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'True Detective 4: noche polar': ¿qué ha hecho Jodie Foster por nosotros?
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'True Detective 4: noche polar': ¿qué ha hecho Jodie Foster por nosotros?

La cuarta entrega de la mítica serie agrava el daño causado por la segunda y la tercera temporadas al prestigio de la marca

Foto: Kali Reis y Jodie Foster, nuevas investigadoras de 'True Detective: Noche polar'. (HBO Max)
Kali Reis y Jodie Foster, nuevas investigadoras de 'True Detective: Noche polar'. (HBO Max)

No tendría mucho sentido juzgar o recomendar siquiera True Detective 4: Noche polar habiendo visto solamente el primero de los seis capítulos que componen la nueva temporada. Los cien días de cortesía que se le dan a un gobierno se le conceden también a una serie con su primera hora concluida. Sin embargo, el piloto de Noche polar es tan fallido, antigubernamental y ómnibus que lo mejor es escribir cuanto antes sobre la serie para no tener que verla entera. La cosa sólo puede ir a peor.

True Detective (2014) tocó el cielo de las series con una propuesta basada estructuralmente en el interrogatorio policial. Había saltos constantes hacia atrás y hacia adelante, y teníamos a dos agentes de personalidades inencajables y un paisaje pos-industrial con tintes de brujería. Se mataban mujeres según ritos arcanos. La secuencia de créditos era hipnótica.

Conseguido el éxito, la marca “true detective” podía expandirse. La maquinaria creativa sólo exigía resolver tres preguntas, y luego hacer un poco lo que se pudiera. Esas tres preguntas eran: ¿quién investiga?, ¿quién muere? y ¿dónde rodamos?

De dos detectives varones y varias mujeres muertas en Luisiana pasamos a diversas combinaciones de raza y género y a nuevas localizaciones en esa América que permite bonitos planos panorámicos. Vimos a Rachel McAdams en California con muchos policías y corruptos muertos (temporada 2), y a Mahersala Ali en Los Ozarks (Arkansas) con una niña desaparecida (temporada 3). Ambas temporadas conservaban las esencias del True detective primigenio, tenían tensión y oscuridad y extrañas escenas sobrecogedoras y la promesa de un final que nos dejaría a todos flipando. Precisamente nadie flipaba al final y todo se desmoronaba en medio de la prosopopeya y el acartonamiento.

De dos detectives varones y varias mujeres muertas en Luisiana pasamos a diversas combinaciones de raza y género

Ahora nos vamos a Alaska con Jodie Foster, que formará pareja investigadora con Kali Reis, actriz que procede del boxeo profesional. Parece que va a ser siempre de noche en la serie. Las víctimas son ocho hombres que trabajaban en una estación científica.

Es verdad que, de primeras, tener a Jodie Foster en el salón de casa nos apetecía bastante. Sin embargo, me vi preguntándome de pronto qué había hecho realmente Jodie Foster por nosotros, aparte de El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991) y Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976). Al peso, seguramente Penélope Cruz tiene un número mayor de películas buenas en su currículum que Jodie Foster. Incluso Pamela Anderson tiene casi las mismas (Borat ya es una).

placeholder Jodie Foster en la premiere de Los Angeles 'True Detective'. (EFE)
Jodie Foster en la premiere de Los Angeles 'True Detective'. (EFE)

La serie está escrita por Issa López, que también la dirige. Sus últimos trabajos como guionista son de 2018, y obtuvieron un 4,7 y un 4,8 en Imdb. Más atrás, tiene un 6,9, un 6,3 y un 5,5. Tratarán de convencerles de que alguien con una media de guionista de 6 raspado en Imdb de pronto, mágica y polarmente, ha escrito un guion digno de un 8,6.

El guión es atroz. Tanto, que voy a inventar el spoiler arúspice. Si usted no quiere saber lo que va a pasar al final de True detective 4: Noche polar, no siga leyendo, porque lo he visto muy claro en mi bola de cristal.

