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Clara Usón firma una de las mejores novelas del año y va de la Tigresa de ETA y los GAL
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Clara Usón firma una de las mejores novelas del año y va de la Tigresa de ETA y los GAL

La escritora publica 'Las fieras', una novela extraordinaria llena de diversas voces donde la terrorista es eje angular, pero también un policía de los GAL y la población vasca que estaba en medio de los dogmas extremos

Foto: La escritora Clara Usón, estos días en Madrid. (Cedida por la editorial)
La escritora Clara Usón, estos días en Madrid. (Cedida por la editorial)

Durante muchos años, la ficha policial de la terrorista de ETA Idoia López Riaño hacía girar las cabezas. Por su belleza. Era una mujer enormemente atractiva… que además llevaba 23 muertos a la espalda. Era una asesina. Y con multitud de anécdotas y leyendas de femme fatale que llevaron a darle el alias de La Tigresa. Un personaje, sin duda, fascinante.

Más de tres décadas después de sus asesinatos y cuando ya ha salido de la cárcel, la escritora Clara Usón (Barcelona, 1961) se ha atrevido con ella para firmar Las fieras (Seix Barral), una novela extraordinaria llena de diversas voces donde la Tigresa es eje angular a través de diálogos y monólogos y donde queda reflejado el dogmatismo cerril y deshumanizador de los terroristas. Pero también de quienes combatieron contra ellos, el terrorismo de Estado de los GAL y los grupúsculos de extrema derecha. Y, entre medias, la población vasca (y española) que sufrió todos aquellos radicalismos y solo deseaba la convivencia y llevar una vida normal.

Detrás de esta novela hay mucha documentación, muchas lecturas y mucho trabajo, señala Usón, que ya se ha enfrentado con más personajes reales y extremos como el sanguinario Mladic en la guerra de los Balcanes. Y espera que esta novela sea bien recibida y no soliviante. “No cuento nada que no sea verdad. Ha pasado tiempo, ha habido otras novelas que han tratado el tema y confío en que España sí está preparada para esta novela”, apostilla en esta charla amable realizada en la Biblioteca Eugenio Trías de El Retiro, en Madrid.

placeholder 'Las fieras', de Clara Usón (Seix Barral).
'Las fieras', de Clara Usón (Seix Barral).

PREGUNTA. Idoia López Riaño fue durante muchos años un personaje fascinante. A día de hoy lo sigue siendo. La novela prácticamente estaba ahí, pero ¿cómo decides ponerte con ella?

RESPUESTA. Es la tercera novela mía que surge a partir de un artículo de periódico, esta vez sobre Idoia López Riaño. Es curioso, todos mis contemporáneos varones se acordaban de ella, pero yo no. Es una terrorista atípica, la persona que menos te esperas que se vaya a liar a tiros. Primero porque de una guapa no esperas esas cosas feas. Y todo esto enlazaba con una vieja obsesión mía que es el nacionalismo extremo y a dónde te lleva. Esta vez he escrito sobre una mujer porque de una mujer no esperas que se dedique a poner bombas. Y por otro lado, Idoia se considera a sí misma muy buena persona. Ella cree que lo que le caracteriza es su altruismo, su empatía… Ella quería ser bombera. De hecho, ahora han descubierto que está trabajando con ambulancias… Es decir, cómo encajas eso con que a los 23 años ya ha matado a 23 hombres a los que ni siquiera conocía. Cuál es, por tanto, esa fuerza del dogma del nacionalismo extremo que te dice que ese es el enemigo y tu deber por la patria es matarlo. El nacionalista extremo es distinto del delincuente común porque él considera que estaba actuando por motivos altruistas. Y luego qué sucede cuando este dogma se resquebraja. Cómo de pronto lidias con eso cuando coges la vía de Nanclares de Oca y te das cuenta de que no estaba justificado y que no tenías ninguna razón para matar a nadie. Y entonces te caen de golpe esos 23 muertos. Y ahí está la culpa.

P. Y todas las anécdotas…

R. El hecho de que fuera tan guapa, tan presumida… Ella se veía a sí misma como alguien estupendo, pero sus compañeros de comando consideran que era un desastre y no querían trabajar con ella. Están sus supuestos amoríos con policías, sus salidas a discotecas, su indisciplina… pero luego era muy eficaz como terrorista. Todas esas contradicciones me interesan como novelista.

