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Los partidos socialistas están desapareciendo en toda Europa y este hombre intuye por qué
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ENTREVISTA A TARIK ABOU-CHADI

Los partidos socialistas están desapareciendo en toda Europa y este hombre intuye por qué

Pedro Sánchez es visto fuera de España como la última esperanza de la socialdemocracia. Este profesor de la Universidad de Oxford investiga por qué partidos hegemónicos hace años sufren hoy para sobrevivir

Foto: Tarik Abou Chadi, investigador en Ciencias Políticas en la Universidad de Oxford. (Cedida)
Tarik Abou Chadi, investigador en Ciencias Políticas en la Universidad de Oxford. (Cedida)
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A Tarik Abou-Chadi, profesor de Política Europea Comparada en el Nuffield College de la Universidad de Oxford, le ha bastado una palabra para identificar el problema al que docenas de tertulianos españoles llevan años dándole vueltas. ¿Por qué el PSOE se entregó a Podemos, más tarde a los independentistas catalanes y por último a EH Bildu? "Fragmentación", dice Abou-Chadi, que lleva años investigando acerca de las causas que están haciendo encogerse a los antaño hegemónicos partidos socialdemócratas: el PSOE, el Parti Socialiste francés, el Socialdemokratiet danés, el PASOK griego, el Partido Laborista británico, los socialistas suecos y finlandeses... Todos comparten un destino sombrío.

La tendencia no es nueva, pero se ha acelerado en la última década. De hecho, cuando Pedro Sánchez convocó las elecciones generales, The Guardian publicó un editorial en el que deseaba que la aventurada apuesta del presidente español diera sus frutos. Para buena parte del progresismo europeo, Sánchez había dado con la tecla de revertir el proceso de deterioro de estos partidos históricos, era el último bastión de la izquierda en una Europa cada vez más dominada por la derecha, donde "los nacionalistas autoritarios, con la intención de avivar el sentimiento antiinmigrante, librar guerras culturales y hacer retroceder los derechos de las mujeres y las minorías, se están convirtiendo no en un error, sino en una característica de las políticas de Europa occidental".

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Así que la derrota socialista en las pasadas elecciones municipales, así como las perspectivas para el 23-J, ha hecho reavivar ese fantasma que predicen los trabajos de Abou-Chadi: la socialdemocracia en estos momentos no ha logrado adaptarse a muchos de los cambios que sacuden el mundo y su única posibilidad de sobrevivir es convertirse en el eslabón más grande de un conglomerado de partidos de izquierdas. Como hemos podido ver en nuestro país, a menudo este ensamblaje es problemático. Para el profesor en ciencias políticas, las evidencias en otros países, donde el antaño poderoso partido de la rosa ha acabado siendo testimonial, no hay muchas más alternativas: es susto o muerte.

PREGUNTA. No siempre es fácil comparar entre países, porque cada uno vota o escoge a sus líderes de distinta forma, ¿pero existen características comunes en la caída de los partidos socialdemócratas que se está dando por toda Europa?

RESPUESTA. Creo que una tendencia común es realmente la fragmentación de los sistemas de partidos. Y hay un par de explicaciones comunes para esta tendencia. Generalmente, se da un desalineamiento de los partidos tradicionales, por varias razones. Una de las más importantes es que hay un océano de intermediarios que durante mucho tiempo vincularon a la gente con partidos políticos: iglesias, sindicatos... todas estas instituciones clásicas. Hemos visto un descenso del efecto de estos círculos sociales de refuerzo, que en el pasado han creado fuertes lazos con los partidos.

Esta es una tendencia común y, en contra de esa tendencia, creo que debemos evaluar dónde están fallando la socialdemocracia o los partidos socialdemócratas y dónde les está yendo bastante bien. Creo que España es un ejemplo para todos estos partidos, precisamente por el Gobierno que han logrado mantener durante estos años.

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P. El partido socialista español ha recibido muchas críticas por pactar con otras fuerzas, de izquierda, pero que contienen elementos independentismo, vínculos con el terrorismo de ETA que molestan al votante medio. Se le pide a menudo que vuelva a ser el PSOE de hace 20 años, pero sus trabajos muestran que eso ya es imposible, porque el escenario ha cambiado en toda Europa. ¿Existe otra forma de devolver un partido socialista al poder más allá de la que escogió Sánchez aquí?

