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Los israelíes sienten que el mundo no les comprende. Ellos no ven a los niños muertos en Gaza
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Una guerra mediática

Los israelíes sienten que el mundo no les comprende. Ellos no ven a los niños muertos en Gaza

La muerte de miles de palestinos está ausente de las noticias israelíes. La televisión israelí no repone ninguna de las imágenes que desde hace dos meses se retransmiten en los telediarios del resto del mundo

Foto: El portavoz militar de las IDF israelíes, Daniel Hagari. (Reuters/Fuerzas de Defensa de Israel)
El portavoz militar de las IDF israelíes, Daniel Hagari. (Reuters/Fuerzas de Defensa de Israel)
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Los telediarios israelíes siguen desde hace 81 días esta escaleta: el parte de guerra, los comentaristas (montones de ellos), relatos de valor y sufrimiento, soldados caídos e historias de los secuestrados. Después, las declaraciones del portavoz del Ejército, Daniel Hagari, quien todas las noches lee los nombres de los caídos y recuerda que el Ejército abraza y acompaña a las familias. Luego da paso a las preguntas de los periodistas. “Y en la mayoría de los casos, elude contestarlas de manera creativa”, dice el profesor emérito de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea Mario Sznajder. “Eso se está investigando, esto probablemente lo sabremos más adelante', y así. Pero hace muy bien su trabajo, hay que decirlo”.

La muerte de miles de palestinos está ausente de las noticias israelíes. La televisión israelí no repone ninguna de las imágenes que desde hace dos meses se retransmiten en los telediarios del resto del mundo. “Desde el momento en que el Ejército entró a Gaza por tierra, la información que recibimos es la que da el portavoz del Ejército”, ejemplifica Tehilla Shwartz Altshuler, investigadora del Instituto de Democracia de Israel. “Eso es así porque los periodistas eligen darlo, podrían tomar informaciones de otras fuentes, pero depositan mayor confianza en el portavoz militar”.

El sentir general es que en los primeros días de la guerra los medios, a pesar de la masacre y el estado de perplejidad en que quedó el país, consiguieron reportar con cierto equilibrio, haciendo las preguntas pertinentes sobre la pasividad del Gobierno y la ausencia del Ejército, y produciendo piezas informativas valiosas. Sin embargo, desde la invasión terrestre, ofrecen una visión no equilibrada de la situación, a decir de la investigadora. “No digo que deban presentar de manera proporcional el sufrimiento palestino y el israelí, pero deberían mostrar también algo de lo que el resto del mundo ve, por el bien del público”, justifica Shwartz Altshuler.

Espiral del silencio

En un ambiente en el que el patriotismo es ineludible, con banderas de Israel en las ventanas, carteles luminosos con las palabras “juntos venceremos” en blanco y azul, las pancartas con los rostros de los secuestrados por Hamás en paredes, árboles y bancos, porque son más de 120 las personas todavía cautivas, y miles de ciudadanos armados y armadas, tanto soldados como civiles, los medios son reflejo de eso.

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“El comportamiento patriótico y unívoco de los medios es parte de la espiral del silencio”, describe el sociólogo Jérôme Bourdon, de la Universidad de Tel Aviv. “Como es probable que entre el 80% y el 90% de los ciudadanos judíos de Israel esté a favor de la guerra, los medios redondean al 100%. Y los que no están ahí, simplemente no tienen voz, no los quieren en los programas ni son representados”.

Ha habido casos de violencia, física y verbal, contra periodistas que han mencionado el sufrimiento humano en Gaza.

El periodista Ido David Cohen, del periódico Haaretz, entrevistó a un colega de uno de los principales canales de televisión al respecto del papel propagandístico que han adoptado: “No es una orden explícita, es como un ambiente en el que no queda espacio para historias de las víctimas de Gaza en los telediarios”, dijo. “Como que nos hemos rendido al clima popular, que dice que después de la tragedia tan enorme que sufrimos no hay que hacerle sitio al enemigo, el problema es que eso daña la labor periodística, porque los espectadores se acostumbran a que no haya referencia al otro como ser humano y después no entienden por qué todo el mundo, que sí ve las duras imágenes de Gaza, nos da la espalda y trata a Israel como el agresor”.

¿Qué otro?

“Por mí que se mueran todos en Gaza, me da igual, después de lo que nos hicieron”, dice Java Elshuf, una maestra de escuela en el sur de Tel Aviv donde estudian hijos de refugiados africanos con los que Elshuf sí simpatiza. Y un conocido periodista no sospechoso de extremista, Ben Caspit, tuiteó que no siente ni un “miligramo de empatía con los gazatíes” porque ellos precipitaron “este infierno sobre sí mismos”.

El presidente, Isaac Herzog, dijo antes de la invasión terrestre: “No es cierto que los civiles no se enteraban, que no tenían nada que ver (…) Podrían haber luchado contra ese malvado régimen que tomó Gaza en un golpe de Estado”. Y cuando un periodista le pidió que aclarase si estaba diciendo que los gazatíes eran objetivo legítimo del Ejército, respondió: “No he dicho eso (…) por supuesto que hay muchos palestinos inocentes que no están de acuerdo con esto, pero lamentablemente en sus casas hay misiles que son disparados hacia nosotros, hacia mis hijos”.

