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Manu Campa, el pintor madrileño que convierte un lienzo en arte sobre ruedas
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Manu Campa, el pintor madrileño que convierte un lienzo en arte sobre ruedas

Apasionado de los coches clásicos y la pintura, este madrileño ha logrado aunar esas dos pasiones. Pinta entre 40 y 50 cuadros al año, tiene una lista de espera de seis meses y dice estar en su mejor momento profesional: "2023 ha sido frenético"

Foto: De sus encargos, el 70% proviene del extranjero y el 30% restante es nacional.
De sus encargos, el 70% proviene del extranjero y el 30% restante es nacional.

Con un pincel en la mano y rematando los últimos detalles de un lienzo de un Porsche 356 en un llamativo color rojizo, Manu Campa (Madrid, 1983) recibe a El Confidencial en su estudio de la capital. Y lo hace con una sonrisa de oreja a oreja, prueba del orgullo que siente este pintor madrileño por su trabajo, que aúna sus dos pasiones: los coches clásicos y la pintura. Licenciado en Bellas Artes, Campa siempre quiso dedicarse a la carrera artística en general, aunque no sabía si fotografía, escultura, pintura… Pero nunca pensó en dedicarse a este nicho. Actualmente, suma más de 200.000 seguidores en su cuenta de Instagram, ha expuesto sus cuadros en exposiciones por todo el mundo y está a punto de cerrar un 2023 frenético. “Sin lugar a dudas, este año ha sido el más intenso de mi carrera, por carga de trabajo y por haber viajado por los cinco continentes por mis obras”, explica Campa.

placeholder El Porsche 356 y el 911 fueron dos de los primeros coches que pintó.
El Porsche 356 y el 911 fueron dos de los primeros coches que pintó.

Pero para entender de dónde nace este fenómeno, Campa se traslada a sus inicios: “Comencé a pintar bicicletas en 2010 o 2011 como un objeto claro, y estuve dos o tres años, hasta que descubrí que a través de pintar algo muy nicho, como manillares de bicis clásicas muy realistas, daba con un círculo de aficionados que demandan esa pintura”. De hecho, entre risas, recuerda cómo pintar cuadros de bicis llevó a muchas personas a presentarse en su estudio con el cuadro de una bicicleta (la parte central de una bici) bajo el brazo, ya que creían que esa parte era la que realmente pintaba, y no un lienzo.

A continuación, es inevitable preguntar a Manu por qué pinta coches, un salto que define como una combinación de varios factores: suerte, descubrir tus pasiones, decisiones adecuadas en ciertos momentos y el boom de las redes sociales, que han permitido mostrar a todo el mundo sus obras. “En 2014 me compré un Volkswagen Escarabajo de 1953, y directamente me puse a pintar varios cuadros de coches, entre ellos, de mi propio Escarabajo y de modelos de Porsche, como el 356 y el 911 de primera serie. Y ahí explotó, me di a conocer en el mundillo sin esperarlo”.

placeholder Ve varios factores en su éxito: suerte, decisiones adecuadas y el 'boom' de las redes sociales.
Ve varios factores en su éxito: suerte, decisiones adecuadas y el 'boom' de las redes sociales.

Manu explica el motivo de este empujón: “Un día me llamaron de Los Ángeles desde Petrolicious [web y canal de YouTube especializado en coches clásicos con 890.000 seguidores]. Querían venir a grabarme y conocer mi historia con el Escarabajo. Yo les respondí que mi coche no era comparable a los vídeos que hacían con un Ferrari F40 o corriendo la Mille Miglia, pero ellos me dijeron que les gustaba la parte de que pintara cuadros de coches. Una vez publicado, fue a partir de ahí cuando comenzaron a llegarme correos electrónicos preguntando por mi trabajo y fui entrando en el mundo Porsche. Y desde entonces, nunca me han faltado encargos”.

Pinta entre 40 y 50 obras al año

Embajador de marcas como Mini o TagHeuer, en su estudio vemos cómo está a punto de terminar un par de cuadros, mientras otros esperan terminados y embalados para irse con sus dueños. “Ahora mismo, mi lista de espera es de seis meses, y eso que ha bajado. Ha llegado a ser de hasta 15 meses. Muchas veces me dicen que es mucho, otras te intentan apretar; pero si, por ejemplo, es para un cliente que lo quiere para un regalo o para una fecha determinada, me adapto. Además, hay clientes muy indecisos, que tardan hasta uno o dos años en mandarme una foto buena del coche. Y hay que sumar que yo soy muy exigente con las fotos porque es fundamental. Sin fotos buenas, no hay cuadros buenos”.

