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Sorpresa: tu cuñado ha escrito una novela que está bien (la culpa es de este hombre)
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Una pequeña gloria literaria

Sorpresa: tu cuñado ha escrito una novela que está bien (la culpa es de este hombre)

Walter Mosley, referente de la novela negra, publica un irresistible manual para creadores neófitos. Estás a 90 minutos al día de escribir un libro, pero el escaqueo no es una opción

Foto: Walter Mosley, en Barcelona, en 2018. (EFE/Enric Fontcuberta)
Walter Mosley, en Barcelona, en 2018. (EFE/Enric Fontcuberta)

Un hombre maduro se despierta aturdido cada noche. Deambula por la casa. Se mira en el espejo del baño. El reflejo le devuelve inquietud. No, no se ha olvidado de hacer la declaración de la renta, es algo más existencialista. A sus 49 años, ya ha plantado un árbol y tenido un hijo, pero escribir un libro se le resiste. Hace unos meses, suplantó la tercera pata de lo que uno debe hacer durante una vida: corrió una maratón en vez de escribir un libro. Árbol, niño, maratón. Circulen. Pero su subconsciente no quedó conforme con el cambiazo. Solo en la madrugada, nuestro hombre repasa las ideas que tiene para una novela (todas transcurren en el Imperio romano). No es un problema de falta de ideas, por tanto, es que la elaboración se le hace bola. La posibilidad de escribir una novela es tan sugerente como desasosegante el proceso de intentar hacerla. Un muro mental demasiado alto. Pero, un día, tras leer este artículo (¡hola!), un manual de escritura liberará algo en su cerebro. ¡Hacer una novela decente es posible! Nuestro hombre pasará los siguientes meses escribiendo sobre la caída del Imperio romano con la furia del converso. Una bestia creativa fuera de control…

El manual se llama Este año escribes tu novela, de Walter Mosley, referencia de la novela negra estadounidense, cuyo fulgurante debut, El demonio vestido de azul, fue llevado al cine con Denzel Washington. Publica Espop, editorial artesanal especializada en pulp y periferia estadounidense, que saca poco, pero todo bueno.

Digámoslo ya: el de Mosley no es el primer libro sobre cómo escribir un libro, pero sí es uno muy especial. Entre tanto manual académico, de vez en cuando salen joyas, como El arte de la ficción, del novelista británico David Lodge, filigrana sobre la cocina de las grandes novelas, pero lo de Mosley, sin renunciar a lo literario, es otra cosa: un intento por ponérselo fácil a ese señor cualquiera que quiere sacarse una novela de dentro y no sabe cómo. Consejos que van de lo personal —la disciplina diaria— a lo formal —¿es mejor escribir en primera o en tercera persona?—, pasando por el engorro de convertir tu primer borrador en novela digna. Pero, por encima de todo: hay que escribir TODOS los días aunque sea un poquito.

Llueva o truene

El libro de Mosley empieza fuerte, con una revelación que gustará a todos los mortales abrumados por la creatividad: "Escribir una novela no es ni de lejos tan complicado como a determinados individuos les gustaría dar a entender". El novelista estadounidense cree que cualquier persona que lea su manual será capaz de escribir una novela corta, no Casa desolada o Guerra y paz, sí algo que supere las expectativas del entorno cercano. "No prometo una obra maestra, solo una primera novela correcta de cierta longitud". Mosley, liberando de la presión de escribir una ópera prima desde el primer minuto.

Uno de los lamentos habituales del que no quiere enfrentarse a la hoja en blanco es no tengo ni tiempo ni cabeza para escribir una novela. Bien. Nadie podrá culparle. Bastante tiene usted con tener trabajo, hijos e hipoteca (y tratar de seguir el caso Ábalos) como para dedicar sus escasas neuronas restantes a escribir una novela sobre un fontanero desquiciado del emperador Julio César. Pues bien: Walter Mosley tiene buenas noticias: solo tiene usted que dedicarle una hora y media al día a su novela (si es un poco más, mejor, pero con 90 minutos diarios es suficiente). Dicho lo cual —y esto es extremadamente importante— olvídese de las excusas de para tomarse días libres de su novela. No importa que haya llegado usted anoche perjudicado del karaoke. No importan las migrañas. No se engañe a sí mismo diciendo: "Me encantaría escribir hoy, pero tengo una lubina al horno". Mire: NO. Si uno no escribe su novela TODOS LOS DÍAS, no hay novela. Cada maldito día. Llueva o truene. ¿Por qué?

