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En las entrañas de la socimi para gente sin hogar que ha conmovido al Ibex
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TECHÔ SOCIMI

En las entrañas de la socimi para gente sin hogar que ha conmovido al Ibex

Mañana sale a bolsa Techô, socimi que en dos años ha levantado 34M, comprado 220 pisos y acogido a 800 personas. Su 'storytelling' son la gente sin hogar; su rentabilidad, lograr que todas ellas recuperen las riendas de sus vidas

Foto: Comedor y sala de estar del centro de día de Techô y Mundo Justo en Prosperidad. (A. M. V.)
Comedor y sala de estar del centro de día de Techô y Mundo Justo en Prosperidad. (A. M. V.)
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"Planta una patata y obtendrás 20 patatas". Hassan Saksa sabe muy bien lo que dice al pronunciar esta frase. Cuando tenía cinco años, una mujer que dijo ser su tía le sacó del orfanato de Ceuta donde, se supone, le dejaron al nacer. Aquella mujer le utilizó para pasar droga de Marruecos a España y, cuando tenía diez años, le abandonó en las calles de Ceuta.

Duele preguntarle qué hizo para sobrevivir cuando solo era un niño. Duele, porque no quiero oír lo que ya sé que va a contar. Y Hassan me lo evita. Su historia es mucho más que eso. "Ahora soy feliz. Hace años que perdoné a esa mujer. Javier me ayudó a entender qué le habrían hecho a ella, para que me hiciera eso a mí".

Javier García Ugarte es el fundador de Mundo Justo, ONG que nació hace 25 años. Empezó como voluntario de las Hermanas de Teresa de Calcuta, que en los 90 cuidaban a los enfermos de sida, entonces unos condenados a muerte, en la recta final de su vida. La aparición de los retrovirales permitió burlar aquella sentencia, pero trajo otra: la falta de un lugar donde vivir, cuando eran los leprosos del siglo XXI.

Así empezó Javier a acoger a sinhogares, a dar techo a los parias de la sociedad; a los apátridas, como Hassan; a los migrantes que llegan en patera, como Nassin; a las mujeres que entran irregulares para dar otra vida a sus hijos, como Gabi; a los españoles que pierden el empleo y ya no saben retomar riendas de su vida, como Pablo.

placeholder Hassan en el almacén del centro de día de Techô y Mundo Justo. (A. M. V.)
Hassan en el almacén del centro de día de Techô y Mundo Justo. (A. M. V.)
placeholder Taquillas del centro de día de Techô. (A. M. V.)
Taquillas del centro de día de Techô. (A. M. V.)

Cuando Blanca Hernández, miembro de la familia fundadora de Ebro Foods, conoció a Javier y la labor de Mundo Justo, encontró la inspiración de Techô, la socimi para gente sin hogar que mañana sale a bolsa tras haber conseguido movilizar a más de un centenar de inversores y, más importante, sensibilizar a muchas grandes y medianas empresas de la creciente brecha social que existe en España.

Su papel al frente de la Fundación Ebro le permitió conocer de cerca la marginalidad y, al mismo tiempo, ver que con capital se puede cambiar el mundo. Por eso, cuando hace nueve años creó junto a Iván Martín la gestora de fondos Magallanes, tuvo claro que debía lanzar el primer fondo español dedicado en exclusiva a la inversión de impacto.

"Yo no sabía que se podía hacer algo más", asegura Blanca cuando explica cómo conocer a Javier le cambió su visión de hasta dónde podía llegar. En apenas dos años, Techô ha conseguido levantar 34 millones de euros, con los que ha adquirido 220 pisos donde se ha acogido a cerca de 800 personas. "Todos los meses hacemos un informe de impacto y 120 personas ya han conseguido salir adelante".

placeholder Gabi llegó de Perú hace tres años. Quiere trabajar legal en España. (A. M. V.)
Gabi llegó de Perú hace tres años. Quiere trabajar legal en España. (A. M. V.)