P. Y su feminismo. Al menos muestras una mirada feminista hacia una banda armada que era bastante machista. López Riaño reflexiona en tu libro, por ejemplo, sobre el fastidio de hacer un atentado con la regla. O que por acostarse con hombres ya era una femme fatale. Y eso hasta lo puedes entender como mujer.

R. Claro, claro. Es que lo que tiene la ficción es que puedes humanizar. Y yo como narradora lo que quiero con esto es inquietar al lector y huir del maniqueísmo, que para eso ya están los 'bestsellers'. Y que el lector piense que había cosas que decía esta chica que tenía razón, como el machismo que sufrió. Es cierto que era una asesina, pero puta no era. Si hubiera sido un hombre hubiera sido una leyenda: el terrorista guapísimo que se acuesta con policías. Eso se hubiera visto como algo bueno. Y todo eso está ahí.

"Es cierto que era una asesina, pero puta no era. Si hubiera sido un hombre hubiera sido una leyenda. Se hubiera visto como algo bueno"

P. En los años setenta ese idealismo estaba a tope, es decir, había calado que el fin justificaba los medios y que la lucha armada para conseguir los objetivos era justa.

R. Era una época en la que estaba de moda. Había muchos revolucionarios, sandinistas, Cuba, Argelia, Baader-Meinhof… Había un montón de grupúsculos revolucionarios de uno y otro signo, aunque casi todos de izquierdas o nacionalistas, que estaban convencidos de que a base de bombas se podía cambiar la realidad. Imponer tus ideas a base de bombas era visto como algo legítimo, desprendido y altruista. Y ya sabemos hoy que todo eso acabó fatal. Si la Historia nos enseña algo es que imponer tus ideas con violencia o a tiros nunca acaba bien.

P. Otro de los personajes de la novela es Amadeo, que es un personaje inventado pero podría ser cualquier policía de los GAL.

R. Es un personaje especular porque, como Idoia, también es un idealista y se cree que se metió en la policía nacional por ideales, porque quería acabar con ETA.

P. Los GAL han aparecido poco en la ficción, por otra parte.

R. Sí. Es un tema que se ha tocado poco y de puntillas porque todavía todo lo que tenga que ver con el Estado da miedo. A mí eso me da rabia, y por otro lado creo que la memoria histórica, que apoyo y creo absolutamente necesaria… Eso de decir pelillos a la mar no puede ser porque entonces se puede repetir. Si le pedimos a Bildu que tenga el valor de decir que ETA fue un absoluto desastre y que ningún asesinato estaba justificado, entonces ¿qué pasó con los muertos de los GAL? Porque eso fue terrorismo de Estado. Nos hemos escandalizado con el asesinato cruel de Khashoggi, pero lo que les hicieron a Lasa y Zabala… ¡Eso no lo puede hacer un Gobierno! Porque entramos en lo del fin justifica los medios y en la razón de Estado y al final los medios se acaban convirtiendo en el fin.

Yo entiendo que el Gobierno de Felipe González estaba muy apremiado. En 1980 hubo 98 muertos, que es una barbaridad, y después un golpe de Estado… Entiendo que ese Gobierno estaba en circunstancias muy difíciles y fue ahí cuando se jodió la Transición, ya que, en mi opinión, el Gobierno tomó la peor decisión posible. Para preservar el Estado de derecho y que no hubiera un golpe de Estado, que es lo que quería ETA para cargarse la democracia, el Gobierno les siguió su juego, y si haces lo mismo que hacen ellos les estás legitimando. Si Idoia decía que estaba en guerra, los GAL le dieron argumentos y además introdujeron la corrupción, que aún no nos hemos quitado. A mí me encantaría que este Gobierno socialista, que no tiene nada que ver con aquel, tuviera el valor de decir que aquello no estuvo justificado de ninguna manera y que eso no lo puede hacer un Gobierno y que las víctimas de los GAL también son víctimas de terrorismo. Si quieres buscar la convivencia tenemos todos que decir que lo que se hizo, de un lado y otro, estuvo mal y que en nombre del dogma no se puede matar a nadie.

