ETA mató por primera vez en 1968, con el asesinato del guardia civil Pardines, pero el terror empezó a gestarse una década antes. Fernández señala que “los primeros años de ETA son los menos conocidos y, en cambio, ya estaba prefigurado mucho de lo que luego fue”. Sin embargo, hasta el magnicidio de Carrero Blanco en 1973, la Policía tuvo a la banda por un grupo menos amenazador que otros que atentaban en nombre del comunismo o la anarquía, y que dejaron un olvidado reguero de muertos en España. Pese a que no tardaron en requisar ejemplares del pequeño libro clandestino que los aprendices de brujo etarras estaban obligados a leer, nadie le prestó demasiada atención a su contenido.
Teo Uriarte, miembro de aquella ETA germinal y posteriormente uno de los fundadores de la plataforma Basta Ya, reacciona casi con alegría al recordarle el Libro Blanco. “¡Hombre! Por supuesto, pasó por mis manos. Era el tratado de sincretismo subversivo más alucinante que he visto en mi vida. Traía casos de revoluciones nacionalistas victoriosas para mostrar a los ingenuos y futuros mártires de la teología nacional vasca todos los caminos de subversión armada que habían servido para la constitución de estados”.