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"Ver fascistas en todas partes": cómo el país que creó el fascismo acabó normalizándolo
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Foto de Colón a la italiana

"Ver fascistas en todas partes": cómo el país que creó el fascismo acabó normalizándolo

Lo que en España cuando se produce genera revuelo, la famosa foto de Colón, en Italia es desde hace años costumbre sin generar mayor debate que la dura confrontación política

Foto: La líder de los Fratelli d'Italia, Giorgia Meloni y Matteo Salvini (Reuters)
La líder de los Fratelli d'Italia, Giorgia Meloni y Matteo Salvini (Reuters)

En pleno Foro Itálico, frente al estadio olímpico en el que juegan sus partidos los equipos de fútbol de Roma y Lazio y a escasos metros del Palacio de la Farnesina, sede de la diplomacia italiana, hay un obelisco de 17 metros de altura levantado en 1932 en el que en letras grandes se puede leer: Mussolini Dux (Mussolini líder).

El famoso obelisco es un símbolo para los que abogan por acabar con cualquier rastro de la época fascista -las leyes italianas prohíben la apología de esta ideología-, y los que la apoyan (casi nunca abiertamente) o, sencillamente, creen que se trata de un periodo histórico y piensan que la historia no se cambia haciéndola escombros.

En 2015, la presidenta de la cámara de diputados y miembro del izquierdista Partido Democrático (PD), Laura Boldrini, manifestó que “quizás ha llegado el momento de quitar al menos del obelisco el escrito Mussolini Dux”. Aquella manifestación la realizó tras ser interpelada por un anciano expartisano que le pidió “limpiar las calles del fascismo y tirar la columna del Foro Itálico”.

Foto: Vacunaciones de la vacuna AstraZeneca a farmaceuticos y fisioterapeutas en Girona, ayer. (EFE) Opinión

La propuesta de Boldrini tuvo apoyos y críticas hasta dentro de su propio partido. El entonces comisario del PD en Roma y presidente nacional del partido, Matteo Orfini, dijo que “yo lo dejaría allí. Nosotros somos un país antifascista, los principios de la lucha antifascista están escritos en la Constitución. No necesitamos eliminar nuestra memoria, aunque a veces haya sido dramática”.

Italia tiene una casi normalizada convivencia con los herederos del fascismo. Lo que en España cuando se produce genera revuelo, la famosa foto de Colón tomada como metáfora, en Italia es desde hace años costumbre sin generar mayor debate que la dura confrontación política. Los hoy tres grandes partidos de centro derecha hasta extrema derecha del país, Forza Italia (FI) de Silvio Berlusconi, La Lega de Matteo Salvini y Fratelli d’Italia (FdI) de Giorgia Meloni, gobiernan conjuntamente en muchas regiones y municipios en los que se presentan en una única lista de facto en la que gobierna el más votado. No es nuevo, el liberal Berlusconi ya obtuvo el poder en 1994 y 2001 pactando con Alianza Nacional, formación que proviene del partido Movimiento Social, considerados los herederos directos del fascismo. Hoy, ese partido ha vuelto a cambiar de cara y son los FdI de Giorgia Meloni.

Sin embargo, la por tanto ¿fascista Meloni? es constantemente entrevista en todo tipo de medios de comunicación, tiene apariciones públicas permanentes y conforma alianzas en parlamentos con grupos supuestamente de ideología liberal como Forza Italia sin que nadie hable de blanqueamiento o de practicar un cordón sanitario. El país que inventó y sufrió el fascismo lo ha normalizado, lo que no significa que haya una fuerte contestación y señalamiento desde los oponentes de izquierdas, una ideología, o su transformación actual, pese a que durante décadas se quiso extirpar.

Dogmas políticos nuevos

El siglo XXI quizá debe cambiar algunos dogmas políticos muy arraigados en el final del siglo XX. No parece que con señalar que otros son fascistas se consigan votos. O no parece que funcione en democracia señalar una ideología como dañina y esperar que sólo eso sirva para que se vote a los contrarios. Si FdI y Lega son fascistas, hay entonces según las encuestas una amplia mayoría de italianos, superior al 40%, que apoya el fascismo. Regañar a sus votantes definitivamente no está dando resultado.