R. Si lo tomas desde un punto de vista bastante estratégico, en términos de si uno debe formar una coalición con estos partidos o no, eso está fuera de mi área de especialización, pero sí diré que entrar en un Gobierno y liderarlo es realmente esencial. Especialmente en el periodo en que nos encontramos ahora, donde es bastante inusual que un primer ministro sea destituido de su cargo en unas elecciones. Creo que esa tendencia se ha vuelto más fuerte. La última vez que un presidente se volvió a presentar y no fue elegido sucedió hace mucho tiempo —la derrota de Felipe González contra Aznar en 1996— y es el caso en muchos otros países también, piense en Angela Merkel en Alemania.

Creo que el jefe de Gobierno, al estar en el cargo, es capaz de crear una forma nueva de apego que antes se reducía al partido. Y este apego tiene menos que ver con ser eficaz o carismático, tiene que ver con estar al mando y no cagarla. Por eso es tan esencial para el PSOE que Sánchez lograra la presidencia en su momento, de lo contrario, desde una perspectiva de política comparada, ese desafío de estar batallando por el liderazgo de la coalición entre toda esa mezcla de partidos de izquierda radical e izquierda libertaria, que es lo que está sucediendo en otros lugares, es mucho más difícil para que los socialdemócratas sobrevivan.

placeholder Los dos supervivientes: Pedro Sánchez y António Costa, en el 50 aniversario del Partido Socialista portugués. (EFE/EPA/José Coelh)
Los dos supervivientes: Pedro Sánchez y António Costa, en el 50 aniversario del Partido Socialista portugués. (EFE/EPA/José Coelh)

Hace unos años, si eras un votante más o menos de izquierda, lo que te importaba era que tu candidato liderara el Gobierno, entonces tu elección siempre fueron solo los socialdemócratas. Pero tan pronto como los demócratas pierden esto y ahora parece que podría ser otro partido también el líder de la coalición, ahí es donde sufren. Esto se pudo ver en las últimas elecciones portuguesas: los socialistas habían perdido mucho peso antes de que el presidente de la República convocara elecciones, pero lograron hacer su campaña en torno a la figura del primer ministro Costa y obtuvieron muchos votos que antes iban a partidos de izquierda más pequeños.

P. Esa fragmentación también se da al otro lado del tablero, pero no parece desgastar tanto a los partidos de centro derecha. ¿Por qué los conservadores parecen más cómodos que los socialistas llegando a acuerdos de gobierno con otros partidos de su bloque?

R. Eso varía según los países. Hay algunos países donde existe un fuerte cordón sanitario alrededor de la derecha radical y seguirá así por un tiempo. Entonces, en cierto modo, España es un poco una excepción, porque esta colaboración entre centro derecha y extrema derecha sucedió muy rápido. La colaboración entre PP y Vox ocurrió casi de inmediato y esa es la excepción, no la regla. En la mayoría de los países, durante mucho tiempo, el centro derecha decía "no, no deberíamos colaborar con estos", pero luego vieron cómo esta estrategia acababa haciendo daño a sus aspiraciones... O sea, que muchos no los volverían a votar si no colaboraban. Y creo que esa es una lógica que se refuerza en España, porque PSOE y PP están muy lejos el uno del otro, y la idea de que formen una coalición es un escenario mucho menos probable que ver a los socialdemócratas y demócratas cristianos formando una coalición en Alemania. También ocurre a nivel personal, entre los políticos es mucho más probable que tomen una cerveza juntos allí de lo que creo que es el caso en España. Por supuesto, el recuerdo de la dictadura está demasiado presente, supongo.

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P. También es porque Vox no deja de ser casi una escisión del PP. Si fuesen un partido nuevo catalogado de extrema derecha, seguramente este acercamiento les habría llevado más tiempo.

R. A veces subestimamos esas luchas dentro del bloque de derechas, entre el centro derecha y la derecha radical, y creo que a veces se pasa por alto porque en ciertos países básicamente hay un nuevo partido de derechas que se convierte en el principal partido de la derecha. Encuentro que, para la izquierda, siempre es un poco más fácil ver estas luchas, porque hay un gran partido socialdemócrata que podemos comparar con la versión anterior. Pero en la derecha, en los Países Bajos, este partido solían ser los demócratas cristianos y ahora son los liberales. Y lo mismo ha sucedido en Dinamarca. Ahora la derecha radical es el principal partido en Italia, en Austria, en Suiza. Y en Francia depende de cómo clasifiques a Macron, pero yo diría que es centro derecha.