"En el lado israelí, hay gente que no se atreve a decir lo que piensa", dice Silvina Landsman, directora de documentales. “Por supuesto que en el palestino tampoco, pero allí no hay democracia. Y porque también es una guerra mediática, hay gente aquí que solo se ocupa de analizar y buscar el antisemitismo y el antiisraelismo de quien habla, por eso tal vez lo más sabio sea quedarse callada”.

Foto: Manifestación en Ramala en recuerdo a los muertos palestinos en Gaza. (Fermín Torrano)

Landsman señala que en estos momentos el país “en el que nos dieron el Holocausto con la leche de mamar y el 'estamos solos en el mundo, todos nos quieren matar', está alineado con la ecuación 'ellos o nosotros', que es un pensamiento primitivo de la ultraderecha donde la complejidad narrativa de los derechos humanos y todo aquello se fue por el retrete”.

La guerra de las imágenes

Los atacantes islamistas registraron sus crueldades como método de lucha y como continuación del acto terrorista en las mentes y corazones de los israelíes, con éxito. Y el Gobierno israelí, rompiendo su modus operandi de 75 años de no mostrar a sus muertos y heridos, está enseñando al mundo una película de 47 minutos en sesiones privadas de esas mismas grabaciones de los terroristas editadas con las mismas escenas grabadas por cámaras de seguridad, mostrando los crímenes desde diversos ángulos, a políticos y periodistas del mundo, traumatizando a más personas, informándolas o haciéndoles callo, no sabemos aún.

¿Ver el dolor de las víctimas enemigas ablanda el corazón? “No lo creo”, dice el psicólogo Yosef Kleiner. “Por lo menos no al gran público, porque las imágenes de tragedia y horror tienen un efecto a corto plazo, solo mientras la imagen dura. Cuando vas por la calle y ves a alguien que pide limosna, ¿cuánto tiempo te dura la pena? Hasta que se fue la persona”. El psicólogo recuerda, además, que la profusión de imágenes suele provocar entumecimiento “en el caso de que lleguen a tocarte esas imágenes porque el tema te sensibiliza, si no te sensibiliza, que te pongan esos vídeos se puede sentir como una coerción”.

Foto: Restos de sangre en una casa del kibutz de Nir Oz, en Israel, tras los ataques de Hamás del pasado octubre. (Getty/Alexi J. Rosenfeld)

Si las imágenes en la mayoría de los casos refuerzan el prejuicio original del público y retroalimentan el punto de partida, los medios de comunicación que consumen israelíes y palestinos están en el punto de desequilibrio.

“En las televisiones israelíes dicen que mostrar imágenes duras de Gaza desmoraliza a la población”, dice Ido David Cohen, de modo que los periodistas siguen aplicándose una efectiva autocensura. “Pero yo creo que el periodismo no está para cambiar la opinión ni los sentimientos de nadie, la opinión de la gente es asunto suyo, nosotros solo tenemos que mostrar los diversos aspectos de la realidad para que el público pueda, con ella, formarse una opinión”.

La desconfianza y la falta de acceso

Ayoub Salim, un taxista de Belén, en Cisjordania, se informa con Al Jazeera y medios sociales. “Básicamente, veo niños muertos, los escombros sobre personas agonizando, es tristísimo, y así todos los días”, dice. ¿Vio los muertos israelíes? “Un poco, pero, aunque creo que muchas de esas cosas pasaron y son condenables, no sé, prefiero no hablar de lo que siento”.

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Lía S., una microbióloga de Herzelyia, Israel, dice que, aunque no ponen en la tele lo que pasa en Gaza está al tanto por las redes sociales, pero aun así coge con pinzas lo que ve. “Hamás no informa, hace propaganda, y los que informan desde Gaza lo hacen bajo el consentimiento de Hamás”, dice.

Eso es lo que dicen también en los telediarios israelíes. Cuando dan los muertos en Gaza, no como noticia per se, sino de pasada las más de las veces, la frase hecha es: “Estas cifras de Hamás no se pueden verificar de manera independiente”. Y así es. Lo mismo dicen de las informaciones israelíes medios como la BBC, Al Jazeera, CBS, CNN y más.

En este caso, además, las autoridades israelíes y egipcias no permiten la entrada de periodistas ni israelíes ni extranjeros a Gaza salvo acompañados por el Ejército israelí, algo que la Asociación internacional de periodistas ha apelado al Tribunal Supremo israelí. Así, la información que sale de la franja es solo de fuentes locales, algunos son periodistas con credenciales, otros no y también hay gente a sueldo de Hamás, como sucede con por lo menos una red estadounidense cuyo stringer en Gaza es funcionario de Hamás, algo que El Confidencial ha podido confirmar.

Los telediarios israelíes siguen desde hace 81 días esta escaleta: el parte de guerra, los comentaristas (montones de ellos), relatos de valor y sufrimiento, soldados caídos e historias de los secuestrados. Después, las declaraciones del portavoz del Ejército, Daniel Hagari, quien todas las noches lee los nombres de los caídos y recuerda que el Ejército abraza y acompaña a las familias. Luego da paso a las preguntas de los periodistas. “Y en la mayoría de los casos, elude contestarlas de manera creativa”, dice el profesor emérito de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea Mario Sznajder. “Eso se está investigando, esto probablemente lo sabremos más adelante', y así. Pero hace muy bien su trabajo, hay que decirlo”.

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