Todo el foco del conflicto entre Israel y Palestina está en Gaza. Tanto los medios como el propio ejército israelí han centrado toda su atención aquí. Sin embargo, el 7 de octubre, cuando ocurrieron los ataques perpetrados por Hamás, la atención del ejército y el gobierno de Israel estaba en Cisjordania, donde las fuerzas israelíes estaban desplegadas desde hace meses para defender todo esto.

Las fuerzas de seguridad estaban vigilando la maraña de asentamientos con los que Israel lleva décadas expandiéndose en Cisjordania, ahogando el espacio entre pueblos y aldeas palestinas y contraviniendo sistemáticamente el derecho internacional. Por eso, los terroristas de Hamás aprovecharon la baja guardia cerca de Gaza y la valla que les separa de Israel, para lanzar su terrorífico ataque. Y por eso tardaron tanto las fuerzas israelíes en llegar a la zona de los ataques.

Y aunque Gaza se lleva todo el foco ahora, por el desastre humanitario que se avecina, es más que probable que el foco pase de Gaza a Cisjordania más pronto que tarde. Porque, por un lado, es el territorio que realmente le interesa al sionismo. La tierra prometida. La región bíblica que Dios les dejó en herencia. Y a la vez es la tierra del expolio. El territorio donde a los palestinos no se les permite formarse como nación y donde podría desatarse el siguiente foco de violencia.