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"Lo que Occidente tiene que hacer es ayudar a Putin a cantar victoria"
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Entrevista a Mark Galeotti

"Lo que Occidente tiene que hacer es ayudar a Putin a cantar victoria"

Mark Galeotti, uno de los expertos en Rusia occidentales más reconocidos, analiza los caminos que puede tomar la crisis en Ucrania y cómo Occidente podría echar una mano a Putin

Foto: El profesor Mark Galeotti, en la Plaza Roja de Moscú. (Foto cedida)
El profesor Mark Galeotti, en la Plaza Roja de Moscú. (Foto cedida)

Lejos de recular ante los intentos diplomáticos de Occidente por desescalar la crisis de Ucrania, Vladímir Putin mantiene la presión militar en la frontera. El líder ruso está desatado y se permite mentar la posibilidad de una guerra nuclear con la OTAN, acusar a Kiev de reactivar el conflicto militar en el Donbás y exigirle atenerse a sus reglas sin oposición. "Te guste o no te guste, tienes que aceptarlo, preciosa", dijo parafraseando un tema de un grupo de punk soviético con alusiones a violación y necrofilia. Y todo esto, en una rueda de prensa conjunta con Emmanuel Macron, quien se supone que iba a suavizar las tensas relaciones con el Kremlin.

El presidente francés insistió en que durante sus cinco horas de conversación privada con Putin en Moscú, éste le tranquilizó sobre la posibilidad de una escalada militar. Pero esto no ha rebajado el escepticismo. Esta semana está previsto que comiencen unos ejercicios militares conjuntos con Bielorrusia que se alargarán durante 10 días y devolverán tanto a Ucrania y la Alianza Atlántica a la alerta máxima. Otra vez. Y otra vez, analistas y políticos tratan de descifrar las intenciones del mandatario ruso. ¿Planea una invasión? ¿Es un farol buscando concesiones? ¿Cuáles son las posibles estrategias de Occidente para lidiar con Putin?

Conversamos sobre estos escenarios con Mark Galeotti, profesor honorífico del University College London y especialista "en temas bastante turbios y moralmente dudosos", como se define en su blog, 'En las sombras de Moscú'. Reconocido experto en Rusia y fundador de la consultora Mayak Intelligence, centrada en la política y seguridad del país euroasiático, Galeotti acaba de publicar 'The Weaponisation of Everything' (Yale University Press), un ensayo donde explora las nuevas formas de guerra del siglo XXI y sirve de mapa para entender los caminos que puede tomar la situación en Ucrania. ¿Su diagnóstico? Putin preferiría no invadir Ucrania, pero todo es posible con los líderes autoritarios. "Incluso los esencialmente sensatos y pragmáticos".

placeholder Portada de 'The Weaponisation of Everything'. (Yale University Press)
Portada de 'The Weaponisation of Everything'. (Yale University Press)

PREGUNTA. Su libro explica a través de numerosas analogías históricas que las guerras híbridas, en cierto modo, han existido siempre y que ahora estamos utilizando las mismas tácticas aunque con herramientas modernas. Volviendo miles de años atrás, hasta Sun Tzu: ¿en qué medida el despliegue de las tropas rusas en la frontera con Ucrania tiene que ver con el engaño y la voluntad de someter al enemigo sin luchar?

RESPUESTA. La única respuesta honesta sería: no lo sabemos. Estamos escuchando a los estadounidenses decir que Putin va a invadir casi con total seguridad y que es inminente. Yo no estoy seguro, no estoy del todo convencido, pero tenemos que aceptar esa posibilidad. Rusia ya ha desplazado esta fuerza extraordinariamente grande a la frontera y tiene una clara superioridad militar. Ocupar Ucrania o incluso tomar ciudades sería mucho más difícil a largo plazo, pero ya tienen las fuerzas que creen que necesitarían para destruir al Ejército ucraniano en el campo de batalla. Eso es prácticamente imposible de cuestionar. Y, sin embargo, no se mueven.

