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Este investigador español del MIT te explica por qué cada vez te vas a encontrar más con tu ex
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ENTREVISTA CON ESTEBAN MORO

Este investigador español del MIT te explica por qué cada vez te vas a encontrar más con tu ex

Un estudio publicado en 'Nature' muestra cómo ha cambiado en los últimos años nuestro comportamiento en la ciudad: vivimos en burbujas. Hablamos con uno de sus autores

Foto: El físico Esteban Moro. (Fotografía cedida)
El físico Esteban Moro. (Fotografía cedida)

Las ciudades no son solamente calles, edificios y servicios, sino la gente que se mueve por ellas. Por eso, son hoy muy diferentes a como lo eran en marzo de 2020, cuando la pandemia estalló: porque la población se relaciona con ellas de manera totalmente distinta, como expone una investigación publicada en Nature que analiza los datos recogidos en cuatro ciudades americanas (Boston, Seattle, Dallas y Los Ángeles) para entender cómo ha cambiado el comportamiento de los habitantes de dichas urbes.

Uno de los autores del trabajo es el español Esteban Moro, investigador y profesor del MIT Connection Science y la Universidad Carlos III de Madrid, que considera que es muy probable que todos esos cambios hayan operado también en las ciudades españolas, ya que los factores son comunes (teletrabajo, comercio online, etc.).

“Vivimos cada vez en ciudades más grandes, con más oportunidades para todos desde el punto de vista social, cultural y económico, pero a la vez vivimos cada vez más segregados, conocemos menos a nuestros vecinos y los barrios en los que viven, que están al otro lado de la autopista”, explica el investigador desde Boston, donde nos atiende vía Zoom. “Tenemos la percepción de que por vivir en una ciudad vamos a conocer más gente y más diversa, pero no es así”.

PREGUNTA. ¿Qué habéis descubierto en vuestro trabajo?

RESPUESTA. Intentábamos ver los cambios comportacionales después del covid. Cambiamos nuestra vida, nos quedamos en casa más, íbamos menos a los restaurantes, etc., y la pregunta era cuánto de todo lo que nos había pasado se había trasladado a un cambio de comportamiento. Para nuestra sorpresa, vimos que la gente ha vuelto a la calle, pero está haciendo cosas diferentes. Cada vez exploramos menos, vamos a menos sitios diferentes que antes.

Que exploremos menos la ciudad hace que haya crecido la segregación

Esto se basa en cambios comportacionales que son más profundos de lo que esperábamos, como, por ejemplo, comprar más en internet, que han cambiado la manera en que exploramos la ciudad. El artículo se pregunta qué impacto tiene eso en la segregación, porque, al fin y al cabo, que no veamos a gente diferente a nosotros dentro de la ciudad crea burbujas de personas con determinadas condiciones sociodemográficas que no salen de ellas.

Lo que hemos visto es que ir menos a restaurantes o que exploremos menos hace que haya crecido la segregación en nuestras ciudades. Solo ha habido un cambio en el censo de un 4% (la gente que se ha ido al pueblo, por ejemplo), pero el cambio comportacional ha sido de un 16%. Cambios muy sutiles que solo se ven si recoges este tipo de datos.

placeholder Restaurante cerrado en Navacerrada. (EFE/Inés Verdejo)
Restaurante cerrado en Navacerrada. (EFE/Inés Verdejo)

P. ¿Es aplicable a España?

R. Los cambios comportacionales son bastante globales, como trabajar desde casa, los pedidos de comida a domicilio o el consumo online, que también se han producido en España o en otros países europeos. No podemos cuantificar cuánto de esto se ha traducido en segregación en España, pero los cambios no creo que sean exclusivos de la geografía estadounidense.

P. El trabajo anticipa una duda razonable: ¿cómo puede ser esto si los restaurantes están más llenos que nunca?

R. Lo que hemos visto en EEUU es que la gente ha vuelto a salir, pero explora menos. No vamos a sitios diferentes, sino que repetimos más y vamos a los lugares que nos gustan. El cambio que hemos visto es poblacional. Todos vivimos en una especie de pequeña burbuja y nos puede parecer que en nuestra pequeña burbuja nada ha cambiado, pero ha habido mucha gente que ha cambiado su estilo de vida por motivos económicos y de trabajo.

