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Cómo Le Pen pasó de dar miedo a provocar tedio: "La 'deslepenización' fue un fracaso"
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¿Abocada a la irrelevancia?

Cómo Le Pen pasó de dar miedo a provocar tedio: "La 'deslepenización' fue un fracaso"

Tras el batacazo en las regionales, múltiples voces en la ultraderecha acusan a la líder de la RN de haberse moderado en exceso. ¿Su partido ha dejado de seducir?

Foto: Marine Le Pen, en la Asamblea Nacional francesa. (Reuters)
Marine Le Pen, en la Asamblea Nacional francesa. (Reuters)

¿Está Marine Le Pen pagando el precio de haberse moderado en exceso? ¿Ha dejado la ultraderechista Reagrupación Nacional (RN) de seducir a aquellos votantes cabreados con el sistema? ¿Se han convertido en otro partido conservador cualquiera? Así lo creen sus adversarios en el seno de la extrema derecha francesa. De fondo, el fantasma de las elecciones presidenciales del 10 de abril de 2022 y las legislativas que se celebrarán dos meses más tarde.

Las recientes elecciones regionales y departamentales han lastrado el pistoletazo de salida de la campaña presidencial de Le Pen. La líder ultraderechista inició su carrera hacia el Elíseo en el congreso de su partido, el 3 y 4 de julio, en Perpiñán. Un concilio celebrado bajo un triunfalismo impostado, ya que esta formación ultranacionalista y xenófoba se encuentra inmersa en un mar de dudas. El varapalo en los últimos comicios de finales de junio fue considerable. La RN no solo cayó del 27% al 20% de los votos en comparación con las anteriores regionales de 2015, sino que perdió 105 consejeros regionales de los 358 de que disponía. Y volvió a quedarse sin gobernar en ninguna región.

Foto: Una playa en Frejus en 2014. (Reuters)

Ante este traspié, los enemigos internos de Marine Le Pen no se mordieron la lengua. El primero de ellos fue su padre, Jean-Marie Le Pen, de 93 años. “El fracaso de la RN se debe (…) a la 'deslepenización', que consiste en retirar del Frente Nacional (FN) [el nombre del partido hasta 2018] los elementos más dinámicos de sus campañas electorales”, criticó el fundador del FN, del que fue expulsado en 2015 por su propia hija y sucesora. “La política de adaptación y acercamiento al poder, a la derecha ordinaria, ha sido castigada de manera severa”, añadió. El patriarca renegado de los ultras pidió más “virilidad” a su hija y le advirtió de que “si no recupera el discurso combativo del pasado, irá desapareciendo progresivamente”.

"No volveremos al Frente Nacional"

Estas críticas del viejo Le Pen no sorprendieron a nadie. El antaño 'enfant terrible' de la política gala aún no ha digerido su defenestración del FN por sus recurrentes declaraciones antisemitas y racistas. Tras su llegada a la presidencia del partido en 2011, Marine Le Pen renunció a cualquier muestra de racismo contra los judíos. También apartó, o más bien disimuló, a todos los dirigentes y militantes más radicales. En los últimos años, ha moderado sus críticas contra el islam, distinguiendo entre la religión musulmana y el islamismo político. Esta estrategia de 'dédiabolisation' ('desdemonización') le permitió catapultarse hasta el 34% de los votos en la segunda vuelta de las presidenciales de 2017, mientras que su padre solo consiguió el 17% en 2002.

Foto: Marine Le Pen, líder de Reagrupamiento Nacional, y Louis Aliot, nuevo alcalde de Perpiñán, en una imagen de archivo. (Reuters)

A pesar de ello, los detractores de Le Pen la acusan de haberse normalizado en exceso. “Creo que la 'dédiabolisation' es una trampa (…), ya que nunca hemos sido el diablo”, sostuvo el eurodiputado ultra Gilbert Collard. "Debemos seguir fieles a nuestras ideas, no debemos tener miedo de lo que somos", añadió. Aún más contundente se mostró el polemista Éric Zemmour, cuya candidatura en las próximas presidenciales se rumorea cada vez con mayor insistencia. "En realidad, ya no hay ninguna diferencia actualmente entre su discurso [el de Marine Le Pen], el de Emmanuel Macron o Xavier Bertrand [este último, posible candidato de Los Republicanos (LR, socios del PP en Francia)]", dijo este columnista del conservador 'Le Figaro' y tertuliano estrella de Cnews, conocida como la Fox News francesa.

Zemmour no es solo un partidario de la teoría del 'gran reemplazo', sino que la Justicia lo ha condenado en varias ocasiones por sus declaraciones racistas. Este periodista no se muerde la lengua cuando alimenta la xenofobia y la inseguridad cultural francesas, y esto seduce a los militantes de la extrema derecha. Su candidatura no deja de ser un rumor, pero los estudios de opinión ya han analizado su potencial electoral. Calculan que podría obtener al menos el 5% de los votos. Un resultado modesto, pero que podría arrebatar unos apoyos imprescindibles tanto a Le Pen como a la derecha republicana.

