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Los ucranianos no están listos para sentarse a negociar… ni aunque caigan bombas atómicas
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EL 'FORO DAVOS' DE LA DEFENSA

Los ucranianos no están listos para sentarse a negociar… ni aunque caigan bombas atómicas

Nueve de cada 10 ucranianos están dispuestos a continuar la lucha incluso en el peor escenario posible, el de un ataque nuclear ruso contra el país, según el informe de la Conferencia de Seguridad de Múnich

Foto: Misil Grad sin detonar, en un campo ucraniano. (Reuters/Nacho Doce)
Misil Grad sin detonar, en un campo ucraniano. (Reuters/Nacho Doce)

“Ninguna persona seria piensa que Ucrania pueda obtener una victoria absoluta. Un plan que habla de adhesión a la OTAN, con Ucrania siendo el equivalente europeo de un Israel en esteroides, retomando Crimea, tiene que parar si queremos que Ucrania sobreviva”. El punto es de la europarlamentaria norirlandesa Clare Daly, socialista independiente adscrita al Grupo La Izquierda, cuando, a principios de mes, votó en contra de las diferentes resoluciones presentadas para agilizar la adhesión ucraniana a la Unión Europea. Pero se repite, con diferentes variantes, en foros políticos y diplomáticos de Europa, Estados Unidos y otros países aliados —con más intensidad en los extremos del arco ideológico—. Son, todavía, posturas minoritarias. Pero dan fuerza a una narrativa que Kiev trata de evitar a toda costa: la guerra no se puede ganar. Y, por tanto, hay que sentarse a negociar.

Se trata de un fenómeno recurrente en esta guerra. Cuanto más rápido avanzan las tropas de Kiev, más resuelto es el apoyo aliado, que dependen del entusiasmo de sus opiniones públicas para hacer política y electoralmente rentable la cooperación militar y financiera en momentos de inestabilidad económica global. Pero, apenas el frente se estanca, surgen las grietas en la unidad occidental. Dentro de los países y entre los propios países. Halcones, como Polonia, Reino Unido o los países bálticos, tratan de azuzar a las palomas, asegurando que los ucranianos no solo pueden ganar la guerra, sino que podrían hacerlo más rápidamente de lo que muchos creen si tuvieran a su disposición el arsenal militar y tecnológico de la OTAN —en vez del goteo progresivo e inestable de armamento y munición que llega envuelto en grandes anuncios—. Su postura se puede resumir así:

“Esto me suena familiar, Clare Daly”, respondió la cuenta Bad Baltic Takes a la eurodiputada. "Ninguna persona seria pensaba que los estados bálticos podían liberarse de la ocupación de Moscú, escuchamos. La ley internacional no podría prevalecer. Éramos una causa perdida. Y sin embargo, aquí estamos. No escuchamos a gente como tú. Y tampoco lo hará Ucrania".

Los menos beligerantes se muestran escépticos sobre la viabilidad de expulsar de forma definitiva al invasor ni siquiera a las fronteras previas al 24 de febrero, cuando Moscú lanzó su invasión a gran escala y mucho menos volver a las originales de 1991 (que incluyen Crimea y todo el Donbás). El argumento más citado es que mandar armas solo alargará el sufrimiento de los civiles y aumentará el riesgo de un conflicto frontal entre Rusia y la Alianza incluyendo en la ecuación la perenne amenaza atómica—.

Moscú lo sabe y explota esta táctica cada vez que se le presenta la oportunidad. Los servicios secretos noruegos advirtieron de que el Kremlin ha desplegado buques con armamento nuclear en el mar Báltico por primera vez en 30 años y no descartan una escalada de la guerra que implique a Estados Unidos, la OTAN y Noruega. "Las armas nucleares tácticas son una amenaza particularmente seria en varios escenarios operativos en los que los países de la OTAN pueden estar involucrados", señala el documento de la Inteligencia nórdica, al que tuvo acceso Politico.

Foto: Christoph Heusgen. (EFE/Christian Marquardt)

Pero estas disquisiciones occidentales no permean en Ucrania. Allí, sobre el terreno, militares y población civil tratan de mantener la moral, la energía y la esperanza a punto de cumplirse un año de la agresión rusa. Nueve de cada 10 ucranianos están dispuestos a continuar la lucha contra el invasor ruso incluso en el peor escenario posible, el de un ataque nuclear ruso contra el país, según el informe de la prestigiosa Conferencia de Seguridad de Múnich, publicado esta semana. Unas cifras que, según sus autores, muestran que cualquier intento de forzar a Kiev a negociar con Moscú se encontraría con un frontal rechazo de la población.

El Davos de la Defensa

El estudio y la encuesta tienen peso propio. La Conferencia de Seguridad de Múnich —considerada el Foro Davos de la Defensa— arranca el viernes 17 de febrero con la asistencia de casi medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, y la flor y nata de la defensa y la diplomacia global, desde multinacionales militares y think tanks geopolíticos, a analistas y ministros. Su informe incluye una encuesta realizada en 12 países —EEUU, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá y Japón (G7); Brasil, India, China y Sudáfrica (los BRICS, sin Rusia) y Ucrania— entre el 12 de octubre y el 7 de noviembre del año pasado (8-28 de noviembre en Ucrania) con muestras representativas de 1.000 personas por país. Las cifras del sondeo llegarán de forma directa a los despachos del poder global. Y son elocuentes

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Un 95% cree que Kiev debe mantener la lucha bajo los bombardeos rusos contra ciudades e infraestructuras civiles, cifra que cae a un 91% en caso del lanzamiento de una bomba nuclear táctica en el mar Negro y hasta un 89% asevera que hay que seguir el combate incluso si se produce un ataque atómico en el frente o una ciudad de la retaguardia. “Apenas un 6% de los ucranianos sienten que no están listos para lidiar con la invasión rusa, e incluso durante un invierno marcado por los apagones y la escasez, se sienten más preparados para enfrentar el riesgo de una interrupción del suministro de energía que cualquier otra ciudadanía del G7”, reza el informe.

