Es noticia
El antes y después de Bajmut: "Es mejor que esté muerta, así no ha visto su ciudad destruida"
  1. Mundo
La destrucción total desde el cielo

El antes y después de Bajmut: "Es mejor que esté muerta, así no ha visto su ciudad destruida"

Escuelas, teatros, bloques de pisos son ahora edificios calcinados, según muestran las últimas imágenes de satélite, recogidas el 15 de mayo por Maxar Technologies

Foto: Escenas de destrucción total en la ciudad de Bajmut (Maxar)
Escenas de destrucción total en la ciudad de Bajmut (Maxar)

"No queda nada. Hoy por hoy, Bajmut solo está en nuestros corazones", dijo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, este fin de semana. El grupo mercenario Wagner ha avanzado sobre un último edificio hecho escombros y ha decidido plantar su bandera sobre una ciudad que ya es solo ruinas. La escala de la destrucción es masiva. Bajmut es ahora un fantasma que, como dice Zelenski, ya solo existe en los corazones, en el relato de la batalla y como el último símbolo del horror de la brutal e implacable guerra en Ucrania.

Y en Booking.

"El Mini-Hotel Na Sobornaya, en Bajmut, cuenta con un salón compartido, un jardín y una zona de barbacoa. Hay conexión Wi-Fi gratuita disponible. También hay una terraza para tomar el sol. La recepción está abierta todos los días, las 24 horas. Los huéspedes pueden cocinar en la cocina compartida. Cada habitación tiene un armario. Un microondas, nevera y hervidor de agua. Las ventanas dan al jardín. Los huéspedes tienen acceso a un baño compartido con ducha, bidé, secador de pelo y artículos de aseo gratuitos. Además, todas las habitaciones del Mini-Hotel Na Sobornaya tienen una zona de estar. Los que lo deseen pueden jugar a los dardos. El aeropuerto más cercano es el aeropuerto de Donetsk, a 62 km".

En junio de 2022, Bajmut llevaba viendo casi a cámara lenta cómo se estrechaba el cerco de las tropas rusas. Primero cayó Popasna; luego Severodonetsk y Lysychansk. Y entonces comenzó el asedio. Fue en esas fechas cuando conocí a Ira, la dueña del hotel Na Sobornaya. Era uno de los pocos que todavía quedaban abiertos en Bajmut. El jardín seguía verde y la terraza prometida era tan bonita como salía en las fotos. Solo éramos cuatro huéspedes: un periodista flamenco, dos voluntarios estadounidenses que pretendían unirse a alguna milicia ucraniana —el mayor con experiencia militar en Afganistán, el joven, un aficionado a las armas de Texas— y yo. Un par de días antes de que llegase a Bajmut, un misil había caído en el edificio de al lado, destruyéndolo y provocando un incendio en el hotel que lograron apagar. En la más absoluta oscuridad de las noches —más oscura aún cuando un pueblo se oculta de los rusos— se podía escuchar el intercambio de artillería y el sobrevolar de los drones de uno y otro bando. Pero Ira no quería irse. Era todavía el comienzo de una de las batallas más largas de la guerra en Ucrania.

Ira nunca salió de Bajmut.

"Ira está muerta. Los vecinos me han dicho que murió de un ataque al corazón. Creo que murió de pena, y quizá es bueno que no haya tenido que ver cómo su ciudad ha sido completamente destruida. De todos modos, ella no quería irse", me escribió Jan, el periodista flamenco. De su Mini-Hotel, de su terraza, de su jardín y sus dardos, no queda nada más que su fantasma guardado en el caché de Booking.

Es mucho lo que se ha perdido en Bajmut. La ciudad se une a la lista de ciudades ucranianas arrasadas hasta los cimientos bajo el incesante fuego de artillería, aunque quizá menos conocidas. “Volnovaja [ciudad que sirvió como antesala a la ofensiva de Mariúpol] ya no existe, la han destruido entera”, me decía Stavrati, un soldado en la morgue militar de Dnipro, a los pocos meses de comenzar la invasión. “Marinka *era* una ciudad”, tuiteó la oficina de la presidencia de Ucrania con unas imágenes aéreas de una de la miríada de ciudades de la línea de frente que están siendo engullidas por la violencia del avance de las tropas del Kremlin.