Violencia de género

Los elementos son evidentes desde el primer capítulo. Empieza la cosa con una manada de ciervos (caribús, he leído) que, como unos idiotas, echan a correr hacia un acantilado y saltan, muriendo todos. Aquí los efectos especiales, o CGI, se revelan penosos, por cierto. Son todos machos, los animales. Esta introducción obedece secretamente a un enunciado feminista que dice: “La masculinidad mata hombres”.

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Después tenemos una fábrica envasadora donde un hombre ha tratado de agredir a una mujer joven, y ésta ha sido defendida por una compañera de más edad. Ha tumbado al agresor golpeándole en la boca con un cubo. La escena es para los que no son expertos en cérvidos: el objetivo es dejar clara la violencia masculina como telón de fondo de la serie.

Luego se nos dice que una nativa de Alaska (Annie) fue brutalmente golpeada y asesinada hace años, y el caso sigue sin resolverse. El personaje de Kali Reis afirma: “Eso no habría pasado de ser blanca”.

Como ven, todos son temas de una inimaginable originalidad, prácticamente nunca vistos en las pantallas de Occidente. El toque espectral lo pone una vieja a la que su marido le dice dónde encontrar cadáveres, amén de un oso polar que se para de pronto en medio de la calle. Esto de sacar animales salvajes en medio de núcleos urbanos no se le había ocurrido tampoco antes a nadie (el coyote de Collateral, etcétera).

Como ven, todos son temas de una inimaginable originalidad, prácticamente nunca vistos en las pantallas de Occidente

Un spoiler sí les hago: al final del episodio, se encuentran los cadáveres de los ocho hombres. En su rictus mortal notamos horror, yo diría que poco respeto por parte de la directora, lo cual nos avisa de que algo malo han hecho ellos. Si fueran víctimas inocentes, su exposición se hubiera planificado menos escabrosamente. Se lo merecen, deducimos (me lo invento, ya les digo).

¿Qué concluimos de todo esto? Que los hombres cometieron algún delito de violencia contra las mujeres (seguramente mataron a Annie, como mínimo), de modo que toda la investigación concluirá con la no imputación del crimen a sus causantes (seguramente, mujeres), en un épico alegato de sororidad entre glaciares y linternas muy potentes.

Para llegar a esta sorprendente revelación, quedan cinco horas de simbología ósea, más muertos, puertas oxidadas que se abren y alguien dice: “Jodie, tienes que ver esto”, pesadillas que luego no tendrán el menor sentido pero llenarán dos o tres minutos del capítulo cuatro, algo de sexo por aquí y por allá, Kali Reis partiéndole la cara a más de uno (si no, ¿para qué contratan a una ex boxeadora?), apelaciones al “rey amarillo” que nos recuerden que esto es True detective y finalmente seis horas de su tiempo perdido por completo creyendo que alguien está viendo la serie aparte de usted. Pero peor es mirar el cubo de la basura, eso es verdad.

Foto: Mahershala Ali en una imagen promocional de 'Luke Cage'

La clave de incompetencia de esta temporada me la ha dado una reseña que ha aparecido en Forbes. Dice muy agudamente el crítico Erik Kain comparando la pareja protagonista de la primera temporada con la pareja protagonista de la cuarta: “Aunque que Rust y Marty eran ambos tíos blancos, te parecían más diferentes entre sí que Danvers y Navarro, porque tenían unas personalidades brutalmente distintas”.

Si crees que poner a una actriz blanca de 61 años junto a una boxeadora de raza negra de 37 es ya de por sí interesante para el público y va a funcionar sin más trabajo creativo en la sala de guionistas, tengo una noticia para ti: no funciona.

No tendría mucho sentido juzgar o recomendar siquiera True Detective 4: Noche polar habiendo visto solamente el primero de los seis capítulos que componen la nueva temporada. Los cien días de cortesía que se le dan a un gobierno se le conceden también a una serie con su primera hora concluida. Sin embargo, el piloto de Noche polar es tan fallido, antigubernamental y ómnibus que lo mejor es escribir cuanto antes sobre la serie para no tener que verla entera. La cosa sólo puede ir a peor.

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