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Sánchez quiere Barcelona como trofeo (Collboni) y la Generalitat (Illa) como bastión
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Sánchez quiere Barcelona como trofeo (Collboni) y la Generalitat (Illa) como bastión

El PSOE se vuelca con el secesionismo catalán, cree que lo debilitará con concesiones para disuadirle y armar así su discurso para convencer en el resto de España

Foto: Foto: EC Diseño.
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"Necesitamos la alcaldía de una ciudad emblemática y la presidencia de una comunidad autónoma equiparable a Madrid y Andalucía". Este planteamiento es el del Gobierno, del PSOE y del PSC porque la urbe icónica sería Barcelona y el bastión Cataluña. Sin las dos grandes autonomías bajo su control —la andaluza y la madrileña—, vapuleados en Galicia y en coalición en Valencia y País Vasco, el socialismo español que dirige Pedro Sánchez se vuelca en Cataluña. Y la ruta está ya señalada.

Desde el inicio de la legislatura, la relación privilegiada con Esquerra Republicana se consiguió con la mesa de diálogo, el indulto parcial de los condenados por el procés en junio de 2021 y ha quedado revalidada con la supresión del delito de sedición y la despenalización total de los hechos por los que el Supremo condenó a varios de sus líderes, entre ellos a Oriol Junqueras. ERC ha conseguido la desjudicialización absoluta y la impunidad de sus dirigentes —incluso de la malversación, en tanto que instrumental del suprimido delito de sedición— y se ha marcado el éxito de que la mesa de diálogo despeje por completo el futuro penal de Carles Puigdemont y desde luego de Marta Rovira, secretaria general de los republicanos. "Junts tiene un problema", aseguran en el grupo parlamentario republicano en Madrid.

La ruptura del Gobierno de Aragonès

La ruptura del gobierno de Aragonès, además, ha sido "providencial" (sic) para los propósitos gubernamentales porque los 33 diputados que comanda Salvador Illa en el parlamento catalán son el precinto de seguridad de que ERC en el Congreso se mantendrá en el perímetro del entendimiento con el Gobierno. Si Rufián y los suyos se desmandan, Salvador Illa responderá en Barcelona.

Foto: Sánchez y Aragonès, en una reunión en Moncloa. (EFE/Emilio Naranjo)

El juego tiene sus complicaciones porque Sánchez quiere la alcaldía de la Ciudad Condal —no tiene ni Madrid, ni Bilbao, ni Valencia, ni Málaga y puede perder Sevilla— con un resultado de Jaime Collboni, su candidato, que supere los 12 concejales (ahora tiene 8) de los 41 que forman el consistorio, más de los que obtenga Colau y también más de los que logre ERC.

Luego podría venir el pacto entre el PSC y los republicanos. Ya hay muchos lazos entre unos y otros. El PSC ostenta la vicepresidencia primera del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) —no la vicepresidencia ejecutiva— y dos vicepresidencias adicionales: la de Movilidad, Transporte y Sostenibilidad y la de Desarrollo Social y Económico. ERC ostenta también tres vicepresidencias. El organismo metropolitano lo preside Ada Colau y agrupa a 36 municipios de la gran conurbación barcelonesa.

placeholder Jaume Collboni, candidato del PSC a la alcaldía de Barcelona. (EFE/Alejandro García)
Jaume Collboni, candidato del PSC a la alcaldía de Barcelona. (EFE/Alejandro García)

En la ecuación juega Valents, el partido de Eva Parera, concejal en el consistorio barcelonés, que, con más de 3.000 afiliados, y aunque está posicionado en el centroderecha catalán, manifiesta su disponibilidad a pactar con el PSC si con ello evita la hegemonía tanto de los independentistas como de Colau. Los votos de Valents serían para el socialista Collboni. Y, según las encuestas privadas de este grupo emergente —que se aprovecha de un PP sin candidato todavía, sin haber celebrado su congreso y con su líder, Alejandro Fernández, deseando recalar en el Congreso de los Diputados— podrían obtener entre 6 y 8 concejales en Barcelona. Ahora tienen cuarenta en toda Cataluña.

Illa y las buenas expectativas del PSC

La encuesta del CEO —el correspondiente CIS de la Generalitat de Cataluña— ofrecía el pasado miércoles un panorama muy optimista para el PSC. Podría llegar a los 41 escaños —la mayoría absoluta está en 68— y, de cumplirse tal hipótesis, Salvador Illa podría ser el sucesor de Aragonés en un tripartito que ya tiene los precedentes de Pasqual Maragall y de José Montilla entre los años 2003 y 2010. Pero el paso previo es la alcaldía barcelonesa y, a partir de ese eventual triunfo, la comunidad catalana que aporta el 19% del PIB nacional, es la segunda más poblada con siete millones y medio de habitantes, envía al Congreso 48 diputados y representa el 16% de la superficie española haciendo frontera con Francia y en la cabecera del Mediterráneo.