P. Lo que demuestran tus retratos en la novela, tanto el de Idoia, la terrorista, como el de Amadeo, el policía del GAL, es que son mentes muy cerradas.

R. Es el dogma. Y que ahora es muy actual. Estamos en una época muy dogmática, está volviendo mucho el nacionalismo… Pero es que de Idoia me interesaban muchas cosas más allá de que fuera una 'celebrity', la 'femme fatale' y la figura fascinante, toda esa mirada erótica que se posó sobre ella de mantis religiosa, que también tenían los periodistas. Pero al mismo tiempo está esa imagen tan frívola y después los actos que perpetra que son mucho más grandes que ella.

"A mí me encantaría que este Gobierno socialista tuviera el valor de decir que el terrorismo de Estado no estuvo justificado de ninguna manera"

P. Hay más voces en la novela, como la de Miren, que también es un personaje inventado, pero es la que se situaría entre medias de estos dos nacionalismos tan extremos como el de la Tigresa y el policía de los GAL. Es la voz de la sociedad ahogada entre los radicalismos.

R. Es que es una novela de voces y yo hago de ventrílocua. Quería mostrar el contraste de puntos de vista y cómo todo eso convivía. Por un lado, estaba la violencia de ETA, la violencia de terrorismo de Estado y la fascista, y luego los que vivían todo eso como Miren que también es inmigrante como los padres de Idoia. Eso es otra cosa importante: Idoia debería haber sido la última persona en meterse en ETA porque es hija de inmigrantes. Ella misma se quejaba de que la llamaban maketo y por eso intenta pertenecer tanto a los otros que acaba pegando tiros. Y ahí está Miren que también viene de fuera pero con una familia totalmente distinta porque su padre es policía, que es el enemigo, y con el que también se llevaba muy mal. Así que tenía el ambiente hostil en su casa y replicado por el que se vivía en la calle.

P. ¿Esta novela con estos puntos de vista diversos puede soliviantar a alguien todavía hoy en España?

R. Soy muy consciente de eso, pero yo soy cañera. Es cierto que ETA hizo más daño que los GAL. ETA mató a 800 y los GAL a 27, pero aun así, en el caso de los GAL lo hizo quien no lo puede hacer. Y sé que a la gente del entorno abertzale que les comparen con los GAL les va a sentar fatal y viceversa. El señor Barrionuevo nunca se ha arrepentido, él cree que por la patria fue a la cárcel. Y para mí es lo mismo que ETA: no puedes imponer tus deseos a tiros, mucho menos en una democracia en la que tú puedes ser independentista e ir a las urnas con un partido independentista. Y lo que pasa es que hoy hay una utilización política de un partido que ya sabemos cuáles son… Hay partidos que quieren tener conflicto, que nunca proponen nada sino desgastar y denigrar al contrario, y eso resulta muy polarizador. Los señores de Vox ya dijeron en las últimas elecciones que si ellos ganaban volvería el follón a Cataluña y eso es lo último que queremos los catalanes, pero a ellos les da votos. Eso es terrible.

placeholder Fotografía de archivo (Madrid, 19/07/2004) de la etarra Idoia López Riaño, 'la Tigresa'. (EFE/Paco Campos)
Fotografía de archivo (Madrid, 19/07/2004) de la etarra Idoia López Riaño, 'la Tigresa'. (EFE/Paco Campos)

P. ¿Mientras describías esta España llena de tensiones de los años ochenta la veías muy distinta a la de ahora?

R. Yo creo que la condición humana siempre es la misma y por eso vale la pena escribir una novela. Hemos mejorado en lo material aunque a la vez nos estemos cargando el planeta, pero la condición humana es la misma. Hegel dijo que lo único que aprendemos de la Historia es que nunca aprendemos de ella. Sin embargo, hay una diferencia fundamental y es que ahora no hay muertos. Lo que pasa es que se está caldeando mucho el ambiente y no hay nada peor que deshumanizar, que es lo que hace el dogma. El dogma nacionalista se nutre del odio, crece contra un enemigo. Y la deshumanización es lo que te acaba autorizando a ti para matar. Los terroristas de ETA se jactaban de sus atentados diciendo que los hacían por altruismo, que no tenían nada personal… No sabían ni les importaba a quién mataban porque para ellos no eran personas. Eso es aberrante. Y ahora los políticos al azuzar el odio y la denigración nos están llevando a un punto… Porque en cuanto deshumanizas al otro te estás autorizando a acabar con él.

