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Los tres pecados de Elon Musk: qué hay detrás de su volantazo para comprar Twitter
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El rey de la improvisación

Los tres pecados de Elon Musk: qué hay detrás de su volantazo para comprar Twitter

Elon Musk ha deshojado la margarita y ahora sí quiere comprar Twitter. ¿Qué ha ocurrido para que cambie radicalmente de opinión? ¿Qué va a pasar ahora con la red social? Tal vez, ni el propio Musk lo sepa

Foto: Elon Musk. (Reuters)
Elon Musk. (Reuters)
  • Elon Musk es ya oficialmente el nuevo dueño de Twitter

Nuevo giro de guion (y quizás el último) en la que está llamada a ser la adquisición tecnológica de la década. A menos de dos semanas del arranque del juicio que iba a enfrentar a Elon Musk y a Twitter por la compra de la red social, el magnate ha vuelto a la casilla inicial. Ahora sí quiere comprar Twitter y al precio que ofreció al inicio, 54,20 dólares por acción. Twitter ya ha movido ficha y, como era de esperar, asegura que su intención es aceptar la transacción. Normal, el precio supone un 38% más de lo que valía la empresa antes de la oferta. El cierre oficial de la operación es solo cuestión de horas o, a lo sumo, días, pero el desenlace ha dejado a medio mundo atónito. ¿Por qué Musk ha cambiado tantas veces de opinión? ¿Qué ha ocurrido para que al final acepte comprar la empresa?

El culebrón Musk-Twitter va a pasar a la historia como un caso de manual sobre cómo no lanzar una oferta de adquisición. Lo tiene todo, improvisación, despidos, filtraciones, avaricia, ego, millonarios y muchos, muchos errores de cálculo de Elon Musk que explican sus erráticos movimientos en las últimas semanas. Pero el resumen es sencillo. Musk se adentraba en una batalla legal de la que difícilmente saldría victorioso. Antes de perderlo todo, mejor 'perder' 44.000 millones de dólares y, al menos, salir con Twitter bajo el brazo.

Foto: Elon Musk, tras la compra de Twitter: nadie sabe qué hará con la red social (Reuters)

Hay tres deslices de Musk que explican muy bien el atropellado desenlace al que estamos asistiendo, pero los tres tienen algo en común: la personalidad impulsiva y la improvisación extrema del hombre más rico del mundo.

1) Un 'antojo' demasiado caro

Si algo ha dejado claro Musk en los últimos años es que le gustaba mucho Twitter. Demasiado. Tanto, que algunos de sus mayores escándalos se han retransmitido en directo a través de sus tuits.

Uno de los más sonados fue con el regulador bursátil de EEUU, la SEC, que le multó con 40 millones de dólares en 2018 por anunciar que iba a sacar Tesla de la bolsa sin comunicarlo antes a la SEC, lo que infló la cotización de la compañía. El otro se acaba de producir casi el mismo día en que anuncia su compra de Twitter, un plan de paz para Rusia y Ucrania, gentileza de Musk, que propone en una encuesta entregar a Rusia la península de Crimea, que Moscú se anexionó ilegalmente en 2014. Al Kremlin le ha encantado la idea, a Ucrania le ha parecido una aberración.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Musk (igual que Trump) había convertido Twitter en su juguete personal, en una poderosísima herramienta de atención mediática y una fábrica de titulares en medio mundo. Y eso tiene un riesgo. Si se te antoja algo, estás dispuesto a pagar lo que sea por conseguirlo. "Él tiene ahí una enorme base de seguidores, es como si lo utilizara como una especie de vía de escape para los otros problemas empresariales que tiene con Tesla y SpaceX. Creo que pensó que sería divertido comprarlo, hacerse con un servicio que usa tanto y tal vez mejorarlo", señala a El Confidencial Tom Simonite, periodista de 'Wired' en California que lleva meses cubriendo el culebrón.

Ashlee Vance, biógrafo de Musk y jefe de reportajes de Bloomberg, ya lo avanzó el pasado mayo en una entrevista con este diario. "Creo que simplemente le encanta y lo quería. Me da que hay algo de antojo en todo esto, no parece una decisión muy calculada". Un antojo que nos lleva al siguiente pecado.

2) Musk no hizo los deberes

Como señala Matt Levine, en Bloomberg, una forma de entender la compra de Twitter es pensar que Musk no realizó ni un solo modelo financiero, ni un solo cálculo, para llegar a la cifra de 54,20 dólares por acción, o 44.000 millones de dólares. Una pista: 420 es un chiste en jerga para referirse al consumo de marihuana, algo con lo que siempre ha bromeado y hasta mostrado en público. De hecho, cuando la oferta inicial de compra se empezó a torcer, Musk pidió a los representantes de Twitter encargados de negociar la operación que le enviaran sus cálculos financieros, lo que sugiere, como apunta Levine, que no tenía cálculos propios. 44.000 millones y sin los deberes hechos.

