La policía y el ejército italiano custodian la estación de Ventimiglia. En la primera parada, Menton Garavan, cinco policías franceses equipados con chalecos antibalas y una cizalla suben y rastrean el convoy hasta el último rincón.

Desde hace poco más de dos años tienen órdenes de que no pase ni un solo inmigrante ilegal. Sacan a cinco hombres de raza negra del tren y los cachean. Los han pillado. Automáticamente les entregan un papel y los mandan de vuelta a Italia, a la casilla de salida.

Sinfiltros.com visita Ventimiglia, una ciudad que huele a mar, con playas rocosas, donde el italiano se habla con acento afrancesado y el viento sacude con fuerza. Un paisaje donde los descapotables de alta gama se mezclan con sudaneses pidiendo comida.