A veces, que un sinhogar recupere las riendas de su vida depende de muy poco. Antonio, un español que duerme en el aeropuerto desde que su hija le echó de casa, lo sabe bien. "Me han ofrecido un trabajo como administrativo a partir del 5 de mayo. Pero me han dicho que saben que duermo en la calle y necesito acreditar que tengo un hogar antes de esa fecha. Solo necesito alojamiento un mes, porque con mi primera nómina ya podría alquilarme una habitación".

Techô alquila sus viviendas a las 55 ONG con las que colabora, como Mundo Justo, y así ellas puedan acoger en esos pisos a los sin techo a quienes, por su situación de ilegalidad, abandono o falta de ingresos, nadie alquilaría una vivienda. "Con los primeros dos millones de euros que levantamos, hicimos un piloto. Compramos 20 pisos y los alquilamos a varias ONG a 150 euros", explica Hernández. Pero vieron que así no iban a ser rentables, y perfeccionaron el modelo.

Decidieron que la socimi jugara el papel de inversión de impacto, lo que implica buscar una rentabilidad mínima, del 2%-3%, que permita atraer inversores al proyecto y garantizar la viabilidad del vehículo. Por otro lado, crearon la Fundación Techô, cien por cien filantrópica, que destina los dividendos que obtiene de la socimi a ayudar a pagar el alquiler a las ONG que carecen de ayudas públicas.

placeholder En el centro de día de Techô y Mundo Justo las personas sin hogar pueden descansar de día. (A. M. V.)
En el centro de día de Techô y Mundo Justo las personas sin hogar pueden descansar de día. (A. M. V.)

En torno a esta socimi, hay todo un ecosistema de empresas que aporta lo que sabe, no solo dinero. La gestora inmobiliaria Azora, el bufete Freshfields, Fundación Ebro y Magallanes han participado desde aquel primer piloto. Actualmente, son más de 30 entidades socias o colaboradoras. Clínica Baviera hace revisión oftalmológica gratis, Mercadona dona la comida, BME ha concedido un descuento del 75% en las tasas de salida a bolsa y mantenimiento, EY lleva toda la comunicación; National Nederlanden hace los seguros de las casas, CBRE tasa gratis las viviendas y así, un largo etcétera.

"Nuestros inversores nos han hecho crecer. Cosentino dijo que nos ayudaba si íbamos a Andalucía, a Níjar, donde es terrible el problema de los asentamientos de migrantes; Insur nos va a aportar un edificio; la familia Montoro (GMP) nos abrió los ojos a la discapacidad", cita como ejemplos Blanca.

El piso tipo de una vivienda de Techô son 80 metros, con tres habitaciones y un alquiler medio de 650 euros. Pero, además de viviendas, la socimi tiene un local en el barrio de Prosperidad, donde Mundo Justo opera desde hace un año un centro de día. Ahí tienen duchas para que la gente sin hogar pueda asearse, lavadora y secadora para arreglar la ropa, taquillas para guardar sus pertenencias, habitaciones con literas para descansar durante el día, sala de estar, cocina, un pequeño coworking y hasta peluquería gratis.

placeholder Nassin llegó hace ocho meses a trabajar ilegal en los invernaderos de Almería. (A. M. V.)
Nassin llegó hace ocho meses a trabajar ilegal en los invernaderos de Almería. (A. M. V.)

"Nunca pude pensar lo importante que era esa necesidad de ducha, de descansar, de comer", dice Antonio. Mercadona dona la comida necesaria para que las 55 personas que cada día acuden al centro puedan cocinarse lo que quieran. Además, Hassan lleva a otras 70 familias una cesta de alimentos y productos de limpieza. Aquel niño abandonado se ha convertido en el coordinador del centro y de él depende ahora que cientos de personas coman diariamente.

Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), el sinhogarismo afecta en España a 40.000 personas y ha crecido más de un 25% en la última década. "Hasta el año 2010, había una buena estructura social, las ONG trabajábamos mucho en red y la Comunidad de Madrid hacía todo el programa. Pero, a partir de entonces, se convirtió en el mundo de la competitividad", explica Javier.