Foto: Giorgia Meloni, líder de los Hermanos de Italia. (EFE)
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FdI, el considerado partido más de extrema derecha del país y sucesor de los sucesores del partido fascista de Benito Mussolini, se acerca a un 20% de intención de voto y mantiene en las encuestas un siempre ligero ascenso. “La izquierda tiene necesidad de agitar el miedo al fascismo. Encuentro absolutamente loco que toda la campaña electoral la haya pasado hablando de algo que ha terminado hace 70 años. No quiero dar lecciones de historia, quiero hablar de los problemas de hoy”, dijo Meloni en una entrevista tras las elecciones de 2018. Entonces sacó menos de un 5% de votos. Hoy, según sondeos, suma casi 15 puntos más con un mensaje en el que mantiene los pilares básicos de la extrema derecha de ataque a la inmigración, exaltación de la patria, defensa de la familia tradicional… ¿Su ascenso se debe al blanqueamiento de esas ideas o se llama democracia?

¿Hay hoy fascistas?

Es un complejo rastreo histórico, en todo caso, entender qué es hoy fascismo, quién lo representa o si alguien lo representa. La palabra fascista, un invento italiano, está ya tan manoseada que comienza peligrosamente a perder su significado. Justamente los que alardean de ser más antifascistas, señalan algunos analistas, son en parte los culpables de una cierta normalización al haber aplicado el término a tantas ideas y partidos que ha acabado por diluirse su verdadero sentido.

“Primero debemos especificar de qué fascismo estamos hablando. Porque en el pasado ha habido diversos movimientos y regímenes definidos como fascistas que tuvieron orígenes, programas, propósitos, duración y efectos muy diferentes, incluso opuestos. (…) No creo que tenga ningún sentido, ni histórico ni político, argumentar que hoy hay un regreso del fascismo en Italia, en Europa o en el resto del mundo”, responde uno de los mayores expertos del mundo en fascismo, el historiador Emilio Gentile, en una entrevista publicada en Il Sole 24 bajo el título '¿Pero hoy hay fascistas?'

Foto: La familia mussolini y el pueblo de Predappio quieren reabrir la tumba del duce. (EFE)

Es difícil contestar esa pregunta porque ningún partido político italiano se considera como tal. ¿Una táctica del nuevo fascismo es camuflarse?

Sin embargo, por pasado, ideología afín o por sus propios socios por ejemplo europeos, la Lega de Matteo Salvini y Fratelli d’Italia de Girogia Meloni, son grupos de ideología de extrema derecha a los que se señala de fascistas. ¿Es cierto?

Primero habría que diferenciar a ambos. La Lega de Salvini, a tenor de sus últimos años de vida política, es fascista, liberal, federalista del norte, nacionalista italiano, católico y populista a la vez. Hace tres años, el liderazgo de Salvini llevó al partido a un cierto extremismo que le hizo liderar una especie de federación de partidos de la extrema derecha europea con principios soberanistas, antiinmigrantes y ultra católicos. En marzo pasado, el presidente húngaro Viktor Orban, anunció que trabajaba con Salvini y el ultranacionalista partido polaco Ley y Justicia en crear un nuevo grupo en el parlamento europeo a la derecha del actual Partido Popular Europeo (PPE).

Gran coalición conservadora

Salvini parece haber entendido que la forma de acumular muchos votos es intentar cubrir todo el espacio que hay entre el centro y la extrema derecha y ha promovido a la vez, en Italia y en Europa, la creación de una gran coalición conservadora que los represente a todos. “He propuesto un nuevo encuentro en junio en Italia o Polonia. Espero que nadie tenga celos o cerrazón porque está en juego el futuro de Europa. En Bruselas hace falta alguno que habla del tema de la inmigración y la familia. Alguno que diga no al alquiler de úteros, a las adopciones gays y relanzar en comercio el made in Europa. Espero que en el PPE haya quien no acepte ser subalternos de la izquierda”, dijo Salvini en un encuentro en Portugal en una conferencia llamada “Un proyecto para otra Europa”.

