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Nadie sabe por qué Elon Musk ha comprado Twitter, y ese es el gran problema
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44.000 millones por "libertad de expresión"

Nadie sabe por qué Elon Musk ha comprado Twitter, y ese es el gran problema

El gran plan de Elon Musk tras la compra de Twitter se basa en la "libertad de expresión". Sin embargo, él lleva años haciéndole la vida imposible a sus críticos y pisando todo tipo de líneas rojas

Foto: Elon Musk, tras la compra de Twitter: nadie sabe qué hará con la red social (Reuters)
Elon Musk, tras la compra de Twitter: nadie sabe qué hará con la red social (Reuters)

"Espero que incluso mis peores críticos se queden en Twitter, porque eso es libertad de expresión". Acaba de leer el troleo más caro de la historia de internet: 44.000 millones de dólares. Es lo que Elon Musk ha pagado al final por Twitter, pero quien lo anunció fue él mismo con ese mensaje tres horas antes que nadie, cuando Wall Street aún no había cerrado y saltándose cualquier regla vigente en la comunicación de este tipo de operaciones. A Musk le resbala absolutamente todo y eso es justo lo que muchos temen del nuevo amo y señor de Twitter.

Quien diga que había visto venir este desenlace, miente. Solo hace falta comprobar algunas de las reacciones a la confirmación de la compra. Empleados de Twitter preguntándose si son ricos o si les van a despedir, miles de personas diciendo que no vuelven, eurodiputados avisando a Musk de lo que se le viene encima en Europa con la nueva regulación de las grandes plataformas, tecnólogos aplaudiéndolo, tecnólogos llamándolo 'hipócrita'... Ceremonia del desconcierto absoluto. El motivo es que nadie, ni quizás el propio Musk, sabe muy bien por qué ha pagado un 38% más del valor que tenía la empresa el pasado 1 de abril, el día que se hizo público que Musk poseía el 9% de la empresa.

Foto: Elon Musk. (EFE/Pool/Britta Pedersen)

El fundador de Tesla y SpaceX ha ofrecido una machacona explicación: ha pagado 44.000 millones por la "libertad de expresión".

"Creo en la libertad de expresión como un imperativo social para una democracia funcional". Cualquiera que lea esta frase fuera de contexto pensaría que algún presidente occidental se ha venido arriba en busca de un segundo de gloria. La frase, en realidad, la firmó Musk el pasado 13 de abril cuando presentó su oferta de compra e hizo saltar todas las alarmas. ¿En serio su plan maestro, el de la mayor operación de financiación de la historia llevado a cabo por una sola persona (ha tenido que reunir 44.000 millones), es la "libertad de expresión"? Suena bien, pero, como dicen algunos analistas, cuando un millonario justifica sus movimientos tirando de libertad de expresión, "agárrate la cartera".

placeholder Elon Musk. (Reuters)
Elon Musk. (Reuters)

Esta última frase es de Robert Reich, el que fuera secretario de Trabajo de EEUU con Bill Clinton entre 1993 y 1997, hoy profesor la Universidad de California, Berkeley. Y es la gran pega que le han visto a la maniobra múltiples voces, desde inversores y emprendedores a otros académicos como Jaigris Hodson (Royal Roads University, Canadá), quien asegura que Musk tendrá en Twitter el efecto contrario al que pregona y reducirá la libertad de expresión en lugar de promoverla. ¿Por qué? Porque, cuando no hay reglas claras y solo manda uno, muchos optan por la alternativa más radical, irse.

El plan maestro de Musk para Twitter tiene dos grandes inconvenientes. Por un lado, como plan en sí mismo es imposible de conseguir y, por otro, viene de una persona que se autodefine como "absolutista de la libertad de expresión", pero que lleva años haciéndole la vida imposible a sus críticos y pisando todo tipo de líneas rojas que le han llevado a más de una investigación por parte de la SEC, el regulador estadounidense.

Musk se autodefine como "absolutista de la libertad de expresión", pero que lleva años haciéndole la vida imposible a sus críticos

Musk se ha tenido que enfrentar a numerosas polémicas en Tesla y SpaceX por la escasa libertad de expresión de la que disfrutan sus empleados, que deben firmar cláusulas en las que se abstienen de llevar a la compañía a juicio en caso de disputa laboral. Durante los últimos años, ha demostrado muy poca cintura para encajar las críticas. Le llamó "pedófilo" a un submarinista británico que calificó de "autopromoción" su intento de ayudar a los 12 niños atrapados en una cueva en Tailandia en 2018. Llegó incluso a pagar 50.000 dólares a un investigador privado para escarbar en la vida del submarinista y tratar de demostrar que era un pedófilo, algo que nunca consiguió.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Persiguió y acosó a varios empleados acusándolos de perjudicar a Tesla (Bloomberg detalla aquí muy bien el caso de Martin Tripp y otros) y canceló varias cuentas de un adolescente que rastreaba los movimientos de su 'jet' privado usando información 100% pública. Hace solo unas semanas, decidió no bloquear el acceso a Starlink (su empresa de internet satelital) de los medios prorrusos RT y Sputnik tras la invasión en Ucrania. "Lo siento por ser un absolutista de la libertad de expresión", soltó con ironía y, de paso, como pulla a la Unión Europea, que solo un par de días antes había vetado esos canales.