Al ver tantos lienzos, de diferentes modelos, pero todos ellos clásicos, Manu nos explica que tiene tal cantidad de pedidos, que no puede perder un día. De hecho, en su argot no concibe ser improductivo. “Al año pinto entre 40 y 50 cuadros. O, dicho de otra forma, hago un cuadro por semana, sumando que tengo visitas, eventos y muchos viajes. Siempre trabajo por encargo, aunque tengo algún cuadro pintado que se puede comprar a través de mi web. Y, por otro lado, hago láminas que cuestan mucho menos que un cuadro, pero varían en función de las copias o de si se entregan enmarcadas o no. Realmente es una foto del cuadro impresa con determinadas técnicas, y con tintas y papeles de alta calidad. Si anualmente hago 40 cuadros, de mis top 10 o 15 hago láminas, y en función de qué proyecto, hago más o menos copias”.

placeholder Este pintor madrileño solo trabaja bajo encargo, e invierte una semana en cada cuadro.
Este pintor madrileño solo trabaja bajo encargo, e invierte una semana en cada cuadro.

Sin embargo, no todos los cuadros de Manu viajan en coche, tren o avión hasta su destino. A veces es el propio pintor quien lleva el cuadro al destinatario, aunque tiene que ser una cita especial. “La primera vez me ocurrió con Porsche Noruega. Me encargaron un cuadro de un 911 verde para inaugurar un Porsche Classic Center. Al pedirme presupuesto, me plantearon que incluyese mi visita y, además, que lo entregara personalmente. Me tocó ir y, francamente, me lo pasé muy bien”.

placeholder Con el 'spray', logra efectos ópticos como que las luces del coche parezcan encendidas.
Con el 'spray', logra efectos ópticos como que las luces del coche parezcan encendidas.

En cuanto a la nacionalidad de sus clientes, Manu detalla que siempre hay picos, pero actualmente el 70% de sus encargos proviene del extranjero y el 30% restante es nacional. De hecho, explica que casi todo lo de fuera proviene de Estados Unidos, dada la enorme cultura Porsche que hay en suelo estadounidense, con un Club Porsche de casi 100.000 miembros. Sin embargo, en el caso de Campa podemos decir que el roce hace al cariño: “hay mucha gente que solo te encarga un cuadro cuando te ve. Me sorprende, pero es así, y me pasa tanto en España como en México. Me comentan que llevan años siguiéndome por redes sociales, y en persona me dicen que ahora se van a lanzar”. No obstante, el pintor madrileño nos explica que cada día recibe en torno a 10 correos electrónicos o mensajes por Instagram: “Respondo a todos; y, si procede, mando presupuesto”.

Romanticismo y muchas anécdotas

En un vistazo por los diferentes cuadros que hay en el estudio, Campa, de nuevo con una amplia sonrisa, nos explica que “la historia de cada cuadro es muy variopinta, y eso lo hace muy especial. En mis encargos tengo desde historias muy románticas, de familias que tuvieron un Mercedes-Benz o un Mini que debieron vender y quieren tener un recuerdo de él, o personas que tienen 100 coches, y quieren cuadros de sus 10 coches favoritos para ponerlos en un garaje. Realmente, entre mis clientes hay desde gente humilde con los pies en la tierra hasta otros muy potentes de Dubái o Estados Unidos”.

placeholder No solo pinta coches o motos, también cuadros vinculados a la competición.
No solo pinta coches o motos, también cuadros vinculados a la competición.

Porque conocer a tantas personas, de diversas nacionalidades, personalidades o diferentes posiciones económicas, ha llevado a Campa a vivir historias muy peculiares. Declarado un enamorado de los coches clásicos, admite serlo desde pequeño: “A mí me gusta todo lo antiguo, y si es de los años veinte, treinta, cincuenta… mejor, me gustan las sensaciones y el aroma que tiene un coche antiguo, por encima de cualquier cosa nueva. De hecho, tenía un Ford de 1931, que tuve que vender, y viví una historia muy particular con él y un cliente que me ha comprado 10 o 12 cuadros en los últimos seis o siete años”.

“Conocí a esta persona en un evento en Miami en 2017. Encajamos muy bien, apostó por mí e hicimos buena relación. Entonces, me compré un Porsche 911 de 1974, y para ello vendí mi Ford. La siguiente vez que nos vimos, este cliente me preguntó por mi Ford, y le comenté que tuve que venderlo para poder acceder al Porsche. Él se sorprendió tanto, que me dijo que lo comprara de nuevo porque él me lo regalaba. Me costó seis meses convencer a quién se lo vendí, pero afortunadamente lo he recuperado”.

Eso sí, Campa explica que no pinta cualquier coche, e incluso ha dicho no a cuadros por estética. Para ello, siempre utiliza el mismo argumento: “Cuando me escriben, por ejemplo, para que pinte un Opel Corsa de 1994 o un SEAT Ibiza de 2006, les contesto que me escriben porque les gusta mi trabajo. Y mi trabajo les gusta porque no pinto esos coches. Yo hago algo muy estético, y eso es lo que les enamora. Además, estos cuadros sobreviven, y por poco que te gusten los coches, te va a gustar un Pagoda, un Mini clásico o un Ferrari de los sesenta”.

