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cuenta atrás para llegar a un acuerdo

La partida de mus de Sánchez e Iglesias

La negociación es un medio básico para lograr lo que queremos de otros, llegando a un acuerdo beneficioso para ambas partes. ¿Es eso lo que están haciendo nuestros políticos?

Enrique Villarino.

135 días, 19,3 semanas, 3.240 horas. Esto es el tiempo que ha pasado entre las elecciones generales y este martes (10 de septiembre). Y en este tiempo, además de ver pasar el verano, los españoles hemos asistido a los movimientos (sin éxito) que ha realizado el PSOE para formar un Gobierno y buscar los apoyos de sus posibles socios para poner en marcha una legislatura que aporte la estabilidad que necesita España. Pero las negociaciones no son un proceso fácil: los tiempos constriñen, los equipos negociadores encallan y las estrategias políticas se diluyen entre los ecos de la opinión pública y los medios de comunicación. Y aunque en esta partida los jugadores ya pidieron un primer mus y el órdago estaba encima de la mesa, el desenlace, salvo rectificación de último momento, son nuevas elecciones.

¿Es esto una negociación?

El jueves pasado se celebró la primera reunión (después de la investidura fallida de julio) entre los equipos negociadores de PSOE y Unidas Podemos, un encuentro al que el Partido Socialista llegó con sus 370 propuestas bajo el brazo. Anteriormente, la formación morada ya había enviado sus propias medidas en agosto, que fueron rechazadas en el mismo día por los socialistas. El PSOE no había hablado con Podemos hasta entonces, la partida se jugaba en silencio y sin señas. No había habido contactos entre los dos jugadores desde la investidura fallida.

Pero como explica a El Confidencial la profesora de negociación y subdirectora del Centro de Negociación y Mediación del IE, Pilar Galeote, no se puede empezar una negociación con un documento de propuestas ya fijadas que simplemente se presenta a la otra parte sin posibilidad de cesiones ni de "conciliar motivaciones". “Primero tengo que hablar contigo, generar el clima adecuado y, sobre todo, comprender por qué pides lo que pides, eso es la motivación”, indica. Si se descarta que exista un "clima adecuado", porque ya está empañado por los desacuerdos previos y contaminado por los reproches que mantienen el PSOE y Podemos desde hace demasiados meses, debería quedar la comprensión de las motivaciones mutuas... ¿Pero ha querido el PSOE sentarse para conciliar esas motivaciones?

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Sin embargo, cuesta identificar cuál es la motivación que guía le negociación de cada partido: ¿Es el bien de España y sus habitantes? ¿Es ganar las elecciones? ¿Se puede negociar cuando las motivaciones son completamente opuestas? ¿Quiere negociar alguien que no tiene en cuenta las bases de una negociación exitosa? Parece que en este mus, nuestros líderes estén cada uno en 'lances' diferentes, y mientras el PSOE juega a la grande, en Podemos creen que juegan a los pares.

De hecho, cuanto más se acerca la fecha límite para una segunda investidura (23 de septiembre), crecen las críticas tanto de Podemos como de la oposición hacia el PSOE, al que acusan de su "escasa voluntad" de pactar, su incapacidad para formar Gobierno y su deseo velado de llevar el país a una repetición electoral antes que sentarse a negociar un Ejecutivo de coalición.

Pedro Sánchez y Carmen Calvo. (EFE)

Tras haber preparado la estrategia y haberse sentado a negociar, Galeote recuerda que lo más importante de todo este proceso es que “las propuestas se construyan en común entre ambos equipos. La negociación consiste en un proceso en el que tu parte quede contenta, pero la otra también; el otro puede haber conseguido el 90% y nosotros el 10% y estar contentos porque hemos conseguido lo que necesitamos, insiste.

Coincide en este análisis Fabián Márquez, un negociador con amplia experiencia en acordar convenios colectivos y planes de reconversión empresariales en España. Para Márquez, la acción de negociar implica tener en cuenta cuál es el interés de la otra parte y que ambas sepan de antemano que si quieren llegar a un acuerdo van a tener que hacer “renuncias propias”. No se puede partir del supuesto de que "tú tienes toda la razón”, pero tampoco abordar la negociación “sin tener en cuenta el interés del contrario”, puntualiza en declaraciones a El Confidencial.

