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Nadie es profeta en su tierra: el largo camino exportador de la defensa española hacia el éxito
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Nadie es profeta en su tierra: el largo camino exportador de la defensa española hacia el éxito

A veces hay que irse muy lejos, pelear por contratos internacionales y, solo entonces, volver a España con la garantía de poder ser, al fin, profeta en la propia tierra

Foto: Feria Feindef 2023. (Sergio Beleña)
Feria Feindef 2023. (Sergio Beleña)
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Una de las grandes virtudes de una feria de defensa como la española Feindef es que permite conocer la amplia variedad y catálogo de pequeñas y medianas empresas, más allá de los grandes nombres del sector. Revisando los materiales promocionales y hablando con sus responsables, uno puede sorprenderse de lo lejos que ha llegado la industria española y el poco ruido mediático que ello genera en la opinión pública. Muchas de ellas son más conocidas en el exterior que en casa, símbolo de la solidez de sus productos. Pero esos éxitos en tierras lejanas esconden un lamento repetido en el tejido empresarial. A veces hay que irse muy lejos, pelear por contratos internacionales y, solo entonces, volver a España con la garantía de poder ser, al fin, profeta en la propia tierra.

Cuando se piensa en las exportaciones de la industria aeroespacial y de defensa española es inevitable pensar en las grandes compañías y sus grandes contratos. Tenemos Navantia y sus fragatas navegando con pabellón de Noruega, Australia y Arabia Saudí. Indra ha exportado sus radares de Reino Unido a Uruguay, sin olvidar que recientemente la armada india compró el Lanza-N 3D —el mismo radar español que lleva el L61 Juan Carlos I— adaptado a las condiciones de calor y humedad extrema de un país azotado periódicamente por el monzón. Los vehículos Vamtac 4x4 de Urovesa sirven a varios ejércitos, desde República Dominicana a Singapur, pasando por Rumanía y Portugal. Instalaza ha vendido su lanzagranadas anticarro C90 a Arabia Saudí, Italia y Estonia. Y por último, aunque se trate de un consorcio europeo, de la planta sevillana de Airbus no han parado de salir aviones C295 para más de 30 fuerzas aéreas de todo el mundo.

Foto: EC Diseño

Los productos de la industria aeroespacial y de defensa española han pasado sin duda la prueba de fuego de la internacionalización. Sirven en las fuerzas armadas de países desarrollados de la OTAN y otros aliados occidentales. Y han ganado contratos compitiendo contra productos de países con mayor peso geopolítico e industrial. Así que la mala fama de algunos de los productos de la industria española, desde el fusil CETME L al vehículo Santana Aníbal, se explica, en parte, por la diferencia en los controles de calidad aplicados y exigidos dentro y fuera de España.

Esos grandes contratos internacionales de las mayores empresas españolas acaparan la atención de la prensa especializada y el imaginario colectivo. Sin embargo, un paseo por la feria Feindef, celebrada en Madrid la semana pasada, nos permitió descubrir que hay numerosas empresas españolas que de forma más o menos discreta exportan productos por todo el mundo. Y cuando se habla con responsables de esas empresas podemos encontrar esa frustración extendida de “no ser profeta en su tierra”.

Foto: Feindef 2023. (Sergio Beleña)

Una primera desazón proviene de la falta de reconocimiento público. Los contratos de defensa parece que no suelen transcender de los portales de la prensa especializada y rara vez son celebrados por los políticos. Y eso que algunas de estas empresas logran contratos peleando en dura competencia con grandes firmas de otros países para regresar a España y encontrar que su éxito ha tenido escaso eco. Otras veces la clave está en lo innovador de un producto frente al de la competencia, pero al público profano se le escapan estos entresijos y la atención se vuelca en aviones, buques y blindados. Una empresa presente en Feindef señalaba que el suyo era un ejemplo de industria exportadora en una región que podíamos identificar con la España vacía y, sin embargo, lamentaban que la administración autonómica no los tuviera en cuenta como ejemplo destacable.

