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La biografía 'curranta' de Raffaella Carrá: "Siempre voto comunista"
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La biografía 'curranta' de Raffaella Carrá: "Siempre voto comunista"

A pesar de convertirse en millonaria gracias a su trabajo, la italiana fue siempre la anti-diva. El libro 'Nada es eterno salvo la Carrá', de Pedro Ángel Sánchez (Dos Bigotes) destaca este aspecto de su vida

Foto: Raffaella Carrà, en una imagen de archivo. (Getty)
Raffaella Carrà, en una imagen de archivo. (Getty)

Dicen de Nina Simone, una de las grandes divas del soul y el jazz del siglo XX, que, además de tener mucho coraje y un fuerte compromiso social con sus raíces afroamericanas, en las distancias cortas no era una mujer fácil. La virtuosa pianista solía enfadarse y discutir a menudo cuando las cosas no se hacían a su manera y los ataques de ira protagonizaron varios capítulos de su vida.

A Jennifer Lopez siempre le ha perseguido su fama de caprichosa. Dannii Minogue, con la que trabajó en el programa Top of the Pops, declaró en su día que durante la grabación la diosa latina llegó a amenazar a todo el equipo con no salir a actuar si no redecoraban su camerino pintándolo entero de blanco.

Famosa desde su juventud, con un currículum que iba desde Hollywood a programas de televisión con audiencias históricas y musa incontestable de la música italiana, Raffaella Carrà cumplía todos los requisitos para ser una de esas estrellas insoportables, altivas y adictas a las exigencias a las que tener que aguantar sus malas formas. Sin embargo, quienes la conocieron tras las cámaras ofrecen una imagen unánime de ella: era la diva "antidiva".

"Su forma de entender y trabajar en televisión estaba lejos, muy lejos, del comportamiento de una estrella y más cerca del de un militar"

La Carrà era una reina de la música y la televisión, y no lo ocultaba a la hora de reivindicarse como tal en un escenario o de ponerse frente a una cámara. Pero cuando se apagaban los focos era una curranta más. Su inseparable Maeso la definió a la perfección: "Su forma de entender y trabajar en televisión estaba lejos, muy lejos, del comportamiento de una estrella y más cerca del de un militar, un deportista o un artesano. Una mezcla de los tres. Alma televisiva, eso sí. Y corazón y vida".

Miriam Díaz-Aroca, que vivió muy de cerca su etapa en TVE, da fe de ello: "Yo no recuerdo que por los pasillos de la tele se hablara de algún mal rollo con Raffaella. Todo lo contrario. Solo tengo oídos de cosas bonitas. Es más, siempre se comentaba lo amable y respetuosa que era con todo el equipo, con los que estaban delante y detrás de las cámaras y de lo considerada que era con los tiempos de grabación, que a veces llegan a ser extenuantes en televisión. Lo que sí se decía es que era muy exigente, pero eso es algo que dice mucho de una profesional que tiene que sacar adelante un programa en directo de tanta responsabilidad".

La cómica Elena Martín me destacaba lo habitual que era verla comer un bocadillo con los miembros del equipo mientras conversaban y se echaban unas risas: "Cuando trabajas conalguien mucho tiempo, al final, tarde o temprano, si no eres como quieres mostrar, la careta se termina cayendo. En su caso quedó demostrado que nada era fingido".

Su naturalidad se entremezclaba con la luminosidad que rodea a las grandes estrellas, me subrayaba Elena: "Era muy curioso porque tú la veías en maquillaje y transmitía ese halo de misterio que tienen las divas inalcanzables, pero a la vez encontrabas en ella una mujer llena de verdad en la que podías ver a una amiga. Personas con esa luz y a la vez esa sencillez solo he conocido a tres en mi vida: Paco Rabal, Concha Velasco y Raffaella Carrà".

placeholder 'Nada es eterno salvo la Carrá', de Pedro Ángel Sánchez (Dos Bigotes)
'Nada es eterno salvo la Carrá', de Pedro Ángel Sánchez (Dos Bigotes)

"Era muy normal, muy natural, muy genuina. Pero, ¡ojo!…", me recalcaba el periodista Borja Terán. "Eso no quita que, como diva del espectáculo que era, tuviera por ejemplo seguridad en su camerino. Algo que es totalmente entendible en una estrella de su categoría a la que todo el mundo quería acceder".

