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Cuando la poeta Bachmann puso freno a Max Frisch: "El fascismo empieza siempre entre el hombre y la mujer"
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La tragedia de la pareja

Cuando la poeta Bachmann puso freno a Max Frisch: "El fascismo empieza siempre entre el hombre y la mujer"

El 19 de enero se estrena el nuevo biopic de Margarethe von Trotta, 'Viaje hacia el desierto', que narra la turbulenta relación que mantuvieron la escritora y el dramaturgo alemanes

Foto: Fotograma de 'Viaje hacia el desierto'.
Fotograma de 'Viaje hacia el desierto'.

"Despiertos entre gitanos y en desierto / la arena nos cae de los cabellos / tu edad, mi edad y la edad del mundo / no pueden medirse con los años". Escribió estas palabras la poeta Ingeborg Bachmann (El juego ha terminado se llama concretamente el poema) algún día del pasado siglo XX, cuando ya era una aclamada autora en Alemania por considerarse seria y precisa (si es que la poesía puede medirse de tal manera), ligada irremediablemente al llamado Grupo 47. Dicho grupo, formado por otros autores y críticos alemanes y austríacos (Günter Eich, los premios Nobel Heinrich Böll y Günter Grass, entre otros...) trató de revitalizar la literatura alemana en plena posguerra y se disolvió en algún punto de los años 70.

Bachmann, nacida en 1926 y fallecida trágicamente en 1973, vuelve a la vida gracias a Viaje hacia el desierto, el nuevo biopic de Margarethe von Trotta que en nuestro país se estrena el 19 de enero. En realidad, von Trotta (Hannah Arendt, Las hermanas alemanas...) ha querido centrarse en un momento muy específico de la vida de la poeta: en 1958, el momento en que conoció al también escritor (dramaturgo, para ser más específicos) Max Frisch, su romance y su posterior desengaño amoroso, que la llevó a realizar un viaje por el desierto en Egipto para sanar sus heridas.

Bachmann tenía 32 años y ya era una estrella cuando se conocieron, y Frisch era 15 años mayor que ella. Comenzaron una relación abierta que no salió bien, como el propio Frisch aseguró en una carta de la amplia correspondencia que compartieron. Con motivo de los 50 años de la muerte de la autora, en 2023 salió a la luz y se convirtió en un best-seller en Alemania. Parece que la fascinación por ella en el país de Goethe está todavía muy viva.

Bachmann ya era una estrella cuando se conocieron, y Frisch era 15 años mayor que ella. Comenzaron una relación abierta

La directora ha elegido a Vicky Krieps (La emperatriz rebelde, El hilo invisible) para ponerse en la piel de la poeta. Krieps, que —probablemente sin quererlo—, siempre evoca vagamente a alguna musa prerrafaelita, compone un personaje lánguido, frágil y misterioso, de voz susurrante, con tantas aristas que parece imposible de desentrañar por completo. En el caso de Max Frisch, es el alemán Ronald Zehfreld quien le da vida, una cara quizá conocida por la serie policíaca Babylon Berlin (Movistar), que se centra en los años de entreguerras.

Foto: La estupendísima Vicky Krieps interpreta a la emperatriz Isabel de Baviera. (Adso Films)

Es difícil que Bachmann o Frisch caigan especialmente bien en el retrato de von Trotta, ni juntos ni por separado. La poeta se presenta como una suerte de diva con una increíble necesidad de reconocimiento, particularmente masculino (la película no cumple ni por asomo el famoso test de Bechdel, si tenemos en cuenta que, exceptuando una entrevista con una periodista, el resto de relaciones que mantiene durante todo el metraje son exclusivamente con hombres y siempre para sentirse deseada y admirada por ellos), y con las manías propias de cualquier genio en lo suyo: el traqueteo de la máquina de escribir de Frisch le molesta tanto que no es capaz de trabajar durante días.

placeholder Vicky Krieps como Bachmann y Ronald Zehfreld como Max Frisch en un fotograma de la película.
Vicky Krieps como Bachmann y Ronald Zehfreld como Max Frisch en un fotograma de la película.

Tampoco es que Frisch salga mejor parado, presentado como un hombre inseguro y acomplejado —lo que fue—, celoso del éxito de Bachmann, tanto por su escritura superior como en sus relaciones con otros hombres. Los tira y afloja entre ambos son constantes y parece claro que la directora ha querido mostrar no solo la lucha de egos entre los dos escritores, sino la irremediable independencia y libertad del personaje de Bachmann, que en un momento determinado llega a decir que "el fascismo siempre empieza con la relación entre un hombre y una mujer".

