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Por qué Robotyne se parece más a Bajmut de lo que crees: Ucrania avanza lento, pero necesita 10 km más
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Por qué Robotyne se parece más a Bajmut de lo que crees: Ucrania avanza lento, pero necesita 10 km más

La ciudad que Ucrania conquistó a finales de agosto y el discurso generado a su alrededor se asemejan mucho a lo ocurrido con Bajmut y, seguramente, adelanten el escenario real de la contraofensiva

Foto: El pueblo de Robotyne, recién capturado por Ucrania. (Reuters/Batallón Skala)
El pueblo de Robotyne, recién capturado por Ucrania. (Reuters/Batallón Skala)
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Hasta en la frutería de tu pueblo conocen Bajmut, aunque quizá no han oído hablar de Robotyne. Pero este enclave, recién liberado por las tropas ucranianas, marca el cambio de un relato y el avance de Kiev sobre las fortificadas líneas del frente de Zaporiyia.

Un último éxito que se ha hecho esperar meses desde el inicio de la contraofensiva ucraniana. Frente a las voces occidentales que pedían velocidad, la estrategia de Kiev se ha centrado en destapar la artillería rusa, destruirla y obligar al Kremlin a reforzar el eje que protege el camino hasta el mar de Azov.

Lo mismo sucedió, hace no tanto, en Bajmut. La batalla no empezó hasta agosto de 2022, pero tres meses antes, la ciudad ya era fuertemente bombardeada. Un año tardó el mundo en ver la bandera de Wagner ondear sobre los escombros. La pírrica victoria dejó, al menos, 20.000 muertos y 40.000 heridos entre las filas del grupo paramilitar. Pero no solo eso; mientras los mismos analistas y filtraciones del Pentágono ponían en duda la estrategia ucraniana en el enclave y se preguntaban si tenía sentido defender unas ruinas, Kiev logró debilitar al Ejército ruso, fijó su esfuerzo en la ciudad, impidió que miles de hombres reforzaran otras posiciones del frente y limitó los ataques en Vuhledar, Avdiivka, Kremina, Zaporiyia… multiplicando las bajas de una ofensiva de invierno fracasada.

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Ahora, con la conquista de las ruinas de Robotyne, Ucrania ha superado la primera línea defensiva rusa y reconquistado más terreno que Moscú en los primeros meses de 2023. Todo ello, reservando gran parte de sus nuevas brigadas –y material occidental– formadas con el tiempo ganado a Rusia en Bajmut. El puerto de Berdyansk está ya a menos de 100 km de distancia.

Casi en nuestra orilla del mar”, escribe un alto mando de la Brigada 47, que participó en la toma de Robotyne y pelea desde junio en el frente de Zaporiyia. Su mensaje, acompañado de una foto tumbado con el torso desnudo en una trinchera, bebiendo de una lata de conservas y sujetando el fusil entre los brazos, desliza dos cosas: que la moral está alta y que Ucrania, al igual que no necesitaba tomar Bajmut para ponerla al servicio de sus intereses militares, tampoco necesita llegar inmediatamente a la orilla para lograr éxitos en la campaña.

La liberación de Robotyne y el posterior avance hacia el sur (siguiente enclave, Novoprokopivka) y el este (Verbove) marcan el camino de Ucrania. Analistas militares apuntan a que la próxima victoria se juega en una baldosa de entre 10 a 15 kilómetros, la distancia que permitirá entonces operar las lanzaderas de misiles Himars/MLRS contra las posiciones más lejanas, junto al mar, contando con el suficiente perímetro de seguridad. Una estrategia con la vista puesta en cortar los corredores logísticos del sur, autopistas y vías fortificadas por los rusos en primavera.

El problema para las tropas de Moscú radica en su apuesta por defender esa primera línea fortificada con gran parte de sus reservas, desplazándolas de segundas y terceras defensas. Ni siquiera los refuerzos de unidades de élite llegadas desde la orilla oriental del Dniéper y desde Kremina, al noreste de Ucrania, han servido para frenar la sangría. Con Robotyne, la primera línea ya ha empezado a romperse.

Frente a voces y filtraciones anónimas en las últimas semanas que hablaban de la impaciencia occidental con la contraofensiva ucraniana, otros, como el exdirector de la Agencia de Inteligencia estadounidense, David Petraeus, explicaban la maniobra en el Washington Post: “Ucrania está presionando a su oponente hasta que algo se rompa, momento en el que comprometerá sus reservas y atacará”. La estrategia: en lugar de empujar con las brigadas mecanizadas directamente, identificar y destruir piezas de artillería, cuarteles, depósitos de munición y combustible para comprometer la defensa rusa.

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Y la tensión comienza a aflorar.

"¿Podemos derrotar militarmente a Ucrania? Ahora, y en un futuro próximo, no", lamentaba a mediados de agosto Alexander Khodakovsky, comandante del batallón Vostok y antiguo funcionario de la autoproclamada República Popular de Donetsk, tras sufrir una derrota en el sur. Sus palabras, y la posterior petición de congelar el conflicto, fueron interpretadas por el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) como la prueba de los avances ucranianos y la degradación defensiva rusa.

"El personal ruso siente que está en guerra con sus mandos", añadió el ISW. Los movimientos de tropas son insuficientes, la artillería se economiza y la moral escasea.