La crisis financiera e inmobiliaria de 2008 disparó las necesidades y cercenó los recursos. A esto se unió una política donde las ayudas parecen moverse más por su impacto mediático que por un análisis de fondo. "Para mí, el principal problema que hay es la moda. Vamos mucho a paliar la noticia del momento. Salta Ucrania y lanzamos ayudas para Ucrania, luego no se continúan, y ahora tengo llamadas de pisos de ucranianos que se han quedado sin ayuda."

placeholder Sala de peluquería y coworking. (A. M. V.)
Sala de peluquería y coworking. (A. M. V.)

Mientras Javier explica la realidad del sinhogarismo, le presentan los papeles de Coli di Anfo, un senegalés que llegó en patera, la policía anotó mal sus datos y, desde entonces, están ayudándole a conseguir el pasaporte para, después, poder empadronarle. A los tres meses de estar empadronado, se tiene derecho a atención sanitaria, y a los tres años, se pueden solicitar los papeles. Una trampa legal, porque antes se necesita tener un contrato de trabajo y "¿quién contrata a un inmigrante?", se pregunta Javier.

Ahí también quiere actuar Techô, haciendo planes de acompañamiento para las personas que acogen en sus viviendas. Su ejemplo es Clement Kofi Dwamena, ghanés que llegó a España hace 16 años como migrante irregular, fue cogido por el padre Jorge de la Asociación San Francisco de Asís y, desde 2018, ha trabajado en FCC como encargado de mantenimiento y limpieza. Ahora es jefe de mantenimiento en Techô.

"No hay ningún problema para que vengan, pero luego no les damos los papeles", se lamenta Javier. A pesar de todo lo que ha visto en las tres décadas que lleva de voluntario, dice que lo que vio en los campos de Almería, con los asentamientos de los trabajadores ilegales de los invernaderos, le dejó noqueado. Ahí conoció a Nassin, que llegó hace ocho meses y estaba abandonado en la calle. Le sacaron un billete de autobús a Madrid y le acogieron en un piso de Galapagar.

placeholder Coly, de Senegal, posa en el exterior del centro de día de Techô y Mundo Justo. (A. M. V.)
Coly, de Senegal, posa en el exterior del centro de día de Techô y Mundo Justo. (A. M. V.)

Los agujeros del sistema son tantos y tan grandes, que basta con escuchar diez minutos a Javier para comprender rápidamente que se necesita dar un giro de 180 grados, que las políticas sociales no están funcionando, que el problema se va agravando. Y que no podemos seguir mirando hacia otro lado.

"El día que cumples 18 años dejas de ser un menor protegido para ser un menor sin hogar"; "ya hay mafias cobrando 300 euros por tramitar residencia y entre 150 y 300 euros por el empadronamiento"; "hay que empezar a abordar ya la problemática del migrante, aquí tenemos la puerta abierta y luego les dejamos en la calle", "a los africanos, que en la vida los había visto beber y drogarse, ahora los estoy viendo así", "Pablo era productor, por problemas con su mujer acabó en la calle, y un año después ya no es Pablo, ahora ya no puede trabajar".

Mientras Hassan y Gabi preparan una cesta de comida a un anciano, un vecino del barrio que habitualmente acude a pedir comida, Javier explica que además de la migración irregular se han disparado las necesidades entre la población española. "Hace dos años, la proporción era 20%-80% y ahora es 50%-50%. Sobre todo, hay muchos hombres, porque no tienen ninguna ayuda". Techô quiere, al menos, poder evitar que terminen en la calle. Quiere, sencillamente, plantar una patata y obtener 20 patatas.

"Planta una patata y obtendrás 20 patatas". Hassan Saksa sabe muy bien lo que dice al pronunciar esta frase. Cuando tenía cinco años, una mujer que dijo ser su tía le sacó del orfanato de Ceuta donde, se supone, le dejaron al nacer. Aquella mujer le utilizó para pasar droga de Marruecos a España y, cuando tenía diez años, le abandonó en las calles de Ceuta.

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