hay claxon, y saltos, y aceleración, y frenos, y ruedas que chirrían, y un coche esquivando pies, autos y bicis como si fuera la chicane de Eau Rouge. Finalmente, llegamos hasta ella, y le damos su botellín delante de un cartel que anuncia “leña seca de encina”. Va negando con la cabeza, el maillot manchado con regueritos de color blanco polvoriento, recuerdos de la sudada en cada alto. Hace calor, muchísimo calor, un calor pegajoso, calor vasco de valles y ollas. Me fijo en que las ciclistas tienen los brazos cubiertos con puntitos negros, unos insectos que se quedan allí a vivir. Llegarán a meta exhaustas, rotas, y con patitas asaeteándoles la piel...

Foto: Maurizio Frondiest, cuando estaba en activo. (Cedida)

(Ah, en este último puerto había muchos aficionados. Y aficionadas. Y, sobre todo, muchas niñas con sus bicis. Es algo que me llamó la atención, porque hasta hace años apenas... Pues aquí, a montones. Algo habrá de significar).

La etapa termina en Mallabia, como dije antes. Al entrar en el pueblo me fijo en una pintada sobre muro. Mezcla Mazinger Z, Afrodita A, el bruto mecánico Jinrai S1 y ciclistas, muchos ciclistas. Vuelvo a mirar, creo que me traiciona mi imaginación. Sigue allí. No sé quién pudo pintarlo, pero quiero a esa persona muchísimo...

Ah, para hacer la gracia definitiva los últimos trescientos metros son un repechón de pendientes bien gordas y superficie deslizante, porque ya me dirás tú si losetas de parquecillo no son superficie deslizante. Rodeas la iglesiuca y ya, terminas. Ya les dije, ganó Vollering, que estaba en plan merckxiano (o vanvleuteniano, que tenemos un referente cerca), segunda fue Olivia Baril y luego llegó Marta Cavalli.

Foto: Marianne Vos, la ciclista que se convirtió en la mejor del mundo gracias a una empresa española

Las ciclistas van entrando, y se derrumban casi al pasar la última línea, porque tú puedes ir en cualquier posición, que siempre aprietas agónicamente en el repecho final. Allí, en el templo, hay una boda, así que los tacones de vestidos caros se mezclan con las calas de babuchas, y todo es una cacofonía maravillosa, y ellos miran raro, y nosotros miramos raro, y hay una charanga que empieza muy seria, tocando piezas de Schubert (o algo así), pero pronto se pasa a esa tonada tan conocida del "A mí me gusta el pipiripipí, con la bota empiná", etcétera, y todo mola mogollón.

Todo.

¿Saben? Igual hay 35 grados, pero yo ya tengo ganas de volver.

Por los altavoces suena Thundestruck.

Consejo Superior de Deportes (CSD)
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