Lo que una vez fue una pequeña localidad de 70.000 habitantes, conocida por sus minas de sal y su vino espumoso, es ahora un terreno baldío donde ucranianos y rusos se disputan el control de sus alrededor de 25 km cuadrados.

Escuelas, teatros, la universidad, bloques de pisos son ahora edificios calcinados sobre un terreno como un queso suizo carbonizado, cuajado de negros agujeros por meses de bombardeos y explosiones, como muestran las últimas imágenes de satélite, recogidas el 15 de mayo por Maxar Technologies.

Los bombardeos contra Bajmut comenzaron hace cerca de un año, pero no fue hasta finales de noviembre, tras meses de intercambio de artillería y guerra de trincheras, que las tropas rusas lideradas por el Grupo Wagner lograron entrar en las primeras casas del este de la ciudad.

Comenzó aquí una batalla de destrucción absoluta manzana a manzana. En 200 días, las tropas rusas avanzaban a un ritmo de algo menos de 13 kilómetros en los alrededores de Bajmut, apenas 61 metros al día. Bajmut se ganó el nombre de “picadora de carne”.

La última vez que estuve en Bajmut fue a mediados de diciembre. En aquel entonces, los rusos habían casi logrado llegar al río que dividía la ciudad en dos. Apenas quedaban civiles y los esfuerzos de evacuación eran ya caóticos.

Los antiguos hogares ya no acogían a vecinos, sino a soldados: cada salón podía convertirse en un centro de mando desde el que las tropas ucranianas comandaban sus drones y sus salvas de mortero para detectar y eliminar a los rusos agazapados en las trincheras o entre las casas.

placeholder Las afueras de Bajmut, arrasadas por el fuego de artillería, a través de los ojos de un dron ucraniano el pasado diciembre (Alicia Alamillos)
Las afueras de Bajmut, arrasadas por el fuego de artillería, a través de los ojos de un dron ucraniano el pasado diciembre (Alicia Alamillos)

El domingo, Moscú anunció que las tropas del grupo paramilitar Wagner se habían presuntamente hecho con el control de Bajmut. La información fue rápidamente negada por Ucrania. El comandante del Ejército de Tierra ucraniano, el general Olexander Sirski, reconoció que Ucrania había perdido el control efectivo del grueso de la ciudad y que solo mantienen posiciones en una parte de las afueras.

La conquista del núcleo urbano de Bajmut abre una nueva fase para la batalla más larga de la guerra. A diferencia de otras derrotas ucranianas, donde cada ciudad perdida significaba retroceder la línea de defensa varios kilómetros para atrás, en Bajmut no ha sido así.

En la última semana, Ucrania ha recuperado 29 kilómetros cuadrados en los flancos de la ciudad, tanto al noroeste como el suroeste, empezando a rodear la ciudad. Además de las posibilidades de embolsamiento, los flancos ofrecen la ventaja de la altura que antes tenían las fuerzas rusas que bombardeaban las bajas posiciones defensivas ucranianas en la ciudad y que ahora han intercambiado.

La viceministra de defensa de Ucrania, Hanna Maliar, ha asegurado que, en esta posición, las exhaustas tropas rusas están en una posición vulnerable. “Hace que sea muy difícil para el enemigo permanecer en Bajmut. [Estamos] en semi-cerco, lo que nos da la oportunidad de destruir al enemigo”, declaró el domingo. En la misma línea se pronunció el Sirski. "A pesar de que ahora controlamos las afueras de la ciudad, la importancia de su defensa no pierde sentido. Esto nos dará en el futuro la oportunidad de entrar en la ciudad, cuando cambie la situación operativa en el frente".

"No queda nada. Hoy por hoy, Bajmut solo está en nuestros corazones", dijo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, este fin de semana. El grupo mercenario Wagner ha avanzado sobre un último edificio hecho escombros y ha decidido plantar su bandera sobre una ciudad que ya es solo ruinas. La escala de la destrucción es masiva. Bajmut es ahora un fantasma que, como dice Zelenski, ya solo existe en los corazones, en el relato de la batalla y como el último símbolo del horror de la brutal e implacable guerra en Ucrania.

Ucrania Conflicto de Ucrania
El redactor recomienda