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Cuando descubres con guasa que no era líquido de frenos lo que perdía Nelson Piquet
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HISTORIAS DE NIGEL MANSELL Y Nelson Piquet

Cuando descubres con guasa que no era líquido de frenos lo que perdía Nelson Piquet

Joan Villadelprat ofrece más anécdotas de su experiencia en la Fórmula 1. Ahora, con Nigel Mansell y cómo descubrió qué tipo de 'líquidos' perdía el monoplaza de Nelson Piquet

Foto: Nelson Piquet, con Williams en 1987. (Imago)
Nelson Piquet, con Williams en 1987. (Imago)

"Eran pilotos hechos de otra pasta…”. Joan Villadelprat ha ido desgranado en El Confidencial durante estas ultimas semanas diferentes anécdotas de su dilatadísima trayectoria deportiva en la Fórmula 1. Especialmente en el terreno humano y sobre los mejores pilotos de los ochenta y noventa. Rosberg, Prost, Lauda (“si pudiera contar algunas de estos dos...”, bromea) Piquet, Mansell, Schumacher… Quien les escribe, por ejemplo, fue testigo de un gesto de especial deferencia del piloto alemán hacia el barcelonés, con el que ganó los dos títulos en Benetton.

Hoy es turno de otros dos grandes, Nigel Mansell y Nelson Piquet. De personalidades totalmente opuestas, también enfrentadas entre sí en sus tiempos comunes de Williams. Villadelprat recuerda dos episodios ilustrativos de sus respectivos caracteres. En el caso del brasileño, con una anécdota para mearse (nunca mejor dicho) de risa.

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"No quería el cambio secuencial"

“A los dos los conozco muy bien. Mansell es un tío encantador. Me quiere mucho y yo también a él. Un periodista francés decía que nos parecíamos, el bigote y eso, y siempre estaba con el cachondeo del ‘my brother’, que me decía”. Su carácter era la otra cara de la moneda respecto a Nelson Piquet. “Era muy particular. Por ejemplo, cuando John Barnad introdujo por primera vez el cambio secuencial con las levas en el volante, en Ferrari, Nigel nos dijo que nunca se iba a montar en una monoplaza así. Tuvimos que hacer una reunión para convencerle. Montamos una sesión en el circuito de Fiorano y al cabo de solo veinte vueltas se bajó y dijo que era de puta madre".

Durante toda su carrera, el británico presumía de luchar contra los elementos y todo tipo de circunstancias y rivales. El mundo contra él, al menos así le gustaba pensar como fuente de motivación. El periodista Peter Windsor, descubridor de Mansell en categorías inferiores, le definía así: “Es increíblemente competitivo en todo lo que hace, ya sea jugar al snooker, el kárate y el futbol. Siempre quiere ser el mejor. Si sube a un avión, quiere el mejor sitio, ser el primero en la cola para alquilar el coche y coger uno con el mejor kilometraje. Es algo constante y permanente en su naturaleza”. Villadelprat escoge una anécdota personal vivida en primera persona para ilustrarlo.

placeholder Nigel Mansell, en julio de 1992 con su Williams FW14B (Imago)
Nigel Mansell, en julio de 1992 con su Williams FW14B (Imago)

"Como un orangután"

“Era el Gran Premio de Francia de 1989. En la salida, hubo un gran accidente con el Leyton House de Mauricio Guguelmin, que en la primera curva salió volando por encima de varios monoplazas, entre ellos el de Nigel. Cuando pasan por boxes, antes de que se neutralice la carrera, vemos que el coche tiene muchos daños. Empezamos a llamarle a boxes para cambiar de monoplaza y coger el de reserva. Y el tío '¡Que no entro, quiero seguir con mi coche!' '¡Entra de una puta vez, por favor, que tienes toda el lateral y parte trasera rota!', le gritábamos. '¡Que no y que no!' decía el tío. Se oía incluso los golpes que pegaba al volante” explica Villadelprat, que tuvo que tomar medidas expeditivas.

Así, salió corriendo hacia la primera curva antes de entrar en el pit lane para llamar la atención de Mansell. “Me asomo y a gestos y gritos consigo meterlo en boxes, y le digo que coja el muleto (el coche de repuesto, hoy prohibido). Dejamos allí aparcado el coche dañado y teníamos que ir corriendo hasta boxes. Habría como tres minutos hasta el nuestro desde donde estábamos”. Entonces, Villadelprat se quedó sorprendido ante la escena del piloto británico. “Cuando empezamos a correr veo que empieza a darse golpes en el pecho, y gritando: 'I´m the best, the best' (¡Soy el mejor! ¡El mejor!) Se golpeaba como un gorila para motivarse, él solo, todo el camino. Se hablaba todo el rato a sí mismo. Yo le miraba y pensaba que se había vuelto loco. Bueno, pues así hasta boxes. Se mete en el muleto y sale desde la línea de boxes. Y desde allí remontó aquella carrera hasta llegar en segunda posición. Tenías que haberlo visto cuando salió del coche al terminar la carrera, era como si saliera Dios…" recuerda Villaldelprat.