Creo que esto es lo realmente interesante. Es una muestra de cómo un régimen como el de Putin utiliza sus fuerzas para llevar a cabo una diplomacia coercitiva, intimidando a los ucranianos y a Occidente, y utilizando al mismo tiempo toda la gama de instrumentos no militares a su disposición. Hace un par de semanas hubo grandes ciberataques contra Ucrania. Hemos visto presión económica y desinformación. Hemos visto intentos de subversión política, a criminales y agentes de inteligencia operando, tratando de provocar una escalada. En mi opinión, incluso teniendo en cuenta la fuerza militar que ha movilizado, Putin todavía preferiría no tener que emplear su ejército. El conflicto militar es la última opción de Putin, no su primera, aunque parezca que estamos al borde de una guerra.

Foto: El presidente francés, Emmanuel Macron, durante su visita a Moscú para reunirse con Vladímir Putin. (EFE vía Sputnik)

P. En 2014, Rusia consiguió tomar Crimea casi sin tener que disparar ni combatir. Con ese precedente, Putin ha conseguido sentar a Occidente a la mesa de negociaciones, pero ¿puede acabar ganando sin ofensiva militar? ¿Cómo puede vender una victoria en casa si no hay concesiones?

R. Creo que Putin es consciente de que no ha conseguido lo suficiente para poder vender una victoria y busca tres cosas. Una es simplemente la apariencia de ser una gran potencia. En cierto modo ya la tiene, porque ha llevado a Occidente a la mesa de negociaciones y si en algún momento quiere otro cara a cara con Joe Biden, lo tendrá. Ya han marcado la casilla que dice: "Mirad, somos una gran potencia. La gente tiene que escucharnos y hablar con nosotros". En segundo lugar, en lo que respecta a Ucrania, no creo que vaya a haber ningún tipo de retroceso en el compromiso de que pueda entrar en la OTAN, no creo que Occidente pueda dar marcha atrás al respecto. Pero sí podríamos ver otro tipo de compromisos, como que no habrá fuerzas de la OTAN en suelo ucraniano. Porque si nos fijamos en los términos concretos de las demandas de Putin, uno de los más importantes es la idea de que podría haber misiles occidentales en Járkov apuntando a Rusia. Una concesión como esta no infringiría la soberanía ucraniana de ninguna manera y Ucrania seguiría teniendo la oportunidad de convertirse en miembro de la OTAN. Pero también permitiría a Putin decir: "Esto es específicamente lo que me preocupaba y lo hemos evitado".

Sobre la arquitectura de seguridad europea, en tercer lugar, la OTAN no va a retroceder a sus límites de 1997. Occidente tiene que reunir un paquete de otras medidas, como la mencionada garantía de no tener misiles cerca de Rusia o un acuerdo mutuo para reducir los ejercicios militares cerca de la frontera del otro. Son cuestiones que no tienen tanta importancia, pero gran parte de las opciones para salir de esta crisis consisten en escoger cosas que no importan tanto, disfrazarlas y presentarlas como grandes concesiones. No porque pensemos que Putin se vaya a dejar engañar, sino porque, aunque pueda parecer irónico, lo que necesitamos es ayudar a Putin a cantar victoria. Acaba de cumplirse el 30º aniversario del colapso de la Unión Soviética, y si uno mira los comentarios de Putin sobre Gorbachov, deja muy, muy claro que piensa que su gran defecto fue ser débil, y que su debilidad permitió la caída de todo ese gran imperio multinacional que fue la URSS. Putin está claramente decidido a no ser otro Gorbachov y le aterra parecer débil. Así que lo que tenemos que hacer es darle una salida de esta crisis en la que pueda seguir presentándose como si hubiera forzado concesiones a Occidente. Aunque no sea muy agradable, tenemos que seguirle la corriente y permitirle alardear de su victoria.

