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No se habla de Putin, no, no, no: el elefante en la habitación de la derecha populista europea
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Choques en la internacional nacionalista

No se habla de Putin, no, no, no: el elefante en la habitación de la derecha populista europea

Un silencio elocuente que describe la gran fisura de un grupo por lo general bien avenido ideológicamente, desde la defensa de la familia tradicional a su mano dura contra la migración

Foto: El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, charla con el líder del Vox, Santiago Abascal. (Reuters)
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, charla con el líder del Vox, Santiago Abascal. (Reuters)

El pasado sábado, Madrid acogía a la flor y la nata de los partidos de derecha populista y ultraconservadora europea, en un encuentro organizado por Vox para mostrar la fortaleza y afinidad ideológica de la bautizada como Alianza de los Patriotas Europeos. A la cita, en un hotel de plaza España, se presentaron pesos pesados de la escena nacionalista continental como el primer ministro húngaro, Viktor Orbán (Fidesz), el polaco Mateusz Morawiecki (Ley y Justicia, PiS) y la aspirante francesa Marine Le Pen (RN), así como representantes de otros partidos europeos como La Lega italiana o el FPÖ austríaco. Los temas a tratar eran los clásicos: los peligros de la inmigración y la deriva globalista de la Unión Europea. “Patriotas de toda Europa en defensa de nuestros valores comunes, nuestras fronteras y nuestra soberanía”, resumió Santiago Abascal al arrancar el acto.

Pero, pese a la grandilocuencia de esta misión, la llamada 'Cumbre de Madrid' apenas discutió la principal amenaza al equilibrio geopolítico europeo desde la Segunda Guerra Mundial. Rusia apenas se llevó una pequeña crítica en el manifiesto conjunto por sus "acciones militares" en la frontera ucraniana y el presidente Vladimir Putin ni siquiera fue mencionado en público. Un silencio elocuente que describe la gran fisura de un grupo por lo general bien avenido ideológicamente en áreas que van desde la defensa de la familia tradicional a sus propuestas de mano dura contra la migración. Pero hay un tema tabú en la familia de la derecha radical europea: no se habla de Putin.

Un encuentro que enfatiza el desafío —y la paradoja— que enfrentan estos partidos para lograr formar alianzas internacionales en terrenos ideológicamente escurridizos que chocan con su naturaleza eminentemente ultranacionalista. “Rusia es el factor más divisivo en el grupo, que es cercano ideológicamente en casi todo”, asegura András Rácz, investigador húngaro del Consejo Alemán de Relaciones Internacionales (DGAP, por sus siglas en alemán), en conversación con El Confidencial.

Foto: Vista general del Kremlin y la Plaza Roja en Moscú. (EFE/Maxim Shipenkov)

El eje Varsovia-Budapest es clave en la articulación de las cruzadas europeas del llamado Grupo de Visegrado y su afinidad ideológica es patente en muchos aspectos clave de la política europea. Pero la brecha rusa se muestra hasta el momento irreconciliable. Y no es ningún secreto. Pocos días después de la cita madrileña, el presidente polaco, Morawiecki, visitaba Kiev para demostrar su apoyo ante la presión rusa en la frontera mientras que el húngaro Orbán estaba en Moscú, estrechando la mano de Putin.

Para Rácz, la respuesta de esa división es fundamentalmente histórica. Aunque tanto Polonia como Hungría estuvieron bajo dominio soviético, “la experiencia polaca fue mucho más traumática”. La abrumadora cercanía geográfica y la proverbial desconfianza polaca hacia las intenciones de Moscú hacen que Varsovia lidere el núcleo duro de las posiciones más contrarias a Rusia dentro de la UE. A eso se suma la convicción personal del líder del partido PiS, Jarosław Kaczyński, de que la muerte de su hermano Lech —entonces presidente polaco— en un accidente de aviación en 2010 fue un asesinato político con complicidad rusa.

"El neoimperialismo ruso está regresando ante nuestros ojos amenazando con la desestabilización de la UE. La acumulación militar de Rusia y sus demandas poco realistas con respecto al futuro de la OTAN imponen una reacción clara y resuelta: un apoyo inquebrantable a Ucrania", afirmaba el propio Morawiecki apenas un día después del encuentro en Madrid.

La Hungría de Orbán, sin embargo, es distinta. No porque la población sea particularmente prorrusa (según muestran las encuestas), sino por el acercamiento particular del líder del partido Fidesz, visto como el socio de Europa central más cercano al Kremlin. Ya a principios de la década de 2010, Orbán anunció su "apertura al este" y multiplicó sus encuentros bilaterales con el presidente ruso, casi más que cualquier otro líder europeo, y en el momento crítico de 2014 se mostró muy crítico con las sanciones por la anexión rusa de la península de Crimea. En Putin, Orbán ve un estilo similar de gobierno en cuanto a políticas internas, y ha cultivado la relación buscando también oportunidades económicas (y energéticas). Pero la cercanía de Orbán a Putin va más allá de la afinidad ideológica o personal, sino que también es una estrategia política. “Utiliza [Orbán] a Rusia como un elemento de negociación dentro del contexto de la UE”, asegura el experto húngaro. El viaje de Orbán a Moscú, justo en un momento en que la UE quiere mostrar una suerte de frente unido de apoyo a la integridad territorial de Ucrania y reducir su dependencia de Rusia, se encaja así en su línea de ser el ‘verso libre’ de la UE.

