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Evenepoel y Vingegaard, los únicos que eclipsaron a los fabulosos eslovenos en el 2022
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HUBO GRANDES ETAPAS

Evenepoel y Vingegaard, los únicos que eclipsaron a los fabulosos eslovenos en el 2022

Se termina un año más de ciclismo, que dejó la victoria del danés en el Tour de Francia contra todo pronóstico. Remco fue el ganador en la Vuelta a España, por delante de Mas

Foto: Vingegaard fue el ganador de la última edición del Tour. (EFE/Guillaume Horcajuelo)
Vingegaard fue el ganador de la última edición del Tour. (EFE/Guillaume Horcajuelo)

Se acaba el año, amigos, y es tiempo para hacer reflexiones. Bagaje. Aquella oportunidad perdida, aquel "la última y me voy" que nunca cumplimos, ese "tres días de gimnasio a la semana y los findes voy al monte" que quedó frío, abandonado por las áridas mesetas de marzo. Todos los errores, algún pusilánime acierto. Y el ciclismo, sí. Que ya suficientemente dura es la vida como para no alegrarnos un poco el asunto con esto de las bicis. Aquí vinimos por el disfrute y vive Merckx que lo hicimos en el año 2022.

Acompáñenos, lector paciente, en este recorrido lleno de subjetividad, faltas de respeto y niputaideísmo por la temporada ciclista a la que decimos adiós.

El Gran Hermano era esloveno y nadie nos lo advirtió

Medio siglo preocupados con lo de la Guerra Fría y resulta que ahora quienes dominan el mundo son los eslovenos, macho. Sí, sí, no es exageración. Durante el primer tercio de la temporada aquello parecía tierra mullidita y los muchachos de Eslovenia auténticas huestes de hunos. Que, ya sé... se nos desvía un pelín la metáfora, pero tampoco vinimos aquí para aprender historietas.

placeholder El recibimiento a Vingegaard en Dinamarca. (Reuters/Vincent West)
El recibimiento a Vingegaard en Dinamarca. (Reuters/Vincent West)

Eso, que comienzos y... madre mía, los mozos estos. Que no dejan ni las migajas. Todos con esos nombrucos que debes dar copia y pega a la wiki para no dejarte carones (si escribes en periódicos deportivos puedes saltártelo, que nadie se va a fijar). Primož Roglič buscando venganzas por Niza (a un antiguo saltador de esquí le deben molar las venganzas, creo). O Matej Mohorič bajando el Poggio con el sillín a altura de las rodillas y las gónadas a la altura de la epiglotis, lijando muros en cada curva cerrada, derrapando como si fuese el malo de Ben-Hur. Hubo un momento, allá por marzo, en que todos los trofeos que había repartido el World Tour terminaron en la pequeña Eslovenia, patria querida, Eslovenia de mis amores, quien estuviera en Eslovenia, etcétera.

Porque falta el bueno. El crack. El muchacho que todo lo puede, el mechón más travieso y cañero a este lado del Atlántico, el niño con cara de buen chico que encierra dentro un tejón (vale, no literalmente, pero es que no deja de recordarme). Tadej Pogačar, claro. De Eslovenia, claro, porque Eslovenia está, ahora mismo, preparada para mandar a un hombre a La Luna, inventar la máquina de vapor o escribir El Quijote. Aproximadamente.

El calendario (y comportamiento) de Tadej ha sido, durante este año, una oda al ciclismo. A la historia de este bendito deporte, al respeto por la misma que nunca debió perderse y fue vapuleada durante años que preferimos olvidar... no, espera, es que los hemos olvidado, de tan coñazo que fueron... Pogačar es el mejor ejemplo de que no solo cuentan las victorias (que consigue muchas, más que nadie, y más trascendentes), sino también el afrontar desafíos que otros antes de ti afrontaron. No esconder el morro detrás de un treno que sonríe solo por julio, vaya. Así que, en esa tesitura... pues clásicas. Que se iba a comer toda la campaña primaveral, el paisano (evitando Roubaix, luego se vio en el Tour que tampoco pasaría nada por ir) y también las transalpinas de otoño. Mirabas su agenda y ya se te caía la baba. Porque además... competitivo en todas. Tirando de su mejor arma: ataque de lejos y ritmo inasumible durante millas. A veces sale, como en Siena. A veces se te pega un belga rocoso subiendo la colina esa cerca de San Remo y no te puedes zafar. Y a veces hasta debutas en Flandes con exhibición para el recuerdo que no tiene premio, pero dibuja mitos.