Foto: opciones-militares-rusia-ucrania-victoria-derrota

P. Muchos ven en esta crisis un claro farol de póquer. Mover las tropas y esperar a la reacción de Occidente, donde nadie parece dispuesto a asegurar una respuesta militar si finalmente Rusia invadiera Ucrania de alguna manera. Como explica en el libro, Estados Unidos y la UE recurren cada vez más a las sanciones para evitar la lucha armada. ¿Amenazar con las sanciones "más duras de la historia" será suficiente para contrarrestar a Rusia en caso de invasión?

R. No. La cuestión es que, si hay una escalada militar masiva, entonces las sanciones ya han fracasado. El objetivo de las sanciones es intentar impedirla, pero la clave es que las sanciones económicas son una respuesta a largo plazo, si es que funcionan. La esperanza es que disuadan a Putin y serán uno de los factores que tendrá que considerar si realmente contempla la fuerza militar. Pero es muy, muy poco probable que las sanciones sean un factor crucial. Putin ha pasado ocho años construyendo una economía a prueba de sanciones. Rusia ha sacrificado el crecimiento económico por la seguridad: su economía está estancada, pero es muy difícil de romper para el mundo exterior. Todas las medidas de las que se habla, como impedirles vender deuda o incluso expulsarles del sistema interbancario Swift [la plataforma que gestiona las comunicaciones internacionales de los bancos] tendrían un impacto, pero de ningún modo sería desastroso. Y Putin lo sabe.

Una vez más, se trata de una cuestión de cuán consciente eres de las nuevas formas de guerra. Los rusos son mucho más conscientes de ello, y por eso sus defensas están mucho mejor preparadas. Nosotros, en Occidente, no lo somos. Confiamos en las sanciones económicas porque creemos que juegan a nuestro favor y porque no queremos luchar. No queremos involucrarnos si podemos evitarlo y creo que eso nos hace predecibles y esencialmente débiles cuando se trata de lidiar con Rusia.

P. ¿Podrían terminar siendo contraproducentes las sanciones? Y aquí introduzco el factor Xi Jinping, porque también sería una oportunidad perfecta para que China acuda al rescate.

R. Así es. Muchas de estas medidas simplemente obligarían a Rusia a ser más dependiente de China. Además, hay cosas más prácticas. Todavía estamos en invierno y gran parte de Europa sigue dependiendo en parte del gas ruso. Y como han dicho los propios rusos, ¿cómo piensan pagar los europeos? Rusia probablemente esté dispuesta a seguir suministrando el gas porque necesita el dinero. Pero si no pueden conseguir el dinero, no van a suministrar el gas. ¿Cómo se sentiría Europa si de repente perdiera una gran parte de sus suministros de gas? Nos encontraremos en una situación en la que, por un lado, Europa podría aplicar sanciones y, por otro, podría estar tratando de encontrar formas de evitarlas por su propio interés. Todo el mundo quiere castigar a Putin por su imperialismo y su agresividad, pero nadie quiere que su abuela se muera de frío porque no haya suministro de gas.

Foto: El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, charla con el líder del Vox, Santiago Abascal. (Reuters)

P. Describe en su ensayo un mundo actual instalado en un nivel permanente de conflicto menor, pero con importantes escaladas puntuales. ¿Debemos prepararnos para un aumento de la tensión a largo plazo? ¿Es esta la nueva normalidad del siglo XXI?

R. La respuesta es sí, absolutamente, tenemos que prepararnos. Rusia, por ser un país relativamente débil que intenta demostrar su estatus de gran potencia, ha tenido que ser muy imaginativa y atrevida. La clave está en la voluntad de, si es necesario, romper las reglas y hacer cosas arriesgadas. Los países en general son bastante reacios al riesgo, y quien parezca estar dispuesto a tomar mayores riesgos tendrá un poder en sí mismo. Mi mayor temor es lo que ocurra cuando un país mucho más rico y poderoso como China decida utilizar los mismos instrumentos. Y ya lo estamos viendo en cierta medida.

