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El frente de batalla más difícil para Macron es su propio Ejército
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Malestar castrense en Francia

El frente de batalla más difícil para Macron es su propio Ejército

La reciente polémica por los manifiestos de soldados de extrema derecha ha evidenciado el rechazo de una parte de las fuerzas armadas al Gobierno francés

Foto: El presidente francés, Emmanuel Macron, junto a los jefes de las fuerzas armadas durante la ceremonia que marca el fin de la Segunda Guerra Mundial. (EFE)
El presidente francés, Emmanuel Macron, junto a los jefes de las fuerzas armadas durante la ceremonia que marca el fin de la Segunda Guerra Mundial. (EFE)

El presidente de las mil y una crisis. Emmanuel Macron llegó al Elíseo con la promesa de reconciliar su país y superar las divisiones políticas y sociales. Cuando falta un año para concluir su mandato, los niveles de crispación en Francia evidencian que no logró su objetivo. Además del malestar intrínseco en la bulliciosa sociedad francesa, acentuado por la pandemia, otro frente ha emergido en las últimas semanas: las discrepancias entre el Ejecutivo macronista y un sector del Ejército.

Pese a un considerable aumento del gasto militar, las relaciones entre el joven presidente y las fuerzas armadas no han sido plácidas. Estas turbulencias empezaron en el verano de 2017 con la dimisión forzada del jefe del Estado Mayor, el general de Villiers, que aún trae cola en el presente. Y ahora viven un nuevo episodio con la polémica por los manifiestos de soldados que defienden tesis de ultraderecha y abogan por una intervención militar ante “una guerra civil que se está incubando en Francia”.

La publicación en las últimas semanas de dos tribunas, firmadas por miles de soldados, en la revista de extrema derecha 'Valeurs Actuelles' ha sorprendido por una implicación inhabitual de actores militares en el debate político francés. Los textos reproducían clásicos del imaginario ultra como el hecho de que su país se está “desmoronando” a causa del “islamismo” y de una “guerra racial”. Propugnaban que las fuerzas armadas se involucren en los asuntos internos si no se resolvían estos problemas.

Foto: Emmanuel Macron, tras una reunión con el presidente de Argentina. (Reuters) Opinión

La ultraderechista Marine Le Pen intentó sacar partido de la polémica pidiendo a los militares implicados que se unan a su proyecto. Incluso su sobrina Marion Maréchal Le Pen firmó esta semana el segundo de los manifiestos, que se ha convertido en una especie de petición en internet que ya ha obtenido el apoyo de más de 250.000 ciudadanos. Todo un reflejo de la proliferación de las ideas de ultraderecha en el debate público francés, dominado últimamente por los problemas de delincuencia y yihadismo.

Invitación a abandonar el Ejército

“Cualquier individuo tiene sus convicciones. Pero cuando estas lo llevan a una reivindicación política incompatible con la condición militar (…), incluso a cuestionar la estricta subordinación respecto al poder político republicano y democrático, lo más responsable es que abandone la institución”, defendió el jefe del Estado Mayor del Ejército francés, el general François Lecointre. En un correo interno enviado el lunes a las tropas, pedía que abandonaran el Ejército todos aquellos que apoyaron los polémicos manifiestos.

Sin embargo, esta invitación a dejar las fuerzas armadas resulta poco contundente al no ir acompañada de nuevas sanciones. Tras la aparición del primer manifiesto el 21 de abril —cuando se cumplían 20 años de la clasificación de Jean-Marie Le Pen para la segunda vuelta de las presidenciales francesas de 2002—, las autoridades anunciaron que convocarían ante un consejo militar a los implicados y expulsarían a una veintena de generales cerca de la jubilación. En cambio, el general Lecointre ha sido más cauto después de la publicación la semana pasada de un segundo manifiesto, presuntamente apoyado por miles de soldados anónimos. Se ha conformado en pedir responsabilidad “en un momento en cada uno percibe claramente los intentos de instrumentalización de la institución militar”.

Foto: Michel Barnier durante una intervención en el Parlamento Europeo. (Reuters)

El jefe del Estado Mayor intenta así calmar el malestar entre sus tropas, acentuado tras el anuncio de sanciones. Un cabreo en parte sorprendente tras años de una generosa política de gasto militar en Francia. La partida presupuestaria en Defensa aumentó más de un 20% en los últimos cuatro años, pasando de 32.400 millones de euros en 2017 a 39.200 millones en 2021. “En 2019, el gasto militar ya superó el 2% del PIB”, precisa el politólogo Samuel B.H. Faure, experto en las fuerzas armadas y profesor en Sciences Po Saint-Germain, quien recuerda que, “tras la educación, la inversión militar es la segunda más importante en el presupuesto”.

De Villiers, una piedra en el zapato de Macron

Sin embargo, la apuesta de reforzar los recursos de las fuerzas armadas no ha sido suficiente para apaciguar las relaciones entre Macron —el primer presidente francés en no haber hecho el servicio militar— y algunos sectores del Ejército, afines a una derecha tradicionalista y muy conservadora.