Y este deporte vive de mitos, no de victorias olvidadas el miércoles. Aquel día ganó Mathieu van der Poel, pero hubo un momento (un momento precioso, un momento trascendental, un momento de Pogačar y Van der Poel en el Paterberg que vale por los setecientos cuarenta y dos años de otros profesionales amarrateguis) donde el futuro pudo cambiar, estuvo a punto de hacerlo. Solo que Van der Poel es el tío mejor adaptado a Flandes que ha nacido en años, y logró no ceder, y logró imponerse al esprint, y logró pocas cosas más este 2022, porque el 2022 de Mathieu ha sido oscurete, oscurete, ha sido una sombra de quién es y quién fue, ha sido un quiero y no puedo. Ha sido, sobre todo, una sensación de no divertirnos sobre la bici, con lo que nos divertíamos nosotros, Mathieu, encima de la bici...

placeholder Pogacar saluda a los aficionados en un acto. (EFE/Yoan Valat)
Pogacar saluda a los aficionados en un acto. (EFE/Yoan Valat)

Ah, Pogačar ganó Lombardía por delante de Mas y Landa. Ya tiene tres Monumentos (Pogačar, no Mas, y tampoco Landa) y su carrera contra la historia (contra Hinault, que es a quien mira fijamente) continúa...

¿Hindley? Me suena, sí, pero...

¿Les he hablado de Mikel Landa? Pues hizo un año bastante bueno. A ver, tenía tres objetivos: Giro, clásicas de otoño y fiestas de Vitoria, y rindió a gran nivel en al menos dos (seguramente en tres, pero carezco de confirmación oficial).

Por el Giro subió Mikel al podio, que llevaba siete añucos sin catarlo, así que... óptimo. A ver, la cosa fue gris, de aguantar y aguantar, fue menos landista que sastriana (de Carlos Sastre, no de Jean-Paul Sartre, porque aquí el infierno es el 'maldito Yates'), pero cuando acaba el asunto con (moderado) éxito, poco hay que andar añadiendo.

Sí pareció que pudo haber más, oigan, porque el Giro quedó en duelo de segundones, de esos ciclistas que tú tifas porque te hace ser distinto, y diferente, y ligeramente esnob. Tercero Landa, segundo Richard Carapaz. Ganó Hindley, que no tiene tifo, ni club de fan, ni nadie que sepa si es rubio o moreno, que le pega poco aire en el morro y así no hay manera de enganchar a los chavales a las bicis, tú, que muy bien lo de los youtubers y los influencers con media neurona, pero su público potencial son cuarentones calvos, y los otros necesitan algo de movimiento, algo de cachondeíto, un ataque, una traición. Y en el Giro... meh. Se decide todo pasada la Malga Ciapela, en los últimos cuatro kilómetros del último puerto de la última etapa importante. Que fueron muy rápidos, dicen los apóstoles de los números y de lamer traseros. Que menudo bodrio, decimos los rapsodas de las bicis y el verso libre. En fin, yo también me puedo equivocar, pero al menos opino con gracia...

placeholder Mikel Landa, durante la Vuelta a España 2022. (EFE/Javier Lizón)
Mikel Landa, durante la Vuelta a España 2022. (EFE/Javier Lizón)