placeholder El M142 High Mobility Artillery Rocket System (Himars) de Lockheed Martin expuesto en la III edición de la Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España celebrada en Ifema, Madrid. (Sergio Beleña)
El M142 High Mobility Artillery Rocket System (Himars) de Lockheed Martin expuesto en la III edición de la Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España celebrada en Ifema, Madrid. (Sergio Beleña)

Pero el principal agravio de no ser profeta nacional es la sensación de desventaja frente a empresas a las que el Ministerio de Defensa les ha dado un empujón providencial comprando un producto en el momento adecuado, por ejemplo cuando no tenían clientes internacionales, o convirtiendo su adopción por las Fuerzas Armadas españolas en un periodo de depuración y mejora. La pregunta, claro está, es discernir el criterio empleado por las sucesivas cúpulas del Ministerio de Defensa para elegir esas empresas. Hay sensación entre las compañías más modestas del sector de que deben vivir un proceso equivalente al “camino del héroe”, consistente en salir al ancho mundo en busca de clientes para un producto prometedor y volver tiempo después victorioso al origen para ser considerado y reconocido en los despachos.

Escribano y el camino del héroe

El concepto del “camino del héroe” fue estudiado por el académico estadounidense Josep Campbell, que, comparando los mitos y leyendas de numerosas culturas, elaboró un esquema básico repetido en culturas por todo el planeta. Ese esquema básico presenta al héroe como una persona normal que se ve obligada por las circunstancias a emprender un viaje lejos de su hogar, rumbo a lo desconocido, para enfrentar peligros, aprender cosas nuevas, sufrir reveses y, finalmente, retornar triunfante y sabio al origen. Un esquema fácilmente reconocible en obras populares como El Señor de los Anillos, La Guerra de las Galaxias y Harry Potter y diseccionado a la saciedad en horas y horas de vídeos en YouTube.

Foto: Silam de Escribano y Expal. (Sergio Beleña)
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Las empresas españolas de defensa parecen abocadas a ese mismo destino. Tener que salir del mundo cómodo y conocido que supone lidiar con la administración española para viajar lejos en busca de clientes que sirvan de aval del producto y, solo entonces, poder ser considerados por el Ministerio de Defensa español como proveedores privilegiados.

placeholder Torretas de Escribano M&E expuestas en la Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España celebrada en Ifema, Madrid. (Sergio Beleña)
Torretas de Escribano M&E expuestas en la Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España celebrada en Ifema, Madrid. (Sergio Beleña)

Un ejemplo llamativo es el caso de Escribano Mechanical & Engineering, una de las protagonistas de Feindef 2023. Nació como una empresa de mecanizados que elaboraba piezas para otros. Dio un salto a la elaboración de sistemas de armas con el diseño y fabricación de una torreta teledirigida (remote weapon system, en inglés) dotada de una ametralladora M2 de 12,7 mm. Ese montaje llamado Guardian fue instalado en dos patrulleros y un buque logístico de la Marina de Guerra del Perú tras firmar, en diciembre de 2016, un acuerdo con los astilleros públicos Servicios Industriales de la Marina (SIMA). La apertura del mercado peruano llevó a instalar la torreta Guardian en más buques. Pero sobre todo a desarrollar una torreta más grande y ambiciosa, la Sentinel, dotada de un cañón automático de 30 mm, que también fue instalada en varios buques peruanos.

Entre ellos, el buque de asalto anfibio Pisco, un diseño surcoreano que desplaza 11.390 toneladas a plena carga y cuenta con un dique inundable. El Pisco cuenta con dos Sentinel con cañón de 30 mm y cuatro montajes Guardian de 12,7 mm. Y además, con el sistema que integra todas esas armas y los sensores electrónicos de vigilancia, el llamado Sistema de Control de Armas por Medios Optrónicos (SCAMO).

Hasta entonces, las Fuerzas Armadas habían acudido al mercado internacional en busca de montajes teledirigidos para sus vehículos y sus buques. Cuando en 2008 se anunció que España compraría vehículos blindados a prueba de minas de origen sudafricano RG-31, se especificó que los vehículos irían dotados del montaje israelí Mini Samson con ametralladora de 12,7 mm. Al año siguiente, los astilleros de Navantia en la provincia de Cádiz botaron el primer patrullero oceánico del tipo Buque de Acción Marítima (BAM). Los seis buques construidos de ese tipo están dotados con un montaje Mk.38 con cañón de 25 mm, versión estadounidense del sistema Typhoon israelí.