Foto: Giorgia Meloni, líder del partido Fratelli d'Italia (Hermanos de Italia). EFE

En Italia, el mensaje fue casi calado, y ha propuesto una federación de centro derecha donde ha invitado a participar a, en parte, su referente político, Silvio Berlusconi y su Forza Italia. Salvini no da puntada sin hilo y en su oferta de gran coalición de centro derecha, por ahora, deja fuera a la hasta ahora su socia más natural, Giorgia Meloni. ¿Tendrán algo que ver las encuestas que sitúan a FdI a dos puntos de la Lega cuando hace dos años la diferencia era de casi 15 puntos? Parece que se trata de garantizar una victoria aplastante de la coalición conservadora cuando caiga, por ya pasada la emergencia actual, el Gobierno tecnócrata de Draghi. Salvini pretende junto a Berlusconi ser una única fuerza mayoritaria que lidere esa victoria por encima de la pujante Meloni.

En Forza Italia, mientras, hay dudas pese al empeño de su líder, Berlusconi, en formalizar una suerte de partido único. Las dos jóvenes ministras de FI en el actual ejecutivo Draghi, así como algunos dirigentes regionales, se oponen a una complicada unión formal de la que Il Cavaliere parece convencido.

“Ver fascistas en todas partes”

Meloni sigue siendo la política de moda en Italia, acapara titulares y ha conseguido modernizar una extrema derecha a la que a acercado a las clases populares. El español Vox, por ejemplo, ha encontrado en FdI su aliado natural tras los desencuentros con un Salvini que en el pasado apoyó al independentismo catalán. En las últimas elecciones madrileñas, por ejemplo, Salvini felicitó a la popular Isabel Díaz Ayuso y Meloni se posicionó al lado de Santiago Abascal. Todos esos personajes, todas esas ideas, en Italia y España, han sido en algún momento calificadas de fascistas. ¿Lo son?

El profesor Gentile se pregunta si la exaltación del pueblo, el gobierno de un hombre fuerte, la hostilidad a los inmigrantes… ¿es fascismo? “Si todos los que tienen esas características son fascistas, desde la primacía del estado soberano hasta la exaltación del pueblo, pasando por la invocación del hombre fuerte, entonces eran fascistas los jacobinos, los patriotas italianos que lucharon por un estado independiente y soberano, los estadounidenses que votaron tres veces la elección de Franklin D. Roosevelt, los británicos que aclamaban a Churchill como primer ministro en la guerra contra Hitler y los franceses que de 1958 a 1969 eligieron a De Gaulle como jefe del estado”.

Foto: Silvia Romano a su llegada a Milán. (EFE)

¿Y entonces quién es para usted fascista hoy? “La respuesta es evidente. Es un fascista el que se considera heredero del fascismo histórico, piensa y actúa según las ideas y métodos del fascismo histórico, participa en organizaciones que remiten al fascismo histórico y aspira a lograr una concepción fascista de la nación necesariamente idéntica al estado de Mussolini”, dice uno de los mayores estudiosos de esta ideología que concluye: “El inminente riesgo para la democracia de un regreso del fascismo camuflado en otras formas creo que realmente no existe. En cambio, existe el riesgo de que, a fuerza de ver fascistas en todas partes, la atención se desvíe de otras amenazas, estas realmente reales, que se ciernen sobre la democracia y no tienen nada que ver con el fascismo”.

Quizá sobre terminología, todo sea hoy más sutil y algo más transversal que hace 80 años, y sencillamente al debate político le sobren apellidos que han dejado de decir algo a los votantes. El fascismo acabó definitivamente en Italia en 1945. La mayoría de votantes italianos conoce a Mussolini como el gran personaje de su libro de historia que estudia tras Garibaldi. No se trata de fascismo o no fascismo, se trata de si se está a favor de la libertad sexual, de Europa, de considerar la inmigración un problema, del manejo de los impuestos, la deuda pública, las ayudas sociales, la educación y sanidad, el papel de la cultura, los contratos de trabajo, la renta de ciudadanía, el estado del parque de debajo de casa, la recogida de basura, el transporte, la seguridad en las calles, la ética política… Las encuestas parecen decir que ese es el debate que de verdad le importa a los ciudadanos.

En pleno Foro Itálico, frente al estadio olímpico en el que juegan sus partidos los equipos de fútbol de Roma y Lazio y a escasos metros del Palacio de la Farnesina, sede de la diplomacia italiana, hay un obelisco de 17 metros de altura levantado en 1932 en el que en letras grandes se puede leer: Mussolini Dux (Mussolini líder).

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