Foto: Miguel Ángel Quintana Paz durante la entrevista. (Jesús Hellín)
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En Italia, Matteo Salvini está perdiendo protagonismo en beneficio de la ultraconservadora Giorgia Meloni, que lo ha adelantado por la derecha. ¿Podría repetirse un escenario parecido en Francia? ¿La RN ha ido demasiado lejos en su voluntad de normalizarse? "Pese a todo el respeto que tenemos por nuestra propia historia, no volveremos al Frente Nacional", defendió Le Pen en su discurso del 4 de julio en Perpiñán, marcado por la ausencia de autocrítica.

"No le queda otra opción que seguir apostando por la 'dédiabolisation'. No puede dar marcha atrás y decir que se ha equivocado en la táctica aplicada en los últimos 10 años", explica a El Confidencial el politólogo Jean-Yves Camus, director del Observatorio de Radicalidades Políticas de la Fundación Jean-Jaurès, afín al Partido Socialista.

Un discurso más moderado

Según Camus, volver al discurso sin pelos en la lengua de Jean-Marie Le Pen sería prácticamente dispararse en el pie: “La demonización es sinónimo de ostracismo político y problemas con la Justicia”. En cambio, este experto en la ultraderecha considera que la única vía para que Le Pen deje de ser una eterna perdedora es mejorar y detallar más su programa social y económico, más allá de sus propuestas fetiche en materia de seguridad y lucha contra la inmigración y el islamismo. Además de dar miedo, muchos franceses siguen considerándola como alguien poco competente para asumir las riendas del Elíseo.

Foto: Marine Le Pen. (Reuters)

Tras su derrota en 2017, Le Pen moderó algunos de los pilares de su programa. Abandonó la salida de la zona euro y del espacio Schengen. Como consecuencia de ello, abrazó una visión más reformista de la Unión Europea. Así lo evidencia el reciente manifiesto de Le Pen, Salvini, Orbán, Abascal, los conservadores polacos del PiS y otras formaciones ultraderechistas. La RN también ha apostado por una visión económica 'business friendly', basada en la reducción de impuestos a las pequeñas y medianas empresas y opuesta a un aumento significativo del salario mínimo o la quita de la deuda pública acumulada durante la pandemia. Unas orientaciones destinadas a seducir a los votantes conservadores y establecer puentes con otros partidos de derechas.

El lepenismo designó como cabezas de lista en las últimas regionales a numerosos tránsfugas, muchos de ellos procedentes de la derecha republicana. Fue el caso de Thierry Mariani, un exministro de Nicolas Sarkozy, que encabezó la candidatura en la región marsellesa de Provence-Alpes-Côte d’Azur (PACA). Durante semanas, los sondeos dieron como favoritos a los ultras en este territorio meridional. Pero el dique republicano —cordón sanitario a la extrema derecha— terminó resistiendo y el presidente regional saliente, Renaud Muselier (de LR), se impuso con cierta claridad.

¿Y los perdedores de la globalización?

“Esto supuso un varapalo para el modelo de la derecha dura”, que apuesta por atraer a votantes y dirigentes de otros partidos conservadores, asegura el investigador Guillermo Fernández Vázquez, autor del libro '¿Qué hacer con la extrema derecha en Europa? El caso del Frente Nacional'. Según este experto en el populismo de derechas, “la RN ha abandonado aquellos aspectos más populistas relacionados con la crítica de la Unión Europea y la globalización y la defensa de un modelo social soberanista”.

Foto: La líder de Reagrupación Nacional, Marine Le Pen (EFE)

En este sentido, resulta significativo observar que algunos de aquellos territorios en los que la RN experimentó un mayor retroceso fueron zonas del norte y del nordeste, duramente sacudidas por la desindustrialización en las últimas décadas. Así sucedió en la región de Hauts-de-France (norte), epicentro hace una década del proyecto más populista y transversal de Marine Le Pen y donde ahora sufrió una caída de 18 puntos respecto a 2015, hundiéndose del 42% de los sufragios al 24%. En el Gran Este, también pasó del 36% al 26%, y en Borgoña cayó del 32% al 23%.

¿El canto de las sirenas del lepenismo ha dejado de seducir a los perdedores de la globalización? La elevadísima abstención invita a la prudencia ante cualquier interpretación categórica de los últimos comicios. La mayoría de los simpatizantes de la extrema derecha se quedaron en casa y se desconocen los motivos exactos de ello. No obstante, según Camus, “el riesgo para Le Pen es que todos aquellos votantes cabreados que se manifestaron con los chalecos amarillos consideren que la RN ha dejado de ser una opción para protestar contra el sistema”. Y añade, “una parte de este electorado antisistema ya la percibe como un partido igual que el resto”.

¿Está Marine Le Pen pagando el precio de haberse moderado en exceso? ¿Ha dejado la ultraderechista Reagrupación Nacional (RN) de seducir a aquellos votantes cabreados con el sistema? ¿Se han convertido en otro partido conservador cualquiera? Así lo creen sus adversarios en el seno de la extrema derecha francesa. De fondo, el fantasma de las elecciones presidenciales del 10 de abril de 2022 y las legislativas que se celebrarán dos meses más tarde.

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