Tenemos que hablar de Irán: el titiritero en las sombras que mueve los hilos de esta guerra Israel-Palestina
Desde el ataque sobre Israel el pasado 7 de octubre, se han deducido las intenciones de Irán en la "masacre" de Hamás, que acabó con la vida de 1.400 ciudadanos de los 'kibutz'
El día que el Ayatolá Jomeini regresó a Teherán tras el triunfo de la Revolución Iraní y se instaló en el despacho de su nuevo gobierno, las dos primeras llamadas de felicitación que recibió marcarían el destino de Oriente Medio hasta el día de hoy. La primera fue de Yasser Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). La segunda fue de Hafiz Al Assad, presidente de Siria y padre del actual líder de ese país. En esencia, acababa de nacer lo que años después se autodenominaría "el Eje de la Resistencia" frente a Israel.
Antes de que acabase el mes, un Arafat entusiasmado se plantó en Teherán, desde donde proclamó "una nueva era y un nuevo comienzo" para la región. Durante ese viaje, Irán rompió relaciones con Israel y anunció la postura antiisraelí que mantendría desde entonces. Las relaciones del régimen iraní con el conflicto palestino, pues, vienen muy de largo, y cualquier análisis que ignore esto estará necesariamente incompleto. Muchas cosas han cambiado en estas décadas —hoy la resistencia violenta frente a Israel la lideran Hamás y otros grupos frente al desprestigio de la antigua organización de Arafat entre los propios palestinos—, pero el esquema básico de aquella época sigue en pie.
Así, han pasado una docena de días desde el brutal atentado múltiple en el sur de Israel y todavía se debate el papel que Teherán pudo jugar en esa operación. Al día siguiente del ataque de Hamás, el presidente israelí Isaac Herzog aseguro que este había sido "apoyado y dirigido por sus comandantes proxy en Irán", si bien la inteligencia israelí no ha respaldado todavía esa afirmación de forma oficial. Tampoco lo han hecho los estadounidenses, cuyo presidente Joe Biden volvió a asegurar hace tres días durante una entrevista con SkyNews que "no hay evidencias claras" de que el régimen iraní esté detrás del ataque. En contraste, el pasado 8 de octubre, el diario The Wall Street Journal afirmaba que altos funcionarios iraníes mantuvieron una reunión en Beirut el mes pasado con miembros de Hamás e Hizbulá en la que se habría dado luz verde al ataque, citando a varios funcionarios de inteligencia anónimos, tanto de EEUU como de Europa, aunque algunos expertos han reaccionado asegurando que los elementos que se citan están lejos de constituir una prueba flagrante de la responsabilidad iraní.
Por su parte, el New York Times cita a funcionarios de EEUU que afirman que "los servicios de inteligencia de ese país han recopilado múltiples piezas de inteligencia que muestran que líderes iraníes clave fueron sorprendidos" por el atentado, "incluyendo a personas que normalmente estarían al tanto de las operaciones que implican a la Fuerza Quds", la sección de elite de la Guardia Revolucionaria encargada de las misiones en el extranjero. No obstante, en ese mismo artículo se menciona como fuentes a "tres iraníes afiliados a la Guardia Revolucionaria, un iraní con conexiones con la cúpula dirigente y un sirio vinculado con Hizbulá", que afirman que "un estrecho círculo de líderes de Irán, Hizbulá y Hamás ayudaron a planear los ataques hace más de un año, entrenaron a los militantes y tenían conocimiento previo de ello".
De acuerdo con esas mismas fuentes, los participantes en el ataque habrían recibido entrenamiento en Siria y Líbano a manos de instructores de Hizbulá, y se habría establecido un centro de mando secreto en Beirut para coordinar la operación. Habría, además, otros indicios circunstanciales: "Hassan Nasrallah, el líder de Hizbulá, mantuvo una reunión online de varias horas en marzo con un grupo de elite de estrategas de todas las milicias apoyadas por Irán y les dijo que se preparasen para una guerra con Israel con un alcance —incluida una invasión terrestre— que señalaría una nueva era, según dos participantes de Irán y Siria", señala el medio. En esta y otras reuniones, los líderes enfatizaron que el objetivo era sacar partido de la debilidad interna de Israel derivada de su extrema polarización.
Además, en septiembre funcionarios de inteligencia ya habían indicado al New York Times que tenían información que apuntaba que el Ayatolá Alí Jameneí había ordenado una gran campaña contra Israel, incluyendo ataques contra israelíes en el extranjero y sabotajes dentro del país, así como el contrabando de armas sofisticadas para militantes palestinos, con el objetivo de provocar una guerra civil en Cisjordania. "En los últimos seis meses, Hizbulá creó provocaciones dirigidas a engañar y distraer a Israel en su frontera norte con Líbano y en Siria, para que creyese que la amenaza real venía de esas áreas, según dos iraníes a los que se informó tras el ataque", indica el diario.