Según el catalán, Mansell alcanzaba en días así cimas singulares y en las que no tenía rival: “Esto es lo que le pasaba cuando corría en Silverstone, por ejemplo. Cuando veía que el público le jaleaba, se volvía loco y hacía cosas increíbles, cosas que nadie en el mundo haría. En esos momentos podía ser el mejor del mundo. Mejor incluso que el propio Senna. Cuando se le ponía el sol de cara y estaba motivado así era imparable. Por eso adelantaba a Senna como lo hacía, solo él era capaz, en Hungría cuando le ganó o en la recta de Montmeló. No le paraba ni dios, por eso hacía esos adelantamientos y por eso tenía esa velocidad bestial”.

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"Solo cuando olía sangre"

De Mansell en Ferrari, a Piquet en Benetton: “A Nelson ya le pillé en la recta final de su carrera deportiva". En 1987, el brasileño sufrió un accidente grave en la curva de Tamburello que afectó a su visión, lesión que mantuvo oculta a otros equipos durante años, según reconoció el propio piloto. “Solo cuando sabía que podía haber sangre salía el tiburón de verdad, cuando veía un posible buen resultado salía el tres veces campeón y hacía las cosas que hacía, pero ya no era el mismo”, afirma el barcelonés. De hecho, después de su oscuro viaje de dos años con Lotus, Nelson Piquet tuvo que aceptar para fichar por Benetton la oferta de Flavio Briatore de cobrar solo por resultados. Se dedicó a arañar puntos y consiguió tres victorias en 1990 y 1991. La última, en Montreal, cuando precisamente Nigel Mansell caló embarazosamente su Williams con la meta a la vista al salir de la horquilla de ‘L´Epingle’. Iba saludando con la mano a los aficionados y se olvidó de cambiar.

Villadelprat entra también en ese singular carácter del brasileño. “Piquet era otro estilo, era otro que también iba detrás de las tías, pero con otro estilo al de Berger” recuerda entre risas. "Era un cabronazo con las bromas, pero hasta con bromas de mal gusto. Por ejemplo, su relación con Mansell (en Williams estuvieron juntos dos temporadas) era tremenda y dijo aquello públicamente de que su mujer era feísima. Pero a mí me hizo una…”. La risa no dejó de acompañar a Villadelprat mientras la recuerda.

placeholder Piquet, durante una firma con Williams. (Imago)
Piquet, durante una firma con Williams. (Imago)

"¿De dónde sale esto?"

“Estábamos en una parrilla de salida. Nelson, metido en el coche, con los cinturones ya atados. De repente, joder, veo un líquido que sale del chasis y cae al suelo. '¿De dónde sale esto?' Yo, preocupado porque no había mucho tiempo, y todos en pleno pánico. '¡Qué pasa aquí, qué pasa aquí!'. Daba vueltas buscando de dónde podía venir la pérdida del líquido. El muy cabrón, dentro del coche tan tranquilo, mirando alrededor y viendo a los mecánicos también dando vueltas como locos”, cuenta. En realidad, el brasileño lo estaba gozando.

“Sigo mirando de dónde salía aquel líquido. No siempre es fácil saberlo, porque en un coche hay muchos líquidos diferentes, y más con las prisas. A veces, para saber de qué podía ser un líquido, coges un poquito en la punta del dedo y lo chupas. Pues claro, voy, cojo el líquido en el suelo y lo chupo. Y no me suena, aquello lo veo raro. Extrañado miro a Nelson… ¡La madre que lo parió! Allí estaba, descojonándose dentro del casco… ¡El hijo puta se había meado dentro del coche! Así me di cuenta que no era líquido de frenos, que era lo que pensaba al principio, un líquido que tenía un color muy parecido a la orina... Era el líquido de Nelson. El muy cabrón...”. A carcajada limpia. Seguiremos informando.

"Eran pilotos hechos de otra pasta…”. Joan Villadelprat ha ido desgranado en El Confidencial durante estas ultimas semanas diferentes anécdotas de su dilatadísima trayectoria deportiva en la Fórmula 1. Especialmente en el terreno humano y sobre los mejores pilotos de los ochenta y noventa. Rosberg, Prost, Lauda (“si pudiera contar algunas de estos dos...”, bromea) Piquet, Mansell, Schumacher… Quien les escribe, por ejemplo, fue testigo de un gesto de especial deferencia del piloto alemán hacia el barcelonés, con el que ganó los dos títulos en Benetton.

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