Aunque en julio el PSOE se vio obligado a poner sobre la mesa durante los últimos días la opción de un Gobierno de coalición, no parece que el Partido Socialista haya hecho muchas "renuncias propias" en esta ocasión. Desde la investidura fallida, lo único que ha propuesto el PSOE a Podemos ha sido la "triple garantía" del acuerdo de gobierno y un puñado de cargos fuera de los ministerios (en organismos, empresas públicas y otras instituciones). No se han movido de ahí y no han hecho ninguna otra oferta, al igual que Unidas Podemos no ha dejado de exigir que vuelva la oferta del Gobierno de coalición que estaba vigente en julio y que ahora parece que ha "caducado como un yogur". No ha ayudado que, de nuevo, la segunda reunión entre los equipos negociadores agendada para este martes volviera a quedar en desacuerdo total y con las posiciones igual de alejadas que antes. Ninguno se ha movido, ninguno ha cedido, y el encuentro fue "cordial" pero infructuoso.

En la negociación política, los partidos están todos y todo el tiempo en campaña permanente por persuadir a la opinión pública

Quizá porque la motivación básica era desgastar al rival mucho más que llegar a acuerdos con él. Según el consultor político Daniel Eskibel: “Nada de lo que estamos viendo aquí es una negociación, sino que es una estrategia política”. En opinión de este asesor —que ha incorporado la dimensión psicológica al estudio de la comunicación política—, los partidos políticos están “todos y todo el tiempo en campaña permanente por persuadir a la opinión pública acerca de sus ideas, sus valores y sus acciones”. Se entendería así la escenificación con tintes electorales que preparó el equipo de Sánchez al presentar las 370 medidas elaboradas tras sus reuniones con la sociedad civil y "trufadas" con las propuestas de Podemos, o los intentos de ambas partes de aparecer en los medios para salir victoriosos en la batalla del relato y culparse mutuamente de la situación de bloqueo a que han abocado a España.

Para Galeote, actualmente, la negociación parece una especie de escenificación, una negociación “maquillada” de otras intenciones. Lo mismo piensa Márquez, que señala que si se plantean ultimátums, condiciones previas que afectan a los principios fundamentales de cualquier negociación, es muy difícil que se produzca un acuerdo. Para el poco tiempo que queda, los contactos han sido escasos —solo dos, el que se produjo el jueves pasado y el de este martes, ambos acabados en fracaso— y las posiciones siguen estado muy alejadas, porque los morados piden retomar las conversaciones donde se dejaron en julio, mientras los socialistas se resisten por completo a esa posibilidad.

Controlar la agenda

Tal y como señala la presidenta de la Asociación Comunicación Política (ACOP), Verónica Fumanal, en la primera parte de la negociación, en julio, Unidas Podemos controló la agenda de una forma “más eficiente” de lo que lo está haciendo ahora. En política existe el ‘momentum', añade, y el PSOE en esta ocasión ha sabido encontrarlo. Ese ‘momentum’ es la oportunidad propicia para que una iniciativa tenga éxito gracias a las circunstancias objetivas y subjetivas que concurren en una coyuntura. “En agosto, uno puede hacer el pino puente en Cibeles sin que nadie le haga caso. Agosto es tiempo basura, fue un tiempo de prórroga”, argumenta Fumanal. Podemos envió su propuesta al PSOE y a los medios en agosto sin mayor envoltorio que la propuesta de formar parte de un Gobierno de coalición. El PSOE presentó la suya a principios de curso electoral, con todo el mundo de nuevo pendiente de sus acciones y en un acto multitudinario en el que arroparon a su líder Pedro Sánchez. La decisión del momento en que hacerlo fue acertada y, debido a esto, las medidas de Podemos no tuvieron la misma repercusión, ni trascendencia ni en los medios ni en la mesa de negociación, que las de los socialistas.

La medición de los tiempos, tanto las apariciones públicas como las fechas fijadas para sentar a los equipos a la mesa, son clave para marcar el rumbo y las fases de la negociación, y Podemos ya advirtió al principio de que le correspondía al PSOE comenzar los contactos, al ser el partido con mayor representación en el Congreso. Sánchez no calculó bien los tiempos y se apresuró a señalar en una entrevista cuál era el punto innegociable ( "el principal escollo") en su estrategia negociadora. Eso provocó que Iglesias se echara a un lado “muy inteligentemente”, al verse señalado como el problema, en un gesto que fue entendido como de "humildad” y que permitió a Podemos conseguir la oferta de una vicepresidencia y tres ministerios en un Gobierno con el PSOE. El fracaso de la investidura por las discrepancias finales, sin embargo, supuso “un punto de inflexión” en la negociación, porque dio el pistoletazo de salida al cronómetro para la repetición de elecciones, y ese es el factor tiempo con el que está jugando el PSOE en este caso.