“El pecado original de Emmanuel Macron fue, según mi opinión, la dimisión del general de Villiers en julio de 2017, cuando buena parte del estamento militar pensó: ‘¿Quién se ha creído que es para tratar de esta forma al jefe del Estado Mayor”, explicó el politólogo Jérôme Fourquet, analista de la realidad política y social francesa, en una entrevista para el diario 'L’Opinion'. La renuncia de De Villiers el 19 de julio de ese año, apenas dos meses después de la elección del joven presidente, supuso la primera crisis de su mandato. “Esta dimisión tuvo un gran impacto entre los soldados”, recuerda a El Confidencial el politólogo Jean Joana, especialista en asuntos militares.

placeholder Emmanuel Macron (izq.) y el general De Villiers en 2017. (EFE)
Emmanuel Macron (izq.) y el general De Villiers en 2017. (EFE)

Su renuncia se produjo en medio de un pulso entre la comandancia castrense y el Ejecutivo por su voluntad de recortar en 850 millones el presupuesto de las fuerzas armadas. De Villiers expresó su disconformidad por esta medida ante la comisión de Defensa del Parlamento. Pero Macron zanjó la polémica con un mensaje cristalino el 13 de julio, la víspera del tradicional desfile militar para la fiesta nacional. Entonces, le reprochó que “no era digno llevar ciertos debates ante la plaza pública”. Y le recordó: “Soy vuestro jefe”. “Este discurso de Macron fue pronunciado ante unas 2.000 personas, ante muchos de los subordinados del general. Los modales del presidente no gustaron para nada”, afirma Jean-Pierre Maulny, director adjunto del IFRI, presente en ese acto.

Pierre de Villiers, de 64 años, se consideró humillado y dimitió pocos días después. A partir de ese episodio, se convirtió prácticamente en un mártir para los adversarios de derechas del presidente. Tras su retirada de las fuerzas armadas, publicó tres libros con un claro componente político y que cosecharon un gran éxito en las librerías, superando las 130.000 unidades vendidas los dos primeros. Durante la promoción del último de ellos en otoño, titulado 'El equilibrio es un coraje', se multiplicaron los rumores sobre su candidatura en las presidenciales de 2022. Incluso Valeurs Actuelles hizo un sondeo para calcular su electorado potencial. Un 20% de los entrevistados dijeron estar dispuestos a votar por él.

Más del 50% de los militares votan a Le Pen

“Pienso que actualmente hay una ruptura profunda entre los ciudadanos y aquellos que los dirigen”, declaraba De Villiers en noviembre del año pasado en el plató de France Inter. “Todo se ha vuelto tan caótico que la gente siente esta necesidad (de orden), exige autoridad”, añadía en una entrevista en ese mismo mes en el diario 'Le Parisien'. Sus postulados afines a un catolicismo tradicionalista y con ciertos tintes sociales coinciden bastante con los de su hermano Philippe de Villiers, de 72 años, candidato en las presidenciales en 1995 y 2007 al frente del Movimiento por Francia (soberanistas de derechas).

Foto: La Academia francesa de la Lengua considera este lenguaje una 'aberración' (EFE/Ian Langsdon)

“Más que una orientación de extrema derecha, en el Ejército francés hay una tradición de un catolicismo muy conservador”, indica Maulny, especialista en temas militares, quien precisa que tanto los generales que firmaron el primero de los manifiestos como De Villiers forman parte de esta corriente. Aunque se desconoce cualquier vínculo entre el general retirado y los impulsores de los polémicos textos, fuentes del Ejecutivo reconocieron que “el general de Villiers creó un terreno propicio” a la controversia actual, en declaraciones a la revista 'L’Express'.

El 52% de los miembros del Ejército votaron a la Reagrupación Nacional (partido de Marine Le Pen) en las elecciones europeas de 2019, mientras que en el conjunto del país logró un 23%, según un estudio del politólogo Luc Rouban de Sciences Po París. “Pero esto no significa que estos soldados quieran intervenir en política para defender estas ideas de extrema derecha”, precisa Joana, profesor en la Universidad de Montpellier.

Según Maulny, la tentación por la política del general de Villiers se ve favorecida por “el desierto en que se ha convertido el paisaje político francés, en que los partidos tradicionales como el Partido Socialista y Los Republicanos están desapareciendo y Macron no ha logrado consolidarse como su alternativa”. Un clima político de resignación y crispación que favorece que soldados firmen manifiestos con tintes sediciosos o algunos vean en generales retirados el “hombre providencial” que necesita el país.

Un peligroso juego con la política del poder castrense que supone un nuevo frente para Macron. Y del que la derecha radical intenta sacar partido a un año de unos comicios presidenciales en los que la posibilidad de que Le Pen llegue al Elíseo ha dejado de ser descabellada.

El presidente de las mil y una crisis. Emmanuel Macron llegó al Elíseo con la promesa de reconciliar su país y superar las divisiones políticas y sociales. Cuando falta un año para concluir su mandato, los niveles de crispación en Francia evidencian que no logró su objetivo. Además del malestar intrínseco en la bulliciosa sociedad francesa, acentuado por la pandemia, otro frente ha emergido en las últimas semanas: las discrepancias entre el Ejecutivo macronista y un sector del Ejército.

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