"A veces subestimamos esas luchas dentro del bloque de derechas"

Los partidos de derecha radical exitosos suelen tener una mezcla de estos ideólogos, que a menudo no eran miembros de partidos radicales antes o ni siquiera eran políticos, pero también tienen diferentes políticos oportunistas, personas que fueron miembros de otros partidos. Geert Wilders es un exmiembro del VVD, en Alemania muchas figuras influyentes radicales fueron expolíticos de la CDU...

P. El partido socialista de Austria (SPÖ) está justo en esa discusión de la que hablábamos antes. Tenían que elegir nuevo líder y estaban entre Hans Peter Doskozil, un gobernador con tintes populistas y más cercano al centro derecha, y Andreas Babler, alcalde con un perfil muy de izquierdas.

R. Inicialmente, creo que fue el sábado, Doskozil fue el elegido, pero luego se dieron cuenta de que habían hecho un mal recuento en la convención del partido y el lunes anunciaron a Babler como su nuevo líder. ¡Así que lo que parecía un acercamiento al centro del SPÖ al final ha sido todo lo contrario!

P. En cualquier caso, es un perfecto ejemplo de esa batalla que late ahora mismo en todos los partidos de centro izquierda europeos. Mirar hacia el centro para recuperar a todos esos antiguos votantes o hacia la izquierda para poder liderar con más garantías una coalición.

R. Sí, ese debate existe en todos los partidos socialdemócratas, y durante mucho tiempo la narrativa más fuerte era: tenemos que recuperar a todos esos votantes, trabajadores, que nos han cambiado por la derecha radical. Y una forma de recuperarlos es, esencialmente, volvernos más conservadores en temas de inmigración. Toda la investigación que se ha hecho al respecto muestra que esa es una lógica fallida. Los partidos socialdemócratas han perdido muy pocos votantes a manos de la derecha radical, y este tipo de cambios no ayuda a recuperarlos. Desde una perspectiva científica, eso no se sostiene, pero el debate está teniendo lugar en todas partes. Siempre suele haber dos candidatos con ese perfil, pero cada vez más a menudo suele haber un tercero, que es establishment del partido, pero al mismo tiempo tecnocrático y no sujeto a una ideología concreta... y ese suele ser el que gana. En los últimos 10 años, si algo está claro en los partidos socialdemócratas, es que están optando por estos perfiles, y creo que Sánchez encaja también en este ideal.

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P. Para nuestro Gobierno de coalición, un tema recurrente de fricción han sido precisamente asuntos como las políticas de identidad o los derechos LGTB, en los que se aprecian dos sensibilidades muy marcadas entre la vieja izquierda socialista y esa nueva izquierda, más woke, de Podemos. Es decir, les resultaba más fácil ponerse de acuerdo en asuntos legislativos complejos que en estos, aparentemente más simples. ¿Esto puede ser un frente recurrente en el futuro de la socialdemocracia europea?

R. Creo que el precedente más grande para lo que estamos viviendo ahora es el movimiento medioambiental de los setenta y los ochenta. Los partidos socialdemócratas no fueron capaces de incorporar todo esto, venían de una cultura política diferente. Va más allá de un asunto específico, es una comprensión general o una lente sobre cómo debemos mirar el mundo. Y hay una correlación muy fuerte con la generación de la que venían esos líderes, pero claramente se produjo esa falta de comprensión que la nueva izquierda sí supo transmitir. Y creo que esto mismo está sucediendo otra vez con este tipo de asuntos, llamémoslos como queramos, que abordan la discriminación estructural en nuestras sociedades.

"Estoy convencido de que, si el PSOE no estuviera en el Gobierno, sufriría para imponerse a Sumar como el más fuerte de ambos movimientos"

Los socialdemócratas están fallando y pagarán un precio por ello, pero así suceden siempre los cambios generacionales. Y los argumentos son los mismos que los de entonces, unos acusando a los otros de no ser verdaderamente de izquierdas. Si los socialdemócratas no logran incorporar este tipo de cambios, claramente vendrán nuevos movimientos de izquierdas a reclamar su lugar. De veras estoy convencido de que, si el PSOE no estuviera en el Gobierno, si tuviese que competir de igual a igual, sufriría bastante para imponerse a Sumar como el más fuerte de ambos movimientos e imponer a su candidato como líder del bloque de izquierdas.