Foto: Tropas rusas durante recientes movimientos militares en la región de Rostov. (Reuters/Sergey Pivovarov)

P. La semana pasada vimos a Putin en Pekín junto a Xi Jinping en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno. Se han apoyado mutuamente en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre Taiwán, ahora en Ucrania, respetando la posición y los intereses de uno y otro. La alianza Potemkin, como usted la ha llamado. ¿Está de acuerdo con Putin en que las relaciones entre Rusia y China son un ejemplo de cómo deberían ser las relaciones internacionales del siglo XXI?

R. Estoy totalmente de acuerdo, porque justo al mismo tiempo que hablan de su amistad, están inmersos en todo tipo de acciones competitivas entre sí. Es una relación extremadamente pragmática. Los chinos apoyarán a los rusos solo en la medida en que sientan que es necesario. Por ejemplo, no han reconocido la anexión de Crimea. Y del mismo modo, los rusos saben que necesitan a los chinos, pero eso no significa que confíen en ellos. Creo que, aunque no quisiera expresarlo de manera tan irónica, Putin dio en el clavo: ese es el tipo de relación que podemos esperar en el futuro.

P. No voy a pedirle que prediga el futuro, pero sí me gustaría saber cuáles podrían ser son los mejores y peores escenarios posibles en la crisis Rusia-Ucrania.

R. Sería bonito pensar que, en el próximo mes o así, podríamos llegar a algún tipo de acuerdo. Pero se llega mucho antes a un fracaso en una negociación que a un acuerdo. El mejor escenario es que se logre algún tipo de fórmula que permita a Putin desescalar sintiendo que al menos ha logrado algo que pueda hacer pasar por una victoria. El peor caso es claramente una aventura militar de los rusos. Me resulta difícil creer algunas de las afirmaciones sobre los posibles intentos de tomar toda Ucrania o Kiev e imponer un gobierno títere. Dicho esto, no es imposible que los líderes autoritarios, incluso los esencialmente sensatos y pragmáticos, hagan cosas estúpidas si están mal informados. Lo que nos gustaría saber a todos es qué le están diciendo a Putin quienes tienen su oreja.

Foto: Crisis energética en Moldavia. (EFE/Dumitru Doru)

El escenario positivo más probable sería que Rusia reconociera la independencia de los pseudoestados del Donbás y Lugansk y firmara un acuerdo de seguridad para que fuerzas rusas se encargaran de su defensa de la 'malvada y neofascista' Kiev. Se trataría de una escalada, pero no de una invasión total, y las sanciones en respuesta también serían menores. Honestamente, sería una derrota para Putin en términos reales porque perdería la posibilidad de influir en la política del resto de Ucrania. Pero si siente que no lo va a conseguir y que tiene que hacer algo dinámico, potente y agresivo, esta sería la opción más segura, pero no cambiaría realmente el 'statu quo'.

P. Estamos asistiendo a un despliegue diplomático frenético donde se entremezclan intereses geopolíticos con prioridades domésticas. ¿A Occidente le importa de verdad Ucrania o solo está aparentando?

R. A Occidente le importa Ucrania, pero no ve su futuro como algo existencial para su seguridad. Ese es el punto fundamental. Aunque escuchemos todo tipo de palabras cálidas hacia los ucranianos, hay mucha fatiga sobre Ucrania y una sensación de que el régimen ucraniano no se ha reformado ni avanzado en la dirección esperada. Y aún más, no hay ninguna voluntad de enfrentarse a un conflicto militar con Rusia. Ucrania le importa más a Putin que a nosotros, y esa es la gran tragedia ucraniana.

Lejos de recular ante los intentos diplomáticos de Occidente por desescalar la crisis de Ucrania, Vladímir Putin mantiene la presión militar en la frontera. El líder ruso está desatado y se permite mentar la posibilidad de una guerra nuclear con la OTAN, acusar a Kiev de reactivar el conflicto militar en el Donbás y exigirle atenerse a sus reglas sin oposición. "Te guste o no te guste, tienes que aceptarlo, preciosa", dijo parafraseando un tema de un grupo de punk soviético con alusiones a violación y necrofilia. Y todo esto, en una rueda de prensa conjunta con Emmanuel Macron, quien se supone que iba a suavizar las tensas relaciones con el Kremlin.

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