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Roglič se mira en Rominger (pero con menos babas)
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Se acerca La Vuelta a España

Roglič se mira en Rominger (pero con menos babas)

El esloveno ha ganado la contrarreloj masculina en los Juegos y busca su tercer campeonato en nuestro país. Es el favorito indiscutible, más aún tras el rendimiento mostrado en Tokio

Foto: Roglič , en acción durante los Juegos. (Reuters)
Roglič , en acción durante los Juegos. (Reuters)

Las cosas eran muy distintas en 1994.

Aquí, por ejemplo, mandaba Felipe González, que estaba mucho más flaco que ahora. Por los asuntos del fútbol se ponían en plan intratables el Milán y Brasil. Los atletas españoles entraban en su edad de oro, según cuentan algunas Fuentes. En música el año parecía un estercolero de 'rockanroll' suavecito y 'pijipiadas' para niños de urbanizaciones buenas. Y la Vuelta a España se celebraba en abril, claro. Por culpa de eso no nos sale perfecta la mímesis, oigan. Por culpa de la Vuelta, digo, las pijipiadas llevan su penitencia aparte...

Ese año ganó un suizo. Tony Rominger, se llamaba. Igual ustedes se acuerdan. Pelo raleando, muchas babas, una chepa bien feota cuando se ponía en plan máximo esfuerzo. Campeón de los grandes, también. Ojo, con sus cosas de los noventa, porque los noventa fueron muy noventeros (igual que nuestros años de ahora son como son, supongo), pero campeón de los grandes. El primero que ganó más de dos Vueltas a España, que la carrera tenía esa particularidad. Dos, lo máximo. Gente buena, ¿eh? Deloor, Berrendero, Delgado, Tarangu, Hinault. Pero solo un par... Hasta que llegó él. Tres de una tacada, lo nunca visto. Luego también hizo triplete Contador, y hasta repitió la serie Roberto Heras, solo que no, y luego sí, y luego no, y después ya sí, porque su muestra de orina tuvo la misma cadena de custodia que los cubatas de cacique en aquel bar donde siempre te echaban garrafón. Ustedes me entienden. En fin, que no venimos a hablar de eso (y menos mal).

placeholder Induráin, a la izquierda, junto a Rominger. (EFE)
Induráin, a la izquierda, junto a Rominger. (EFE)

Y eso, que Rominger. Tercera Vuelta a España seguida. El año anterior fue segundo en el Tour, nada menos. Y en la temporada de su triple hubo de abandonar en Francia, totalmente desbordado. Pena que... eso, que una cosa fuese en abril y la otra en julio, y no en julio y septiembre como ahora. Porque nos quedaba la comparativa niquelada. La comparativa con Primož Roglič, claro.

Tienen bastantes cosas en común ellos dos. Rominger fue ciclista tardío, también. Llegó a esto bien entrado en la veintena (aun tenía pelo, pero aquello ya pintaba mal) y empezó a destacar casi desde el principio. En crono, especialmente, también algunos días sueltos allá por los altos. Ciclista interesante, uno de esos a seguir. Pero... cierta inconsistencia para aspirar a cosas mayores. Te puede hacer muy bien cinco etapas y cagarla en la sexta. O perder media hora en la decimotercera, vaya. Que no, que las cosas esas de tres semanas no están hechas para él. Eso sí, el resto... lo que usted quiera.

Roglic busca la marca de Rominger

Luego Rominger mutó (o evolucionó, si son ustedes un poco así), hasta convertirse en máquina casi perfecta para las Grandes. Tres veces primero por España, luego un 'saltuco' allende los Alpes y la rosa para casita. También destacaba en otros temas. En País Vasco, por ejemplo, aún se recuerdan las razias primaverales que montaba, el muy huno. Era ambicioso, no regalaba victorias de etapa, tenía sprint potente y aceleraciones incontenibles dentro de cierta zona de seguridad (póngale usted un par de kilómetros, grosso modo). Jugaba con sus rivales como gato con ratón, haciéndole lo mismo día tras día a Zarrabeitia (por poner un ejemplo) sin que este pudiera responder. Más o menos, ¿eh?, no querrán ustedes que durante todo un lustro siguiese el mismo guion, letra por letra... Ah, también se le adaptaban bien algunas Clásicas. Lieja, aunque no triunfase nunca, o Lombardía. Tipo que iba mejor cuanto peor, que caminaba muchísimo con lluvia. Zafarranchos desde su casa en bastantes ocasiones (aquí se diferencia del esloveno, miren). Bastante fiable en sus cotos de caza.