El Gobierno, pese a que su política de desinflamación del secesionismo le pase factura en otras comunidades, apuesta por medidas concesivas para el independentismo convencido de que le debilitan mucho más de que lo fortalecen y que podrá armar un discurso convincente en el resto de España demostrando que su política ha pacificado Cataluña. Las reacciones del viernes pasado de los barones Javier Lambán y Emiliano García-Page, críticos con la supresión del delito de sedición, no secundan la impresión que se maneja en la Moncloa.

El Gobierno y el PSC creen que "se ha parado" la transferencia de dirigentes del PSC al independentismo, aunque algunos advierten sobre las posiciones muy cercanas a él de Laia Bonet, segunda de Collboni. Aunque el último en desertar del socialismo catalán ha dolido: Quim Nadal fue consejero de Política Territorial y Obras Públicas (2003-2010) con Pasqual Maragall y con José Montilla y primer secretario del partido en Girona (2008-2012) y ahora ha resultado el gran fichaje de Aragonès que le ha entregado la consejería de Investigación y Universidades. Es, con Joan Ignasi Elena, el segundo consejero del gobierno de ERC de procedencia socialista.

Illa se sabe subordinado a una estrategia general que le condiciona demasiado en Cataluña

La confianza en que Salvador Illa —el más moderado y discreto de los dirigentes socialistas catalanes— maneja el partido allí con suavidad, y, sobre todo, con paciencia, es una garantía para Moncloa y Ferraz, aunque el que fuera ministro de Sanidad durante la pandemia se sabe subordinado a una estrategia general que le condiciona demasiado en Cataluña. Está aguantando a un Gobierno sin suficiencia parlamentaria y ha suscrito el Pacto por la lengua que ha impactado en los sectores del área metropolitana de Barcelona, tradicionalmente vinculados al PSC y mayoritariamente castellanohablantes.

Ahora, Collboni, alcalde, luego, Illa, 'president'

La jugada de Sánchez con el independentismo catalán tiene derivaciones que el PSOE considera importantes: retiene los escaños de Bildu cuyas relaciones con ERC se han estrechado; "mata a besos" (sic) a los secesionistas que se encuentran frustrados y divididos, al menos hasta ahora, y ofrece un discurso fuera de Cataluña con "atractivo" porque explicaría al resto de España el gran logro de la pacificación del separatismo. La condición necesaria, sin embargo, es que en mayo Jaime Collboni sea alcalde de Barcelona y, a no tardar, el PSC de Illa supere a ERC y el exministro presida el Gobierno de la Generalitat en un bipartito o en un tripartito.

La condición necesaria es que en mayo Collboni sea alcalde de Barcelona y, a no tardar, el PSC de Illa supere a ERC y presida la Generalitat

La clave de bóveda de este andamiaje ha sido la desjudicialización y la impunidad a través de la reforma del Código Penal que, en la práctica, es una especie de amnistía para los condenados por el Supremo el 14 de octubre de 2019. Habrá convulsiones, pero con esta fórmula de transacciones la mesa de diálogo contemplada en el pacto entre ERC y PSOE para investir a Sánchez habría obtenido un importante resultado.

Foto: Pere Aragonès junto a Laura Vilagrà y Roger Torrent. (EFE/Marta Pérez) Opinión

Queda por acreditar con hechos que todas estas medidas debilitan al secesionismo y logran que Cataluña sea un bastión socialista y la alcaldía de Barcelona el trofeo del PSC-PSOE. Y que los electorados de la Cataluña no independentista y de otras comunidades "compren" el discurso de una desinflamación a golpe de indulto y de despenalización de las responsabilidades de los responsables del proceso soberanista.

"Necesitamos la alcaldía de una ciudad emblemática y la presidencia de una comunidad autónoma equiparable a Madrid y Andalucía". Este planteamiento es el del Gobierno, del PSOE y del PSC porque la urbe icónica sería Barcelona y el bastión Cataluña. Sin las dos grandes autonomías bajo su control —la andaluza y la madrileña—, vapuleados en Galicia y en coalición en Valencia y País Vasco, el socialismo español que dirige Pedro Sánchez se vuelca en Cataluña. Y la ruta está ya señalada.

Pedro Sánchez Salvador Illa Jaume Collboni
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