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Historia de dos pistolas: esta es la paradoja en la licitación de armamento en España (y el mundo)
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no siempre gana el mejor

Historia de dos pistolas: esta es la paradoja en la licitación de armamento en España (y el mundo)

En materia de adquisición de armamento y de material militar, los concursos públicos son una ciencia, pero también un arte donde no siempre gana la mejor oferta

Foto: Pistola Glock 19 Gen 5 en una feria de defensa. (EFE/Idrees Mohammed)
Pistola Glock 19 Gen 5 en una feria de defensa. (EFE/Idrees Mohammed)
Las claves
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En los últimos años, tanto la Guardia Civil como el Cuerpo Nacional de Policía lanzaron programas de adquisición de pistolas. En un caso saltó la sorpresa con un fabricante poco conocido y que generó cierta polémica alimentada por los problemas de las primeras armas recibidas. Y en el segundo, resultó ganadora la pistola que todo el mundo daba por favorita, tras un proceso exhaustivo de pruebas. En ambos casos, se trataron de procesos públicos de adquisición de dos instituciones de primer nivel; pero los resultados no pudieron ser más desiguales. Y es que, en materia de adquisición de armamento y de material militar, los concursos públicos son una ciencia, pero también un arte donde no siempre gana la mejor oferta.

Si buscáramos opiniones en las redes sociales y foros de debate, encontraríamos un sinnúmero de militares, expertos y aficionados eruditos que tienen muy claro cuál es su avión, carro de combate o fusil de asalto favorito. Igual que en el corazón de cada aficionado al fútbol español hay un seleccionador nacional, casi todo el mundo en el ecosistema de seguridad y defensa tiene en su cabeza cuál sería la lista de sistemas de armas de los que España debería dotarse para tener unas Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad avanzados, capaces y resolutivos. La absoluta seguridad sobre qué sistemas de armas comprar choca en la realidad con un obstáculo: hablamos de dinero público.

Los servidores públicos no pueden salir al mercado y elegir, según su criterio, qué bienes comprar sobre la marcha con el dinero de los contribuyentes. Al menos, en teoría. La adquisición de material ha de someterse a un concurso público en el que el Estado anuncia su disposición a adquirir una serie de bienes con unas ciertas características y condiciones por una cantidad de dinero. Ese monto tiene que guardar un equilibrio entre ser suficientemente comedido para no dilapidar el dinero público, pero suficientemente alto para interesar a empresas con productos atractivos. Y ese equilibrio no siempre se logra.

Foto: Un Santana Aníbal del Batallón del Cuartel General de la Brigada XII, subiendo por un terreno difícil. (Juanjo Fernández)

No es raro que la cantidad presupuestada sea insuficiente a ojos de algunas empresas. Por ejemplo, cuando el ejército portugués lanzó un concurso público de adquisición de un nuevo vehículo ligero táctico (VLT) vía una agencia de la OTAN, solo se presentaron dos empresas: la española Urovesa y la turca Nurol Makina. La impresión generalizada es que los portugueses no tenían mucho dinero que gastar, así que a alemanes, italianos y franceses no les salieron las cuentas. El concurso de adquisición finalmente lo ganó la firma gallega con su modelo Vamtac ST5 en diferentes configuraciones y aplicando lecciones aprendidas de los vehículos recibidos por las Fuerzas Armadas españolas. Pero no es inusual que al concurso no se presente ninguna oferta y el Estado se vea obligado a volver a organizar una licitación con más presupuesto o menos exigencias. Estas últimas son el asunto central de toda licitación. El verdadero secreto de un buen concurso público.

¿Y quién es el mejor?

Lo ideal de todo concurso público es que lo gane el mejor. Pero ¿cómo definir el mejor sistema de armas? ¿El mejor vehículo de transporte? ¿La mejor mochila de combate? ¿La mejor linterna? Definir el mejor de cada tipo requiere un buen conocimiento del bien a adquirir. Por eso, el primer paso de un buen concurso público es que los requisitos sean redactados por personas que reúnan conocimientos técnicos y experiencia real en el manejo de aquello a comprar. Incluso para los bienes más humildes como una mochila o una linterna se puede llegar a redactar unos requisitos con detalles técnicos apropiados.

Así, para una linterna se puede determinar una cierta capacidad de iluminación medida en Lumens o un cierto nivel estanquidad frente al agua y el polvo medida en estándares internacionales como el europeo EN 60529. Además, se puede pedir que cuente con diferentes modos de uso o diferentes accesorios, como un enganche tipo clip. Mientras que de una mochila no solo se puede pedir que cuente con una serie de bolsillos, enganches y cierres, sino también pedir que esté construida en material antidesgarro y con resistencia a la abrasión. Los tejidos también cuentan con su unidad de medida, que en este caso mide la densidad de la fibra en unidades denier.

Foto: Vehículo Pizarro en maniobras en Letonia. (EFE/Valda Kalnina)

El problema de las fuerzas armadas es que no es tan raro que una unidad requiera de ciertos materiales, pero los requisitos sean redactados en un escalón superior en la cadena de mano o por personas en un órgano central que desconocen las necesidades al detalle de los profesionales sobre el terreno o los tecnicismos necesarios para sacar a concurso la compra del material adecuado. Así, no es raro que tras pedir una unidad mochilas o linternas se termine comprando material que dejaría insatisfecho a un senderista exigente porque no se incluyeron un mínimo de características técnicas que diferencie el material civil de uso ocasional del material para usos intensivos. La clave, repetimos, está en las características exigidas. Y eso nos lleva a nuestra historia de las dos pistolas.