Esto muestra que Ucrania no está preparada para ceder ni un ápice en una eventual mesa de negociación con el Kremlin. Para el 93%, tan solo la completa retirada rusa de los territorios ocupados y la devolución de Crimea (anexionada ilegalmente por Rusia en 2014) serían condiciones aceptables para un alto al fuego. Incluso una salida rusa hasta las fronteras previas a la invasión del 24 de febrero apenas es aceptada por el 7% de los encuestados. Apenas un 1% estaría listo para aceptar la actual situación y cesar las hostilidades.

“Incluso la salida de Rusia de las áreas ocupadas sería inaceptable para la mayoría de los ucranianos si no incluyen también Crimea. Las negociaciones prematuras, de las que estamos viendo muchos llamamientos públicos en algunas capitales occidentales, se encontrarían, por tanto, ante una fiera resistencia de la población ucraniana”, advierte el reporte.

Foto: Disparos de mortero en la línea del frente de Donetsk. (Reuters)

La orientación pro-occidental de Ucrania es abrumadora —con una apuesta por un orden mundial de estilo europeo, más que estadounidense— y una amplia mayoría de los consultados (65%) creen que su país no podrá estar seguro sin la OTAN (en cuya protección, por cierto, confían más que en la de la UE). Un 83% de los consultados aseguran que no habrá paz ni seguridad mientras Vladímir Putin siga en el Kremlin.

La encuesta también sondeó cómo evalúan los ciudadanos la respuesta de varios países a la agresión rusa. Reino Unido (+77), EEUU (+76) y Canadá (+72) encabezan el listado seguidos, a una considerable distancia, por Alemania (+47), Turquía (+44) y Francia (+43). Más abajo, Italia (+36), la OTAN (+32) y Japón (+29). La UE (+66) tiene un promedio muy positivo, impulsado por la visión muy positiva de Polonia o los países bálticos (mucho más populares que la Europa del sur). Fuera de Occidente, Ucrania ve al Sur Global (-15) con sospechas. Empezando por China (-37) y seguida por India (-27). Tampoco la reacción de Naciones Unidas (-1) ha sido muy valorada.

Encrucijada sin flechas

Mientras que la intimidación rusa, convencional o nuclear, no parece estar funcionando en Ucrania; fuera, el factor Rusia gana enteros y es el riesgo global que más ha crecido. Para los sondeados en EEUU, Francia, Japón, Alemania y Canadá, Moscú ya es la principal amenaza del momento, por encima del suministro energético o la emergencia climática. La guerra trae consigo el auge de otros miedos globales, como el potencial uso de armas nucleares o posible escasez de alimentos, que crecen globalmente, y vienen a sumarse a las ansiedades previas ante una nueva crisis económica o financiera.

Este contexto hace que la sensación entre la mayoría es de un momento histórico de cambio. “En 11 de los 12 países estudiados, la mayoría percibe que la guerra de Rusia contra Ucrania es, de hecho, un punto y aparte en la política mundial”, dijo Sophie Eisentraut, una de las autoras del informe. “La pregunta es: ¿si el orden internacional está realmente en una encrucijada, qué camino va a tomar? ¿Qué dinámicas y visiones del orden internacional tendrán más impacto en esta competición que ya ha comenzado?”, plantea la analista.

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Estas son algunas de las preguntas que marcarán el encuentro en Múnich, que se prolongará hasta el domingo 19. Entre los invitados anunciados —la agenda definitiva no se publica hasta la víspera— están el canciller alemán, Olaf Scholz; la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, y el ministro ucraniano de Exteriores, Dmytro Kuleba. Si le preguntan al presidente de la conferencia, Christoph Heusgen, exconsejero de Angela Merkel, en esta batalla por el relato mundial, a Occidente no le basta con jugar a la defensiva.

“El hecho de que un número considerable de actores internacionales no hayan condenado la agresión rusa muestra que no es suficiente con defender el statu quo”, dijo Heusgen en una reciente entrevista. “Si no nos ocupamos del resentimiento que países en África, América Latina y Asia sienten hacia el orden internacional, que no siempre ha servido a sus intereses, no lograremos convencer a los que dudan para que sean nuestro aliados en la defensa de los principios y reglas clave”.

“Ninguna persona seria piensa que Ucrania pueda obtener una victoria absoluta. Un plan que habla de adhesión a la OTAN, con Ucrania siendo el equivalente europeo de un Israel en esteroides, retomando Crimea, tiene que parar si queremos que Ucrania sobreviva”. El punto es de la europarlamentaria norirlandesa Clare Daly, socialista independiente adscrita al Grupo La Izquierda, cuando, a principios de mes, votó en contra de las diferentes resoluciones presentadas para agilizar la adhesión ucraniana a la Unión Europea. Pero se repite, con diferentes variantes, en foros políticos y diplomáticos de Europa, Estados Unidos y otros países aliados —con más intensidad en los extremos del arco ideológico—. Son, todavía, posturas minoritarias. Pero dan fuerza a una narrativa que Kiev trata de evitar a toda costa: la guerra no se puede ganar. Y, por tanto, hay que sentarse a negociar.

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