placeholder Walter Mosley en una imagen de archivo. (EFE/Enric Fontcuberta)
Walter Mosley en una imagen de archivo. (EFE/Enric Fontcuberta)

Para Mosley, "la escritura es una actividad inconsciente". "Una novela abarca muchas otras cosas al margen de las que cree tener en la cabeza". Flujo inconsciente que se activa cuando uno empieza a escribir, pero se corta cuando deja de hacerlo. Por eso es importarle estar en el ajo diario. "Aunque solo hayas dedicado una hora y media a escribir de manera activa tu libro, tu inconsciente se va a pasar trabajando el resto de la jornada, sembrándola de momentos en los que tú mente va a regresar una y otra vez a los resquicios explorados por tus palabras. Durante tus horas de sueño, las simas de tu inconsciente mueven montañas. Cuando te despiertes y retomes tu novela, te sorprenderá comprobar que has llegado más lejos de donde lo dejaste ayer", escribe Mosley, con hábitos mañaneros de escritura:

"Mi único rito para escribir es hacerlo todas las mañanas. Me despierto y me pongo manos a la obra. Si por algún motivo me encuentro en un motel de Mobile, Alabama, que así sea. Si me he pasado la noche en vela y me despierto a las dos de la tarde, no importa: para mí sigue siendo la primera hora del día. Lo único que importa es que escribas, escribas y escribas. No hace falta que sea una prosa brillante. De hecho, prácticamente todos los primeros borradores son bastante malos", escribe.

"No hace falta que sea una prosa brillante. De hecho, prácticamente todos los primeros borradores son bastante malos"

Como esto del inconsciente es misterioso, controvertido y resbaladizo, escribimos a Mosley para ampliar la explicación. Responde con dedicación:

1) "La razón por la que sugiero escribir todos los días tiene un fundamento psicoanalítico. Al final de la Primera Guerra Mundial, Freud se hizo famoso al tratar los síntomas histéricos, surgidos tras la guerra. La gente experimentaba ceguera histérica, parálisis, sordera y muchos otros síntomas. Freud decidió que las causas de estas enfermedades estaban enterradas en la mente inconsciente. Su respuesta fue la cura parlante. Se reuniría con los pacientes todos los días durante una hora animándoles a la asociación libre de pensamientos. Excitaba partes de sus mentes a las que no se podía acceder de otros modos. Cada día, los pacientes profundizaban más y más en sus abismos hasta que, un buen día, los síntomas histéricos desaparecían".

2) "Eso fue hace mucho tiempo. En general, el psicoanálisis no es necesario para afrontar las dificultades emocionales y psicológicas de la mayoría de las personas en el mundo moderno. Pero, aplicado al oficio de escribir, la técnica de Freud puede ser de gran utilidad. Crear ficción no es un esfuerzo puramente lógico. Hay desvíos de los personajes y del mundo retratado. Dentro del escritor o escritora hay secretos que revelan qué intenta decir la novela más allá de la trama. Tras un día de escritura, el escritor ha hecho con el fondo de su mente algo similar a lo que el paciente de psicoanálisis experimenta en terapia. Se han invocado viejas experiencias y maravillas. Durante el resto del día y la noche de sueño, estas experiencias nuevas/viejas irán cocinándose poco a poco, transformarán la historia que uno quiere contar. Amanece un nuevo día y el escritor cada vez ve con mayor claridad".

3) "Freud hizo que el paciente interrogara a diario a su mente inconsciente para fijar su atención sobre la base psicológica del quiénes eran, qué sabían pero aún no entendían. Ese es el objetivo del novelista. Si te saltas un día o dos de escritura, te alejas de la excavación y de la historia que brota de tu corazón”, zanja Mosley.

placeholder Portada del libro de Walter Mosley.
Portada del libro de Walter Mosley.