Según Fumanal, en la formación morada "no supieron calibrar la importancia" de hasta dónde habían avanzado en la negociación, en la que consiguieron mover al PSOE de su posición de Gobierno de cooperación a la fórmula del Gobierno de coalición que querian ellos, pero ahora el PSOE sí ha sabido jugar bien sus cartas y "ya no estamos hablando de si hay tres ministerios, dos o una vicepresidencia y qué contenidos tiene cada uno como estábamos hablando en julio", sino de un programa con muchas medidas de Podemos y "de quién será la culpa de que esto no vaya a salir". Con este relato, aclara Fumanal, "se vuelve al marco que le interesa al PSOE de cara a una repetición electoral", es decir, a poder achacar la responsabilidad a Podemos y a su ambición de poder, y poder decir que "la culpa fue del sillón de Pablo Iglesias”.

El campo de batalla

Al final, entre la primera negociación que se vivió en julio y la que se está llevando a cabo ahora, subyace una diferencia fundamental: ha cambiado “el campo de batalla”, el escenario, resume Fumanal, que advierte de que antes se negociaba sobre la fórmula de gobierno y ahora ya se negocia en los términos de evitar unos nuevos comicios. Parece que el PSOE ha dejado preparado el terreno para cualquier eventualidad, tanto si se va a elecciones (“estamos preparados”) como si acaban poniéndose de acuerdo para formar Gobierno (“hemos conseguido lo que queríamos, que era gobernar en solitario”).

En este nuevo escenario, Unidas Podemos tendrá que elegir si Pedro Sánchez es presidente o si vamos a unos comicios, y la decisión final del líder morado —es decir, “qué ha hecho Pablo Iglesias para no permitir un Gobierno progresista”— va a ser lo que recuerden los electores, y no las competencias que tenía cada ministerio que el PSOE ofreció a Podemos, advierte Fumanal. Aún queda por ver quién vence en la batalla del relato, que ambos han construido alrededor de su fracaso en estos largos meses que ellos han denominado de negociación. ¿Logrará el PSOE convencer de que hizo todos los esfuerzos para conciliar motivaciones con Podemos y culparlo de una repetición electoral? ¿Conseguirá Podemos demostrar la "humillación" y la "falta de respeto" a que están siendo sometidos sus votantes con las ofertas del PSOE?

Según Eskibel, el contexto político que lo atraviesa todo es en realidad la disputa por la supremacía dentro del campo de las izquierdas. Y con ese objetivo, el PSOE ha montado un “gran dispositivo de comunicación política durante este verano” basándose en tres ejes fundamentales: continuar con naturalidad como Gobierno en funciones; vincularse sistemáticamente con diversas organizaciones de la sociedad civil y elaborar y presentar una propuesta progresista de Gobierno, explica.

No se puede convertir la negociación en una lucha de egos. Los negociadores tienen que saber escuchar activamente y persuadir

“Estos ejes le permiten construir un relato simple y efectivo”, en el que se lee que el PSOE hará un Gobierno progresista, con arraigo en la sociedad civil, con un programa que incluye no solo las ideas propias sino también otras provenientes de sensibilidades sociales y políticas de izquierdas. Ese relato también “acorrala a Podemos y lo ubica en una encrucijada”, ya que no puede permitirse impedir un Gobierno de esas características antes de unos nuevos comicios, señala Eskibel.

Pablo Echenique. (EFE)

“Lo que perdería, lo ganaría el PSOE en la nueva convocatoria electoral. Claro que Podemos puede hacer lo contrario, entrar en la llamada 'vía portuguesa' y permitir la formación de un Gobierno exclusivamente socialista, pero eso también beneficia al PSOE, porque ya estamos muy lejos de aquel sorpaso que Podemos pretendía dar a los socialistas tiempo atrás. Muy lejos no en años, sino en política”, argumenta Eskibel, para quien este año ha estado marcado por “una gran superioridad estratégica del PSOE sobre Podemos”.