El caso es que para 1994 Tony Rominger (ya en Mapei, antes por Clas) ganaba su tercera Vuelta a España seguida. En unos días Primož Roglič intentará igualar la proeza. Aquel baile definitivo para Rominger fue el más contundente. Una auténtica masacre, dominando todo y a todos desde el primer día. “Hazme veintiuno como este”, dicen que dijo al ganar su primer amarillo tras el prólogo. Un puntito de chulería, pero cumplió promesa. Ahora ya no hay ni amarillos, ya ven.

placeholder Roglic celebra la medalla de oro. (EFE)
Roglic celebra la medalla de oro. (EFE)

Favorito indiscutible

Lo de Primož Roglič es distinto, porque los tiempos son diferentes. Circunstancias parecidas, pero ya está. Hoy corre uno mucho más resguardado en el conjunto, con trenecitos 'chucuchú' y demás. Digamos que el esloveno es favorito indiscutible, claro, porque un doble ganador de cualquier carrera siempre habría de serlo. Y porque llega en forma, ya vimos los Juegos Olímpicos. Y porque ha demostrado tener calidad, fuerza y cabeza suficiente como para afrontar el reto. Y porque... joder, porque es Primož Roglič. No lleva su mejor año, pensarán algunos. Y... sí, pero no. Digamos que el fracaso del Tour de Francia pesa demasiado, porque, en general, el Tour de Francia pesa demasiado, y es muy complicado abstraerse a él en cualquier análisis. Pero fijarse solo en la Grande Boucle es también hacerse trampas, oigan. Desde varios puntos de vista. En primer lugar porque se obvian los caminos hasta su abandono (con caídas por medio, y unas últimas jornadas que parecía momificado, el tío). Visto el rendimiento de su compatriota Pogačar parece difícil pensar en que hubiese podido ser alternativa seria, pero... en fin, nunca podremos saberlo. Y, además, si solo hablamos de Francia en julio nos olvidamos de Francia en marzo, y del País Vasco en abril. Allí, en los dos sitios, Roglič mostró una de sus versiones más dominadoras. General definitiva y parciales, como debe ser. Cabalgada camino de Arrate, por si fuera poco, que es algo que muchos (yo también) le poníamos en el debe a Primož, como si siempre tuviese que esperar hasta las vallas para demostrar todo su potencial. Ah, también fue segundo en la Flecha, que importa bien poco (los pódiums en clásicas tampoco abren noticiarios) pero debe sumar en este análisis, creo.

Visto así... ni tan mal. O muy bien, oigan. Dicho de otra forma... el rendimiento de Roglič está siendo este 2021 tan bueno (o tan malo) como lo ha sido hace tres primaveras, al menos. Así que... cero dudas. Se presenta en la Vuelta, además, con un equipo de garantías (y sin Tony Martin, que es garantía doble). Le va el recorrido, porque este tipo de cosas son perfectas para él, con sus pendientes imposibles, con sus cronos quebradas, con sus “mira ese” y sus “joder, cómo va”. Todo preparado, pues, para emprender una reivindicación que no debería ser tal...

Casi un cuarto de siglo más tarde Roglič llega para igualar el récord de Rominger. Tiene más pelo, menos babas y parecidas patucas que el suizo. Y no se rinde, porque no sabe rendirse. Es, sin duda, el máximo favorito para este trasiego que llaman Vuelta a España.

Las cosas eran muy distintas en 1994.

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