Pero, para el escritor primerizo, dejar trabajar al inconsciente es solo el principio de un trayecto lleno de trampas, que muchas veces no están dentro del texto, sino fuera de él. "Un escritor debe cometer errores para encontrar su voz, su historia, su razón para plasmar las palabras en el papel", afirma Walter Mosley. Seguimos hablando con él.

PREGUNTA. ¿Puede una persona indisciplinada escribir una buena novela?

"Evitamos algo porque lo tememos, lo detestamos, lo vemos como un peligro. Entonces, si evito escribir, la pregunta es ¿por qué?"

RESPUESTA. Disciplina es un término difícil de entender. Me encanta escribir. Si no escribo todos los días, me siento perdido. Tomando como cierta esta afirmación, debo preguntarme si soy un escritor disciplinado o una especie de adicto aprisionado por mi amor por el lenguaje y las historias.

¿Puede una persona indisciplinada escribir una buena novela? No lo sé. Lo que sí sé es que cualquiera, en cualquier momento, puede escribir una novela desde el corazón.

P. Dicho de otra forma: ¿es la procrastinación el peor enemigo del escritor?

R. La procrastinación es un problema que tienen muchas personas, tal vez todas. ¿Cuál es su relación con la escritura en cuanto escritura? No lo sé. Sí sé que, cuando evitamos algo, es porque de alguna manera lo tememos, lo detestamos, lo vemos como un peligro. Entonces, si evito escribir, la pregunta es ¿por qué?

P. ¿Qué feedback has recibido de los que escribieron una novela tras leer tu manual?

R. Por responder brevemente: he hablado con una docena de personas que utilizaron mi libro para escribir sus propias novelas. La lógica de lo ilógico de la escritura, tal como la presenté, les atraía.

Pero debo decir que la intención de mi libro es darle al lector la licencia para expresar el corazón profundo y complejo que late dentro de él. ¿Se convertirá esa expresión en novela? Eso espero. Más aún: espero que, al escribir su novela, revele y comprenda algo que siempre existió dentro de él, pero no fue consciente hasta que empezó a escribir.

Consejo de amigo

El libro de Mosley está repleto de consejos sobre la actitud adecuada para debutar en la novela. Por ejemplo, puede que en tu vida cotidiana tengas un autocontrol digno de un monje budista, pero, si vas a escribir ficción, es mejor perder los papeles en cada página. O dejar el control y las medias tintas aparcadas en la vida real: "El escritor debe aflojar las riendas que lleva todos estos años refrenándolo. Concupiscencia, odios por sus hijos, el deseo de darse un atracón con la sangre de sus enemigos… Todos estos sentimientos y muchos otros deben, en ocasiones, abrirse paso por el cerebro del autor o autora… Tus personajes tendrán aspectos desagradables; a veces serán amargados, racistas, crueles, depravados… Si deseas escribir una obra de ficción creíble, tendrás que cruzar la raya de tu autocontrol y regodearse en palabras e ideas que jamás se te ocurriría expresar en tu vida cotidiana".

Mosley da muchos consejos formales, sobre todo se esfuerza en explicar qué tipo de narradores hay y por qué escoger unos u otros. ¿Primera persona? ¿Tercera? ¿Narrador omnisciente? En parte depende de lo que quieras narrar: "Si la novela cuenta la historia de una opa hostil en un entramado empresarial, es posible que puedas necesitar hasta ocho o nueve voces para cubrir todas las sutilezas del relato". Pero, en términos generales, Mosley recomienda la tercera persona a los escritores novatos. ¿Por qué? Narrar en primera persona es más arriesgado: "Es una forma narrativa poderosa, pero también muy complicada. Es poderosa porque te permite intimar con las emociones y procesos internos de un ser humano muy real mientras te está contando su historia; es complicada porque la caracterización de dicho ser humano ha de ser perfecta en todo momento para que el lector acepte su credibilidad".

placeholder Cartel de 'El demonio vestido de azul', adaptación de un libro de Walter Mosley.
Cartel de 'El demonio vestido de azul', adaptación de un libro de Walter Mosley.

