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¿Acabar con Hamás? El apoyo al grupo se dispara en Cisjordania: "Es su tierra y hay que defenderla"
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Los nuevos mártires

¿Acabar con Hamás? El apoyo al grupo se dispara en Cisjordania: "Es su tierra y hay que defenderla"

El respaldo al grupo islamista se triplica en Cisjordania desde el inicio de la guerra ante los bombardeos israelíes y la debilidad de la Autoridad Nacional Palestina

Foto: Manifestación en Ramala en recuerdo a los muertos palestinos en Gaza. (Fermín Torrano)
Manifestación en Ramala en recuerdo a los muertos palestinos en Gaza. (Fermín Torrano)

"¡Papá! ¡Papá! ¿Dónde estás, papá?". La exclamación interrumpe el burbujeo del agua. Se escuchan gritos, gemidos y una respiración entrecortada por una carrera sin rumbo. El crujido de las piedras bajo los pies adelanta que lo peor está aún por llegar. Nadie sigue fumando, las mangueras de las pipas se alejan de las bocas, suspendidas en una fracción de segundo. Al fondo se ve el cuerpo de un niño enterrado en ladrillos. El zoom de la cámara enfoca el rostro oculto por el polvo blanco. Las sillas de madera se retuercen en el Ramallah Café.

La guerra mata y duele, aunque las bombas israelíes caigan a 90 kilómetros de distancia. También incomoda, sobre todo cuando ni siquiera salir de tu tierra es una opción. Cuando lo único que puedes hacer es ver cómo asesinan a tu pueblo y las imágenes se repiten en un bucle macabro de muerte. Estas, como la mayoría, las emite Al Jazeera.

"Un nuevo mártir", suspira Chuck, dando por fin una calada al narguile. "Insallah (si Dios quiere)", resopla un parroquiano, apostado bajo un cuadro de Arafat.

Foto: Israel aumenta su ofensiva en Jan Yunis. (Reuters/Ibraheem Abu Mustafa)

Son tantos los edificios destrozados y las personas obligadas a huir que nadie sabe el número real de muertos en la Franja. El Ministerio de Sanidad de Gaza los cifra en 18.700. Una fuente anónima del Ejército israelí reconoció a AP al menos 15.000. Desde Tel Aviv se escudan en que, según sus cálculos, 5.000 pertenecían a Hamás.

"Los judíos mienten. ¡Son malos! ¿Cuántos quedan bajo los escombros? ¿Cuántos son niños y mujeres?", se pregunta Chuck, dueño de la cafetería. "Ninguno llevaba armas, Gaza es como Vietnam, necesitas pocos combatientes para hacer frente al enemigo. Comen, viven y duermen bajo tierra. Matan a diez, y se esconden de nuevo".

placeholder Dos jóvenes en Ramala, uno de ellos con un brazalete de Hamás. (Fermín Torrano)
Dos jóvenes en Ramala, uno de ellos con un brazalete de Hamás. (Fermín Torrano)

No es difícil ver banderas, brazaletes y mensajes a favor de Hamás en Cisjordania. También se escucharon gritos de "el pueblo quiere a Hamás" tras las liberaciones de encarcelados, durante el breve alto el fuego. Los datos disponibles revelan que no se tratan de escenas anecdóticas. El Palestinian Center for Policy and Survey Research (PCPSR), uno de los think-tanks palestinos más respetados y con mayor credibilidad para los observadores internacionales, lanzó esta semana la encuesta más exhaustiva sobre la opinión pública en la Franja de Gaza y Cisjordania desde el inicio de la guerra. La principal revelación de este sondeo: el apoyo a Hamás se ha disparado en Cisjordania desde el inicio de la guerra, pasando del 12% el pasado mes de septiembre a un 44% en la actualidad.

El incremento drástico ha hecho que Hamás cuente, por primera vez, con más respaldo entre los habitantes de Cisjordania que entre los de Gaza (42%). De hecho, la incursión lanzada por el grupo islamista el pasado 7 de octubre es mucho mejor vista por los primeros que por los segundos. Solo un 12% de los cisjordanos consideran que se trató de una decisión incorrecta, un número tres veces menor que en el caso de los gazatíes (37%), que han tenido que vivir las consecuencias en sus propias carnes.

No se trata de un fenómeno nuevo. El apoyo a Hamás suele aumentar temporalmente durante los períodos de confrontación armada con Israel, para luego retroceder de nuevo una vez concluida la guerra. Sin embargo, el respaldo vive ahora uno de sus puntos más álgidos debido a los niveles históricos de impopularidad de la Autoridad Palestina (según la encuesta de PCPSR, un 92% de los cisjordanos desean la renuncia de su líder, Mahmud Abás) y por el hecho de que Hamás es cada vez más visto como el único actor capaz de conseguir mejoras, aunque sea a través de la violencia y el intercambio de secuestrados. Desde el inicio de la guerra, más de 3.000 palestinos han sido detenidos en Cisjordania, la mayoría sin cargos. La cifra de muertos supera los 240.