Ah, el Giro de Italia fue epílogo (bueno, epílogo, epílogo no, pero me vale la metáfora... ¿ven?, otra cosa que los numerólogos y los 'ponte tú a correr tan deprisa' tampoco entienden) para dos de las grandes carreras en este deporte desde hace... bueno, desde hace mogollón, porque Alejandro Valverde debuta en pros antes de nacer Juan Ayuso. Y eso, que se fueron Vincenzo Nibali y Valverde, y arrastraron tras de sí muchos recuerdos, cientos de victorias, algunas cagadas legendarias (esa meaduca sin hacer en Florencia) e imágenes que nos acompañaron durante toda nuestra vida adulta, porque si usted no identifica momentos vitales con datos ciclísticos (me casé el año de la tercera Lieja de Valverde, mi hija nació cuando Nibali ganó su segundo Giro, la gran borrachera con anís fue el día de Zaragoza en la Vuelta 2001, ganó Igor González de Galdeano) es que no son aficionados ni na'. Seguramente esta última temporada no saliera como ellos esperaban (aunque Alejandro quedó varias veces cerquita de una portada buena, y va a salir fenomenal en el documental de su equipo), pero sería injusto quedarse con ello a la hora de hacer balance. Que debe hacerse. Con todo.

Cómo ganar un Tour con piernas, pero sin carisma

Dejó sensación rara, el Tour. Sobre la carretera... edición excelente, con un nivel de batalla y de golpes a diario como no se veía desde... bufff, desde hace mucho. Sumen elementos de sorpresa (ese Tadej atacando en adoquines), sumen una etapa histórica (el Granon tiene duende, está claro), sumen alternativas, resurrecciones inesperadas, el rendimiento atómico de ese Fabio Parra en cuerpo de Sean Kelly que es Wout van Aert y... bueno, todo para quedar henchidos de felicidad, con esa sonrisa boba del post-coito.

Sucede que el ganador, Jonas Vingegaard, tiene menos carisma que el frutero de su barrio (ojo, el frutero de su barrio es bastante cool) y calza algunos tics de hikikomori que no me ayudan nada para construir relatos chulos. A ver, luego tenemos lo de la última crono, que casi se nos escoña, el tío, y eso hubiera sido la pifia más grande en toda la historia de las pifias grandes. Pero el resto del tiempo... comprar manga, discutir en internet sobre orquídeas y mantener la persiana bien abajo, aparentemente.

placeholder Van Aert, feliz tras la conclusión del Tour de Francia 2022. (EFE/Yoan Valat)
Van Aert, feliz tras la conclusión del Tour de Francia 2022. (EFE/Yoan Valat)

Eso sí, en el aspecto puramente deportivo... bueno, el paisano se cepilló bien a Pogačar, e incluso dejó cierta impresión de que podría haber metido más segundines de haberlo necesitado. Solvencia absoluta... y equipo inabordable. El esloveno luchaba contra una máquina engrasada a la perfección que recordó, en algunos momentos, a cosas de cuyo nombre no quiero acordarme, ay.

Claro que todo esto estaba mediatizado por el Granon, y el Granon estaba mediatizado por el Galibier. Es curioso, he visto en muchas ocasiones ya esa etapa y siempre reflexiono lo mismo. Y mi reflexión es oximonórica, que es una cosa bien fea cuando te dedicas a escribir, pero qué le voy a hacer. Actuaron todos como debían. En esa tarde, digo. Sí, todos. Pogačar salió a por los ataques de Roglič en el Galibier, y se quemó muchísimo, y luego acabó petando. Pero lo hizo bien. Incluso visto a posteriori. Que sí, que Roglič estaba para el arrastre, pero en aquel momento mira tú, a ver quién se arriesga, y delante andaba Wout, y tú dejas a Roglič enganchar con Van Aert para que le haga el descenso del Lautaret (todos sabemos cómo es el descenso de Lautaret) y lo mismo empiezan Granon con nueve minutos, y entonces el problema era más gordo, porque ese tiempo es difícil quitárselo hasta a Guido Bontempi, y ya tienes muchas más preocupaciones en la cabecita. Así que... ejecución perfecta de Jumbo, respuesta adecuada de Tadej, piernas siderales de Vingegaard (no olvidemos esto, que es lo principal) para el despegue definitivo de cara a su primer liderato. Desde ahí... a París cuesta abajo. Con ataques, pero cuesta abajo. Pinta chula revancha para este añuco. Yo estoy ya ansioso por verlo.

placeholder Evenepoel celebra su victoria en el Mundial. (Reuters/Christian Hartmann)
Evenepoel celebra su victoria en el Mundial. (Reuters/Christian Hartmann)

El maravilloso Remco Evenepoel y sus aventuras

Habrán observado ustedes cómo en nuestro repaso primaveral se nos quedó en el tintero Lieja. Es lo suyo, oigan, desde hace demasiado ratín, porque la Lieja viene siendo un coñazo de proporciones siderales y tampoco estoy yo para amargarles las angulas (es coña, ustedes tiran de gulas, que esto son bicis y no golf).