Así es la técnica que utiliza

Para alguien que no sabe de pintura, entender cómo Campa pinta este arte sobre ruedas es importante. “Lo primero es dar con una imagen que te enamora. Puede parecer fácil, pero no lo es. Yo he llegado a estar horas y horas delante del ordenador hasta que encuentras algo que tenga magia y logre transmitirte. Después es un proceso muy artesanal. Montas un bastidor, siempre me gusta manchar un fondo rojizo y a partir de ahí empiezas a crear, casi por capas. Y cuando está al 80-90% que vería cualquiera, para mí, que trabajo en una estética realista, te brinda la oportunidad de ser creativo. Ahí hago un cielo, porque quiero o decido si quiero que se vea el neumático o no para que el cuadro tenga personalidad y le pueda sumar. Al final es cuando más creativo te puedes volver”.

“En resumen, yo hago acrílico sobre lienzo, y después suelo rematar con spray. Ese es el 90% de mi trabajo. El spray me ayuda a esas técnicas de efectos ópticos cuando, por ejemplo, parece que un coche tiene la luz del faro encendida. También ayuda tener los cuadros dos o tres semanas en el estudio, porque así ves cosas que les pueden faltar. Y en todo momento dejo la foto en el ordenador de inspiración, de ayuda, ya que si no tienes la imagen de referencia es muy difícil imaginar muchos de los reflejos".

placeholder Se declara un enamorado de los coches clásicos, y si son de los años veinte o treinta, mejor.
Se declara un enamorado de los coches clásicos, y si son de los años veinte o treinta, mejor.

Además, Campa explica que le gusta salir de lo tradicional, pintar una esquina o un detalle de un coche antes que el coche en general, aunque esto último también lo haga en sus cuadros: “Veo más romántico pintar un faro o una rueda. Me gusta porque te alejas de la imagen de póster”. No obstante, junto a su técnica, parte primordial de su éxito, admite que hay otros dos factores fundamentales para haber aumentado tanto su éxito: “Sin hablar inglés, todo hubiera sido muy diferente. Yo tengo que ser capaz de llegar a un coleccionista en California, que me enseñe su garaje y hablar el mismo lenguaje. En la educación incluso, en saber medir. Y, por otro lado, saber mucho de coches. Por suerte, ambas me vienes naturales, ya que estudié en Estados Unidos en mi adolescencia, pero en los coches cada vez tienes que profundizar más. De hecho, cada cuadro es un proceso de aprendizaje. Te dicen 'tengo un Mini del 61 y quiero que le pongas los intermitentes del modelo anterior'. Entonces ya tienes que aprendértelos, y si vas a un garaje de un cliente también tienes que saber diferenciar los detalles de los coches para lograr una mayor conexión con él".

De cara al próximo año, Campa espera el mismo ritmo frenético de 2023, e incluso el mismo número de viajes, aunque ve difícil superarlo. Entre sus obras y proyectos no tiene pendiente o en mente pintar algún coche en concreto, pero sí admite sentir un mayor interés en la Fórmula 1, en la historia de la máxima competición y muchos de los monoplazas más característicos que han corrido en ella, como el Williams FW11 de Nelson Piquet o el McLaren MP4/5 de Ayrton Senna. "También tengo pendiente exponer en el Gran Premio de Fórmula 1 de México. Ya lo he hecho en Miami, y creo que este año también repetiré. Además, seguro que estoy de nuevo en carreras de MotoGP, en las 24 Horas de Le Mans, en el Festival de Goodwood, en el circuito de Laguna Seca o en la Carrera Panamericana de México", explica Campa.

Con un pincel en la mano y rematando los últimos detalles de un lienzo de un Porsche 356 en un llamativo color rojizo, Manu Campa (Madrid, 1983) recibe a El Confidencial en su estudio de la capital. Y lo hace con una sonrisa de oreja a oreja, prueba del orgullo que siente este pintor madrileño por su trabajo, que aúna sus dos pasiones: los coches clásicos y la pintura. Licenciado en Bellas Artes, Campa siempre quiso dedicarse a la carrera artística en general, aunque no sabía si fotografía, escultura, pintura… Pero nunca pensó en dedicarse a este nicho. Actualmente, suma más de 200.000 seguidores en su cuenta de Instagram, ha expuesto sus cuadros en exposiciones por todo el mundo y está a punto de cerrar un 2023 frenético. “Sin lugar a dudas, este año ha sido el más intenso de mi carrera, por carga de trabajo y por haber viajado por los cinco continentes por mis obras”, explica Campa.

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