En julio de 2018, la periodista Carmen López dedicaba un artículo a la cantante hablando de esa faceta desconocida de la artista, y se basaba en las declaraciones que unos meses antes había hecho en sus redes sociales la escritora y guionista Almudena Montero, sobre los años en los que coincidió trabajando con Carrà en la televisión pública: "Cuando entraba por la puerta, todo el mundo se callaba para escucharla. No era solo una rubia con ropa ajustada y brillante. Era una mujer muy potente, con mucha fuerza. Y eso se notaba estuviera donde estuviera". Contaba Almudena que le gustaba ir a verla en sus ratos libres, "como hacíamos muchas otras. A admirarla, a escucharla, a ver cómo trabajaba".

"Cuando entraba por la puerta, todo el mundo se callaba para escucharla. No era solo una rubia con ropa ajustada y brillante"

En la publicación también se hacía referencia a las declaraciones que la cantante hizo cuatro décadas antes a la revista Interviú hablando sin tapujos de su ideología política. "Siempre voto comunista", decía el titular. "Durante toda mi vida he estado de parte de los trabajadores, de la gente que lucha. […] Teóricamente, debería estar del lado de los ricos, por mi condición social. Pero no". Esa empatía de la que hablaba no era simple palabrería. De ella haría gala con muchas de las personas que trabajaron a su lado a lo largo de su carrera.

Iborra me detallaba que, durante sus primeros años como guionista, un día, tras una jornada entera de grabación en las Fallas de Valencia, la italiana lo miró y le preguntó: "¿Qué te pasa que estás muy serio?". "Ella siempre tuvo mucho feeling conmigo porque yo siempre estaba sonriendo, y le extrañó esa expresión tan poco habitual en mí", matizaba. "Es que estoy cansado, Raffaella", le contestó. "¡No puedes estar cansado con el dinero que ganas!". "Yo la miré y le dije: “Es que no ganamos tanto dinero, Raffaella…”". Ella se quedó pensativa y continuaron su viaje rumbo a Madrid. Al día siguiente, Juan Luis y el otro compañero que le acompañaba recibieron una llamada de la tele para decirles que les habían subido el sueldo: "¡Ni más ni menos que el doble!". Tenía claro que, para exigir a un trabajador, a este había que tratarlo bien y pagarle justamente. Si ella pedía que esa persona estuviera al cien por cien, mañana, tarde y noche, había que cuidarla. "Era muy buena con nosotros", me aseguraba Iborra.

Tenía claro que, para exigir a un trabajador, a este había que tratarlo bien y pagarle justamente

Pilar Tabares, por su parte, llevaba años trabajando para el ente público dando forma a algunos de los espacios más icónicos de nuestra televisión (Verano azul, Tocata, La edad de oro…). "Hasta el momento en el que comencé a trabajar con Raffaella, en todos los programas en los que estuve yo aparecía en créditos como “producción” o “productora en funciones”. Era un término muy ambiguo que se utilizaba para que no pudieras ir a magistratura y exigir el sueldo que correspondía a la labor de “productor”, que era realmente la que yo desempeñaba".

Un día, durante una conversación informal mientras preparaban el programa, la presentadora fue conocedora de esa situación. "Recuerdo que estábamos comiendo pipas. Y eso que ella siempre decía que las pipas eran para los loros…", me apostillaba Tabares. "Pero al final terminaba comiéndolas con nosotros".

"¿Pero cómo vas a ser tú auxiliar de producción?", le dijo sorprendida. Le faltó tiempo para reunirse con los jefes y solucionar aquello. Desde ese preciso instante, Tabares comenzó a firmar todos sus programas como productora, con el reconocimiento y la consecuente subida de salario que eso suponía.

Foto:  Rafaella, en una imagen de 1978. (Gtres)

Esa generosidad también la aplicaba a los telespectadores. A las 8 con Raffaella, el programa hermano de ¡Hola Raffaella!, dio voz a muchas personas que en ese momento se encontraban pasando necesidades, invitados a los que brindaba su espacio para contar su difícil situación o pedir ayuda a través de la pantalla. Pues bien, prácticamente todas las personas que por allí pasaron con penurias económicas se fueron de aquel plató con un sobre con dinero. Pero no con dinero de las arcas de TVE, sino del propio bolsillo de Raffaella.