El retorno a casa

Evidentemente, cuando el Ejército de Tierra y la Armada salieron al mercado a buscar productos internacionales para dotar a sus vehículos y buques faltaban años para que Escribano ofreciera una gama de productos que cubriera sus necesidades. Pero el acceso de Escribano al mercado español no fue inmediato y automático. Y eso que podíamos encontrar una larga lista de buques de la Armada necesitados de montajes de control remoto con cañón o ametralladora.

placeholder Torreta de Escribano M&E expuesta en la Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España celebrada en Ifema, Madrid. (Sergio Beleña)
Torreta de Escribano M&E expuesta en la Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España celebrada en Ifema, Madrid. (Sergio Beleña)

Sin ir más lejos, las flamantes fragatas F-100, las mejores de Europa cuando tocaron el agua por primera vez, entraron en servicio con viejos montajes de cañón antiaéreo Oerlikon de 20 mm cedidos por el Ejército de Tierra. Esto es, las que fueron fragatas antiaéreas más avanzadas de la OTAN. surcaron los siete mares al salir del astillero con un viejo montaje antiaéreo terrestre accionado con manivelas en caso de enfrentar la amenaza de una embarcación rápida empleada en un ataque suicida.

Foto: Torreta Guardian 30 de Escribano en Feindef 2023. (Sergio Beleña)

Fue finalmente en 2019 cuando Escribano ganó un contrato de la Armada española para instalar 34 torretas remotas en sus buques. Así, hemos visto desde los montajes Sentinel 2.0 con ametralladora de 12,7 mm en el L61 Juan Carlos I, donde son armamento auxiliar, a las torres Sentinel 30, que sirven como armamento principal de los patrulleros oceánicos clase Serviola.

A partir de ahí, vimos el despegue de la compañía, que fue ampliando su cartera de productos y finalmente se consagró al convertirse en proveedor de la torreta del Vehículo de Combate de Ruedas VCR 8x8 Dragón. Aquel espaldarazo definitivo del Ejército de Tierra nos lleva al recién anuncio de la venta de 516 torres armadas Guardian 30 a Emiratos Árabes Unidos.

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Ese respaldo dado por Defensa, confiando en una empresa española que diseñaba por primera vez un producto de la categoría, es el que anhelan la mayoría de las empresas de defensa españolas. Parece que a muchas no les ha quedado más remedio que demostrar la valía de sus productos lejos de España. La pregunta que queda, si es que consideramos que es importante y valiosos crear un ecosistema de empresas españolas en los sectores aeroespaciales y de defensa, es cómo acelerar los ciclos de innovación y asegurar la consolidación de la industria.

Evidentemente, en Defensa cuentan con una Estrategia de Tecnología e Innovación para la Defensa (ETID) y también tenemos la convocatoria de subvenciones del programa de Cooperación en Investigación Científica y Desarrollo en Tecnologías Estratégicas, más conocido por sus siglas Coincidente. Desde luego que la palabra “innovación” puebla innumerables documentos del Ministerio y de las Fuerzas Armadas, donde se habla todo el rato de adaptación al cambio tecnológico. Pero el despegue de unas empresas u otras tiene a veces un factor de suerte indistinguible a ojos del profano de la elección por criterios políticos. Las empresas medianas y pequeñas del sector piden que se reparta más juego entre todas.

Una de las grandes virtudes de una feria de defensa como la española Feindef es que permite conocer la amplia variedad y catálogo de pequeñas y medianas empresas, más allá de los grandes nombres del sector. Revisando los materiales promocionales y hablando con sus responsables, uno puede sorprenderse de lo lejos que ha llegado la industria española y el poco ruido mediático que ello genera en la opinión pública. Muchas de ellas son más conocidas en el exterior que en casa, símbolo de la solidez de sus productos. Pero esos éxitos en tierras lejanas esconden un lamento repetido en el tejido empresarial. A veces hay que irse muy lejos, pelear por contratos internacionales y, solo entonces, volver a España con la garantía de poder ser, al fin, profeta en la propia tierra.

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