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Putin amenaza a Ucrania, pero ya 'invadió' Bielorrusia: cómo se compra a un dictador
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Putin amenaza a Ucrania, pero ya 'invadió' Bielorrusia: cómo se compra a un dictador

Las fuerzas rusas han entrado en el país vecino con un ímpetu sin precedentes para amenazar a Ucrania y es posible que Moscú se establezca militarmente en Bielorrusia permanentemente

Foto: Ejercicios militares conjuntos con Rusia en Bielorrusia. (EFE vía Ministerio de Defensa bielorruso)
Ejercicios militares conjuntos con Rusia en Bielorrusia. (EFE vía Ministerio de Defensa bielorruso)

Mientras la comunidad internacional se centra en el tenso diálogo entre Moscú y Washington por el conflicto de Ucrania, la situación en Bielorrusia no deja de deteriorarse. Desde el inicio de las protestas masivas en Bielorrusia en agosto de 2020, el poder del presidente Aleksandr Lukashenko se apoya en dos pilares. El primero es el respaldo de las fuerzas de seguridad y la 'nomenklatura' leal; el segundo es el apoyo del Kremlin. Sin embargo, este apoyo ruso, como el queso de una ratonera, tiene su precio. A cambio de la ayuda financiera y política, Lukashenko está haciendo que Bielorrusia sea cada vez más dependiente de su vecino oriental.

En respuesta a la crisis política, Lukashenko firmó un paquete de acuerdos simbólicos de integración con Moscú, reconoció a Crimea como territorio ruso, suspendió la pertenencia de Bielorrusia a la Asociación Oriental de la UE y redirigió algunos flujos de exportación a través de puertos rusos. Hizo casi todo lo que había evitado durante muchos años para complacer a Rusia.

Foto: El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko. (Reuters/Kacper Pempel)

Sin embargo, el truco favorito de Lukashenko con el Kremlin es la retórica antioccidental y el aumento de la cooperación militar con Rusia. En respuesta a la creciente tensión entre Rusia y Occidente, ha tratado de demostrar su lealtad a Putin amenazando con estacionar armas nucleares rusas en Bielorrusia, prometiendo luchar contra Ucrania si es necesario y aceptando realizar ejercicios militares conjuntos con Rusia. Esta retórica no puede empeorar mucho su relación con Occidente, que ya está más muerta que viva. El Kremlin, por supuesto, está encantado de oírlo. Y, a diferencia de la integración económica y política estructural entre Bielorrusia y Rusia, este tipo de discursos le cuestan poco a Lukashenko. Después de que los tanques rusos recorran el suelo bielorruso durante las maniobras militares, es probable que Moscú reciba una abultada factura de Minsk por los servicios prestados.

Rusia, encantada con Lukashenko

Para Rusia, el despliegue de mayores fuerzas en Bielorrusia para realizar maniobras es una forma idónea de aumentar la presión sobre Ucrania. Mientras que estas maniobras están programadas para llevarse a cabo entre el 10 y el 20 de febrero, las tropas del Distrito Militar Oriental de Rusia ya están llegando a Bielorrusia. Rusia ha desplegado estas fuerzas no solo cerca de la frontera con Ucrania, sino también en otras zonas de Bielorrusia alejadas de aquellas en las que están previstos los ejercicios. Las fuerzas rusas han introducido en Bielorrusia una cantidad de material militar sin precedentes. Sin embargo, sigue sin estar claro si el presidente ruso, Vladimir Putin, tiene la intención de invadir Ucrania de nuevo. Con toda probabilidad, sus planes siguen siendo un misterio incluso para Lukashenko.

Este despliegue de tropas rusas complica los preparativos defensivos de Ucrania, ya que obliga al Ejército ucraniano a prepararse también para una posible invasión desde Bielorrusia, extendiendo aún más sus fuerzas geográficamente. Incluso en el caso de una guerra limitada, la dispersión de las fuerzas defensivas en toda Ucrania dificultaría y haría más larga la reacción de Kiev ante una nueva invasión rusa, que se produciría en el lugar y el momento que Putin eligiera. Si Rusia lanzara una guerra total contra Ucrania y ocupara todo el país, estas fuerzas impedirían al movimiento de resistencia civil ucraniano establecer líneas de suministro a través de Bielorrusia hasta Polonia.