El dueño de Tesla y SpaceX tampoco realizó ningún tipo de comprobación previa sobre el número de cuentas falsas y 'bots' que pululaban en la plataforma, argumento que luego se convertiría de repente en su eje central para intentar salirse de la operación. Todo indica que ni él mismo sabía dónde se metía. "Poco después de que se anunciara la compra en mayo, el mercado cayó mucho, así que el precio que él estaba pagando de repente no era tan bueno. Fue aquí cuando todo empezó a desmoronarse", explica Simonite a este diario.

placeholder Jack Dorsey, cofundador de Twitter. (Reuters)
Jack Dorsey, cofundador de Twitter. (Reuters)

Si hubo improvisación a la hora de fijar el precio de compra, también la hubo a la hora de conseguir la financiación para pagar la cuenta. Los mensajes publicados durante los últimos días entre Musk y otros millonarios como Larry Ellison parecen de broma, pero son tan reales cómo las fortunas de Silicon Valley.

Un ejemplo. Musk: "¿Más o menos cuánto querrías invertir?". Ellison: "Mil millones... o lo que tú me digas". Musk: "Lo que prefieras. Te recomendaría tal vez 2.000 millones o más. Esto tiene mucho potencial y prefiero tenerte a ti que a otro". Ellison: "Estoy de acuerdo con el potencial... y será muy divertido". Musk: "Desde luego :)". Ellison al final invirtió 1.000 millones pero la conclusión es la misma de antes, si haces una adquisición de 44.000 millones como si estuvieras escribiendo la lista de la compra en la esquina de una servilleta, algo va a salir mal.

3) No tenía munición legal

Una vez el asunto acabó en macrojuicio, con más de 100 personas llamadas a testificar, Musk fue dándose cuenta poco a poco de la amarga realidad. No tenía suficiente munición legal como para ganar el juicio y esquivar la obligación de comprar Twitter.

Su equipo de abogados necesitaba demostrar que la red social había incumplido el acuerdo de compra, algo que se antojaba casi imposible. El principal argumento de Musk era que la compañía había mentido sobre el número real de cuentas falsas y 'bots' que había en la plataforma. Era como haber comprado una casa con termitas sin haber sido avisado antes de la plaga, llegó a comparar el fundador de Tesla. Sin embargo, los propios informes encargados por Musk para evaluar este frente llegaron a una conclusión muy similar a la que alegaba Twitter. El porcentaje de cuentas falsas en la red social se situaba entre el 5% y el 11%. Nadie había engañado a nadie.

Incluso contar con el filtrador Peiter Zatko, quien aseguró que Twitter había mentido a inversores, reguladores y empleados al no invertir lo suficiente en seguridad informática, no era garantía de éxito. Las declaraciones de Zatko podrían demostrar que los directivos de la empresa cometieron errores en la gestión, pero eso no implica incumplir el acuerdo de compra realizado por Elon Musk.

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Foto: Reuters.

Así las cosas, Musk se enfrentaba a perder el juicio y tener que pagar hasta 20.000 millones de dólares en concepto de multa por daños y perjuicios a Twitter, quedándose sin él, o comerse el orgullo, dar marcha atrás, pagar 44.000 y quedarse con el invento. Ha optado por lo segundo.

Un 'culebrón' marca de la casa

Con este desenlace, queda atrás uno de los culebrones más surrealistas de internet, una saga que arrancó por sorpresa el pasado 4 de abril. Aquel día, Musk revelaba que se acababa de convertir en el máximo accionista de Twitter, después de comprar un 9,2% de las acciones. Semanas atrás, había comparado al CEO de la empresa, Parag Agrawal, con Joseph Stalin. La cuestión era que, mientras el multimillonario tuiteaba, estaba también comprando títulos, pero sin comunicárselo a la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés). Nada de esto se supo hasta mucho después.

Foto: Elon Musk. (Getty/Win McNamee)
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En un primer momento, Musk aseguró que se iba a unir al consejo de administración de Twitter, comprometiéndose a no comprar más títulos, pero apenas tardó en unos días en echarse a atrás. La verdadera bomba explotó el 14 de abril, y lo hizo en la propia red social. “He hecho una oferta”, tuiteó Musk, que ofreció 54,20 dólares por acción o, lo que es lo mismo, 44.000 millones.

La cantidad era (y es) desorbitada para un negocio que siempre ha sido una trituradora de dinero y, además, en un contexto de caída de los valores tecnológicos y los negocios publicitarios. Como él mismo indica, la cifra era un 54% superior al que tenían las acciones cuando empezó a comprar y un 38% respecto al día que anunció su inversión. “Es mi mejor y última oferta”, dijo antes de amenazar con vender su parte si no aceptaban.