Yo también tengo la misma sensación cada vez que voy a Madrid, que es imposible encontrar sitio y que está todo hasta arriba. Pero a día de hoy hay dos cambios: primero, estamos en una burbuja en la que probablemente no ves lo que está haciendo el 80% de la población porque solo ves tu burbuja del 20%. El segundo, que el cambio comportamental es muy sutil, no es que no vayas a los restaurantes, es que no vas a restaurantes diferentes.

Los comportamientos se contagian: si ves a alguien correr, te pones a correr

P. Los resultados sugieren que cada vez vivimos más aislados unos de otros, ¿no?

R. El artículo se planteó cuando estábamos en pleno confinamiento y pensé que nunca habíamos estado más segregados como sociedad. El hecho de haber pasado dos años sin vernos o viéndonos con mascarilla ha tenido un efecto muy importante en la gente que conocemos, en la gente que tratamos y en las oportunidades que tienen sobre todo los sectores más vulnerables, que no están disfrutando de esos contactos tan diversos que tenían antes. Sobre todo los grupos más desfavorecidos han tenido menos oportunidades para progresar económicamente, por ejemplo, para buscar empresas, para crear negocios, para intercambiar ideas.

P. Como dices, eso también se refleja en la interacción entre clases sociales. Los barrios son homogéneos socioeconómicamente, por lo que hay menos relación entre personas distintas.

R. Existe muchísima literatura, no solo en EEUU, sino también en Europea y Asia, que relaciona la diversidad de las personas que conoces con el desarrollo económico y social de las ciudades. Surgen problemas, por ejemplo, de opinión política. Si solo conoces a gente que opina igual que tú, te radicalizas. También problemas económicos: si las personas que viven en entornos más vulnerables no conocen a quien pueda invertir en sus negocios, tienen menos oportunidades de sacarlos adelante.

Incluso la salud. En EEUU, hay barrios donde nunca ves a nadie por la calle haciendo ejercicio. Es un comportamiento que se contagia. En Madrid, de repente, aparecen corredores en algunos barrios y se pone todo el mundo a correr. Existe mucha literatura que condiciona el desarrollo social, económico y político con la diversidad de las personas que conocemos.

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Foto: Europa Press/Alejandro Martínez Vélez.

P. En los últimos meses, ha habido polémica respecto a la idea de la ciudad de 15 minutos. Más allá de las teorías de la conspiración, que señalan que es una manera de crear guetos, lo que sugieres indicaría que no es necesariamente beneficioso que la movilidad en la ciudad se limite a un radio de 15 minutos, porque agudizaría esa segregación.

R. Todo lo que hacemos en la ciudad a nivel de intervención y política es un equilibrio. Si queremos que todo el mundo se desplace en transporte público, tenemos que quitar los coches. Si queremos que todo el mundo tenga coche, tenemos que quitar los carriles bici. La ciudad de los 15 minutos beneficia a muchísima gente y hace que, por ejemplo, los niños tengan una educación mejor, que mejore nuestra salud, etc. Pero evidentemente tiene una contrapartida, que es que si nos quedamos en nuestro barrio y hacemos el 80% de nuestra vida ahí, las oportunidades que tenemos de conocer otras personas van a ser menores.

No es incompatible una ciudad de 15 minutos con una ciudad menos segregada. Lo que hay que encontrar son los lugares de recreo, ocio, culturales o comerciales donde se puedan crear espacios entre comunidades para que esa diversidad no se pierda. Pero es verdad que si nos quedamos en nuestras ciudades de 15 minutos y no complementamos eso con otro tipo de intervenciones, nos vamos a segregar más.