Guerra asimétrica entre Irán e Israel
Pero ¿cuál sería el interés de Irán en que se llevase a cabo una acción semejante? Un elemento a menudo ignorado por la prensa occidental, pero que los iraníes tienen muy presente, es la guerra asimétrica en la que Irán e Israel mantienen casi desde la Revolución Islámica, intensificada en la última década con el asesinato de científicos y miembros del aparato de seguridad dentro del territorio iraní. Una campaña de asesinatos que el gobierno israelí denomina "la doctrina pulpo", y de la que además sus responsables no han dudado en alardear en público, contribuyendo a la humillación.
En paralelo, y como parte del mismo enfrentamiento asimétrico, en los últimos años Irán ha puesto en marcha multitud de planes de atentado contra intereses judíos o negocios israelíes en gran parte del mundo, por lo general abortadas por las autoridades locales tras ser alertadas por la inteligencia de Israel. Uno de los ejemplos más espectaculares fue el reclutamiento en 2022 de una red de inmigrantes paquistaníes en Chipre, que en algunos casos trabajaban como meros repartidores, para que hiciesen tareas de vigilancia de objetivos israelíes en la isla. Meses después de su desmantelamiento por las fuerzas de seguridad chipriotas, el Mossad supuestamente logró detener e interrogar dentro del propio Irán al responsable de la red, un operativo iraní llamado Yusef Shahabazi Abbasalilu que trabajaba para la Guardia Revolucionaria, y que proporcionó a los espías iraníes una confesión completa de toda la operación.
Si bien lo relatado por el New York Times es relevante, todo esto no deja de ser la interpretación de un solo medio a partir de fuentes anónimas. Pero lo que está claro es que pase lo que pase, Irán es una pieza esencial en todo lo que está sucediendo ahora mismo. Incluso si no tuvo nada que ver con el atentado inicial, se ha convertido en uno de los actores clave de la crisis, y de lo que haga dependerá en gran medida que esta continúe escalando o empiece a mitigarse. Por ahora, Irán ha amenazado con movilizar a todas sus milicias y fuerzas asociadas contra Israel y sus aliados directos si la invasión terrestre de Gaza se materializa.
"Muchos comentaristas rechazan la inclusión de Irán en un análisis del conflicto de Israel con los palestinos", escribe el historiador Arash Azizi, autor de una biografía sobre Qassem Soleimani, el comandante de la Guardia Revolucionaria iraní abatido por orden de Donald Trump en 2020. Para Azizi, esto es comprensible, puesto que en Washington existe cierta tendencia a mencionar a Irán para impulsar agendas políticas específicas, y porque el conflicto palestino-israelí tiene menos que ver con Irán que con la ocupación israelí y las condiciones de vida de los palestinos bajo la dominación de Israel.
"Sin embargo, Irán se ha entrometido lo suficiente en la política interna árabe como para que ningún análisis adecuado del 7 de octubre pueda ignorar su papel", señala este experto en un artículo en The Atlantic. Según Azizi, Hamás ha obtenido financiación y apoyo de países como Turquía y Qatar, pero en ambos casos estos países han jugado cierto papel como intermediarios, a diferencia de Irán. "Solo un Estado en el mundo no solo da dinero a Hamás, sino que también le presta un importante apoyo militar y político. También es el único Estado del mundo que todavía promete luchar contra Israel hasta su destrucción total: la República Islámica de Irán", matiza.
"El ataque sin precedentes de Hamás contra Israel no es solo una escalada de las tensiones entre israelíes y palestinos. Es producto del creciente papel desestabilizador de Irán en Medio Oriente. También es una prueba de que cualquier solución al conflicto entre Israel y Palestina debe abordar el papel regional de Irán", afirma Lina Khatib, directora del Instituto de Oriente Medio en la Escuela de Estudios Orientales y Asiáticos de Londres.
"Hamás quiere presentar a la Autoridad Palestina como débil e ilegítima, al tiempo que se presenta como el único representante de los palestinos. Al mismo tiempo, Irán ve en un acuerdo entre Arabia Saudí, Israel y Estados Unidos una amenaza política y de seguridad. Si se resuelve el conflicto entre Israel y Palestina, Irán perderá gran parte de la narrativa de legitimidad que utiliza para justificar su apoyo a Hamás y Hizbulá –ambos autodenominados movimientos de resistencia–, que también pierden su razón de ser. En otras palabras, sin el conflicto entre Israel y Palestina, la influencia regional de Irán en Medio Oriente se ve muy disminuida", señala en un reciente artículo en The New Statesman.
Un actor principal en la región
Así pues, no se puede pasar por alto todo lo sucedido en los últimos años en el triángulo entre Teherán, Damasco y las insurgencias en Palestina, Líbano y otros países. "Ciertos hechos son innegables. Irán ha apoyado durante años a Hamás y la Yihad Islámica Palestina mediante fondos, armas y entrenamiento, igual que han hecho otros socios y 'proxies' en Oriente Medio", señala Ali Vaez, analista sobre Irán en el International Crisis Group.