P. Fernando Aramburu ha escrito libros sobre ETA y los acaba tildando más o menos de los tontos del pueblo, como sucede en 'Hijos de la fábula'. ¿Lo eran?

R. Yo creo que hay de todo… Pero sí es cierto que había mucho terrorista cerril. Idoia López Riaño había leído muy poco, era una chica que apenas tenía estudios… Y también lo dice Iñaki Rekarte, los que estaban en la militancia no tenían un fondo intelectual, no habían hecho ninguna reflexión. Le decían “mata a ese” y le mataban. Era gente de acción. En la entrevista a Josu Ternera, que a mí me parece espléndida, queda retratado como una especie de funcionario del terrorismo. Es un hombre que tiene un dogma del que no se puede desprender porque si lo hace entonces lo que le queda es ser un asesino.

P. Vaya follón trajo esa entrevista.

R. Bueno, es que en España todavía hay algunos nostálgicos del franquismo y la censura. Pero hay que hablar de todo. Sobre todo cuando ya ha pasado un tiempo. Es la única manera de sanar. Y para que no se vuelva a repetir. Para que quede claro que polarizar y deshumanizar, que decidir que el que lleva un uniforme o el de la izquierda abertzale no es una persona sino un enemigo a liquidar… Por eso en mis novelas intento que mis personajes no sean caricaturas. En el fondo lo que están diciendo Idoia y Amadeo, que es la voz de las cloacas del Estado, es verdad, pero eso no significa para nada que tú apoyes sus actos. Y en la vida no es todo blanco o negro, está todo mezclado y las zonas de sombra son las que me interesan.

"Lo que pasa es que se está caldeando mucho el ambiente y no hay nada peor que deshumanizar, que es lo que hace el dogma"

P. ¿Escribiendo la novela temías empatizar con alguno de los personajes?

R. Hay que tener mucho cuidado. Chejov escribió un cuento sobre ladrones de caballos y alguien le reprochó que no dijera que robar caballos está mal. Y él dijo, es que todo el mundo sabe que está mal, yo solo intento reflejar lo que es un ladrón de caballos. Y yo intento un poco lo mismo, no juzgar a mis personajes y reflejarlos como personas porque lo son. Eso no detrae del horror de sus actos, al contrario se trata de entenderlos. Lo fácil es caricaturizar. Y empatizar… no. En ningún momento intento minimizar los actos de la Tigresa porque para mí no tiene ninguna justificación, ninguna. Matar está mal.

P. También hay quien cree que debería seguir en la cárcel.

R. Claro, estamos otra vez con el tema de las perspectivas. Yo si fuera una víctima de Idoia diría, que se pudra en la cárcel. Pero yo no estoy ahí y creo que el objetivo de la prisión es la reinserción. Idoia cumplió íntegra su pena. La condena máxima que podía cumplir eran 30 años, redimió siete por trabajos en la cárcel y no ha vuelto a delinquir. Está reinsertada. Idoia mató por un dogma y una vez que ese dogma perdió toda validez ya no vuelve a matar. Y eso ha pasado con otros muchos. A mí lo que me interesa es cómo se maneja la culpa cuando ven que no hay justificación posible de lo que hicieron. Y cómo vives con eso. El reproche moral ya es otra cosa, pero ahí no se puede meter ni el Gobierno ni los jueces. Además yo creo que todo lo que es acercamiento de los presos etc ayudó a debilitar a ETA. No son presos políticos porque el preso político está en la cárcel por sus ideas y ellos no, ellos fueron a la cárcel porque mataban a gente. Pero el palo no lleva a ningún lado.