"Teletrabajar es para muchos una bendición, pero pierdes mucha diversidad"

P. Un artículo de The Economist hablaba del surgimiento del consumidor ermitaño, que se queda en casa y sale menos. Por ejemplo, desplazando el ocio de lugares públicos como los cines a la intimidad del hogar.

R. Nosotros lo hemos visto con el consumo de comida. Antes la gente salía mucho más a comer a restaurantes y ahora consumimos más en casa, porque cualquier negocio te proporciona comida a domicilio. Cuando era joven, solo podías pedir a Telepizza. Hemos cambiado nuestra manera de consumir, pero también nuestra manera de explorar la ciudad. Nos hemos vuelto ermitaños, en el sentido de que siempre vamos a los mismos sitios.

Otra cosa es el trabajo. Como hablaba antes, todo tiene una contrapartida. Trabajar desde casa es para mucha gente una bendición. Piensa por ejemplo si tienes una persona a la que cuidar o hijos. Pero también pierdes mucha diversidad, porque ir al trabajo no es solamente desplazarse hasta ahí, sino que te tomas un café, haces una pausa con los compañeros, vas a comer y te encuentras con un amigo, etc. Lo que dice el artículo de The Economist es que nos hemos vuelto por una parte ermitaños, pero por otra mucho más cómodos a la hora de explorar la ciudad.

placeholder Repartidor a domicilio en Madrid. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Repartidor a domicilio en Madrid. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

P. Eso provoca que gran parte de la restauración o del comercio que había alrededor de los lugares de trabajo cierre, lo que cambia esa configuración de la ciudad.

R. De hecho, tenemos otro proyecto en el que estamos estudiando la dependencia entre negocios utilizando los datos de movilidad que tenemos. Durante el covid, muchos servicios cerca de las oficinas tuvieron que cerrar porque vivían exclusivamente de la gente que trabajaba ahí. Por ejemplo, ha pasado aquí en la zona centro de Boston. En Madrid, hay muchos bares que viven durante la semana de los menús. Hemos visto que incluso hay gasolineras que estarían en el equivalente a la ruta de entrada a Madrid en la A-6 que lo han pasado mal, porque la mayoría de la gente que llenaba el depósito era gente que bajaba a la ciudad.

Hemos visto que hay un efecto cascada entre que la gente que iba a las oficinas del centro teletrabaje y que muchos de los negocios que dependían de esas oficinas cierren. En Boston, muchos restaurantes de la zona centro, centros comerciales o cientos de tiendas han cerrado porque la gente ha cambiado su comportamiento. Esos grandes cambios están modificando muchísimo las ciudades.

Por ejemplo, el uso del espacio público también está cambiando. Aquí, en EEUU, tenemos un problema importantísimo con el transporte público, porque la gente no ha vuelto a cogerlo. Eso es un problema, porque tenemos una infraestructura que estaba preparada para un número determinado de personas, con un presupuesto relacionado con ese número y que de repente desciende a un 60%. Hay que tomar una decisión política respecto a esa infraestructura: ¿la mantenemos, quitamos frecuencia de trenes? Hay una serie de capas que tienen ese efecto cascada en nuestra sociedad y que impactan en los sectores que están conectados con ellas.

"Cada vez hay más oferta para ser ermitaños"

P. Otra idea contraintituiva es que estamos consumiendo más objetos y menos servicios y experiencias.

R. Hemos pasado a una economía de hobbies, y eso se traduce en que la gente va cada vez menos a sectores de entretenimiento, como el cine, pero también teatros o museos. Los museos siguen estando llenos los días que son gratis, pero hemos visto que han caído bastante. Hay mucha gente que ha descubierto el ocio en casa. La gente va menos a actos culturales en persona. Lo que también hemos visto, porque tenemos acceso a los datos de ventas agregadas de empresas de tarjetas de crédito, es que hay un gran consumo de bienes online, más que antes, y eso son objetos.

P. ¿Por qué somos más cómodos? ¿Es solo el confinamiento, o es que la industria del entretenimiento nos ha preparado para ello?