Foto: El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko. (Reuters)
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Sin embargo, para cumplir una de las exigencias de Moscú, Lukashenko propuso recientemente una nueva Constitución. Y algunos elementos de esa propuesta insinúan que no quiere que Bielorrusia se implique directamente en la guerra de Rusia contra Ucrania. Mientras planea eliminar una cláusula constitucional existente sobre el compromiso de Bielorrusia con la neutralidad y su prohibición de albergar armas nucleares, quiere incluir al mismo tiempo una disposición que establezca que "queda excluida la agresión militar desde el territorio de la República de Bielorrusia contra otros Estados". Su objetivo es celebrar un referéndum sobre estos cambios —o, más bien, realizar una representación que simule la voluntad del pueblo— el 27 de febrero. Lukashenko ha dicho que el estallido de la guerra podría llevar a posponer el referéndum. Dado que no está demasiado entusiasmado con la perspectiva de una nueva Constitución, la situación militar puede proporcionarle la excusa perfecta para retrasar el plebiscito.

Es de esperar que Moscú mantenga presencia militar en Bielorrusia después de la crisis actual. El Ejército ruso ha establecido cuatro bases aéreas, una base de misiles tierra-aire y unos 30 lugares de almacenamiento en el país con el fin de acoger refuerzos en caso de conflicto. Antes de agosto de 2020, Bielorrusia limitaba estrictamente el uso de estos emplazamientos por parte de Rusia a las maniobras programadas. Sin embargo, el colapso de la legitimidad de Lukashenko y su creciente necesidad de ayuda rusa cambiaron la situación, lo que brindó a Putin la oportunidad de utilizar estas instalaciones casi a su antojo.

Foto: Frontera polaca con Bielorrusia. (Reuters/Kacper Pempel)

Oficialmente, no existe una presencia militar rusa significativa y permanente en Bielorrusia. Pero es posible que Moscú intente establecer allí una presencia militar rotativa permanente, como una forma de imitar, de forma más agresiva, la rotación permanente de fuerzas de la OTAN en Europa Oriental bajo su 'presencia avanzada reforzada'. Los constantes movimientos militares que esto implicaría generarían cierto nerviosismo en Occidente. Para empujar a la OTAN a abandonar su 'presencia avanzada reforzada', Moscú podría combinar acciones provocadoras con el argumento de que Rusia estacionará sus militares en Bielorrusia si la OTAN no retira sus fuerzas de Europa Oriental. Tal propuesta sería una amenaza concreta para los países de la OTAN del este de Europa, que observan alarmados la rápida acumulación militar rusa en torno a Ucrania, sabiendo que solo el apoyo de Estados Unidos y otros aliados puede protegerlos de una fuerza semejante.

Independientemente de que Rusia vuelva a invadir Ucrania, el territorio bielorruso se convertirá cada vez más en una fuente de amenazas militares para todos sus vecinos occidentales, no solo para Ucrania. En su desesperación por complacer al Kremlin, Lukashenko se arriesga a abrasar la independencia de su país. Europa debería tener cuidado de no perder de vista la erosión generalizada del orden político y de seguridad en el este, incluso si Rusia no lanza otra gran ofensiva contra Ucrania. Aunque Occidente tiene una mayor influencia para preservar la independencia de Ucrania, no debería aceptar cambios en el estatus de Bielorrusia. A pesar de las limitadas opciones que tiene, Occidente debería tratar de resistirse a la absorción gradual de Bielorrusia por parte de Rusia.

*Análisis publicado en el European Council on Foreign Relations por Gustav Gressel y titulado 'Bonfire of sovereignty: Russian tanks in Belarus'.

Mientras la comunidad internacional se centra en el tenso diálogo entre Moscú y Washington por el conflicto de Ucrania, la situación en Bielorrusia no deja de deteriorarse. Desde el inicio de las protestas masivas en Bielorrusia en agosto de 2020, el poder del presidente Aleksandr Lukashenko se apoya en dos pilares. El primero es el respaldo de las fuerzas de seguridad y la 'nomenklatura' leal; el segundo es el apoyo del Kremlin. Sin embargo, este apoyo ruso, como el queso de una ratonera, tiene su precio. A cambio de la ayuda financiera y política, Lukashenko está haciendo que Bielorrusia sea cada vez más dependiente de su vecino oriental.

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