"Nos lo daba a los redactores que les habíamos hecho la entrevista previa al programa para que se lo entregáramos antes de marcharse", me confesaba Iborra. "Ella nunca quiso decirles que era suyo para que no se sintieran comprometidos. ¡Vosotros les decís que esto es de parte del programa y ya está!", ordenaba al equipo. "Esto es algo que nunca se ha contado, pero era así".

Fueron detalles que nunca salieron a la luz. Sin embargo, algo había en esa arrolladora mujer que, a pesar de su exquisito vestuario, de las luces y de su fama internacional, conseguía conectar con los telespectadores, que veían en ella una persona en la que podían confiar.

Foto: Raffaella Carrà. (Cordon Press)

"No quiero que pienses que solo quiero darte una visión maravillosa de ella", me reiteraba Enrique del Pozo. "Pero te puedo decir que una vez, saliendo del Eurobuilding donde ella residía, había una persona que llevaba varias noches durmiendo a las afueras del hotel. Uno de esos días me pidió que la acompañara para entregarle varias cosas que le había comprado. Entre ellas había un paquete que tenía dinero. ¡Y eso lo he visto yo!, no me lo ha contado nadie".

En una edición de ¡Hola Raffaella!, durante el transcurso del juego telefónico ¿Por qué te digo azul?, en el que los espectadores tenían que adivinar a qué color hacía alusión la pregunta formulada por la presentadora —una concursante de Lloret de Mar descubriría que se estaba refiriendo a la bandera de Suazilandia, ganando 6.200.000 pesetas—, recibió una llamada inesperada desde Alicante de una televidente a la que lo que menos le interesaba era participar en el concurso.

"Candela, ¿a qué te dedicas?", le preguntó Raffaella con su frescura habitual, a lo que Candela contestó: "No estoy trabajando ahora, estoy recibiendo una ayuda familiar". Esta pregunta de cortesía precedió a la cuestión correspondiente al juego telefónico: "Muy bien, Candela, a ver si adivinas qué es el azul". La sonrisa de Carrà se desdibujó por completo al escuchar la respuesta: "No, no llamo para jugar. Llamo porque no quiero seguir viviendo, mi vida no tiene ya ningún aliciente".

placeholder Raffaella Carrá en una imagen de archivo. (Getty)
Raffaella Carrá en una imagen de archivo. (Getty)

Raffaella, ante aquellas palabras, decidió parar el juego y escuchar detenidamente a esa mujer que se estaba planteando dejar de vivir. "De una década para acá llevo soportando muchos golpes. He perdido a mis padres, desgraciadamente he tenido que vivir la muerte de un hijo, y ahora que tengo a un niño pequeño de tan solo dieciséis meses he perdido mi vivienda", explicaba ante los millones de espectadores que esa noche sintonizaban TVE.

Carrà, dispuesta una vez más a ponerse en los zapatos del otro, trató de que se calmase: "Lo que puedo decirte así de golpe es que nunca tienes que decir “tengo que acabar con mi vida” porque eso no soluciona los problemas. Si quieres, hablamos mañana en privado, que estarás menos nerviosa e intentamos ver cómo podemos ayudarte a seguir adelante, ¿te parece?".

Candela, algo más tranquila, aceptó la propuesta. "¿Me prometes que no vas a volver a pensar en esta última y terrible solución?". "Prometido", respondió, para después reconocer que la había llamado porque le parecía "una gran persona con muy buen corazón".

Nunca le costó ser generosa con quien más lo necesitaba, quizá porque la vida, de algún modo, también lo había sido con ella

Ese momento quedó recogido en varios medios de comunicación. La revista Lecturas quiso seguir el caso de cerca: "Raffaella se comprometió a realizar las gestiones oportunas con los bancos y con los organismos pertinentes para que Candela no pierda su vivienda".

Nunca le costó ser generosa con quien más lo necesitaba, quizá porque la vida, de algún modo, también lo había sido con ella. Seguramente por eso siempre prefirió gastarse el dinero, más que en ella misma, en su gente más cercana: en su madre, en su abuela Andreina que tanto la apoyó para que fuera artista… Y también en la casa que tenía en Porto Stefano, la residencia de la Toscana con vistas al mar en el Argentario, su pequeño paraíso.