Sucede que este año es distinto. Y es distinto por culpa de... no, quiten eso... gracias a nuestro siguiente protagonista. ¿Mejor corredor de esta temporada? A los puros puntos, sin duda, aunque en estas mismas páginas (otro purparlé, influencers... ya sé que el medio es digital) yo mismo argumenté cómo veía más lucido el tema en Tadej. En fin, opiniones, acepto la otra (si me hablan de Vingegaard ya no, entonces tuerzo morruco).

Y eso, que Remco Evenepoel. Meses en plan montaña rusa, no vayan a pensarse, combinando exhibiciones con petardeos en montaña dignos de su primo Sebastián, el que sale a andar en bici después de triscarse cuatro copas la noche anterior. Vamos, que guay, pero...

Hasta que llegó Lieja. Allí, Evenepoel hizo lo que hace Evenepoel cada vez que calza dorsal: atacó. Atacó a un mundo, atacó en La Redoute, que es tener estilazo, que es decir "mira, yo sé cómo funciona esto de la Historia", que es ir con todo. Atacó, puso su ritmo, empezó a mover esas patas que tiene (patas de mediocentro noventero, patas de llevar las medias hasta arriba y cortar contraataques de forma solvente) y los demás (los que no son Remco) mezclaron cagalera con debilidad y pumba, todo terminado. Primer monumento para la criatura y un peso que se quita de encima.

placeholder Enric Mas, en plena Vuelta a España. (EFE/Javier Lizón)
Enric Mas, en plena Vuelta a España. (EFE/Javier Lizón)

No sería el único. ¿Dices que la alta montaña le hace pupita? Pues me vengo a la Vuelta y sentencio el rollo en la alta montaña (o en lo que sea que son las etapas de la Vuelta). De acuerdo, pasó lo de Roglič, y eso desluce un poco el resultado, pero... Roglič se retiró para todo el mundo y solo llegó vestido de encarnado nuestro Remco. Solvencia y superioridad incontestable. Tras él, sorpresillas. Enric Mas, que parecía perdido para la causa entre lo del Tour y su problema con descender rápido. Retorno a casa y reencontrar sensaciones. Era mejor ciclista de lo que pareció en julio, sería mucho mejor si quisiera actuar de forma frecuente como lo hizo en las clásicas otoñales. Tiene condiciones... pero no para ganar una Grande Boucle. Igual reconocer eso es punto de partida para apañarse un palmarés cuco (que, por ahora, es palmarés vencejo).

Tercero en Madrid fue Juan Ayuso. Que tenía 19 años entonces, y si lo comparan con aquello que hacían ustedes a los 19 años pues... bajona. El más joven de siempre pisando podio en una Grande. No me pregunten razón, pero este hecho, tan histórico... un pelín frío. Quizá fue por cómo lo consiguió, aguantando cual perrete, quizá por las ausencias, por los abandonos, por los rivales. No sé. Me quedo con ganas de más (y con la certeza de que veré más en el futuro, empezando por 2023).

Ah, nos guardábamos algo para terminar con Remco. El Mundial. Que fue en Australia y tuvo menos fulgor que otras veces, no sé si ustedes están de acuerdo. Allí Evenepoel hizo el único ataque realmente serio (salvo los de las gaviotas a Bauke Mollema, pero es que con Bauke Mollema la seriedad se toma moscosos) y llegó solito después de una exhibición legendaria. Que no les engañe lo anterior... su victoria fue de mérito y, sobre todo, de galones. Ya es uno de los grandes de hoy, apunta a ser uno de los grandes en décadas...