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Elon Musk. (Reuters)

Twitter intentó evitarlo a la desesperada con la llamada 'píldora venenosa', que consiste en dar a los accionistas la posibilidad de comprar más títulos a precio reducido si alguien intenta hacerse con el control. No valió de nada y acabaron dando su brazo a torcer. Todo parecía encaminado a que Musk se convirtiera en el dueño del pájaro azul, pero el magnate decidió dar un nuevo volantazo y empezó a levantar sospechas sobre el modelo de negocio de la red social.

Les acusaba, nada menos, de mentir sobre el número de cuentas falsas, 'spam' y 'bots' de Twitter. Era una forma de decir que estaban engañando a sus anunciantes y que, por tanto, la plataforma no era la empresa que él creía. Agrawal trató de dar algunas explicaciones en público en un tono diplomático, pero no vale con Musk. Su respuesta ya es historia de las redes sociales: un 'emoji' de una mierda.

El 6 de junio, el multimillonario se pone serio y paraliza el acuerdo acusando a Twitter de "claro incumplimiento". Un mes después, la empresa le demanda para obligarle a cumplir el acuerdo, algo que él responde con una contrademanda en la que les acusa de obstruir el acceso a la información. El juicio se fija para el 17 de octubre pero, entre tanto, aparece un actor invitado. Es Peiter Zatko, alias 'Mudge', el exjefe de seguridad de la compañía, que denuncia una serie de irregularidades. Entre ellas, que la plataforma no tiene forma de identificar cuántas cuentas falsas hay en ella.

No sirvió de nada: Musk está a punto de convertirse en el nuevo jefe supremo de Twitter.

¿Qué va a pasar ahora?

Twitter ya ha respondido y no ha dejado lugar a dudas: su "intención es cerrar la operación" según lo firmado. Era lo esperable, ya que tanto el consejo de administración como la junta de accionistas habían votado a favor de la compra en los últimos meses. Así, si no hay ningún nuevo giro de guion –algo que, visto lo visto, nadie puede descartar–, esto daría carpetazo al culebrón. El colofón será ver a Musk, tan ferviente como polémico tuitero, al frente de la red social.

Foto: Elon Musk. (Getty)

Nadie sabe qué va a pasar ahora con la red social. En un inicio, Musk comentó que no compraba Twitter por dinero. Después aseguró que multiplicaría por cinco los ingresos, hasta los 26.400 millones de dólares en 2028. Entre sus ideas para conseguirlo, citó reducir la dependencia publicitaria y apostar por los pagos dentro de la plataforma pero, como todo con Musk, aún está por ver si va en serio o es un troleo más.

El otro punto fuerte es qué se podrá decir (y qué no) en Twitter a partir de ahora. Musk ha asegurado en más de una ocasión que es un "absolutista de la libertad de expresión", de modo que quiere convertir a la plataforma en "la plaza del pueblo digital". Eso pasaría por ser mucho más permisivo en la moderación de contenidos y ajustarse a la ley. Sobre el papel es fácil pero, como ya explicó este periódico, ese debate es un auténtico barrizal en el que es muy difícil moverse. En especial, cuando se trata de alguien como Musk, conocido por sus idas de lengua, pero también por no aceptar críticas de ningún tipo.

Hay otra cuestión clave en todo esto. Pese a no ser una red social con tantos usuarios como Instagram o TikTok, Twitter sí que tiene una influencia política y económica considerable, en gran parte debido a la cantidad de políticos, empresarios o periodistas de todo el mundo que la utilizan a diario. Todo eso va a pasar ahora a estar bajo el yugo de Musk que, hay que recordar, es propietario de empresas como Tesla, SpaceX o Starlink, que tienen intereses y negocios en todo el globo. Seguramente los reguladores estadounidenses, que cada vez miran con más lupa a las tecnológicas, tengan algo que decir.

  • Elon Musk es ya oficialmente el nuevo dueño de Twitter

Nuevo giro de guion (y quizás el último) en la que está llamada a ser la adquisición tecnológica de la década. A menos de dos semanas del arranque del juicio que iba a enfrentar a Elon Musk y a Twitter por la compra de la red social, el magnate ha vuelto a la casilla inicial. Ahora sí quiere comprar Twitter y al precio que ofreció al inicio, 54,20 dólares por acción. Twitter ya ha movido ficha y, como era de esperar, asegura que su intención es aceptar la transacción. Normal, el precio supone un 38% más de lo que valía la empresa antes de la oferta. El cierre oficial de la operación es solo cuestión de horas o, a lo sumo, días, pero el desenlace ha dejado a medio mundo atónito. ¿Por qué Musk ha cambiado tantas veces de opinión? ¿Qué ha ocurrido para que al final acepte comprar la empresa?

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