P. Hay una tendencia a pensar que, como la demografía española está cambiando (tenemos menos hijos y cada vez más gente mayor), el país que tradicionalmente se consideraba "sociológicamente socialista" está haciéndose más conservador. Sin embargo, sus estudios apuntan a que lo que está encogiéndose es el partido socialista mainstream, pero no la izquierda en su conjunto.

R. Es verdad hasta cierto punto, aunque funciona más como un péndulo. Está demostrado que los partidos socialdemócratas se han encogido, esto está muy claro, pero no necesariamente la izquierda per se. Hay un mecanismo de refuerzo, cuando un partido de centro izquierda se encoge y no hay un reemplazo, se pierde esta función de coordinación que hace que los votos lleguen a determinar quién será presidente. Es lo que ha pasado en Países Bajos o en la misma Francia, cuando tuvieron este intento de última hora con Mélenchon. Si se les hubiese ocurrido un año antes, sus resultados habrían sido muchísimo mejores.

Pero esto no significa que la izquierda se haya perdido. Hay una mentalidad de que ahora están apareciendo muchos partidos antiinmigración porque existe mucha gente con esos pensamientos, y España en ese sentido ha sido siempre un ejemplo positivo de los cambios que pueden lograrse a través de cambios políticos. Por ejemplo, ahora el país está entre los tres más avanzados en derechos LGTBI, cuando hace 20 años este no era el caso. Se ponen en marcha políticas que llevan a un cambio social que finalmente la gente asume como propio y no como un mecanismo top-down, impuesto desde el Gobierno. El reto para los partidos de centro izquierda siempre está en decidir sus políticas mirando a las próximas elecciones o políticas que vayan más allá de las elecciones. A corto plazo, siempre es más rentable complacer a las generaciones venideras, pero a medio plazo hay que observar que el electorado de los partidos socialdemócratas es bastante viejo; este es un patrón muy general en todos los países con representación proporcional. En Países Bajos, el electorado del partido socialdemócrata tiene la misma media de edad que el Partido de los Pensionistas.

Foto: Pedro Sánchez conversa con Félix Bolaños. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

P. Desde aquí, es difícil apreciar con nitidez la figura de Pedro Sánchez debido a la polarización. Medio país lo ve como un fin de raza político y último mesías combatiendo por la izquierda en mitad de un tsunami reaccionario, el otro medio, como alguien mediocre, oportunista y que a menudo se mueve en la línea autoritaria de Orbán. ¿Cuál es la percepción que cree que hay sobre él fuera de España?

R. En términos generales, creo que no se le percibe de ninguna manera.

"¿La percepción de Pedro Sánchez desde fuera? Creo que no se le percibe de ninguna manera"

Durante un tiempo, Portugal y España eran vistos como los únicos países donde la socialdemocracia había logrado sobrevivir. De alguna forma, eran la contraimagen del Partido Socialista de Dinamarca, y creo que todavía sigue siendo el caso, y que estas coaliciones muestran un camino para el futuro de la socialdemocracia, en parte porque el PSOE es más progresista que muchos otros partidos socialdemócratas. Creo que en España, Podemos es visto como más de izquierda radical de lo que lo vemos en otros países. En realidad, es como un partido socialista de vieja escuela, parecido a lo que es Die Linke en Alemania.

P. Fuera no los ven como algo tan rompedor.

R. La conversación me recuerda mucho a lo que pasaba en los ochenta: "¡Oh, los verdes son tan radicales! ¿Pero cómo van a pactar con ellos los socialdemócratas?", luego formaron una coalición y no pasó nada, y esta es mi impresión también con lo que pasa en España.

A Tarik Abou-Chadi, profesor de Política Europea Comparada en el Nuffield College de la Universidad de Oxford, le ha bastado una palabra para identificar el problema al que docenas de tertulianos españoles llevan años dándole vueltas. ¿Por qué el PSOE se entregó a Podemos, más tarde a los independentistas catalanes y por último a EH Bildu? "Fragmentación", dice Abou-Chadi, que lleva años investigando acerca de las causas que están haciendo encogerse a los antaño hegemónicos partidos socialdemócratas: el PSOE, el Parti Socialiste francés, el Socialdemokratiet danés, el PASOK griego, el Partido Laborista británico, los socialistas suecos y finlandeses... Todos comparten un destino sombrío.

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