El 'atractivo' de Putin

Orbán no es el único que coquetea con Putin. Ideológicamente, su figura genera admiración entre los partidos de extrema derecha (también de extrema izquierda) por verlo como el gran baluarte de la defensa de muchos de los objetivos políticos y sociales que enarbolan: restringir la inmigración, oposición al liberalismo cultural y la securalización, valores conservadores como la familia, hostilidad hacia las instituciones globales priorizando la independencia nacionalista, etc. En esos frentes, Putin no es una amenaza, sino un aliado, un 'hombre fuerte' e incluso un ejemplo.

Pero incluso sin el pasado de una ocupación soviética, tampoco los partidos de la Alianza de los Patriotas Europeos de la orilla occidental comparten posturas en el asunto Putin. Reagrupación Nacional (antiguo Frente Nacional) ha mantenido fuertes lazos y afinidad con Putin desde antes de la crisis de 2014, con Le Pen pronunciándose en numerosas ocasiones a favor del mandatario ruso. "El señor Putin es un patriota que está comprometido con la soberanía de su pueblo", defendía Le Pen entonces. De hecho, en la versión en francés de la declaración conjunta firmada por los líderes políticos de ultraderecha reunidos en Madrid, compartida en la web de Le Pen, se excluye cualquier mención a Ucrania o Rusia, aunque sí las hay en las versiones en español o inglés.

Foto: El primer ministro italiano, Mario Draghi. (Reuters/Remo Casilli)

El dinero también juega un papel tanto en el caso de Le Pen, cuya relación económica con Rusia a través de préstamos y financiación ha sido probada en varias ocasiones, como posiblemente en el de la Liga, que fue acusada de recibir dinero de Rusia por unas filtraciones. En todo caso, Italia es y ha sido históricamente un verso suelto en la relación de los países europeos con Rusia, no solo entre los partidos de extrema derecha. Es paradigmática la cálida relación del ex primer ministro Silvio Berlusconi con Putin.

La agenda de Vox

Vox también tiene su propia agenda. Su discurso sobre Putin se ha mantenido deliberadamente ambiguo y no ha sido hasta hace apenas una semana que finalmente el partido se pronunció a favor de Ucrania. Una decisión más pragmática que ideológica. En España, la cercanía a Moscú sigue siendo una posición que mayoritariamente ocupan partidos de izquierda, en este caso Podemos. Y en cuanto a su proyección internacional, “las principales relaciones de Vox en Europa son con los polacos [Ley y Justicia] y ahí tiene puestas fundamentalmente sus alianzas”, explica Guillermo Fernández Vázquez, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III.

“Esa relación tan cercana con los polacos les lleva a ser muy precavidos a la hora de mostrar la mínima cercanía con Putin”, asegura el investigador en movimientos de derecha identitaria. El analista agrega un elemento más. “Vox se ha acercado mucho a determinados círculos del Partido Republicano estadounidense [con visitas a la Cepac, la Conferencia de Acción Política Conservadora]. Ese apoyo a los conservadores norteamericanos les sirve también para tener un pie en lo que ellos llaman la Iberosfera: les dice ‘soy tu opción para fortalecer opciones anticomunistas en Latinoamérica”. Todos estos factores hacen que la simpatía con Rusia “no les aporte demasiado”.

Foto: Viktor Orbán y Santiago Abascal, en Madrid la semana pasada. (Reuters/Vox) Opinión
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Así que lo mejor es, por el momento, correr un tupido velo de silencio. “[El tema ucraniano] no es un asunto que perciban como importante o crucial para su mensaje y votantes. Está en su interés no hablar del tema hasta que se vean forzados”, apunta Daniele Albertazzi, profesor de Políticas en la Universidad de Surrey.

De momento, es Putin el elefante en la habitación, pero los choques se ampliarán en el futuro en esa internacional nacionalista. “Esto es parte de un asunto más amplio: estos partidos son populistas, radicalizados y nacionalistas, lo que significa que sus intentos de crear algún tipo de frente unitario a nivel europeo están siempre destinados a fallar”, señala Albertazzi. También en los detalles prácticos, desde la migración —todos están en contra de la inmigración, pero una vez los inmigrantes han llegado, normalmente a países del flanco sur como Italia y España, se recupera la idea de las cuotas para que otros países también reciban el peso— a la economía o, por su puesto, los intereses geopolíticos nacionales. “¿Cómo puedes juntar ramas que, por definición, no son internacionalistas?”.

El pasado sábado, Madrid acogía a la flor y la nata de los partidos de derecha populista y ultraconservadora europea, en un encuentro organizado por Vox para mostrar la fortaleza y afinidad ideológica de la bautizada como Alianza de los Patriotas Europeos. A la cita, en un hotel de plaza España, se presentaron pesos pesados de la escena nacionalista continental como el primer ministro húngaro, Viktor Orbán (Fidesz), el polaco Mateusz Morawiecki (Ley y Justicia, PiS) y la aspirante francesa Marine Le Pen (RN), así como representantes de otros partidos europeos como La Lega italiana o el FPÖ austríaco. Los temas a tratar eran los clásicos: los peligros de la inmigración y la deriva globalista de la Unión Europea. “Patriotas de toda Europa en defensa de nuestros valores comunes, nuestras fronteras y nuestra soberanía”, resumió Santiago Abascal al arrancar el acto.

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