Los negociadores

Son uno de los elementos clave de cualquier negociación: los negociadores. Según explica la profesora Galeote, tienen que saber escuchar activamente y persuadir, convencer al otro, dejando atrás los reproches. Ellos son el medio para llegar a un acuerdo. Aunque no podemos saber cómo transcurren las reuniones a puerta cerrada cuando los focos se apagan y no hay cámaras delante, las personas designadas por ambos bandos, Carmen Calvo y Pablo Echenique, se han mostrado en general muy duros y rotundos en sus opiniones. Calvo, por ejemplo, estallaba a pocas horas de la votación de investidura atacando a Podemos: "Nos han pedido literalmente el Gobierno", han pedido "el Gobierno entero". Echenique les acusaba a principios de septiembre de no estar negociando de buena fe, de no querer negociar y de querer elecciones, de no querer ceder en nada... Y muchos otros reproches y críticas que han vertido en los medios y que han servido para enturbiar las relaciones entre ambas partes.

Carmen Calvo, Adriana Lastra y María Jesús Montero. (EFE)

Galeote insiste en que, sobre todo, no se puede convertir la negociación en una lucha de egos. “Esto no va de quién se levanta en una negociación y quién no. Lo importante en la negociación es el tema, el negociador es el medio. Y aquí lo que estamos viendo es una lucha de egos, de poder y a ver quién queda por encima de otro”. Por lo tanto, nada de los "no son ustedes de fiar" de Simancas ni de los "ya está bien de poner la otra mejilla" de Noelia Vera en el Congreso este 29 de agosto, ni del "infantilismo" del que ha acusado Iglesias al PSOE este mismo martes por la mañana.

Los buenos negociadores, además, señala Galeote, no utilizan tácticas de dilación, ni de desgaste, ni de 'poli bueno-poli malo', porque pueden dar una sensación de poca altura. Pero esto no es lo que estamos viendo en nuestros representantes, que han aireado los papeles de las negociaciones que se celebraban a puerta cerrada. Incluso se llegaron a filtrar en julio dos documentos en los que se reflejaban los ministerios que pedían los de Iglesias, editados y modificados por personas muy cercanas a la vicepresidencia del Gobierno, lo que provocó que las posturas se alejaran más aún.

Según Eskibel, cuando se va a negociar, es “indispensable una alta dosis de inteligencia emocional”. Eso incluye paciencia, esfuerzo, tiempo, tranquilidad, estabilidad y emociones bajo control. Y saber captar las oportunidades para no dejarlas escapar, dejando aparte la autoridad y el carisma del líder, señala. De hecho, Eskibel también defiende dejar la tarea en manos de negociadores y que sean los líderes los que tengan la última palabra, porque "los acuerdos no se logran a golpe de carisma ni de autoridad. Está claro que las cosas son diferentes cuando, como ahora, no se trata de negociación sino de estrategia política”.

El foco mediático

Algo en lo que coinciden todos los expertos consultados es en la necesidad de negociar en privado y sin la atención del foco mediático. Eskibel precisa que, si de verdad quieres negociar, debes hacerlo “en privado, con reserva, en espacios protegidos”. Aunque explica que es lícito optar por llamar a la opinión pública como elemento de presión, entonces estarás “apelando a un elemento ajeno a la negociación misma y más bien propio de la estrategia política general”, detalla. Las múltiples y seguidas apariciones públicas de Calvo, Echenique, Sánchez e Iglesias en televisiones, radios y medios escritos demuestran que desde el principio la negociación no se ha sabido (o querido) celebrar con discreción y se ha celebrado de cara a la galería.

El PSOE afirma que "no hay vía para el acuerdo" tras la segunda negociación con Podemos

Como señala Galeote, el foco tiene que estar fuera y al final, porque el proceso de negociación desgasta a las partes y eso puede perjudicar a la hora de verse obligados a reunirse de nuevo en un futuro. Aunque tras la ruptura de este martes no parece que vaya a haber muchos más encuentros.

Entonces, ¿la negociación es un escenario para alcanzar un acuerdo o para mostrar el desacuerdo con otros fines? Ambas cosas responderían a motivaciones contrapuestas: ser capaz de formar Gobierno o probar suerte en unas nuevas elecciones. ¿Cuántos muses más se pueden pedir?

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