Pérdidas mecánicas, pérdidas de vidas

Ante la falta de transparencia respecto a los caídos por ambos bandos, otro de los principales argumentos de los críticos con la ofensiva ucraniana ha sido el alto coste del avance. Las imágenes de Leopard y Bradley cazados por la artillería y dañados por las minas alimentaron este discurso durante semanas, a pesar de que fueron otros reveses posteriores, en el mismo frente, los que causaron mayores bajas entre las filas de Kiev.

Foto: Soldados ucranianos cargan cadáveres rusos en un tren refrigerado en Kiev. (EFE/Sergey Dolzhenko)

Respecto a los blindados, el controlador de bajas independiente ORYX ha documentado que, de los 71 tanques Leopard 2A enviados a Ucrania por Occidente, tan solo 10 han sido dañados y cinco totalmente destruidos. Ninguno de los tripulantes murió, ha confirmado el teniente coronel Sebastian Worgull, encargado del entrenamiento de tropas alemanas en Eslovaquia. Algo similar ha ocurrido con los 99 (25 destruidos y 26 alcanzados) Bradley estadounidenses.

"Hasta los equipos más gravemente dañados se recuperan y se llevan a reparar", confirma el soldado ucraniano Olexandr Solon'ko, en un hilo de Twitter. Por eso no es raro ver en las inmediaciones del frente sur a grupos de hombres desmontando piezas y llamando por teléfono para reparar vehículos con los que han empezado a trabajar este año. Y añadía: "Se puede sustituir un trozo de metal, aunque sea caro, pero no se puede reparar una vida humana".

placeholder Miembros de la 47 reparan un Bradley en el frente de Zaporiyia. (Fermín Torrano)
Miembros de la 47 reparan un Bradley en el frente de Zaporiyia. (Fermín Torrano)

Una doctrina que ha llevado a los altos mandos ucranianos a cocinar la ofensiva a fuego lento, poniendo en valor la vida de sus subalternos, entre la ruptura por campos minados y la limpieza de trincheras. Un tiempo en el que, al igual que pasó con Bajmut, se han colado las dudas sobre la estrategia.

Sin embargo, las cifras de blindados y piezas de artillería rusas destruidas documentadas por expertos en geolocalización son demoledoras, con, pese a que Ucrania está a la ofensiva, muchas más pérdidas en el lado ruso.

Tras Robotyne, la brecha crece al otro lado de la línea Surovikin, supuestamente infranqueable, en dirección Verbove (sureste). Según ha podido saber El Confidencial, el día que se compartieron vídeos de los soldados de la brigada 47 colocando una bandera en la escuela de Robotyne y evacuando a los civiles, dando por conquistado oficiosamente el enclave, los participantes en el asalto llevaban varios días alejados de la línea cero, disfrutando de un breve permiso tras una rotación exitosa.

"Criticar el ritmo lento de la contraofensiva equivale a escupir en la cara de los soldados ucranianos que sacrifican sus vidas todos los días, avanzando y liberando un kilómetro de suelo ucraniano tras otro", declaró este jueves Dmytro Kuleba, ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, en Toledo.

Un trabajo minucioso que ha permitido, precisamente, las incursiones a pie en la ciudad reconquistada y con botes atravesando el río Dniéper. El temor de varios soldados que hablaron con este periódico —tras un asalto en el que perdieron un puñado de Bradley— de convertirse en una compañía mecaniza sin carros de combate no se ha cumplido. En parte por la reposición de material, en parte por la estrategia de avanzar en pequeños grupos y tomar las trincheras andando.

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A uno de ellos, Dmytro, la muerte le sorprendió en este mismo frente a finales de julio. Había sobrevivido a varias misiones en territorio enemigo y a los impactos de la artillería en el interior de los Bradley. Pero la guerra la hacen hombres de carne y hueso que pierden sangre, no blindados de acero.

“Decís ‘los héroes no mueren…’, pero desafortunadamente fallecen porque son personas como los demás... Arquitectos, gerentes, profesores, empresarios, periodistas…”, compartía Oleg, miembro de su brigada, en el obituario. “Padre, valiente y descarado guerrero. La guerra ha terminado para él. Dio su vida para que no entraran en vuestras casas, y no es el único. Te aprecio...”.

El resto continúa honrando su nombre en silencio. Avanzando por una línea cuyo principal bastión de defensa se tambalea. Tras semanas de filtraciones poniendo en duda las opciones de la contraofensiva ucraniana, la narrativa está cambiando. "Yo confiaría en el criterio de los mandos ucranianos que están en la lucha", ha defendido Ben Hodges, exgeneral al mando del Ejército de EEUU en Europa. “Los ucranianos han excedido expectativas una y otra vez”, afirmaba este jueves el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Lo mismo pasó en la defensa de Kiev, las contraofensivas de Járkov y Jersón, y en la defensa de Bajmut. La experiencia del septiembre pasado recomienda ser prudentes con el dónde y el cuándo. Lo que nos han enseñado estos 18 meses de invasión es el cómo.

Hasta en la frutería de tu pueblo conocen Bajmut, aunque quizá no han oído hablar de Robotyne. Pero este enclave, recién liberado por las tropas ucranianas, marca el cambio de un relato y el avance de Kiev sobre las fortificadas líneas del frente de Zaporiyia.

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