Historia de dos pistolas

En 2020, la Guardia Civil sacó a concurso la compra de 6.000 unidades de una nueva pistola. El anterior concurso de 2002 había resuelto, en una decisión salomónica, aceptar para el servicio tres modelos: la alemana Heckler und Kock USP, la italiana Beretta 92FS y la germano-suiza Sig Sauer SP-2009. El relevo generacional coincidía, además, con el ocaso de la industria de armas cortas españolas, que no había sobrevivido al salto tecnológico de las pistolas de armazón metálico a la nueva era de pistolas con armamento de polímero de plástico.

Precisamente, participaba en el concurso de nueva pistola la empresa austriaca Glock, responsable del auge en los años 80 de las pistolas con armazón sintético. En esta ocasión, presentaba la quinta y última generación del arma. Pero los años transcurridos desde la salida al mercado de las pistolas Glock hacen que las patentes comerciales de las primeras generaciones hayan expirado y comiencen a multiplicarse la venta clones producidos en países como Estados Unidos o Israel. En este último país, la empresa Emtam produce un clon de la Glock bajo el nombre comercial Ramón.

Teníamos el chasco de no tener la marca famosa usada por unidades de élite en el mundo y se generó una ola de antipatía hacia la pistola Ramón

Tras las preceptivas pruebas, bastante exhaustivas, por parte de personal de todas las candidatas, para sorpresa de muchos ganó el concurso la pistola israelí. En esta ocasión, Glock había ajustado el precio de su último modelo y posiblemente más de uno la dio por ganadora. Pero el precio más bajo de la israelí, uno de los criterios que también se valoraba junto a los requisitos técnicos, resultó determinante.

Nada más recibirlas, hubo problemas con algunos tipos de munición (que se solucionaron cambiando la uña extractora), lo que generó muchas quejas que llegaron a la prensa con artículos que denunciaban que la Guardia Civil había recibido una pistola low-cost. En el fondo, teníamos el chasco por no contar con el último modelo de una marca famosa y muy popular gracias a su uso por unidades de élite en todo el mundo (y cómo no, por el cine y los videojuegos), lo que generó una ola de antipatía hacia la hasta ahora desconocida pistola Ramón.

Foto: Un MH-60R Sea Hawk de la Marina de EEUU. (Reuters)

Dos años más tarde después de que la Guardia Civil comprara las Ramón, el Cuerpo Nacional de Policía lanzó su concurso para adquirir 300 pistolas para el Grupo Especial de Operaciones (GEO) y los Grupos Operativos Especiales de Seguridad (GOES). El presupuesto era generoso, dado la condición de unidades selectas de GEO y GOES. Pero el detallado pliego técnico incluía un criterio muy particular. Las pistolas candidatas deberían ser, cómo no, probadas. Pero sometidas a un informe del personal encargado de las pruebas. Esto es, aparte de puntuar criterios estrictamente técnicos, un cierto porcentaje de los puntos finales dependía de la evaluación personal de los miembros encargados del Cuerpo Nacional de Policía.

El arte de los requisitos

Si en el caso de la Guardia Civil el precio había actuado de comodín final para decantar la victoria a favor de la Emtam Ramon, en el caso de la Policía había sido la opinión de los evaluadores, siguiendo su criterio profesional y personal. El ganador, para sorpresa de nadie, fue la Sig Sauer 320, justo la pistola que se rumoreaba era la más deseada por los miembros del GEO.

Al final, concurso público mediante, obtener un producto de calidad requiere de bastante ciencia para redactar un pliego de condiciones con los requisitos técnicos y un cálculo de costes adecuado que atraiga a empresas con productos interesantes. Pero la experiencia enseña que se requiere también de cierto arte en redactar los requisitos para dejar a los profesionales aplicar su criterio y experiencia para que el ganador cumple con todo lo deseado y esperado.

Ahí está el caso de la Infantería de Marina, que sacaba a concurso la compra de una nueva pistola. Un requisito clave era contar con distintas variantes con diferente tamaño pero gran coincidencia de piezas. Detrás de los requisitos técnicos y las cifras exigidas más de uno señalaba que la pistola requerida sobre el papel se trataba de un retrato robot de la Glock. El tiempo dirá si quienes lo que aplicaron ciencia y arte a ese concurso público lograron comprar la pistola que deseaban.

En los últimos años, tanto la Guardia Civil como el Cuerpo Nacional de Policía lanzaron programas de adquisición de pistolas. En un caso saltó la sorpresa con un fabricante poco conocido y que generó cierta polémica alimentada por los problemas de las primeras armas recibidas. Y en el segundo, resultó ganadora la pistola que todo el mundo daba por favorita, tras un proceso exhaustivo de pruebas. En ambos casos, se trataron de procesos públicos de adquisición de dos instituciones de primer nivel; pero los resultados no pudieron ser más desiguales. Y es que, en materia de adquisición de armamento y de material militar, los concursos públicos son una ciencia, pero también un arte donde no siempre gana la mejor oferta.

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