La definición de Elon Musk de libertad de expresión no coincide con la suya, ni con la mía, ni con la del resto de personas, y eso está bien. El problema es que Musk acaba de pagar 44.000 millones por una plataforma que usan más de 220 millones de personas en todo el mundo para rehacerla a imagen y semejanza de su peculiar forma de entender la realidad. El creador de Tesla está obsesionado con 'su' propia definición de libertad de expresión, exactamente igual que su excolega Peter Thiel, con el que creció como emprendedor, montó PayPal y lo vendió luego para hacerse millonario hasta convertirse en la persona más rica del planeta.

Es lo que tiene ser una de las grandes fortunas del mundo, crees que puedes comprar la libertad de expresión y que la gente te va a dar las gracias por ello

¿Recuerdan el amor que sentía Thiel por la libertad de expresión? La defendía tanto que financió en secreto el juicio de Hulk Hogan contra 'Gawker Media', un medio 'online' que había publicado informaciones que no gustaron a Thiel (más sobre ese episodio aquí y aquí). Thiel ganó, Gawker se fue a la bancarrota, y él consideró que había realizado una de sus "mayores obras de filantropía". Es lo que tiene ser una de las grandes fortunas del mundo, crees que también puedes comprar la libertad de expresión y que la gente te va a dar las gracias por ello.

Foto: Ilustración: Raquel Cano.

Musk se ha hecho con Twitter como quien se hace con un juguete nuevo, pero lo que se va a encontrar va a ser mucho menos divertido de lo que espera. Lo que hemos visto hasta ahora de Facebook, Twitter y, más recientemente, TikTok, ha dejado algo muy claro: la moderación de contenidos, la lucha contra los mensajes de odio y decidir qué debe ver la luz y qué no, es una tarea titánica que ninguna plataforma ha podido resolver hasta ahora. ¿Qué le va a decir Musk a Trump si le pide regresar a Twitter? ¿Cómo va a luchar contra las noticias falsas o la desinformación? ¿Qué va a hacer cuando alguien lance una campaña de descrédito contra él? ¿Quién va a decidir qué es aceptable y qué no? ¿Un humano? ¿Un algoritmo? Como se pudo ver hace unos días en esta entrevista, Musk no tiene aún ni una sola respuesta convincente.

Son preguntas que también preocupan, y mucho, a los más de 7.000 empleados de Twitter. La llegada de Musk ha sido recibida con resistencia por buena parte de la plantilla. Como señala Bloomberg, minutos después de anunciarse la venta, Twitter bloqueó la posibilidad de realizar cualquier modificación interna a la plataforma por miedo a que los empleados hicieran cambios no autorizados como boicot y protesta a la entrada de Elon Musk. Muchos trabajadores se han echado a temblar ante el plan de Musk de eliminar las políticas actuales de moderación, algo que a Twitter la ha costado años y mucho esfuerzo establecer.

Ahora su jefe es un 'troll' profesional que tan rápido se mofa de Bill Gates como usa Twitter para calentar el precio del bitcoin y beneficiarse de ello. Es alguien que ha decidido comprar toda la compañía porque no quería que nadie le impusiera qué hacer con la misma ni le dijera qué hacer con la libertad de expresión. Es un voluble millonario al frente de otros dos gigantes como Tesla y SpaceX del que nadie conoce aún ningún plan concreto para intentar que Twitter se convierta por fin, 16 años después, en un servicio rentable. En definitiva, es alguien del que no se sabe si se va a tomarse Twitter en serio o solo jugará con él hasta que se rompa para siempre.

"Espero que incluso mis peores críticos se queden en Twitter, porque eso es libertad de expresión". Acaba de leer el troleo más caro de la historia de internet: 44.000 millones de dólares. Es lo que Elon Musk ha pagado al final por Twitter, pero quien lo anunció fue él mismo con ese mensaje tres horas antes que nadie, cuando Wall Street aún no había cerrado y saltándose cualquier regla vigente en la comunicación de este tipo de operaciones. A Musk le resbala absolutamente todo y eso es justo lo que muchos temen del nuevo amo y señor de Twitter.

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