P. De hecho, las ideas independentistas están teniendo un buen rédito electoral en el País Vasco.

R. Y eso demuestra que ETA no sirvió de nada. Nunca ha sido más próspero el nacionalismo que ahora.

P. ¿Te gustaría que esta novela la leyera Idoia López Riaño?

R. No, porque no le gustaría. Idoia es una persona muy narcisista. Se engaña a sí misma continuamente y engaña a los demás, así que este libro le irritaría profundamente. Tampoco quiero que se desate una causa de odio contra ella porque ella ya cumplió su pena. Mi objetivo es reflexionar sobre el dogma que te autoriza a quitar la vida del otro.

placeholder La escritora Clara Usón. (Cedida por la editorial)
La escritora Clara Usón. (Cedida por la editorial)

P. Por cierto, ¿como catalana llegaste a pensar en algún momento que podía pasar algo como en el País Vasco en Cataluña?

R. No llegué a temer por la violencia. Yo no soy independentista y hago mía la cita de Hannah Arendt: “Nunca he querido a ningún pueblo colectivo, ni al judío, ni al alemán ni al francés, yo solo quiero a mis amigos”. A mí me pasa lo mismo. No tengo orgullo geográfico. Pero sí puedo entender lo que era el País Vasco porque he estado entre dos nacionalismos enfrentados de los cuales yo quiero estar al margen. Yo no estaba de acuerdo con el referéndum pero tampoco con pegar a señoras… Dos no se pelean si uno no quiere. Es verdad que hubo un grupo terrorista, Terra Lliure, pero afortunadamente nos salvamos de eso. Y ahora con el 'procés' no tuve miedo de que surgiera un grupo terrorista.

P. ¿Y a nivel del Estado español temes algún brote violento? ¿Cómo ves la situación?

R. A mí ahora lo que me preocupa más es lo de Gaza, que es lo mismo en cuanto a deshumanizar; pero lo que estoy viendo es que hay muchos grupos políticos, sobre todo lo que ponen mucho énfasis en el nacionalismo, que para medrar necesitan un enemigo y ahora el enemigo es el inmigrante. Eso me preocupa mucho.

"Idoia es una persona muy narcisista. Se engaña a sí misma continuamente y engaña a los demás, así que este libro le irritaría profundamente"

P. No es la primera vez que aparecen personajes reales en tus novelas muy difíciles de soportar moralmente. También lo hiciste, por ejemplo, con el sanguinario Mladic en 'La hija del Este'. ¿Con qué te quedas una vez que las terminas?

R. Todas estas novelas requieren una investigación y cuando investigo aprendo. He aprendido un poco más por qué lo hacían y cómo se justificaban a sí mismos. Escribir es andar sobre la condición humana, hacerse preguntas…

P. Como hacía Chejov, que yo sé que eres muy chejoviana.

R. Es mi ídolo. Él hacía eso y le costó mucho explicarse. Para eso sirve la ficción y ya tendrás tú ese libro maniqueo donde el malo tiene cola y cuernos y está muy claro. Eso es muy tranquilizador, pero es muy falso.

P. Por cierto, hay mucha gente joven que no sabe ni quién es la Tigresa ni los GAL. ¿Eso no te preocupa?

R. Por eso también la he escrito. Creo que hay una voluntad detrás de eso. En el Bachillerato no llegan a tocar nunca la Guerra Civil y eso es deliberado. En España somos muy aficionados a engañarnos a nosotros mismos. Yo fui una niña franquista porque cuando murió yo tenía 14 años y la España que contaba Franco era como una novela, no tenía nada que ver con la realidad. Hay una voluntad de enterrar y contra eso lucho yo. Wittgenstein decía que de lo que no se puede hablar mejor callar. Hay una voluntad en la izquierda abertzale y los que tuvieron que ver con los GAL de no hablar de eso y que pelillos a la mar. Y no, hay que hablar de eso porque estamos más dogmáticos que nunca, más polarizados que nunca y más deshumanizadores que nunca y más ciegos a la desgracia ajena que nunca. Y eso sí me preocupa porque podemos acabar mal. No digo que en España vaya a haber una guerra civil, pero ya nos están hablando de guerras.

Durante muchos años, la ficha policial de la terrorista de ETA Idoia López Riaño hacía girar las cabezas. Por su belleza. Era una mujer enormemente atractiva… que además llevaba 23 muertos a la espalda. Era una asesina. Y con multitud de anécdotas y leyendas de femme fatale que llevaron a darle el alias de La Tigresa. Un personaje, sin duda, fascinante.

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