El Canal de Panamá, inaugurado en 1914, ha sido durante más de un siglo una arteria vital para el comercio global. Por sus aguas transitan cada año alrededor de 14.000 buques portacontenedores, que representan el 6% del comercio mundial. Sin embargo, la naturaleza ha puesto en jaque su funcionamiento.

La disminución de las lluvias, intensificada por el cambio climático y el fenómeno de El Niño, ha provocado una reducción del caudal del Lago Gatún, el principal reservorio de agua del canal. Esto ha obligado a tomar medidas drásticas como la reducción del calado de los buques, la disminución de la carga y el aumento del tiempo de espera.

Y este declive del canal de Panamá ha impulsado la búsqueda de alternativas. Diversos países americanos quieren aprovechar esta oportunidad con proyectos para conectar el comercio mundial entre océanos. Y de entre todos ellos destaca el proyecto de México: el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.

Lo curioso es que este proyecto se inauguró oficialmente en 1907, siete años antes del Canal de Panamá. La vía que conectaba el Atlántico y el Pacífico funcionó durante siete años como un tiro, transportando miles de toneladas de carga entre los dos océanos.

Sin embargo, cuando el Canal de Panamá abrió por primera vez sus compuertas, la mayoría de las compañías navieras decidieron dejar de usar el tren Interoceánico y cambiar al canal en su lugar. Y un año después, el tráfico del corredor mexicano había disminuido en casi un 80%.

Así, México se ha propuesto relanzar su histórica ferrovía con un superproyecto que preve ampliación de puertos, la construcción de una decena de parques logísticos y la rehabilitación de miles de kilómetros de vías, con el que México pretender recuperar lo que el Canal de Panamá le arrebató hace más de 100 años, es decir, ser la ruta preferente para conectar el comercio marítimo entre el Atlántico y el Pacífico.