R. Te cuento una experiencia personal. Había un restaurante que me gustaba mucho aquí en Boston y que presumía de que no servía comida a domicilio, que tenías que presentarte, hacer cola y esperar. Durante la pandemia, se vieron obligados a llevar comida a las casas. Todos los negocios se han vuelto digitales, no hay ninguna tienda que no reparta. El que no se adaptó, tuvo que cerrar. Hay cada vez más oferta online. Las cosas nuevas que están saliendo, como la realidad virtual, ayudan a que nos quedemos en casa.

Por una parte, tenemos el cambio comportamental, por la otra, también el sector productivo, servicios, de entretenimiento y de restauración. Cada vez tenemos más oferta para ser ermitaños. Hace años, era imposible recibir comida en casa, ver una película, jugar a la consola o ver una ópera. Incluso hay servicios que permiten que te puedan cocinar en casa o hacer una pequeña representación teatral. Puedes tener tu propio gimnasio. Es mucho más cómodo.

placeholder Cada vez hay más ocio dirigido al hogar. (EFE/Raquel Manzanares)
Cada vez hay más ocio dirigido al hogar. (EFE/Raquel Manzanares)

P. Eso produce no solo segregación, sino también aislamiento.

R. Al volver del confinamiento, tuvimos que reeducarnos en el contacto. Tú y yo estamos haciendo Zoom por necesidad, porque tú vives en Madrid y yo en Boston. Lo que no puede ser es que viviendo a dos kilómetros no nos conozcamos en persona. Nada sustituye el cara a cara, nada sustituye la serendipia.

No lo valoramos, sobre todo las nuevas generaciones, porque mucho de lo que aprendemos es en persona, no leyendo un PDF o viendo un Zoom. Cuando eres joven, se aprende sobre todo en un entorno, con gente. Lo que intentamos con los jóvenes es que no se pierda el cara a cara. Te vas a olvidar de mi cara cuando acabemos. Pero si nos tomamos algún día una cerveza juntos, no te vas a olvidar del lugar, de cómo movía las manos, de si era alto o bajo, etc.

Herramientas como Zoom o el teletrabajo son impresionantes porque nos permiten manejar equipos de manera mucho más eficiente a como lo hacíamos antes. Pero la parte de creación de ideas e innovación es mucho peor, porque requiere confianza y estar con una persona. Hablar con él, saber cómo respira. Hay artículos que dicen que la mayor parte de la gestión de proyectos se puede hacer perfectamente online, pero no lo que tiene que ver con la creación. Por eso les digo a los jóvenes que no piensen que es una bendición. Para ellos es una maldición.

"Tu ex es de tu barrio, y si no, trabaja en lo mismo que tú o le gusta lo mismo"

P. Isabel Díaz Ayuso dijo que en Madrid no te encuentras a tu ex. Parece que cada vez va a ser más difícil porque vivimos más aislados, ¿no?

R. Bueno, creo que al revés, no es tan difícil, porque al final vivimos muy segregados. Probablemente tu ex es de tu barrio, y si no es de tu barrio, trabaja en lo mismo que tú o le gustan las mismas cosas que a ti. Es cada vez más fácil que hagamos cosas repetitivas y no exploremos, y eso va a ser un problema. En EEUU, internet ya es el primer sitio donde la gente encuentra a su pareja, y es porque hemos recurrido a otros medios para buscar gente diferente a nosotros, o incluso igual. Volviendo a lo mismo, disponemos de otro tipo de servicios para no tener que salir de casa. Ya puedes encontrar pareja sin hacer como hacía mi generación, es decir, pasarte largas temporadas de tu vida en una discoteca.

Las ciudades no son solamente calles, edificios y servicios, sino la gente que se mueve por ellas. Por eso, son hoy muy diferentes a como lo eran en marzo de 2020, cuando la pandemia estalló: porque la población se relaciona con ellas de manera totalmente distinta, como expone una investigación publicada en Nature que analiza los datos recogidos en cuatro ciudades americanas (Boston, Seattle, Dallas y Los Ángeles) para entender cómo ha cambiado el comportamiento de los habitantes de dichas urbes.

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