Y lo hará, al menos durante unos meses, vestido de arcoíris.

placeholder Nairo Quintana sonríe durante un evento. (EFE/Chema Moya)
Nairo Quintana sonríe durante un evento. (EFE/Chema Moya)

Dramatis Personae

Y luego quedan otros. No anónimos, pero sí... en fin, algo ausentes, sin entrada particular, sin mención en las líneas anteriores. En algunos casos de forma injusta, lo reconozco, pero no siempre. Así que ahí queda nuestro dramatis personae (aviso para influencers: es otro purparlé) de este 2022.

Julian Alaphilippe: desconocido y desafortunado. Nada se vio de aquel ciclista peleón y con un reprís que asusta. Tiene una edad jodidilla para estos asuntos, porque lo mismo ya no reencuentra sus piernas de antes. Y comparte maillot con Remco.

Biniam Girmay: toda una sensación. Esprinta, sube cotas, tiene potencia. Es, además, un exotismo muy vendible. Eso sí, desde que deslumbró al principio de temporada ha ido ratoneando una rueda tras otra. Vamos, que táctica Cacaíto. Si es para aprender... perfecto. Si se va a consolidar como filosofía... vamos mal, Biniam, vamos mal. Punto y aparte el abandono en el Giro, cuando estaba en una forma espumeante...

Mark Cavendish: sin récord de Merckx (afortunadamente) y sin apenas lograr cosas interesantes este 2022 (lo que resulta bastante raro, viniendo de donde se venía). No tiene equipo para la temporada que entra. Un 2021 de resurrección, ahora parece andar resacoso. No pinta a reverdecer laureles, para qué engañarles.

placeholder Carlos Rodríguez lo dio todo en la Vuelta a España. (EFE/Javier Lizón)
Carlos Rodríguez lo dio todo en la Vuelta a España. (EFE/Javier Lizón)

Nairo Quintana: Lo mismo, pero con tramadol de por medio. Un positivo es un positivo, por mucho que no hablemos de EPO o pote belga. También sin escuadra. Pinta a cul de sac.

Peter Sagan: Estará de fiesta, qué quieren.

Thibaut Pinot: Descartado por completo para las generales, fogonazos esporádicos, tipo con alto nivel de entrañabilidad, crack absoluto. Pudo ser el siguiente francés ganando un Tour, se quedará como proyecto. Ah, me adelantó subiendo Forcella di Brez allá por abril, lo que siempre luce en la wikipedia de cualquier campeón.

David Gaudu: Hizo cuarto en la Grande Boucle. Pero he tenido que buscar la clasificación, porque no recordaba si fue cuarto, quinto o décimo. Eso dice todo sobre su carrera. Y tampoco es que arrase por otros sitios...

Dylan van Baarle: Primero en Roubaix, segundo en De Ronde y aun así no lo he citado con anterioridad. Culpa mía, sin duda. Piernas de fuego a ratos, trotón de los de siempre. A ver este nuevo año arrastrando aperos para otro líder.

Carlos Rodríguez: Futuro serio, en contraposición con Juan Ayuso, que pinta más a futuro "mira tú, ojo, no te lo vayas a perder". Juan es Camela, Carlos pinta a Álex Ubago.

Marcos Pereda: Decepcionante. Dos fogonazos que no justifican el resto de insultos, expresiones groseras y desprecio continuo hacia amplias capas de la población como los youtubers, los haters o los calvos. Debe mejorar, y mucho.

Se acaba el año, amigos, y es tiempo para hacer reflexiones. Bagaje. Aquella oportunidad perdida, aquel "la última y me voy" que nunca cumplimos, ese "tres días de gimnasio a la semana y los findes voy al monte" que quedó frío, abandonado por las áridas mesetas de marzo. Todos los errores, algún pusilánime acierto. Y el ciclismo, sí. Que ya suficientemente dura es la vida como para no alegrarnos un poco el asunto con esto de las bicis. Aquí vinimos por el disfrute y vive Merckx que lo hicimos en el año 2022.

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