"Para EEUU y sus aliados occidentales que trabajan para ayudar a la respuesta israelí e impedir que el conflicto escale en múltiples frentes, el régimen iraní está ahora en el lado equivocado de dos grandes conflictos, en Israel-Palestina y en Ucrania. Y aunque la Administración Biden ha intentado ampliamente desescalar tensiones con Irán en los últimos meses, las perspectivas para intentar consolidar un acercamiento diplomático, que siempre iba a ser una propuesta difícil con las elecciones de EEUU a un año vista, son ahora incluso más endebles, dado que un adversario principal es visto como respaldo de un beligerante contra un aliado clave", apunta.
"Hamás se ha beneficiado de la larga experiencia militar de Hizbulá y del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (CGRI), que han entrenado a sus combatientes. Aunque Hamás y Hizbulá toman decisiones militares de forma autónoma cuando se trata de operaciones rutinarias o aisladas y no son meros representantes de Teherán, las decisiones de participar en una guerra en el sentido pleno solo pueden tomarse después de un acuerdo con Irán", ahonda Khatib. "Los líderes militares de Hamás y Hizbilá están en contacto casi a diario y han compartido una sala de operaciones donde se coordinan con el IRGC".
A modo de ejemplo, a lo largo de todo el año anterior, Esmail Ghaani, líder de la Fuerza Quds, ha estado manteniendo reuniones con los líderes de Hamás en Beirut, en un intento de consolidar su ya tradicional alianza defensiva ante la posibilidad de un ataque israelí contra Irán. "Como parte de su confrontación contra Israel, Irán desarrolló una política de disuasión basada en crear un tapón defensivo en el Mediterráneo Oriental, implicando a varios aliados regionales no estatales. Hoy, la llamada 'campaña de unificación de las arenas' es la versión más completa y actualizada de esa estrategia", apunta Amir Hossein Vazirian, investigador del Instituto de Oriente Medio (MIE) de Washington, en un profundo análisis publicado apenas unas semanas antes del atentado.
"Fruto de repensar la experiencia de 75 años de confrontación con Israel, esta campaña busca, en primer lugar, mejorar la coordinación operativa entre los diferentes grupos militantes no estatales dentro del llamado Eje de Resistencia, que Teherán ha buscado dirigir contra su enemigo más importante 'liderando desde atrás'. El segundo propósito de la campaña es expandir la geografía del espacio de batalla para cercar geopolíticamente al Estado judío, aumentar las capacidades de disuasión y la efectividad de las fuerzas aliadas antiisraelíes en posibles batallas futuras, y llevar la iniciativa militar frente a Israel", indica.
Y en ese sentido, cualquier respuesta de Israel o EEUU debe tener en cuenta esta arquitectura regional. Numerosos especialistas consideran que a Teherán no le interesa un mayor deterioro de la situación, que le llevaría inevitablemente a comprometer tanto sus propias fuerzas como las de grupos aliados como Hizbulá, con el consiguiente desgaste de este sistema asimétrico de defensa que tanto tiempo le ha llevado construir.
Bajo esa óptica, el régimen iraní podría perfectamente optar por la desescalada, siempre y cuando la operación israelí contra Gaza no se prolongue mucho más tiempo o eleve exponencialmente el número de cadáveres, y que Israel no ataque directamente objetivos iraníes significativos. Pero tampoco se debe perder de vista que en ocasiones anteriores tanto Irán como sus proxies no han dudado en pasar a la acción cuando la situación, desde su punto de vista, lo ha requerido, y tampoco se puede obviar el prisma ideológico: hay pocas dudas de que su desprecio no solo es genuino, sino uno de los pilares fundamentales tanto del sistema iraní como de su red de alianzas.
Hasta ahora, la segunda opción parece ser la que se está imponiendo. En las últimas jornadas, Irán no solo ha mantenido una retórica incendiaria acerca del conflicto, amenazando con futuras acciones y enviando a sus diplomáticos y asesores a reunirse con representantes de Hamás, Hizbulá y otras milicias, sino que parece haber activado ya a algunas de estas fuerzas proxy en Irak, Siria y Yemen: en esta última semana, bases con personal estadounidense en Irak y Siria han sido atacadas con drones y cohetes en al menos cuatro ocasiones. Además, el jueves un destructor estadounidense interceptó varios misiles y drones presuntamente lanzados por el movimiento huzí, una milicia yemení respaldada por la Guardia Revolucionaria iraní. Si no se impone el pragmatismo, una crisis de mayor alcance podría ser inevitable, y el epicentro de todo estará en Teherán.
El día que el Ayatolá Jomeini regresó a Teherán tras el triunfo de la Revolución Iraní y se instaló en el despacho de su nuevo gobierno, las dos primeras llamadas de felicitación que recibió marcarían el destino de Oriente Medio hasta el día de hoy. La primera fue de Yasser Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). La segunda fue de Hafiz Al Assad, presidente de Siria y padre del actual líder de ese país. En esencia, acababa de nacer lo que años después se autodenominaría "el Eje de la Resistencia" frente a Israel.
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