El desierto se convierte en un símbolo de la curación del alma, con Bachmann recuperando el deseo sexual o enterrándose en la arena

Aunque el biopic pretende indagar también en cómo Bachmann eligió su faceta de escritora y mujer libre frente a la sentimental, se queda un poco cojo en enseñar más aspectos de la escritora más allá de su relación con Frisch. Es cierto, no obstante, que la turbulenta relación abierta entre ambos y la lucha de poder y ego merecía contarse, a juzgar por el interés de su correspondencia. Pese a ello, la directora no se ha basado en las cartas entre la pareja, dado que no se encontraban disponibles, sino en la correspondencia de la poeta con muchos de sus otros amantes (Paul Celan o Hans Magnus Enzensberger, por poner algún ejemplo).

También es un biopic al uso, lo que no quita que von Trotta se permita jugar con multitud de imágenes oníricas que pueblan la película, la cual funciona en dos tiempos: la relación de amor con Frisch y el posterior viaje al desierto. La película comienza con una llamada telefónica tan inquietante como el comienzo de Ciudad de cristal de Paul Auster. A la protagonista se le cae en un momento determinado una vela en el vestido, que empieza a arder, sin que ella haga nada por apagarlo, en una clara referencia a su triste final. Y el desierto, el lugar en el que no puede haber vida, sirve como un símbolo de la curación del alma, con Bachmann recuperando el deseo sexual o enterrándose en la arena para sentirse como los faraones.

La historia menciona, en menor medida, otros hechos relevantes de la vida de Bachmann como fue la producción de la ópera 'Der junge Lord'

La historia menciona, en menor medida, otros hechos relevantes de la vida de Bachmann como fue la producción de la ópera Der junge Lord, en la que trabajó en el libreto y el compositor Hans Werner Henze se ocupó de la música (se estrenó en 1965 y sigue representándose en la actualidad) o su amor por la ciudad de Roma, lugar en el que falleció en circunstancias no aclaradas, cuando apenas contaba con 47 años y se incendió su apartamento. La referencia al fascismo atribuido a la relación entre un hombre y una mujer tampoco es aleatoria, pues según la propia poeta, la anexión de Austria a la Alemania nazi en 1938 y la posterior guerra marcarían el final de su infancia y todos sus recuerdos posteriores.

Aunque el desengaño amoroso con Frisch nos trae una posterior crisis nerviosa en la que la poeta no puede dormir o escribir una palabra, su obra, aunque relativamente breve por su fallecimiento prematuro, incluye dos volúmenes de poesía, dos libros de relatos y una novela, Malina, que se basa en la búsqueda del yo y en la identificación con la propia Malina. La publicación de las cartas de la pareja dejó claro cómo se habían influido ambos en la obra del otro, y también cómo estuvieron a punto de destruirse. El viaje al desierto con el también escritor Adolf Opel es un bálsamo, una manera de reencontrarse de nuevo consigo misma. Allí donde Frisch no podía aceptar el éxito de la autora o sus manías, Opel parece abrazarlas sin juzgarla.

Es lo que hace la propia von Trotta. Viaje hacia el desierto procura no juzgar a sus criaturas, pese a que nosotros podamos hacerlo, preguntándonos (como suele suceder) por qué estos burgueses que parecen tenerlo todo no pueden dormir y son tan sumamente infelices. Pero quizá la clave está en esa inseguridad tan propia de los genios, algo que tanto Bachmann como Frisch parecieron vivir en propia piel y que trataron de mitigar convirtiendo sus miedos, desengaños y tristezas en palabras sobre el papel, esperando en cualquier momento ser leídas.

"Despiertos entre gitanos y en desierto / la arena nos cae de los cabellos / tu edad, mi edad y la edad del mundo / no pueden medirse con los años". Escribió estas palabras la poeta Ingeborg Bachmann (El juego ha terminado se llama concretamente el poema) algún día del pasado siglo XX, cuando ya era una aclamada autora en Alemania por considerarse seria y precisa (si es que la poesía puede medirse de tal manera), ligada irremediablemente al llamado Grupo 47. Dicho grupo, formado por otros autores y críticos alemanes y austríacos (Günter Eich, los premios Nobel Heinrich Böll y Günter Grass, entre otros...) trató de revitalizar la literatura alemana en plena posguerra y se disolvió en algún punto de los años 70.

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