Aunque la lógica te diga que nada es más familiar que una primera persona, estamos más habituados a la tercera persona de lo que pensamos: "Todos tenemos cierta experiencia con la narración en tercera persona. Tenemos empleos y compañeros de trabajo que no paran de hablar: de hablar entre sí o de hablar unos a espaldas de otros. Hemos visto a múltiples personas servirse de la expresión oral para seducir, denunciar, jactarse, mentir… Todos sabemos lo que se siente siendo un observador silencioso, por lo que, cuando experimentamos una historia contada con el frío distanciamiento perfeccionado por un narrador en tercera persona, sentimos que vamos a ser capaces de entenderla", escribe Mosley.

Pero lo más importante, como ya hemos subrayado, es escribir todos los días un rato, sin que importe demasiado si aquello tiene algún sentido. Simplemente: escribir, escribir y escribir. Ya habrá tiempo para llevarse las manos a la cabeza.

"Enhorabuena. Has completado una novela. No ha quedado mal. La próxima será mejor"

1) "A la mañana siguiente, leeré lo escrito en la jornada anterior, realizando única y exclusivamente un par de cambios superficiales antes de seguir adelante. Es lo único que debes hacer. Sentarte un rato todos los días con tu novela y ponerte a trabajar dejando a un lado tu sentido crítico, las expectativas amedrentadoras y la necesidad de revisar todas y cada una de tus palabras como si ya estuvieran impresas y encuadernadas. El comienzo no es más que un borrador. Y los borradores son, por definición, imperfectos".

2) "Aférrate a tu rutina. Procura escribir un mínimo de páginas al día; pongamos que entre 600 y 1.200 palabras. No te rompas la cabeza dándole vueltas a lo que ya hayas escrito previamente. Repasa de la manera más somera posible el trabajo realizado la jornada anterior con el único propósito de orientarte y recuperar el impulso; después de eso, sigue escribiendo. Siguiendo ese método, deberías tener un primer borrador de tu novela en unos tres meses. Será impublicable. Será terrible. Probablemente no tenga demasiada lógica. Sin embargo, nada de todo eso importa. Lo que tendrás delante será el corazón de la novela que deseas escribir. No hay un momento más importante en la vida del verdadero escritor… Has terminado de sembrar las semillas, pero la verdadera tarea está todavía por delante… Has volcado tu novela sobre el papel. Ahora que has llegado al desenlace, por fin estás preparado para escribirla".

Lo que sigue son varios meses más con la misma rutina de trabajo, solo que ya no escribiremos torrencialmente, leeremos y reescribiremos en bucle. En otras palabras: los primeros tres meses, bailamos sobre el teclado; los siguientes nueve, picamos piedra. “¿Cómo sabré cuándo debo parar? Cuando, por mucho que te esfuerces, seas completamente incapaz de mejorar lo que tienes aunque sigas viéndole pegas. Si te encuentras leyendo la novela por vigesimoquinta vez y sigues detectando problemas, intentas solucionarlos, pero cada uno de tus intentos únicamente sirve para empeorar el resultado…, sabrás que has terminado. Llegó el momento de dejarlo. Enhorabuena. Has completado una novela. No ha quedado mal. La próxima será mejor”.

Buen trabajo, novato, ya has escrito tu primera novela, cualquiera te lleva la contraria ahora en las cenas de Navidad.

Un hombre maduro se despierta aturdido cada noche. Deambula por la casa. Se mira en el espejo del baño. El reflejo le devuelve inquietud. No, no se ha olvidado de hacer la declaración de la renta, es algo más existencialista. A sus 49 años, ya ha plantado un árbol y tenido un hijo, pero escribir un libro se le resiste. Hace unos meses, suplantó la tercera pata de lo que uno debe hacer durante una vida: corrió una maratón en vez de escribir un libro. Árbol, niño, maratón. Circulen. Pero su subconsciente no quedó conforme con el cambiazo. Solo en la madrugada, nuestro hombre repasa las ideas que tiene para una novela (todas transcurren en el Imperio romano). No es un problema de falta de ideas, por tanto, es que la elaboración se le hace bola. La posibilidad de escribir una novela es tan sugerente como desasosegante el proceso de intentar hacerla. Un muro mental demasiado alto. Pero, un día, tras leer este artículo (¡hola!), un manual de escritura liberará algo en su cerebro. ¡Hacer una novela decente es posible! Nuestro hombre pasará los siguientes meses escribiendo sobre la caída del Imperio romano con la furia del converso. Una bestia creativa fuera de control…

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