En una excelente entrevista firmada por Marta Flores, a la que acompañaba una sesión fotográfica realizada por Javier Biosca, relató que no era dada a participar en conciertos benéficos: "Yo prefiero darles mi dinero directamente. Lo saco de mi bolsillo".

placeholder Fotografía de archivo Raffaella Carrà. (EFE/Daniel Dal Zennaro)
Fotografía de archivo Raffaella Carrà. (EFE/Daniel Dal Zennaro)

Su condición económica y los privilegios que le concedió haberse convertido en la presentadora mejor pagada de Europa, a lo que se sumaban los royalties por las millones de copias vendidas de sus discos, podía haberle hecho despegarse de la realidad y refugiarse en esa burbuja en la que viven muchos multimillonarios. Pero no fue su caso.

También lo demostró al crear el programa Amore, emitido por la RAI en el año 2006: un espacio semanal con sorpresas y actuaciones musicales en el que se incentivaba la adopción a distancia. Durante ocho semanas, cerca de 130.000 niños fueron apadrinados por los espectadores italianos a través de un espectáculo televisivo cuyo pilar era Intervida.

Unos años antes, la propia Raffaella ya había apadrinado a varios de esos niños a los que conoció en persona cuando viajó a Guatemala y Perú y con los que mantuvo relación durante toda su vida. "Tú los puedes escribir, pero en mi caso, que tengo posibilidades para hacerlo, viajar, ir a verlos y conocer a su familia es algo fantástico. Tras el viaje, te das cuenta de que no adoptas a un niño, adoptas a una familia. Poder verlos crecer es algo bellísimo", relató durante la rueda de prensa de Amore.

Dos años antes, en diciembre de 2004, ya había logrado que 50.000 niños fueran adoptados por el público español gracias al especial Contigo, un telemaratón de doce horas emitido por TVE.

Cuando nadie sabía de su enfermedad, en plena pandemia, quiso donar un costoso respirador para los enfermos de Covid-19

La relación con la organización de Intervida, con la que estuvo tan involucrada, acabó cuando, durante las semanas de emisión de Amore, la presentadora recibió una carta anónima que exponía las diligencias que la Fiscalía de Barcelona estaba realizando sobre la ONG. "Me caí de las nubes. Reuní a los directivos de la RAI y les dije que hasta que no estuviese todo claro no debíamos seguir con el programa. Y ahora me alegro de la intuición tan grande que tuve. Igual fui exagerada pero, viendo lo que ha salido luego en los medios, me alegro de mi decisión", declaraba a El País en 2007 mostrando su evidente desilusión.

Aun así, la solidaridad siempre fue parte de su forma de ser. Cuando nadie sabía de su enfermedad, en plena pandemia, quiso donar un costoso respirador para los enfermos de Covid-19 a la Confraternidad de Misericordia de Porto Santo, una asociación de voluntarios muy presente en ese pueblo pesquero de la Toscana en el que se evadía del bullicio de la gran ciudad. Tan solo unas semanas antes de fallecer también dejaría cerrada la donación de un gimnasio de 160 metros cuadrados en el que durante muchos años entrenó con sus bailarines.

Foto: Raffaella Carrà, en una imagen de archivo. (Getty)

Nadie podía imaginar que la cesión de ese inmueble de una forma tan repentina tuviera que ver con el avanzado estado de su enfermedad. De esa entrega ante notario data su última fotografía en vida. Con gafas oscuras, mascarilla y visiblemente delgada, aparecía con dos voluntarios que quisieron regalarle un cuadro del Argentario como agradecimiento a su implicación con los habitantes de la localidad.

Esa zona de la Toscana fue la que mejor conoció a aquella diva que, sin lentejuelas, artificios y aplausos alrededor, encontró en ese lugar su refugio para vivir muchos de los grandes momentos personales y espirituales de su vida.

Dicen de Nina Simone, una de las grandes divas del soul y el jazz del siglo XX, que, además de tener mucho coraje y un fuerte compromiso social con sus raíces afroamericanas, en las distancias cortas no era una mujer fácil. La virtuosa pianista solía enfadarse y discutir a menudo cuando las cosas no se hacían a su manera y los ataques de ira protagonizaron varios capítulos de su vida.

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