"Nunca renunciaremos a nuestro país"

De vuelta al televisor del Ramallah Café, un joven con un RPG al hombro serpentea entre los muros destruidos de un edificio gazatí. Su compañero filma el ataque. Desde el programa, detienen la grabación y aumentan la imagen para enfocar el cohete antes de que impacte en el blindado israelí. Estos vídeos se repiten casi tanto como los de los muertos.

¿Si vivieras en Gaza y fueras joven, lucharías? A Chuck, que tiene el pelo gris y una kufiya roja y blanca en el cuello, le hace gracia la pregunta. Asiente antes de volver a fumar. Él compartió escuela con Suha Tawil, la viuda de Yaser Arafat. Con el líder palestino —cuenta— bebía café cada dos semanas. Nunca en su establecimiento, pero sí en la antigua prisión del imperio británico que convirtió en su residencia y donde Israel le cercó durante dos años, hasta poco antes de morir. Al difunto expresidente del autoproclamado Estado de Palestina se le sigue honrando en murales, tiendas, calles y conversaciones.

placeholder Manifestación en Ramala por las víctimas de los ataques israelíes. (Fermín Torrano)
Manifestación en Ramala por las víctimas de los ataques israelíes. (Fermín Torrano)

"Me uní a la (segunda) Intifada, y me acuerdo de que los políticos decían que si Arafat se marchaba, todo terminaría bien", dice Dol, uno de los asistentes a una protesta en el centro de Ramala. "Arafat se fue con Dios y nada cambió. Los israelíes nunca se sentarán con nosotros en una mesa para respetar nuestras peticiones. Quieren una única solución. Quieren que digamos que sí a todo. Es terrible. Nunca renunciaremos a nuestro país", sentencia.

Su mujer, Aisha, lo refrenda moviendo la cabeza, mientras su hijo de seis años juguetea con una vela en recuerdo de los muertos. "No somos números", rezan las vallas publicitarias de la ciudad, mostrando rostros de los fallecidos por bombardeos. Dol mira el cartel y señala a su retoño para explicarse mejor: "Palestina es como un niño pequeño al que encierran en una esquina. Aunque sea buena persona, si se lo hacen día tras día, se volverá agresivo y atacará". Cuestionado sobre si considera terrorismo el ataque de Hamás del pasado 7 de octubre, se muestra tajante: "La violencia de Hamás nunca será comparable a la de Israel".

placeholder Una manifestación en Ramala. (Fermín Torrano)
Una manifestación en Ramala. (Fermín Torrano)

"Son los únicos que nos protegen. Los israelíes vienen todas las noches [al campo de refugiados Jalazone] y se llevan a gente. Nos matan y escupen", cuenta Naafash, de 20 años. El asentamiento israelí de Beit El está a unos cientos de metros de su casa, 8 kilómetros al norte de Ramala. En la televisión de la gasolinera en la que trabaja, cerca del lugar en el que se enfrentan habitualmente soldados y jóvenes con cócteles molotov y piedras, 16 cámaras de seguridad vigilan que nada le ocurra al negocio, salvo cuando los mensajes del móvil obligan a Naafash a poner las noticias. "100 mártires más", gruñe, señalando la pantalla. "¿Solo cuatro ocupantes heridos? Ojalá Dios no les permita volver".

Niños en primera línea

Algo similar dicen en Israel de cada palestino caído, porque en la llamada Tierra Santa hay barreras peores que los 780 kilómetros de alambradas y hormigón armado. La identidad, la religión, la política o el odio se alimentan de un conflicto interminable para el que se prepara a las nuevas generaciones a cada lado del muro. Los niños encabezan las protestas y es común ver a padres con sus bebés a hombros.

"Seguramente lo que quiere Israel es que los jóvenes olviden la identidad palestina, y por eso nosotros debemos recordarles el significado de la ocupación", advierte Adam, mientras su pequeño Marcel, de tres años, agita una bandera negra, blanca y verde con el triángulo rojo. "Tienen que entender que esta tierra es su tierra y que deben luchar para defenderla".

Dol se unió a la segunda intifada en su juventud, ahora enseña

A poca distancia, Rehana, que dio a luz a sus tres hijos en Estados Unidos, pero volvió hace nueve años a Cisjordania, pide escuchar a la mayor. "Todos pelearemos contra el ocupante, aunque tengamos que morir. Lucharemos hasta el final. No me importa morir por mi país, es mi gente y mi tierra, no cabe la traición", dice Manar, que pronto cumplirá la mayoría de edad. Su madre la mira con orgullo.

—¿Por qué decidiste volver, con tus hijos?

— Aquí conocen su cultura y sus tradiciones. Ahora también entienden qué significa la ocupación y lo duro que es para los palestinos—responde Rehana—. No me arrepiento de traerles, están aprendiendo.

"¡Papá! ¡Papá! ¿Dónde estás, papá?". La exclamación interrumpe el burbujeo del agua. Se escuchan gritos, gemidos y una respiración entrecortada por una carrera sin rumbo. El crujido de las piedras bajo los pies adelanta que lo peor está aún por llegar. Nadie sigue fumando, las mangueras de las pipas se alejan de las bocas, suspendidas en una fracción de segundo. Al fondo se ve el cuerpo de un niño enterrado en ladrillos. El zoom de la cámara enfoca el rostro oculto por el polvo blanco. Las sillas de madera se retuercen en el Ramallah Café.

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